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viernes, 23 de febrero de 2024

LA GUERRA DE LOS 100 AÑOS

Se da el nombre de Guerra de los Cien Años al largo conflicto que sostuvieron los reyes de Francia e Inglaterra entre 1337 y 1453. En realidad fue una extensa serie de choques militares y diplomáticos, caracterizada por breves campañas bélicas y largas treguas. No fue, por tanto, un estado de guerra permanente, aunque las prolongadas y frecuentes treguas se veían continuamente salpicadas de escaramuzas al estilo de la guerra de guerrillas, y las maniobras diplomáticas más tradicionales estaban al orden del día. Se inició en medio de condiciones feudales y por causa de un litigio típicamente feudal; y terminó en guerra entre dos países que se estaban convirtiendo rápidamente en naciones bajo la administración centralizada de sus respectivas monarquías.

Guerra de los 100 años (1337-1453)


Francia e Inglaterra a principios del siglo XIV

Contexto de crisis general en Occidente en el s.XIV y XV debido a este conflicto entre Francia e Inglaterra. Las raíces de la Guerra de los Cien Años se remontan a la conquista del trono inglés por Guillermo el Conquistador en 1066. Como duque de Normandía, Guillermo -y, posteriormente, sus herederos- participaba tan activamente en la política feudal de Francia como en el gobierno de Inglaterra. Tanto económica como culturalmente, Inglaterra se había convertido en colonia de Normandía, y los intereses de los nuevos reyes "ingleses" seguían firmemente asentados en Francia.

Esta situación se acentuó a partir de 1154, al acceder al trono de Inglaterra Enrique de Anjou, fundador de la dinastía angevina o Plantagenet. En su condición de conde de Anjou, duque de Normandía y de Aquitania, y ahora, como Enrique II de Inglaterra, este monarca tenía un pie firmemente plantado a cada lado del Canal. Según los principios feudales, Enrique y, después de él, sus hijos Ricardo y Juan, eran vasallos de la monarquía francesa, que era el poder central; pero el enorme poderío derivado del dominio de las riquezas y de los recursos humanos de Inglaterra, hizo de los primeros Plantagenet todo menos vasallos sumisos del rey de Francia.

Tras la extinción de la dinastía Capeta tras la muerte de de Carlos IV en 1328, entró una nueva dinastía real, los Valois, bajo el reinado de Felipe VI (1328-1350).  Los franceses se negaban a limitar la soberanía de su rey sobre dicha región para dar satisfacción a los ingleses. Estos, por su parte, sostenían los derechos de su rey a la plena soberanía. La siguiente fase de este conflicto se inició en 1337, cuando Felipe VI de Francia decretó una vez más la desposesión del ducado de Eduardo III de Inglaterra y organizó una campaña militar para apoderarse de las tierras por la fuerza. Esta es la fecha que se toma como inicio de la guerra de los Cien Años. La magnitud del conflicto pronto se incrementó cuando Eduardo se proclamó rey legítimo de Francia, en 1340, e invitó a los nobles franceses a reconocer su derecho. De este modo, la disputa sobre Aquitania se convirtió en una guerra por la sucesión de Francia.

Este conflicto entre dos monarcas por la posesión de un reino se complicó aún más por el resentimiento que los nobles franceses venían manifestando desde hacía largo tiempo por la intromisión del gobierno central en su esfera de poder. Y Eduardo III era lo suficientemente astuto para capitalizar ese resentimiento. Les hizo ver que sus esfuerzos eran la lucha de un señor francés que, al mismo tiempo, resultaba ser rey de Inglaterra, frente a la política expansiva de una serie de reyes cada vez más poderosos. Y, efectivamente, logró el reconocimiento de sus derechos en algunos círculos. Por tanto, a partir de 1340, existieron dos reyes de Francia.


Fases de la guerra
  • Las victorias inglesas
El inicio de la guerra se decantó claramente a favor de las tropas inglesas. Las primeras operaciones militares se desarrollaron en Flandes, muy vinculado a Inglaterra por el comercio de lana, cuando los burgueses flamencos se sublevaron y pidieron la ayuda del rey de Inglaterra. Eduardo III llegó a proclamarse rey de Francia en la ciudad de Gante. En 1340 se produjo la primera gran victoria inglesa en el puerto de La Esclusa, donde la flota francesa sufrió una severa derrota a manos de la armada inglesa. Sin embargo, falto de recursos y de apoyo diplomático, Eduardo III no pudo explotar este primer triunfo y firmó una tregua en Esplechin.(1340).

Eduardo III era un rey poderoso y respetado. Coronado en 1327, había restaurado la autoridad real en su país (muy debilitada por el nefasto reinado de su padre Eduardo II), al que había convertido en una potencia europea. En 1345 se reabrieron todos los frentes. Eduardo III estrechó su alianza con Jacobo van Artevelde, pero la crisis económica de Flandes desembocó en su asesinato, la retirada inglesa de la zona y la restauración pro-francesa de la mano del conde Luis de Male (1346-1384). Eduardo III llevó entonces la guerra a la propia Francia: La cabalgada de Lancaster de 1346 fue una serie de incursiones que llevó a cabo Enrique, conde de Lancaster, en la Francia suroccidental durante el otoño de 1346. Marchando en cabalgada, los ingleses saquearon Caen, amenazando Rouen y la propia París, pero, sin fuerzas suficientes, se replegaron hacia el norte perseguidos por el ejército de Felipe VI.

Las famosas batallas de Crécy (1346) y de Poitiers (1356) se produjeron de modo casi fortuito. Crécy rindió escasos frutos a Eduardo, excepto, indirectamente, el puerto de Calais y sus alrededores. Poitiers culminó con la captura del rey Juan II de Francia, aunque, curiosamente, este acontecimiento tuvo escasas consecuencias prácticas. Sin embargo, el efecto de estas dos victorias sobre el prestigio de Eduardo fue tal, que en 1359 se encontraba en una posición extremadamente fuerte.
Miniatura de la batalla de Poitiers (1356)
que ilustra las Crónicas de Froissart
(Biblioteca del Arsenal, París, Francia).



La Grande Jacquerie (1358)

La “Grande Jacquerie” es como se conoce a una de las revueltas sociales más importantes de la historia de Francia que tuvo lugar el 28 de mayo de 1358, en un contexto de grave crisis económica, política, militar y principalmente social; que origina numerosas agitaciones en el país galo.

Las causas de este “levantamiento” no son otras que la indefensión que sufrían los habitantes de la zona, expuestos a saqueos y pillajes, la subida de impuestos y tributos, y la creación del “taille” (un sistema que obligaba a los campesinos a arreglar, mantener y reparar elementos defensivos y construcciones de los nobles, frente a lo que no recibían dinero o contraprestación alguna).

La Grande Jacqueire (1358)

En 1359, Eduardo III había conseguido el apoyo de varias facciones en los ducados de Flandes, Normandía y Bretaña, y estaba negociando la adhesión del duque de Borgoña. Además, seguía teniendo al rey de Francia como prisionero. En ese momento Eduardo III propuso una tregua, bajo cuyos términos le sería cedida toda la mitad occidental de Francia, además de un cuantioso rescate por el rey Juan. Cuando los franceses, en un derroche de valor, rechazaron tales términos, Eduardo III reunió un poderoso ejército y montó una campaña que, según esperaba, iba a resultar decisiva.

Esta ofensiva inglesa fracasó estrepitosamente. Como consecuencia de ello, se firmaron los tratados de Brétigny y Calais (1360), que fueron los primeros acuerdos destinados a poner fin a la guerra. Según estos tratados, Francia reconocía la plena soberanía de Eduardo sobre una Aquitania bastante más extensa que antes. A cambio, Eduardo renunciaba a todo derecho a la corona de Francia. Este fue el primero de dos puntos culminantes del conflicto.

Las hostilidades se reiniciaron debido a que Francia e Inglaterra se involucraron en las guerras civiles que tuvieron lugar en Castilla, uno de los reinos cristianos de la península ibérica. Mientras que los franceses tomaron partido por Enrique de Trastámara, los ingleses apoyaron a Pedro I el Cruel, que fue vencido y asesinado por su hermanastro.

Con posterioridad, los franceses aprovecharon la muerte de Eduardo III de Inglaterra, y de su hijo el Príncipe Negro, para recuperar casi todos los territorios que anteriormente habían cedido a los ingleses.
  • Internacionalización del conflicto: la fase ibérica de la guerra con Carlos V (1364-1380)
La monarquía francesa buscó apoyos exteriores, extendiéndose así el conflicto al resto de Europa. Las hostilidades se reiniciaron debido a que Francia e Inglaterra se involucraron en las guerras civiles que tuvieron lugar en Castilla, uno de los reinos cristianos de la península ibérica. Mientras que los franceses tomaron partido por Enrique de Trastámara, los ingleses apoyaron a Pedro I el Cruel, que fue vencido y asesinado por su hermanastro, coronado como Enrique II de Trastámara.

Con un ejército de 24.000 guerreros, el príncipe Eduardo cruzó los Pirineos, en febrero de 1367, atravesó el Ebro por el puente de Logroño, sabedor de que Trastámara se hallaba en tierras riojanas, dejó atrás la villa jacobea de Navarrete y, siguiendo la Ruta, alcanzó el término de Nájera.

Pese a sus victorias iniciales, Pedro I fue perdiendo a sus aliados europeos al no poder hacer frente a las deudas contraídas con los ingleses, lo que llevó a la retirada de las tropas del príncipe negro. El que más tarde se erigiría como Enrique de Trastámara, financiado firmemente por los franceses, lanzó un duro ataque contra Pedro I y, finalmente, en la batalla de Montiel acabó con su vida en 1369. Enrique II de Castilla fue proclamado rey y la dinastía Trastámara se instauró en Castilla. También como resultado de su derrota, Pedro I pasó a la historia como ''el Cruel'', a pesar de que el pueblo llano lo había apodado como ''el Justiciero''. 

Con posterioridad, los franceses aprovecharon la muerte de Eduardo III de Inglaterra, y de su hijo el Príncipe Negro, para recuperar casi todos los territorios que anteriormente habían cedido a los ingleses.

Eduardo de Woddstock, el Príncipe Negro
  • Guerra de desgaste y recuperación francesa bajo Carlos V
Eduardo retiró su renuncia a los derechos sobre la corona francesa, y el rey de Francia, en represalia, se negó a declinar su soberanía sobre Aquitania. En consecuencia, la guerra se reanudó. Carlos V de Francia heredó un reino en quiebra, pero, contra todo pronóstico, consiguió revertir la situación. 

Carlos V consiguió imponer a su candidato al trono de Castilla en 1369 y así pudo continuar la guerra: en 1372 la armada castellana derrotó a la inglesa en La Rochela, rompiendo las comunicaciones entre Inglaterra y sus posesiones francesas. Optó por la vía de desgaste, combatiendo al enemigo mediante escaramuzas y golpes de mano, evitando batallas campales. 

El ejército francés, dirigido por el comandante bretón Bertrand du Guesclin, practicó una guerra de desgaste, evitando el enfrentamiento a campo abierto, que causó graves quebrantos a la población pero se mostró muy eficaz. Du Guesclin encadenó diversas victorias y tras el triunfo en la batalla naval de La Rochela (1372), expulsó a los ingleses de casi toda la Bretaña.

Hacia 1375, Carlos V de Francia había conseguido hacer retroceder a las fuerzas de Eduardo casi hasta el Canal. Todo lo que este rey había conseguido conservar era Calais, una franja costera que incluía Burdeos y Bayona, y unas pocas fortalezas sitiadas en Bretaña y Normandía.

 Beltrán Duguesclín, nombrado condestable,
y recibiendo la espada de manos de Carlos V de Francia.

  • Periodo de treguas: Leulinghen 1389, Ricardo II de Inglaterra y Carlos VI de Francia
Entre el siglo XIV y XV Occidente entró en un periodo de paz. Francia e Inglaterra van acordando periodos de treguas temporales, pero pasan a ser definitivos porque ambos bandos están agotados.

Carlos VI de Francia (1380-1442) y Ricardo II (1377-1399) acordaron una tregua temporal en Leulinghen en 1389 que se fue renovando hasta 1404.

Inglaterra con los costes de la guerra aumentó al presión fiscal, provocando una rebelión campesina en 1381 y en 1399 triunfa la "revolución lancaster" donde el rey Ricardo II fue destronado por Enrique de Lancaster, quien se convirtió en Enrique IV de Inglaterra (1399-1413).

A principios del siglo XV, los ingleses tuvieron una nueva oportunidad de apoderarse de gran parte de Francia, por no decir de todo el país. La ocasión fue el estallido de una guerra civil o, más concretamente, un conflicto armado entre los duques de Borgoña y de Orleans. Carlos VI, que había accedido al trono de Francia en 1380 a la edad de once años era un enfermo crónico incapaz de gobernar efectivamente. En el vacío de autoridad así creado sus ducales tíos rivalizaban por el poder personal y por adquirir una influencia dominante sobre la administración central.

Fieles al espíritu de la política feudal francesa, ni el duque de Borgoña ni el de Orleans tuvieron escrúpulo alguno en buscar la ayuda inglesa. Después de haberse asegurado la neutralidad benevolente del primero, Enrique V desembarcó cerca de Harfleur en 1415. Sin embargo, la supuestamente gloriosa victoria que obtuvo en Agincourt poco después resultó ser poco más que una desesperada acción de retaguardia para cubrir su retirada.

Enrique V regresó con un nuevo ejército en 1417, encontrando esta vez mejor suerte. Mientras se dedicaba a conquistar Normandía, fortaleza por fortaleza, su reticente aliado, el duque de Borgoña, sitió y se apoderó de París. Cuando el duque fue asesinado en 1419, su sucesor decidió concertar una alianza formal con Enrique. Este acuerdo llevó directamente al tratado de Troyes, de 1420. Fue el segundo punto culminante, al menos aparentemente, de la prolongada guerra.

Con arreglo al tratado de Troyes, Enrique V debía ser reconocido rey legítimo de Francia cuando quedase vacante el trono por la muerte de Carlos. Parecía que todo lo que le quedaba por hacer a Enrique era completar la conquista de aquellas regiones que todavía se resistían al avance de los ejércitos ingleses. Una vez más, los sueños de Eduardo III de crear un imperio que abarcara toda Francia e Inglaterra parecían a punto de realizarse.

Pero Enrique V murió unos meses antes que el incapaz Carlos, por lo que el tratado de Troyes (1420)    nunca entró en vigor. El pequeño Enrique VI fue coronado rey tanto de Inglaterra como de Francia, y los ejércitos ingleses prosiguieron la conquista del norte y del sudoeste de Francia. Pronto resultó evidente que, si lograban apoderarse de Orleans y cruzar el Loira, sería militarmente imposible cortar su avance por el resto de Francia.

Tregua de Leulinghem 1389 entre Ricardo II y Carlos VI

  • La victoria final francesa de Carlos VII.  Juana de Arco, la doncella de Orleans
Su principal protagonista fue Juana de Arco, una campesina francesa que afirmaba que Dios le había encomendado la misión de derrotar a los ingleses.

Sus victorias elevaron la moral de los franceses y permitieron el acceso al trono de Carlos VII de Valois. Este recuperó la corona que el Tratado de Troyes había cedido a Enrique V de Inglaterra y sus sucesores.

Pero fue precisamente en Orleans, en 1429, donde el signo de la guerra cambió finalmente en favor de Francia. Estando Orleans sometida al tenaz asedio de los ingleses, apareció en escena la enigmática figura de Juana de Arco. A la cabeza de los ejércitos franceses, Juana levantó el asedio y convenció al Delfín, hijo mayor del fallecido Carlos VI, para que se hiciera coronar en Reims como rey Carlos VII de Francia. El país recobró su aliento, porque otra vez tenía un rey, así como un general victorioso. A partir de entonces, las posiciones inglesas fueron deteriorándose continuamente; Borgoña se sometió nuevamente a la casa real francesa en 1435, y París fue por fin reconquistado al año siguiente.

Luego del ascenso al trono de Carlos VII, Juana de Arco fue traicionada y cayó en manos de los ingleses. A finales de 1430, los ingleses trasladaron a la prisionera a Ruán, capital de Normandía, ciudad que administraban directamente y donde residían el joven Enrique VI y el duque de Bedford, regente de Francia. Éstos pusieron al frente del proceso a un clérigo francés de su confianza, Pierre Cauchon, obispo de Beauvais; era un antiguo servidor del duque de Borgoña que también había sido miembro del consejo del rey de Inglaterra. Junto a él se puso a un inquisidor, el dominico Jean Le Maître, que, sin embargo, pronto escurrió el bulto.

Después de una pesquisa en el pueblo natal de Juana para recoger «pruebas» de su herejía, el 3 de enero de 1431 se formularon los cargos contra la Doncella. Entre ellos se incluían haber violado la ley divina al vestirse como un hombre e ir armada, haber engañado al «sencillo pueblo» haciéndole creer que Dios la enviaba, creer en supersticiones y «falsos dogmas», y, por último, haber cometido «ofensa divina», o sea, herejía. Unos días más tarde, al abrir el juicio, Cauchon la declaró sospechosa de realizar hechizos e invocar demonios, es decir, añadió una acusación de brujería. Fue acusada de brujería y quemada en la hoguera en 1431.

En la mañana del 30 de mayo, durante una ceremonia pública celebrada en la plaza del Viejo Mercado de Ruán, Juana fue condenada como «hereje relapsa» y de inmediato conducida a la hoguera, donde ardió profiriendo repetidamente, hasta el último aliento, el nombre de Jesús.

En 1435 Carlos VII de Francia logró que el duque de Borgoña rompiera su alianza con Inglaterra a cambio de que su ducado obtuviera una amplia autonomía con Francia (Conférences d'Arras). También realizó importantes reforma administrativas y militares. Como resultado, Francia adquirió una superioridad sobre Inglaterra En 1449 Carlos se sintió lo suficientemente fuerte para pasar a la ofensiva. Cuando lo hizo, reconquistó rápidamente Maine y Normandía. Burdeos, la última plaza fuerte inglesa en Aquitania, cayó finalmente a manos de los ejércitos de Carlos en 1453. Eso significó el fin efectivo de la presencia inglesa en Francia, por lo que la fecha es considerada como el final del centenario conflicto.

La entrada de Juana de Arco (1412-31)
en Orleans el 8 de mayo de 1429

Consecuencias de la guerra

A comienzos de la guerra Francia e Inglaterra eran monarquías feudales, pero después del conflicto se convirtieron en estados modernos. Otra consecuencia fue el surgimiento de un incipiente sentimiento nacional.

Aparte de confirmar a la dinastía Valois como casa reinante de Francia, y de forzar a los Plantagenet a ser más "ingleses" que antes, la guerra produjo otros efectos importantes a largo plazo. La guerra se había desarrollado exclusivamente en Francia, dejándola empobrecida y despoblada. El resurgimiento francés, durante la guerra y después de ella, sólo podría conseguirse bajo una administración central fuerte, y toda Francia reconoció esta realidad.

En Inglaterra, muchos barones se volvieron extremadamente ricos a medida que aumentaba su poder a nivel local y, en consecuencia, el rey se volvió más débil y pobre en tanto que los barones se quedaban con los ingresos locales. El monarca no podía cobrar impuestos a su pueblo sin el permiso del Parlamento y, por lo tanto, este organismo tenía que ser consultado cada vez que el monarca requería más dinero para sus campañas en Francia o en otros lugares. Como resultado de las reuniones frecuentes del Parlamento, no necesariamente ganó nuevos poderes, pero sí creó por sí mismo una identidad y, al participar en discusiones de política diplomática y la ratificación de tratados de paz, la institución empezó a convertirse en parte de la vida política inglesa. El "Parlamento Largo" de 1406 ., por ejemplo, se reunió un tiempo inusualmente largo desde marzo hasta diciembre mientras deliberaba sobre el tema siempre espinoso de las finanzas estatales, y había una gran sensación de que el rey, aunque todavía era un monarca absoluto, era quizás un poco menos absoluto que antes de la guerra.

La pérdida de la guerra para Inglaterra hizo que muchos de los nobles cuestionaran a su monarca y su derecho a gobernar. Esto y la inevitable búsqueda de chivos expiatorios para la debacle en Francia, finalmente llevaron a las disputas dinásticas conocidas hoy como la Guerra de las Rosas (1455-1487).

En Francia, la posición de la monarquía se fortaleció debido al éxito de la guerra, mientras que la nobleza y los Estados Generales (la asamblea legislativa) se debilitaron. Esto se debió a que el rey no necesitaba consultar a nadie sobre las políticas fiscales que podían imponerse a voluntad para pagar la guerra. El conflicto también vio la introducción de impuestos indirectos de larga duración, como el impuesto sobre la sal (gabelle), que no se abolió hasta la Revolución francesa de finales del siglo XVIII. El monarca francés pudo así triplicar sus ingresos a través de impuestos desde el inicio hasta el final de la guerra. Además, dichos impuestos requerían todo un nuevo aparato estatal de recaudadores, encargados de los registros públicos y tasadores para las disputas de pago que asegurarían el enriquecimiento de la Corona.

Los reyes de Francia, en aras de esa necesidad de contar con un gobierno central fuerte, pronto llegaron a adquirir poderes que habrían de desembocar en la monarquía absoluta de tres siglos después. Antes de la guerra, Francia era un mosaico de ducados y condados casi independientes, frecuentemente en conflicto unos con otros o con el rey. Sus duques y condes, así como el pueblo, tenían muy poca conciencia de ser "franceses". Después de la guerra, apareció un embrionario sentido de unidad nacional, bajo la bandera del rey de Francia y de todos los franceses. El viejo estilo feudal había desaparecido para siempre.
  • Saqueos y destrucciones
El territorio más afectado fue Francia, ya que fue el principal campo de batalla. En Inglaterra sufrieron las presión fiscal y el deterior de la economía. Las tierras francesas fueron el escenario del múltiples saqueos donde los mercenarios desmovilizados se dedicaron a a robar y saquear aldeas.
  • Cambios en las técnicas militares
Al principio del conflicto, los esquemas feudales del servicio militar seguían estando vigentes: en el caso de Francia se componía de la caballería pesada, proporcionada por la nobleza cuando era convocada por el rey. Con el transcursos de la guerra, ambos bandos se irán profesionalizando. recurren al uso de soldados profesionales o mercenarios.  Al finales del siglo XV, aparecen los ejércitos permanente compuestos por soldados profesionales pagados por la monarquía. 

El uso de artillería es cada mayor. Militarmente la tecnología se desarrolló durante este período, en particular, el uso de armas de pólvora más eficientes y el fortalecimiento y adaptación de castillos y ciudades fortificadas para hacer frente a las amenaza. Además, al final de la guerra, Carlos VII había creado el primer ejército real permanente de Francia.

También hubo una diplomacia más profesional entre las naciones europeas. También se crearon héroes y se celebraron con canciones, literatura y arte medievales, figuras como Juana de Arco o Enrique V, que todavía hoy se consideran los mejores ejemplos de nacionalidad en sus respectivos países. 
  • Modificaciones administrativas
Hasta el siglo XIV, las guerras se convirtieron en un fenómeno permanente provocó la aparición del impuesto estable.  Al principio era un impuesto directo por cada hogar o familia que debían de ser aprobados por asambleas parlamentarias. En Inglaterra era el parlamento quien les concedía a petición del rey para financiar una determinada empresa militar. En Francia, la reunión de los estados Generales o asambleas de Territorios más reducidos, regional, las conceden.

En un principio se tarta de impuestos de una duración temporal determinada por un cierto número de años y la práctica tarad en consolidarse porque se veía como algo excepcional.

También se desarrolla las contribuciones indirectas por culpa de la guerra. En Inglaterra la principal es la tasa sobre las exportaciones de lana al continente. En Francia con la Guerra de los 100 años, trajo la aparición de la gabela o monopolio por el estado de la venta de sal. este monopolio se mantiene hasta final del Antiguo Régimen.

La guerra va a hacer que la burocracia y el aparato estatal crezcan para poder gestionar tanto por el ejército como la fiscalidad.

Problemas con Borgoña

Los Valois tenían la práctica de conceder " Apanages", grandes señoríos a hijos o hermanos del monarca que no fueran a heredar el trono. Dichos apanages terminaban revirtiendo a la monarquía una vez transcurrido cierto tiempo, pero un caso no sucedió´ así, sino que este apanage se consolidó y desarrolló hasta casi generar  un poderoso y próspero estado entre Francia y el Sacro Imperio Germánico, con los Países Bajos y  sus florecientes ciudades; independiente de facto pero sujeto por vínculos familiares a los  Valois: el ducado de Borgoña.

Dicho ducado surge de una rama menor de los Valois a finales del siglo XIV. el primer duque fue un hermano de Carlos v y tío de Carlos VI de Francia. Poco a poco se expandió por su hábil política matrimonial.

Sus relaciones con la monarquía francesa empeoraron: tras su violento choque con el bando rival de los armagnacs, los borgoñones pasaron a aliarse con el rey inglés. solo rompieron esa alianza a mediados del siglo XV cuando el monarca francés Carlos VII eximió al duque de Borgoña de la prestación de vasallaje.
 Francia durante la segunda mitad del s. XIV

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