Lo bueno si breve dos veces bueno. Eso dicen y ocurre en los momentos más inesperados.Todo el mundo tiene su historia de amor. Todo el mundo. Puede haber sido un fiasco o no, puede haberse quedado en agua de borrajas, hasta puede ser que ni siquiera haya existido, que haya sido puramente mental, pero no por eso es menos real. A veces, ves a una pareja que parece morirse de aburrimiento juntos y no te imaginas que puedan tener algo en común o por qué siguen viviendo juntos. Es porque en su día tuvieron su historia de amor. Todo el mundo la tiene. Es la única historia
Tú buscabas algo y yo buscaba algo, furiosos, esbozando muecas; buscábamos introduciendo sus cabezas en el pecho del otro, y nuestros abrazos y nuestros cuerpos entrelazados con violencia nos recordaban, evitando olvidar el sagrado deber de buscar. Como los perros escarban desesperados en el suelo, escarbamos en nuestros cuerpos; lamiendo nuestros rostro del otro desamparados, decepcionados, en busca de algo de felicidad.
Tú buscabas algo y yo buscaba algo, furiosos, esbozando muecas; buscábamos introduciendo sus cabezas en el pecho del otro, y nuestros abrazos y nuestros cuerpos entrelazados con violencia nos recordaban, evitando olvidar el sagrado deber de buscar. Como los perros escarban desesperados en el suelo, escarbamos en nuestros cuerpos; lamiendo nuestros rostro del otro desamparados, decepcionados, en busca de algo de felicidad.
Las palabras están listas en mis labios como secretos imperfectos o brotes de agua guardados para el verano. Y, si por la noche las repito en voz baja, en el silencio de la habitación, antes de dormirme, es como si de repente los pájaros ya hubieran llegado al sur y tú regresaras en busca de estos antiguos mensajes lavados por el tiempo:
¿Volvemos a casa? El sol duerme sobre los tejados los domingos y hay un intenso olor a sábanas extendidas sobre las camas. Podemos dar vuelta a nuestros sueños, dormir dentro de la tarde y dejar que el tiempo se encargue de los gestos más pequeños.
Volvamos a casa. Dejé un libro medio abierto en el suelo de la habitación, las viejas fotos están solas en la caja, allí estaban tus manos entrelazadas, aquella música que solíamos escuchar en invierno. Y quiero volver a ver las nubes recortadas en las ventanas rojas del crepúsculo; y quiero volver a casa. Como otras veces.
Y así me preparo para dormir, noche tras noche, desenredando la lenta hila de los días para pagar la espera. Y, cuando la cría por fin despliegue sus alas en su primer vuelo, sin duda seguiré aquí, pero podré decir que, al menos una vez, ya he enviado los mensajes, ya he oído estas palabras salir de mi boca, tanto si regresas como si no.
Amor mío, no te quiero por ser tú ni por mí ni por los dos juntos, no te quiero porque la sangre me llame a quererte, te quiero porque no eres mía, porque estás del otro lado, ahí donde me invitas a saltar y no puedo dar el salto, porque en lo más profundo de la posesión no estás en mí, no te alcanzo, no paso de tu cuerpo, de tu risa. Siempre fuiste mi espejo, quiero decir que para verme tenía que mirarte. Un espejo donde el tiempo no pasa y se detiene, las partículas de luz no reflejan su paso y queda congelado el momento en le que nuestros labios se fundieron en un beso eterno, eterno instante marcado en el espacio y el tiempo, recuerdo en mi memoria y corazón que viene a mi mente y sacia mi alma en los días grises.

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