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martes, 11 de junio de 2024

ARQUEOLOGÍA DE LA PRODUCCIÓN EN EL MUNDO ROMANO

INTRODUCCIÓN

Uno de los objetivos que debe presidir la investigación sobre los elementos de la cultura material es el de su técnica de realización y el contexto tecnológico, organizativo y económico en el que se originan. La Arqueología de la Producción aplicada al mundo romano es una rama de la Historia de la Cultura Material joven pero de probada eficacia desde el punto de vista de sus resultados científicos. Hemos seleccionado algunos sectores productivos del mundo romano, como la minería y la metalurgia, la elaboración de cerámicas y vidrios, las manufacturas textiles y algunas producciones alimenticias con mayor injerencia en la dieta y economía romanas. Mostramos los hitos de su ciclo productivo desde la obtención de la materia prima hasta la elaboración de los objetos o productos.

EL CONCEPTO DE ARQUEOLOGÍA DE LA PRODUCCIÓN Y SU APLICACIÓN A LA CULTURA ROMANA

La Arqueología de la Producción es la rama de la Historia de la Cultura Material que se ocupa del estudio de las actividades y procesos que hacen posible la transformación de un bien en otro distinto. Se interesa también por su contexto social y económico y las implicaciones que dichas actividades tuvieron en el proceso histórico de la comunidad en estudio. Es decir, si se considera que el ciclo de vida de los productos que forman parte de la cultura material de una sociedad se inscriben en tres grandes estadios de producción, comercio y consumo, la Arqueología de la Producción deberá interesarse por cada una de estas esferas, incluyendo el estudio del impacto ambiental derivado de la actividad productiva sobre el paisaje.

El método arqueológico es una herramienta eficaz para el conocimiento de los aspectos productivos, por cuanto una parte sustantiva de las operaciones relacionadas con la transformación de materias primas en bienes de consumo dejaron huellas materiales susceptibles de ser analizadas arqueológicamente. El valor relativo de las fuentes escritas para el estudio de las operaciones productivas se explica porque el conocimiento técnico se obtenía de forma empírica y se transmitía de un artesano a otro por demostración y a través de la experiencia. No es frecuente que se compilaran por escrito todos los aspectos prácticos de un proceso. Dentro de los testimonios escritos más útiles son los documentos derivados o relacionados con el desarrollo de las actividades productivas (contratos, libros de cuentas, inventarios…) y aquellos que proporcionan descripciones y noticias directas o indirectas sobre determinadas acciones de la cadena operativa de obtención de productos.

Las fuentes iconográficas colaboran en un mejor conocimiento de estos temas al hacerse eco de aspectos inaprensibles a través de la cultura material, como son acciones técnicas concretas, gestos o posturas de trabajo.

Entre los objetivos de estudio de la Arqueología de la Producción se encuentra la reconstrucción de los procesos operativos o ciclos de elaboración. El arqueólogo debe intentar conocer las soluciones operativas dadas en diferentes ambientes técnicos, fruto de conocimientos empíricos que tratan de dar solución a exigencias particulares de las características naturales de la materia prima, requerimientos del consumo, etc. Sin embargo, ha de tenerse en cuenta que los ciclos productivos solían estar basados en conocimientos empíricos, por lo que en ocasiones habrá que contar con anomalías o excepciones en el esquema lógico de las operaciones. Esto explica que el arqueólogo a veces sólo encuentre restos relacionados con una parte concreta del ciclo.

La producción de bienes u objetos se desarrolla en dos grandes ciclos: el aprovisionamiento de la materia prima y la transformación física o química de los materiales. Técnicamente el proceso parte de la búsqueda de la materia prima idónea y del conocimiento de los procedimientos para transformarla.

En el estudio de los yacimientos productores es preciso tener en cuenta la organización de los espacios de trabajo, la identificación de las estructuras estables y la de las huellas dejadas en el registro estratigráfico por la cadena de actividades más repetidas, por cuanto pueden ser interpretadas como comportamientos habituales en el proceso de producción. Las instalaciones fijas deben ser objeto de un riguroso método estratigráfico que permita distinguir sus fases de actividad: construcción, uso, deterioro, reparación… La aparición de objetos muebles relacionados con cada fase del proceso productivo es más esporádica al realizarse con materiales perecederos. Aunque no aparezcan físicamente en el yacimiento, se puede deducir el uso de herramientas por la observación de sus huellas sobre el producto. También es importante estudiar los residuos de la actividad, acumulación de desechos, fruto de accidentes de la producción o bien los restos derivados de la propia actividad.

ARQUEOMINERÍA, DE LA EXTRACCIÓN DE LA MATERIA PRIMA A LA MANUFACTURA DE LOS OBJETOS METÁLICOS

La Arqueominería estudia los procesos de búsqueda y explotación de los yacimientos mineros en el Pasado, y el análisis del paisaje histórico de las áreas de explotación. El estudio arqueológico de la minería antigua debe incorporar también el contexto social, económico y territorial de las áreas objeto de análisis. 

  • Prospección y procedimientos de extracción de los minerales

Antes de proceder a la explotación de un recurso minero era preciso realizar una prospección con el fin de localizar los puntos idóneos para iniciar el beneficio. Los conocimientos serían bastante empíricos y se basarían en observaciones de anomalías naturales y en hasta la radiestesia, si bien en zonas con laboreo prerromano, las cortas antiguas pudieron ser un valioso punto de referencia. Se podían realizar catas de reconocimiento que confirmaran la localización, potencia y dirección del filón y su riqueza. Entonces se planteaba el procedimiento de explotación. Hubo dos métodos de explotación más frecuentes: las explotaciones a cielo abierto y las subterráneas. El primer sistema se aplicó a lugares con mineralizaciones superficiales o escasa profundidad. Excavación al aire libre, tenía de ventaja su menor dificultad técnica y por tanto economía de medios y mayor seguridad para los mineros.

La explotación subterránea se realizó mediante pozos y galerías. El sistema de acceso fueron los pozos verticales que alcanzaban la profundidad necesaria para acercarse a los filones más ricos, a los que se accedía a través de las galerías. Los mineros bajaban por escaleras o si el pozo era estrecho apoyando los pies en la roca y la espalda en el muro contrario.

Las galerías tenían sección cuadrada, rectangular o trapezoidal, eran bajas y estrechas pero podían tener gran longitud. Los pozos y las galerías se fortificaban para evitar derrumbamientos.

El aire en el interior de las minas romanas debió estar bastante viciado por la profundidad y el polvo, en algunos casos se han identificado sistemas de renovación del aire mediante el procedimiento del sifón. La iluminación de los espacios de paso y trabajo era un asunto importante. El sistema de iluminación más difundido fueron las lámparas de aceite (lucernas) y menos frecuentes las antorchas, ya que consumían mucho oxígeno y generaban gases tóxicos.

Otro asunto técnico es el de los sistemas de desagüe, ya que un problema frecuente era la inundación de las explotaciones. Uno de los métodos era el desagüe manual y el otro fueron las galerías de desagüe, canal suavemente inclinado hacia el exterior. Si no se podían usar estos sistemas se utilizaban ingenios mecánicos como la noria, la polea con cangilones, el tornillo de Arquímedes o la bomba de Ctesibio.

Las técnicas de abatimiento más empleadas fueron los picos, mazas y martillos, combinados a veces con el fuego. Para subir el mineral a la superficie empleaban espuertas de esparto contenidas en una estructura de madera.

Un sistema de explotación de complejidad técnica fue lo que se denominó ruina montium que se aplicó a la explotación de los depósitos de aluviones auríferos del Noroeste hispano. 

Empleaba la fuerza hidráulica para abatir, arrastrar y lavar el material aurífero.

  • El ciclo metalúrgico

Los trabajos de transformación del mineral para la obtención del metal y su conversión en objetos metálicos los estudia la Arqueometalurgia. Hace uso de diferentes técnicas para intentar establecer los métodos empleados para la obtención de metales y aleaciones y la tecnología aplicada a la realización de los objetos metálicos.

El proceso metalúrgico se iniciaba a pie de mina con ciertos trabajos de tratamiento del metal como la trituración. Consistía en separar el mineral de la ganga, solía realizarse con martillos o percutores de piedra sobre una roca aplanada. A continuación se procedía al lavado del producto de la trituración ya que el agua colaboraba a la depuración del mineral.

Un paso previo a la fundición era la tostación, que servía para transformar los minerales ricos en sulfuros en óxidos y facilitar las fases metalúrgicas posteriores.

Seguidamente se procedía a la reducción, que consistía en la separación del oxígeno del metal presente en los minerales.

La copelación es probablemente el método en caliente más antiguo para separar los metales preciosos de la base. Se introducían en una copela situada en una fuente de calor y el producto era oxidado mediante una fuerte corriente de aire insuflada sobre la superficie del metal fundido.

Los hornos de fundición contaban con una cámara excavada en el suelo sobre la que se levantaba una estructura realizada con materiales refractarios. El metal líquido se convertía en lingotes o en tortas de fundición.

Por su parte, la metalurgia del hierro es más compleja, ya que al estar en estado sólido debe provocarse la separación de la escoria tras lograr que ésta adquiera un estado fluido, que sucede a unos 1.150º C. El resultado era un hierro dulce al que había que someter a tratamientos térmicos y mecánicos para eliminar los restos de escorias que aún permanecían en él. Los restos de hornos de fundición suelen constar de una fosa excavada y paredes refractarias con toberas de ventilación y un orifico para sangrar la escoria. El hierro había que someterlo a diversas técnicas de forja, unas de carácter formativo, para dar la forma deseada al objeto y otras para mejorar sus propiedades: templado, recocido, carburación.

  • Cuestiones organizativas y sociales

Las minas de los territorios incorporados por Roma pasaban a ser propiedad del Estado romano, quien decidía el sistema de gestión que consideraba más rentable y conveniente. En los primeros años de la conquista se encomendó la gestión a los gobernadores provinciales, para después, arrendar la explotación a publicanos o sociedades de publicanos. En la etapa final de la dinastía julio-claudia, la mayor parte de las minas eran cuestión de estado y estaban controladas por el fisco imperial. Se emplearon dos modelos de gestión: una explotación directa por parte del Estado romano o una explotación indirecta mediante un sistema de arrendamiento en el que Roma concedía la explotación a individuos o sociedades estableciendo una fórmula en la que el Estado obtenía una parte de los beneficios.

Dentro de los emprendedores autónomos se distinguen dos categorías: los pequeños y los grandes arrendatarios. Los primeros trabajan ellos mismos en sus concesiones, bajo el control de los funcionarios imperiales. Los segundos eran de alta condición social, équites, sometidos a fórmulas de control muy limitadas. Tenían una serie de operarios que trabajaban para ellos.

Las diversas opciones de gestión condicionaron las formas de vida de los trabajadores de las minas y su estatuto jurídico. Una explotación minera requería trabajos y labores de índole diversa. Había tareas que precisaban conocimientos específicos sobre materiales, técnicas de extracción y topografía que se encomendaban al ejército. Las labores contables y administrativas se confiaban a personal preparado para ello. Los trabajos propiamente mineros eran diversos, lo que implicaba un volumen de mano de obra importante. Por la dureza del trabajo se ha difundido la imagen de un lugar de trabajo de esclavos y condenados a trabajar en las minas, pero no se puede generalizar, ya que las situaciones fueron bastante diversas y dinámicas en las distintas provincias imperiales. Las fuentes informan de la esclavitud en las minas, Diodoro refiere la compra de esclavos para el trabajo en las minas hispanas, con lo que se debe suponer la participación de esclavos, sin embargo, las fuentes sí informan sobre el trabajo de mujeres y niños en las minas. La participación de mano de obra indígena también sería importante. Ya en época altoimperial parece imponerse la mano de obra libre asalariada, por el bajo rendimiento de los esclavos y su escasez o por la necesidad de trabajadores más cualificados.

OFFICINAE

  • La producción de cerámica en el mundo romano

El conocimiento arqueológico de numerosos centros de producción de cerámica de época romana que se ha venido acumulando en las últimas décadas, permite obtener una idea bastante ajustada del proceso técnico aplicado en estas instalaciones alfareras. Este procedimiento será común a la práctica totalidad de los lugares de producción conocidos, si bien las dimensiones del taller y su capacidad productiva pueden variar extremadamente de unos casos a otros.


El marco tecnológico de la alfarería romana

  • Los trabajos previos a la cocción. Aprovisionamiento y preparación de los barros

Característica del emplazamiento de muchos talleres cerámicos consiste en su proximidad a las fuentes esenciales de materias primas que intervienen en este proceso productivo: arcilla, agua y madera. Los grandes centros buscaron la cercanía de vías de comunicación terrestres, fluviales o marítimas para garantizar la rápida salida al mercado de sus productos.

La arcilla se extraía de vetas al aire libre o en pozos de escasa profundidad, que facilitaban el acceso a materiales con menor grado de impurezas. Se iniciaba con el tratamiento de los barros previo al modelado.

Una vez extraída de la cantera, la arcilla se depositaba en una serie de piletas escalonadas e intercomunicadas, añadiéndole agua abundante para facilitar la decantación. Tras su depuración se mantendría en depósitos de almacenamiento al aire libre para favorecer una oxidación provocada por los agentes climáticos que les confiere mayor plasticidad. 

Posteriormente el barro era amasado. En esta fase se añadían los desgrasantes con el fin de modificar el gradiente plástico de la pasta según las necesidades concretas de la producción.

  • Modelado, acabado y decoración de los vasos

Con la arcilla preparada daba comienzo la confección del vaso. El procedimiento más empleado fue el torneado. El torno rápido (rota figularis) estaba constituido por una rueda de madera o piedra que giraba alrededor de un eje, al que se daba movimiento con el pie.

Los alfareros romanos también usaron la técnica del moldeado para la confección de determinados productos como las series decoradas de terra sigillata, las lucernas o vasos de paredes finas. Se realizaba un molde con las decoraciones impresas, una vez cocido, se introducía pasta blanda presionando fuertemente sobre sus paredes. La pieza se dejaba en el molde unas horas hasta que se desprendiera, finalmente se hacía la molduración de la base sobre el torno.

Había que esperar al secado natural de las piezas para que la arcilla perdiera el agua. Antes de entrar en el horno, las cerámicas se retocaban y recibían tratamientos que determinaban el aspecto definitivo del recipiente. Entre los más difundidos están el engobado y el acabado característico de las cerámicas de barniz negro o campanienses y la terra sigillata. El engobado consiste en un baño del vaso en arcilla líquida. El acabado de las cerámicas campanienses y terra sigillata es un procedimiento que combina la aplicación de un recubrimiento coloidal y la cocción. 

Otra modalidad de acabado fue el vidriado. Consistía en aplicar a la superficie del vaso un recubrimiento de naturaleza vítrea compuesto de productos refractarios, fundentes y colorantes. Este esmalte se aplicaba tras una primera cocción a la que sucedía una segunda en ambiente oxidante.

Junto a estos procedimientos el alfarero romano pude hacer uso de la incisión o excisión mediante sistemas mecánicos o manuales que alteran la superficie de los vasos, profundizando o levantando porciones de pasta. También se utilizó el estampado como ornamento directo en los productos finales. Otro procedimiento decorativo fue el relieve aplicado, que se trataba de pequeñas piezas trabajadas individualmente que se aplicaban al vaso antes de la cocción. La técnica de la barbotina fue común en ciertas formas de terra sigillata. Otra técnica fue la incrustación de arena sobre la pasta fresca antes de la cocción.

También se usó la pintura como recurso decorativo, para la obtención de los pigmentos se emplearon productos minerales.

  •  La cocción. Funcionamiento técnico y tipos de hornos

Ciertas producciones de cerámica romana requerían de un control muy estricto de los sistemas de cocción. Esta fase dependía de las características tecnológicas de los hornos. El horno romano estaba constituido por tres partes: el praefurnium o pasillo de alimentación del combustible, la cámara de combustión y la cámara de cocción o laboratorio. Las dos últimas estaban separadas por una parrilla perforada que aislaba las piezas del contacto directo con el fuego.

Los hornos se realizaban con adobes y ladrillos. Muchos tenían la cámara de combustión excavada en el suelo, las paredes se revestían con barro para aumentar su estanqueidad. Las parrillas estaban hechas con adobes o placas de barro. La parte peor conocida es el laboratorio por ser la menos conservada.

El proceso de cocción se iniciaba con la carga de los materiales en el horno, las piezas se colocaban apiladas. El siguiente paso era el encendido y control del fuego durante la cocción, el proceso de cocción podía prolongarse durante más de 36 horas. Una vez finalizada la cochura el horno tenía que enfriarse de manera paulatina y por métodos naturales, alargándose unos tres o cuatro días más. Luego se procedía a la apertura del horno y a la retirada del material cocido. Cualquier error de cálculo en cualquiera de estas fases podía dar al traste con buena parte o toda la hornada, circunstancia que pudo pasar a menudo por las cantidades de desecho que suele hallarse en los vertederos próximos a los hornos.



  • Estructuras humanas de producción y modelos de funcionamiento de los talleres cerámicos 

Los talleres cerámicos de cierta entidad (officinae) debían contar con un número importante de operarios de diverso rango y competencias, a cuyo frente se encontraba un officinator o encargado del taller. Una parte del conocimiento de esta organización se deriva de las marcas de alfarero que aparecen en las cerámicas. Se realizaban antes de la cocción y consistían en un punzón impreso con el nombre expresado con diferentes fórmulas. En el caso de la terra sigillata las marcas han sido objeto de numerosos estudios que opinan que servían para distintas funciones. 

A través de esta documentación epigráfica es posible conocer la participación de diversos artesanos en el proceso de fabricación. En las producciones de terra sigillata sabemos de la existencia de artesanos especializados en la realización de los punzones para decorar los moldes, en la fabricación de los moldes y en la elaboración de vasos. El trabajo de confección de los punzones para la decoración de moldes era el más delicado. Los fabricantes de moldes parece que pudieron trabajar de manera independiente, aunque también pudo haber centros que contaran con decoradores de moldes en plantilla. Finalmente las marcas que se encuentran en el producto final, ya sean intradecorativas o impresas en el fondo interno, corresponden al ejecutor del vaso.

Además, la onomástica que refleja la epigrafía cerámica proporciona datos inestimables para el conocimiento de la condición social de los ceramistas. En Italia prestaban sus servicios en los talleres un buen número de esclavos, sin embargo, esto no se constata en las producciones gálicas e hispánicas. La presencia femenina en estas industrias es prácticamente nula, aunque hay una participación femenina en tareas que no requerían especial destreza.

Otro aspecto importante es la estructura organizativa de los talleres cerámicos. Parece que funcionaron en régimen de cooperativa, aunque también pudieron funcionar como organización empresarial. Según Riccioni pudieron existir tres tipos de actividad: explotación de las canteras y preparación de los barros; elaboración de los vasos y propiedad de los hornos, regidos por grupos de gestores independientes. Incluso pudo desarrollarse en régimen de mancomunidad, como una colectividad unida por un interés común.

Todos los trabajos serían asumibles por los grandes centros de producción con una dirección única, y los pequeños talleres podrían encargarse de la elaboración de los vasos, viéndose obligados a adquirir tanto la materia prima como los moldes. Sin embargo, Jacob opina que no debió existir una organización profesional potente como para organizar y coordinar todos los trabajos necesarios en un centro de producción cerámica. Pese a estas discrepancias, puede deducirse la existencia de una organización que adoptó diferentes fórmulas según el ámbito en el que nos hallemos.



 La producción de vidrio en el mundo romano



  • Composición y pautas de producción

El vidrio es un material inorgánico y sólido que se obtiene de la fusión y enfriamiento de una mezcla vitrificable compuesta por minerales cristalinos, calcáreos y productos alcalinos. Su componente primario, la sílice, se encuentra en arenas con una composición alta en cuarzo o en rocas cuarcíticas reducidas a polvo. La mejor arena era la del rio Belus, en la costa fenicia y la procedencia de los compuestos alcalinos podía ser diversa.

La mezcla vitrificable sometida a fusión forma un fluido viscoso que enfriado, solidifica sin cristalizar, adquiriendo cualidades como la translucidez y la homogeneidad de composición. En su acabado final, el vidrio puede ser transparente, translúcido, opaco o coloreado mediante agentes colorantes. 

El ciclo de la producción vidriera en el mundo romano constaba de cuatro fases:

  • Obtención y calcinación de la materia prima y obtención de la frita. Se introducían en un horno los ingredientes a granel o en un crisol, calentando la mezcla por debajo de la temperatura de fusión para eliminar las impurezas volátiles y separar los residuos sólidos que no se hubieran incorporado a la mezcla. Esta mezcla o frita se enfriaba con agua y se trituraba.
  • Fusión de la frita en el horno a una temperatura de 900 ó 1000º C para conseguir vidrio en estado fluido.
  • Trabajo de la masa viscosa de vidrio para crear objetos.
  • Enfriamiento lento o destemple de los objetos en el horno para evitar deformaciones o roturas.

Estas fases podían desarrollarse en un mismo taller o en sitios diversos. En el último caso, el vidrio fundido obtenido en la segunda operación podía enfriarse formando bloques o panes susceptibles de ser trasladados a otro lugar. Las labores de dar forma a los objetos podían realizarse después en pequeños talleres.

Los hornos de vidrio estarían formados por tres cuerpos, uno subterráneo donde se alojaría el fuego y se recogerían las cenizas, el segundo cuerpo, situado sobre el anterior, albergaría los crisoles y el cuerpo superior tendría un espacio para colocar las piezas moldeadas que se debían cocer y otro para las que precisaban el destemplado.

Los talleres de vidrio funcionaron en ciudades y en el ámbito rural. Las fuentes distinguen dos grupos de artesanos vidrieros: los vitrearii, que trabajaban el vidrio soplado y a molde y los diatretarii, que efectuaban los trabajos más delicados de talla, pulimento y corte. Algunos vidrieros firmaron sus trabajos.

  • Técnicas de producción y decoración del vidrio romano

Los conocimientos sobre la tecnología vidriera antigua derivan de los análisis químicos, del estudio de los contextos arqueológicos y de las noticias contenidas en las fuentes latinas. Plinio atribuye la invención del vidrio a los fenicios pero lo cierto es que se conocía ya en la Mesopotamia del III milenio a.C.

Las técnicas formativas de objetos de vidrio más empleadas en el mundo romano fueron:

  • Talla en frío: consistía en tallar en frío un bloque de vidrio hasta darle la forma deseada. Se empleó también como técnica decorativa complementaria en otros métodos de elaboración
  • Vidrio modelado sobre un núcleo friable: el vidrio fundido en estado viscoso era modelado en torno a un núcleo de material (arcilla) inserto a su vez en una varilla metálica que pudiera girar sobre la mesa de vidriero para ir dando forma a la pieza.
  • Moldeado monocromo: consistía en verter vidrio fundido en un molde con la forma en negativo del objeto, pero también se podía hacer modelando una torta de vidrio en estado viscoso sobre un molde con la forma del vaso. 
  • Moldeado policromo o vidrio-mosaico: es una técnica tanto formativa como decorativa y denomina a los vidrios obtenidos mediante presionado-moldeado de elementos decorativos preformados. Una de las variedades decorativas más características es la del vidrio millefiori, se aplicaba en el molde sobre una base de vidrio, secciones cortadas de unas varillas formadas por hilos de vidrio de colores. Una vez en el horno, se fundían originando una superficie continua de flores multicolores.
  • Vidrio soplado: es la gran revolución de la historia del vidrio ya que redujo el coste de realización, transformando el vidrio en un objeto de uso corriente. La técnica consistía en insuflar aire en una masa fluida de vidrio a través de una varilla o tubo de soplado. Se formaba una ampolla a la que se iba dando forma con el aire sobre la mesa de vidriero con una pinza. Una vez conseguida la forma, la pieza se separaba de la caña con unas pinzas.
  • Vidrio camafeo: se considera también una técnica formativa y decorativa. Es un vidrio con decoración en relieve que imita el contraste de colores de las piedras semipreciosas. El procedimiento para conseguir este acabado consistía en la realización de un recipiente con dos estratos de vidrio de diferente color. La decoración se realizaba tallando en frío los motivos sobre el estrato externo, de manera que las figuras quedaban resaltadas sobre el color del fondo.
  • Diatreta: consistía en la talla de un vidrio de paredes muy gruesas, rebajando el fondo y dejando en relieve elementos de decoración figurada o en forma de red. Estos vasos son recipientes de prestigio para el consumo de vino.

En cuanto a las técnicas decorativas las más frecuentes son:

  • Depresiones: técnica decorativa en caliente. Pudo realizarse mediante el soplado de la pieza dentro de un molde o mediante el concurso una herramienta metálica que realizaría las depresiones con el vidrio en caliente.
  • Pellizcos o pliegues: técnica decorativa en caliente. Son pequeños salientes o pliegues realizados con un instrumento que pellizcaba la masa de vidrio mientras estaba en estado maleable.
  • Aplicaciones de gotas o hilos de vidrio: técnica decorativa en caliente. Aplicación de gotas o hilos de vidrio en estado maleable sobre la superficie del vaso mientras éste se hacía girar. Con un instrumento punzante los hilos se estiraban para ir formando motivos.
  • Barbotina de vidrio: técnica decorativa en caliente. Aplicación de un chorro o gota de vidrio líquidos, no debe confundirse con la técnica anterior. En contextos tardíos.
  • Pintura: técnica de decoración figurada obtenida con esmaltes coloreados, que se fijaban a la superficie mediante un segundo calentamiento a baja temperatura.
  • Decoración de entalle: técnica decorativa en frío. Consiste en la talla por incisión de motivos sobre la superficie del recipiente. 
  • Aplicaciones de oro: técnica decorativa en frio, de origen sirio o alejandrino, aplicación con un adhesivo de finos panes de oro, recortados con la forma ornamental deseada, que después se recubrían con una capa de vidrio o resina transparente.
Por último, las herramientas asociadas al ciclo productivo del vidrio, a través de la arqueología, sabemos que se trata de utensilios sencillos, semejantes a los usados hasta hoy en los talleres artesanos para controlar la masa de vidrio extraída del crisol. Se trata de tijeras, alicates, tenazas, pinzas, una horquilla para dar forma y cortar la pasta vítrea, las varillas o cañas de soplado y recipientes, cucharas, espátulas y palas para la manipulación de la masa base.


Manufactura de textiles

El estudio arqueológico de la producción textil debe atender tanto al conocimiento de las fibras de origen animal o vegetal empleadas, como a las técnicas de producción y los procesos de elaboración del producto acabado. La lana era la fibra textil más extendida en el mundo romano, la seda y el algodón eran materiales de lujo, usado por las clases pudientes. Por lo tanto, la manufactura y distribución de la lana era una actividad económica primaria.

El tratamiento de la lana y su transformación en productos manufacturados se llevaba a cabo en diferentes talleres artesanales perfectamente definidos e identificados. De la existencia de numerosas instalaciones artesanales dedicadas a la actividad textil se deduce una exportación de los productos ya que su producción supera el consumo interno de la ciudad.Existe un conjunto diversificado y complementario de officinae, que se relaciona con las diferentes fases del ciclo productivo de los textiles de lana:

  • Officinae lanifricariae: lavado de la lana en bruto.
  • Officinae textoriae: hilado, tejido y transformación en vestimenta.
  • Officinae tinctoriae: para el teñido de los vestidos nuevos (officinae offectoriae) o de los usados (officinae infectoriae).
  • Fullonicae: lavanderías.

La primera etapa es la limpieza, de la cual depende la feliz consecución del resto del proceso. 

La lana se lavaba en agua caliente mezclada con un disolvente, orina o “raíz de saponaria”, a continuación se vareaba para extraer la suciedad que hubiera quedado adherida. 

El hallazgo de officinae tinctoriae en Pompeya donde se realizaba el teñido primario de la lana nos permite conocer su planta, aunque la única distinción con las lanifricariae es el hallazgo de desgrasantes o colorantes. El nombre genérico de los artesanos encargados del teñido es tinctores, que se clasificaban en infectores y offectores. 

Como tintes se empleaban diversas sustancias animales, vegetales y minerales. La obtención de tonos uniformes era difícil y requería un conocimiento empírico de las proporciones, por lo que los tinctores estaban especializados en diferentes colores. El purpurarius se encargaba de obtener el color púrpura del murex , gasterópodo abundante en el Mediterráneo.

La lana debió pasar por procesos tales como el cardado y peinado, antes de estar lista para el hilado. El peine era de hierro y consistía en dos placas de madera sobre cuya superficie se fijaban las púas, la lana se colocaba sobre una de ellas y la otra se pasaba repetidamente sobre la superficie de los mechones.

El hilado es una ocupación femenina. La hilandera, quasillaria, pudo usar un instrumento llamado en griego epinetron, para evitar el roce del hilo en el muslo cuando realizaba el retorcido de éste. También empleó el huso y la rueca.

Cuando la lana se había tejido y se pretendía que tuviera más calidad se llevaban a cabo nuevas operaciones de acabado cuyo objetivo final era limpiar de nuevo la lana, ablandar su textura, blanquearla si era blanca e igualar las zonas desiguales de la superficie. Estas operaciones se llevaban a cabo en las fullonicae.

Tras estas labores, las telas se aclaraban en los grandes recipientes de obra destinados para ello donde el agua debía entrar y salir continuamente ya que se necesitaba que ésta estuviera limpia.

El secado de las telas pudo representar algún problema, ya que eran necesarios grandes espacios abiertos y para paliarlo las autoridades permitían extender las telas en las calles.

Cuando las telas estaban secas se cepillaban con instrumentos conocidos como carduii o spinae fullonicae. Se continuaba con el blanqueo o azufrado para lo cual la tela se disponía sobre la viminea cavea que era una estructura de madera de forma curva o cuadrada bajo la que se situaba el brasero con azufre. Después se frotaba de nuevo con arcilla para dar mayor duración y mayor intensidad al color. Finalmente se cepillaba y cortaba la lanilla sobrante en la superficie.

Además del tejido, existe otro procedimiento para producir telas de lana, es la fabricación del fieltro, consistente en prensar la lana junto a pelo de animal, obteniendo una masa compacta; el fabricante se denomina coactor y el fieltro coactilia y se hacían gorros, guantes y botas con él.

Las tenerías (instalación donde se curten y trabajan las pieles) estaban integradas en la ciudad, en Pompeya se han encontrado dos. Una de ellas se encuentra en un barrio periférico que ocupa todo el espacio de una insula. A lo largo de la pared del pórtico, se encuentran una serie de compartimentos separados por biombos de obra, donde se disponía el tanino. En la estancia posterior se construyeron quince recipientes de obra, con un agujero para la carga y descarga de la materia del encurtido, los doce más grandes eran para el encurtido vegetal y los tres más pequeños para el encurtido con alumbre de las pieles más delgadas. En todos se ponían a macerar las pieles entre dos capas de tanino. En esta estancia se hallaron varios instrumentos para cortar las pieles.

La producción alimenticia

  • La elaboración del pan

El trigo desempeñaba un papel esencial como materia prima para la elaboración del pan, principal aporte de carbohidratos en la dieta romana. Se hacía pan con harina de primera (panis siligineus) o de segunda calidad (panis secundarius), pero existía otro menos refinado (panis plebeius) el más duro de los legionarios (panis militaris) marineros (panis nauticus) y el peor de todos (panis furfureus) consumido por los más pobres o los perros.

La panificación era una actividad doméstica, se realizaba en la cocina o lugares destinados ex profeso. A partir del siglo II a.C. comienza a difundirse la industria panadera, a cuyo frente se hallaban los pistores.

Las panaderías reunían las labores de molienda y cocción del pan (pistrinum y panificium) por lo que el establecimiento se completaba con una estancia con molinos, un laboratorio en el que se preparaba la pasta y un horno.

El horno de ladrillo, furnus, cubierto con un tejadillo, estaba situado en la proximidad del laboratorio y comunicado con él mediante una ventanilla lateral que daba sobre la plataforma situada delante de la boca del horno.



  • La elaboración de vino y aceite

Los romanos deben a los griegos el conocimiento del proceso de vinificación. A partir de la segunda mitad del siglo II a.C. los vinos italianos adquieren un cierto renombre, ya que antes eran despreciados a favor de los vinos griegos. Italia conoce un gran crecimiento en su producción agrícola que se frena con las conquistas de la dinastía julio-claudia, que supondrán una importante modificación en la agricultura romana con la importación de vinos extranjeros. 

Testigo de excepción de la producción y comercio del vino serán las ánforas. El estudio de sus centros de fabricación, de las marcas y de los tituli picti con la mención de procedencia del producto, permite detectar áreas de cultivo, cantidades posibles de excedente para la exportación y rutas comerciales. Los más apreciados eran el Falerno, el Surrentium, Varino y Vesibunum.

El vino se fabricaba en la propiedad agrícola donde se cultivaban las viñas. Como el aceite se producía en los mismo lugares que el vino, muchas explotaciones agrícolas poseían instalaciones conjuntas.

Las prensas de uvas se componen de un tronco de madera (prelum) sujeto en uno de sus extremos y que ejercía la presión sobre las uvas dispuestas en serones a medida que éste bajaba gracias a un torno de mano (súcula) o un gran tornillo vertical (coclea). Cuando salía de la prensa se recogía en una jarra para pasarlo a un dolium o se conducía directamente por un canal hasta la cella vinaria donde se almacenaban en los dolia.

En el molino de olivas (trapetum) los frutos se aplastaban por muelas semiesféricas y también existían prensas, que conducían a un depósito en el que se decantaba el aceite, antes de su conservación en ánforas.



  • Las salazones de pescado y el garum

El estudio de los lugares donde se llevaba a cabo el procesamiento del pescado para su salazón o elaboración de salsas forma parte importante de la Arqueología de la Alimentación. Estos trabajos requieren el concurso de arqueozoólogos y otros expertos que analicen los restos de paleofauna y sedimentos de diferente naturaleza que se encuentran en las instalaciones relacionadas con estos procesos productivos. 


En época romana la salazón de pescado (salsamentum) constituyó una industria muy desarrollada. El pescado era eviscerado y cortado en trozos con cortes para la penetración de la sal y colocado en grandes cubas, donde se mezclaba con la sal. Tras veinte días de maceración, se retiraba y se introducía en ánforas para su exportación.

Más importante aún fue el garum, una salsa que se elaboraba con las partes blandas de grandes especies como los túnidos y a la que podían añadirse peces más pequeños. Se obtenía depositando los restos de pescado en piletas con sal, a razón de una parte de sal por ocho de pescado, también se conseguía introduciendo los restos en una salmuera bien concentrada. 

Era necesaria su exposición al calor solar durante al menos dos meses removiéndola diariamente, o se transportaba en marmitas a una sala caliente, sobre hipocaustum, para activar la evaporación de la salmuera. Luego se dejaba enfriar y el último paso era colar el producto con un saco o cesta de mimbre hasta obtener una pasta clara. El líquido restante del filtrado del garum se aprovechaba para hacer otras salsas de menor calidad y precio: hallec, muria y liquamen. Todos estos productos se vertían en ánforas para su transporte.

Para establecer las factorías se requerían tres condiciones: una zona pesquera en la que se encuentren las especies consumidas, proximidad a una corriente de agua dulce y a unas salinas.

La estructura y funcionamiento de todas las industrias de salazón son similares, constan de una gran entrada por la que se introducía el pescado, una sala de preparación donde se destripaba y cortaba y varias salas al aire libre con grandes cubas de mortero donde se maceraba el pescado. También existían diferentes salas para almacenar las ánforas de transporte.

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