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viernes, 23 de febrero de 2024

EL IMPERIO GERMÁNICO EN LOS SIGLOS XIII Y XIV

A la muerte de Enrique VI en 1197, su viuda Constanza logró que los sicilianos en Palermo (1198) reconocieran como rey a a su hijo de 3 años, Federico. 5 meses después Constanza moría quedando la tutela de Federico en manos del papa Inocencio III. el vacío de poder fue aprovechado por Inocencio III, que ocupó el ducado de Espeloto y la marca de Ancona.

La Corte del emperador Federico II en Palermo (1865),
del pintor Arthur von Ramberg.

Federico II y su programa imperial 

En Alemania, cada facción eligió a su propio rey. así, los gibelinos eligieron Felipe de Suabia, apoyados por el monarca francés y, los güelfos eligieron a Otón de Brunswick (Otón IV), que contó con el apoyo del monarca inglés y del papa Inocencio III a cambio de renunciar a los bienes de Matilde de Toscana a favor del Patrimonio de San Pedro y de mantener la separación de Sicilia del imperio. Tras la muerte de Felipe de Suabia (1208), Otón IV es consagrado emperador en San Pedro, pero, al no mantener sus promesas, es excomulgado e Inocencio III cede su apoyo a Federico II, nombrándolo rey de romanos en Maguncia en el 1212, prometiendo éste mediante la Bula de Oro de Eger lo incumplido por Otón IV. Otón IV es derrotado en la batalla de Bouvines (1214) reforzándose la posición de Federico en Alemania.

Federico decidió seguir la misma línea de actuación política que su padre Enrique VI. Se apoyó en Italia decidiendo desatender el control directo de Alemania, lo cual favoreció el creciente poder de los grandes señores, hipotecando así la construcción de una monarquía fuerte.

Federico II, educado en Palermo, era de mentalidad abierta y muy avanzado para su tiempo: rey culto y letrado, se imbuye de la cultura musulmana y helenística de la isla, donde se redescubre a Aristóteles. En 1224 fundó la Universidad de Nápoles, primera universidad estatal sin control eclesiástico. Impulsó los estudios de Mesina y Palermo, dedicados a la medicina y  a la filosofía árabe. 

Hizo de Sicilia la base de su reinado y estableció la primera monarquía autoritaria de Europa: copió la administración fiscal y económica del mundo musulmán y se dejó absorber por su cultura. en 1231 promulgó el Código de Melfi que fortalecía la figura del monarca frente al resto de poderes feudales.

Inocencio III reunió en 1215 el IV Concilio de Letrán en el que se acordó la celebración de una cruzada que debería de celebrarse en 1217 en la que Federico debería de participar. Inocencio III muere en el 121 paralizándose el proyecto. Su sucesor, Honorio III (1216-1227) rogó a Federico que partiera a la cruzada, aunque este dilataba su salida. En el 1220, Federico II logró que la Dieta de Frankfurt eligiera a su hijo Enrique como rey de Alemania. El Papa amenazó de excomunión a Federico, el cual se comprometió a partir en el 1221 a la cruzada y a no unir Alemania y Sicilia. De esta forma obtenía la coronación imperial de Roma en 1220. Federico seguía retrasando su salida a la cruzada.
 
Al enviudar de su primera mujer, Constanza de Aragón, Federico II se casó con Isabel, hija del rey tutelar de Jerusalén. En el tratado de San Germano de 1225, Federico juró partir a la cruzada en 1227 bajo pena de excomunión y pérdida del reino de Sicilia. A cambio, el Papa instaría a las ciudades lombardas a reconocer a Federico la supremacía imperial y a contribuir con 400 caballeros en la inminente cruzada.


INOCENCIO III. Un motivo histórico para ser anticlerical

El Papa más poderoso de todos, también fue el más joven de todos. Era un noble romano elegido Papa a los 37 años. Las cruzadas habían transformado al Papa en el jefe de todos los caballeros cristianos, obedientes a la Santa Sede, que se acrecentó, desde 1176, cuando los lombardos, aliados del Papa, derrotaron a Federico Barbarroja y se tuvo la impresión que el Papa era superior al emperador. Inocencio III pronunció frases como estas:

El Papa en la tierra ocupa el lugar de Dios, o El Señor no ha dado a San Pedro la Iglesia, sino el mundo para gobernar.

Inocencio III luchó contra los reyes más poderosos de su tiempo. Excomulgó al Rey de Francia, Felipe Augusto, por repudiar a su esposa, la princesa Ingeburga, de Dinamarca; excomulgó a Juan sin Tierra y en Alemania decidió entre dos príncipes que se disputaban el título de rey. En el 1215, convocó el Concilio Ecuménico de Letrán, la Asamblea más grande la Edad Media, ya que asistieron 412 obispos, 800 abades o priores de conventos, varios patriarcas y obispos de Oriente.

Todos los príncipes al tomar posesión del poder de sus reinos, debían jurar que exterminarían a los herejes.

Inocencio III

Gregorio IX y la Liga Lombarda. La lucha de poder entre Gregorio IX y Federico II

El nuevo papa Gregorio IX (1227-1241) era familiar de Inocencio III. Capaz de enfrentarse al emperador y de  recordarle su voto de cruzado y su compromiso del tratado de San Germano. Tras una nueva petición de  aplazamiento a causa de una enfermedad, Gregorio IX le excomulgó hasta que en junio de 1228 finalmente  partió en la Sexta Cruzada consiguiendo una tregua de diez años con los musulmanes y la devolución de  Jerusalén (en manos musulmanas desde Saladino). En 1239, tras la tregua de 10 años, Jerusalén volvió a manos  de los sultanes ayyubíes

Federico II estuvo ausente un año. La excomunión libraba a los súbditos del vínculo de fidelidad con el rey. En  Alemania, los güelfos quisieron proclamar emperador a un sobrino de Otón IV y en Italia, las tropas pontificias habían entrado en el ducado de Espoleto. Federico II restableció el orden y firmó la Paz de Ceprano (1230)  con el Papa a cambio del levantamiento de la excomunión y la restitución de los bienes conquistados a la Iglesia  en Sicilia. Federico II infringió una gran derrota a la liga Lombarda en 1237 en Cortenuova y nombró rey de  Cerdeña a su hijo Enzo, sin el consentimiento del Papa, que reivindicaba Cerdeña basándose en la Donación de  Constantino.

La derrota de Cortenuova no supuso la sumisión de las ciudades italianas. El emperador tenía unos ideales de  una Cristiandad presidida por un solo soberano temporal y el Papa, viendo la dirección que tomaban las  pretensiones del emperador, en 1239 volvió a excomulgarle como rechazo de la idea que tenía Federico II de organizar Europa bajo un soberano laico y no eclesiástico. Estalló una guerra ideológica entre el Papa y el  Emperador a la cual le seguía otra guerra militar. Federico II invadía los Estados Pontificios y el Papa instó a los  venecianos a invadir Puglia y a los güelfos de Baviera y Bohemia a formar una liga contra el emperador. El Papa  organizó un Concilio Ecuménico en Roma en 1241 con el fin de condenar y deponer a Federico II pero este  sitió Roma bloqueando los caminos y apresando a 2 cardenales, obispos y arzobispos. Con la muerte de Gregorio IX, Federico II levantó el sitio de Roma.

Gregorio IX

El final del dominium mundi. El fin de los Honhesfausen (1243-1254)

Tras la muerte de Celestino IV, con un breve pontificado de 17 días, se produjo una situación de Sede Vacante de 2 años. El genovés Sinibaldo Fieschi fue consagrado Papa con el nombre de Inocencio IV (1243-1254) y levantó la excomunión a Federico II a cambio de la restitución de los territorios pontificios que habían ocupado las tropas imperiales. En el 1244 se firma la Paz de San Juan de Letrán con la cual acababan las disputas entre la Iglesia y el Emperador. En el 1245 el Papa, que temía por su vida, convocó un Concilio Universal en Lyon en el que, invocando el principio teocrático, excomulgó y depuso a Federico II e instó a los príncipes alemanes a nombrar a un nuevo Emperador. Se iniciaba una guerra civil en la que güelfos  (deriva de Welf, el nombre de la dinastía de los duques alemanes de Baviera que compitieron por el trono imperial durante el siglo XII y principios del XIII. )y gibelinos, (deriva de Waiblingen, el nombre de un castillo de los oponentes de Welfs, los duques Hohenstaufen de Suabi) en Alemania e Italia, se volvían a enfrentar. Las ciudades alemanas se unían en la Liga del Rin (Maguncia, Colonia, Worms, Estrasburgo, etc.) y las ciudades italianas, encabezadas por Parma, se rebelaron resultando vencedoras las tropas alemanas (1248). El rey Enzo, hijo del Emperador, fue puesto en prisión hasta que falleció. 

Federico II murió a los 56 años (1250) en Castel Fiorentino (Puglia) tras lo cual Inocencio IV se trasladó a Italia para luchar contra los herederos del Emperador: Conrado IV, en Alemania, y su hermanastro, Manfredo, en  Puglia. Conrado IV recibió la excomunión del Papa al solicitar ser nombrado Emperador y Rey de Sicilia. Conrado  IV murió en 1254 dejando a su hijo Conradino como heredero. En el 1268 reclamó el trono de su padre, pero  fue vencido por Carlos de Anjou en la batalla de Tagliacozzo (cerca de Roma). Fue decapitado en una plaza  pública de Nápoles. 

Aquí acababa el sueño de establecer el Dominium mundi en Occidente. En los años siguientes, Gregorio X proclamó la unión de las iglesias griega y latina en el II Concilio de Lyon (1274). Mientras se daba la lucha entre el Imperio y Papado por lograr el poder universal, iba naciendo, de forma paralela, el mundo de las nacionalidades.



El Gran Interregno (1254-1273)

El Gran Interregno corresponde al periodo que va desde la muerte de Conrado IV (1254) hasta la elección de Rodolfo de Habsburgo (1273), caracterizado por el debilitamiento del poder central fortaleciéndose los distintos principados, fruto de la política güelfo-pontificia frente a los Hohenstaufen.

Tras la excomunión de Federico II en el I Concilio Ecuménico de Lyon (1245), el papa Inocencio IV instó a los príncipes alemanes a elegir un nuevo emperador. Guillermo de Holanda fue el elegido, pero Conrado IV y los gibelinos llegaron a controlar la situación. 

Cuando Guillermo falleció (1256), los electores se dividieron entre Ricardo de Cornualles (hijo de Juan Sin Tierra) y Alfonso X de Castilla (hijo de Beatriz de Suabia) emparentado con los Hohenstaufen. Ricardo sería coronado Rey en Aquisgrán, en 1257. Tras la muerte de Ricardo en 1272, Alfonso X albergaba esperanzas de ascender al poder, pero, Gregorio X se opuso rotundamente. Los electores alemanes eligieron al conde Rodolfo de Habsburgo (1273-1291)

Los inicios de la Casa de Habsburgo 

Rodolfo de Habsburgo centró su política en reivindicar en Alemania los bienes y derechos de la Corona. Para ello, buscó el apoyo de las ciudades favoreciendo la paz pública, el comercio y la protección de las ciudades de la Hansa. 

Derrotó a Otocar II, arrebatándole los territorios que poseía en Austria. Mantuvo buenas relaciones con el Papa y en 1278, reconoció al papa Nicolás III la cesión de la Romaña a cambio de recuperar los derechos imperiales  de la Toscana. En una Dieta celebrada en Frankfurt, propuso la elección de su hijo Alberto como rey de Alemania, pero fue rechazada por los electores. Tras la muerte de Rodolfo (1291), fue elegido Adolfo de Nassau, contra el que se levantó Alberto, que fue elegido en 1298. Tras la muerte de Adolfo en la batalla de Golheim (1298), Alberto quedó como rey único hasta 1308. Éste fracasaría en hacer hereditaria la corona alemana.

Casa de Habsburgo


La Casa de Luxemburgo y las últimas tentativas universalistas

A diferencia del primer Habsburgo, Enrique VII de Luxemburgo y Luis IV de Baviera tuvieron que enfrentarse a los Anjou de Nápoles, defensores de la independencia italiana frente al Imperio.

En 1308, Enrique VII de Luxemburgo (1308-1313) fue elegido nuevo rey de Alemania y de Romanos, primer rey consagrado emperador desde Federico II. Intentó reavivar la idea imperial en Italia lo que le hizo chocar con el papa Clemente V y con Florencia, la cual asedió y saqueó. Clemente V nombró Vicario Imperial en Italia al rey de Nápoles, Roberto de Anjou, volviendo Italia a un estado de anarquía. Tras la muerte de Enrique VII, se produce un Interregno de 15 meses, tras la cual se produjo la doble elección de Luis IV de Baviera o de Wittelsbach (1314-1346) y de Federico de Austria. La lucha entre ambos provocó una guerra civil de 7 años que favoreció el nacimiento de Suiza como nación y el fortalecimiento de las ciudades hanseáticas. Federico de Austria fue hecho prisionero en la batalla de Mühldorf (1322) y Luis IV de Baviera convocó una Dieta en Nürenberg (1323) para celebrar el fin del Interregno. Luis IV ejerció una autoridad en Italia no autorizada por el Papa lo que provocó su excomunión por parte de Juan XXII. El rey, apoyado por la nobleza y el clero alemanes, convocó un concilio ecuménico que juzgaría al Papa por hereje y por abuso de poder. 

 Batalla de Mühldorf o de Ampfing 1322. Luis IV de Bavaria derrota a Federico el Hermoso. Autor Hans Werl

Luis IV se presentó en Italia y en 1328 entró en Roma donde fue coronado emperador “en nombre del pueblo romano”. Estableció un Decreto Imperial por el que deponía a Juan XXII y elegía Papa a Pedro de Corvara como Nicolás V, que volvió a consagrar y coronar emperador a Luis IV. Los príncipes alemanes promulgaron la Constitución Licet iuris en la Dieta de Rhense (1338), sosteniendo que el Papa no podía juzgar ni deponer al Emperador.

Carlos IV y la Bula de Oro 

A la muerte de Luis IV, Carlos IV, conde de Luxemburgo (1347-1378), fue elegido rey. Mantuvo buenas relaciones con Francia y con el Papado. En la primera parte de su reinado, fijó definitivamente la forma y número de personas que debían elegir al Emperador. Estableció la Dieta o Reichtag donde se trataban las cuestiones que afectaban a los súbditos del Imperio y donde participaban los grandes príncipes, los nobles y unas 80 ciudades. 

En 1356, Carlos IV promulgó la famosa Bula de Oro en la que se fijaba el procedimiento electivo y se designaban los electores para la elección imperial. Los electores serían 3 eclesiásticos:
  • los arzobispos de Maguncia,
  • Colonia y
  • Tréveris, 
y 4 laicos: 
  • el Duque de Sajonia, 
  • el Conde Palatino del Rin, 
  • el Margrave de Brandeburgo 
  • y el Rey de Bohemia. 
La elección se adscribía a Estados y a quienes ostentasen el cargo en ese momento. De esta forma, el Imperio sería electivo sin intervención alguna del Papa. La elección se haría por mayoría. Al Papa (o a un representante) se le reservaba la coronación imperial, pero no la concesión del Imperio. El arzobispo de Maguncia sería el encargado de convocar a los electores en Frankfurt y la consagración del elegido se realizaría en Aquisgrán. Mientras el cargo estuviese vacante, le correspondía al Conde Palatino del Rin actuar como representante del Imperio.

La Bula de Oro representó el final de una época de continuas injerencias del Papado en los asuntos alemanes. 

En el invierno de 1358/1359, el duque Rodolfo IV redactó en su despacho cinco documentos que debían considerarse originales de los años 1058, 1156, 1228, 1245 y 1283 y que ahora se denominan complejo Privilegium maius. Con ellos se reivindicaron antiguos privilegios para los soberanos de Austria. En noviembre de 1360 entregó a la autoridad decisiva, el emperador Carlos IV, una copia, el llamado Vidimus, que combinaba hábilmente estos certificados falsos con algunos diplomas auténticos.

Sin embargo, Rodolfo IV no pertenecía al grupo de los siete príncipes electores (Kurfürsten) que, como dictaba la bula de Oro, tenían el poder de elegir al siguiente emperador, rex Romanorum. La bula fijaba Fráncfort y elegían los arzobispos de Maguncia, Tréveris y Colonia, el rey de Bohemia, el conde Palatino del Rin, el duque de Sajonia y el margrave de Brandeburgo.

A la muerte de Carlos IV (1378), los electores eligieron a su hijo Wenceslao (1378-1400), con escasas dotes personales y políticas. Su reinado se caracterizó por las luchas entre clanes nobiliarios. Tras muchos años de descontento, los electores eclesiásticos y el Conde Palatino del Rin, le retiraron su apoyo y eligieron a Roberto de Baviera (1401-1410).

Bula de Oro de de 1356 de Carlos IV de Luxemburgo


El nacimiento de Suiza 

Feudo Habsburgo desde Habichtsburg, disputado por los comerciantes que controlaban el paso de mercancías entre el Adriático y Flandes, a través de San Gotardo.

Esta región estaba bajo el señorío de los Habsburgo, donde tenían su fortaleza original: Habichtsburg (de la que tomó nombre dicha familia). Era el paso natural entre Italia y los Países Bajos, por donde discurrían las principales rutas comerciales entre el Adriático y el Mar del Norte. 

El emperador Rodolfo de Habsburgo impuso nuevos peajes a las mercancías y productos que circulaban por estas tierras lo que dio lugar a una revuelta que hizo que, en agosto de 1291, los habitantes de Uri,Schwich y Unterwald se unieran en una Liga o Landfriede. En 1309, los coaligados obtuvieron la confirmación de sus franquicias y el establecimiento de una bailía (territorio bajo la jurisdicción del baile) propia dentro del Imperio. 

Leopoldo I de Habsburgo inicia una campaña en Morgarten (1315) que acaba en derrota afianzándose la Confederación y a la que se añaden las ciudades de Lucerna, Berna y Zúrich. La burguesía y los artesanos tomaron el poder desplazando a la aristocracia feudal. Se crea una federación de ciudades y campesinos que va adquiriendo una estructura republicana al margen del poder señorial. Surgen tensiones entre las ciudades y los  cantones campesinos que se resuelven mediante la creación de una Dieta federal. 

La expansión de Borgoña amenazó la independencia de los cantones suizos, pero reafirmaron su independencia  ante Carlos el Temerario, derrotándolo en Grandson (1476) y Mórat (1476). Firmaron la Paz de Basilea (1499) con  el emperador Maximiliano I de Habsburgo, reconociéndose la independencia suiza, aunque, no se logra  formalmente hasta 1648, con la Paz de Westfalia.



Sicilia y Nápoles 
  • Las Vísperas Sicilianas y la Casa de Aragón (1282)
Conflicto sucesorio en Sicilia entre Carlos de Anjou (y su hijo Carlos II, también reyes de Nápoles) y los infantes de la Casa de Aragón (rey Pedro III, rey Alfonso III, rey Jaime II y Fadrique-Federico II), herederos estos últimos de los últimos Hohenstaufen (Manfredo, bastardo de Federico II; también se postula emperador junto con Ricardo y Alfonso X), al  casar Constanza, hija de Manfredo con Pedro III de Aragón.
El 30 de marzo de 1282 estalló en Sicilia una revuelta popular contra los ocupantes franceses que supondría el ascenso en el Mediterráneo de la Corona de Aragón

Tras la muerte de Conrado IV en 1254, Manfredo (hijo bastardo de Federico II) se alzó con el poder manteniendo la lugartenencia en Sicilia. El papa Inocencio IV quería acabar con la presencia alemana en Sicilia y ofreció la Corona de Sicilia al príncipe Edmundo, hijo de Enrique III de Inglaterra. Tras la derrota del ejército pontificio en Sicilia, el Papa fallecía en diciembre de 1254. Manfredo aprovechó la ocasión y se hizo coronar Rey de Sicilia en Palermo (1258). Edmundo renunciaba al trono de Sicilia por los gastos que ocasionaba una conquista tan alejada de Inglaterra. Manfredo pidió al papa Urbano IV su reconocimiento oficial a cambio de pago un tributo como feudatario de la Santa Sede, de la concesión de territorios a la Iglesia en la frontera sur de los Estados Pontificios, y del apoyo a una nueva cruzada. El Papa, que no quería presencia alemana en Sicilia, concedió la corona de Sicilia a Carlos de Anjou (1264). En enero de 1266, era coronado rey de Sicilia en la basílica de San Pedro y, un mes después, derrotaba y mataba a Manfredo en la batalla de Benevento.

Batalla de Benevento (1266)


En Alemania, los príncipes gibelinos apoyaron al joven Conradino (hijo de Conrado IV) y lo nombraron rey de Puglia y Sicilia. En 1268 se produjo la batalla de Taggliacozzo donde fueron derrotados los gibelinos. Conradino es decapitado públicamente en Nápoles acabando aquí la dinastía de los Hohenstaufen. Carlos de Anjou reinó de manera autoritaria en Sicilia y en Nápoles.

Carlos de Anjou inicia una campaña contra el emperador bizantino Miguel VIII. El papa Martín IV cedió las  décimas de los obispados de Hungría y Cerdeña para su cruzada contra el emperador bizantino, aunque los  planes de Carlos de Anjou se frenarían.

El 30 de marzo del 1282 las ciudades sicilianas se levantaron contra los franceses y ofrecieron al Papa su soberanía directa, el cual rechazó. Hicieron entonces la oferta a Pedro III de Aragón. El aragonés desembarcó en la isla en  agosto de ese mismo año, pero el Papa le excomulgó y decretó vacante la corona de Aragón. El Papa ofreció la  corona de Aragón a Carlos de Valois (1284) en feudo y los franceses, que invadieron Cataluña en 1285, sufrieron  grandes derrotas en el Golfo de Rosas y en el Coll de Panisars.

La toma de Sicilia por los aragoneses complicó aún más el conflicto con la Santa Sede, al hacer prisionero en  Nápoles en 1284 al futuro Carlos II. Al morir Pedro III en 1285, cedía la Corona de Sicilia a su hijo el futuro Jaime  II de Aragón y dejaba a su primogénito Alfonso III la corona de Aragón.

De acuerdo con los términos de la Paz de Caltabellotta, Carlos II de Anjou, renunciaría a la corona siciliana en el Tratado de Barcelona de 1287 a cambio de su liberación. En consecuencia, Federico II de Sicilia fue confirmado como rey de la isla, pero ostentando el título de “rey de Trinacria“. Por su parte, Carlos II de Anjou mantenía el título oficial de “rey de Sicilia“, pero su soberanía se limitaba a Nápoles.

El Papa no aceptó el tratado ni aceptaría el siguiente Tratado de Olorón de 1288, aunque se liberaría a Carlos II. 

Alfonso III moría súbitamente en 1291 quedando Aragón y Sicilia bajo el reinado de su hermano Jaime. Jaime II  renunció a Sicilia en el Tratado de Anagni en 1295 a cambio de que el papa Bonifacio VIII le concediera la  investidura de Córcega y Cerdeña. Los sicilianos no aceptaron el Tratado y coronaron rey a Fadrique como  Federico II de Sicilia (1296). Federico II se casó con la hija de Carlos II de forma que a la muerte de Federico II, la isla pasaría al rey de Nápoles.

La nobleza siciliana recordó la benevolencia mostrada anteriormente por Pedro el Grande hacia Carlos de Valois y su familia, lo que influyó en la voluntad de poner fin al conflicto. Aunque Carlos de Valois aceptó luchar con cierta reluctancia, propuso una tregua y la firma de la Paz de Caltabellotta (1302). En ese momento, las relaciones entre la Casa de Anjou y el Papa Bonifacio VIII ya habían sufrido desavenencias, y los angevinos decidieron entablar la paz con sus adversarios, los reyes de la Corona de Aragón.

el Papa Bonifacio VIII nombra Rey de Cerdeña y Córcega a Jaime II de Aragón.
  • Los Anjou en el reino de Nápoles 
La presencia de los Anjou en Nápoles se produce tras la coronación de  Carlos de Anjou (1266-1285)  por el papa en 1266. Tras la pérdida de Sicilia, los Anjou se  centran en Nápoles y en auxiliar al papa en su lucha con los florentinos.  Expanden la casa a Hungría (matrimonio de Carlos II con María Árpad) y Durazzo (Albania), dando lugar a dinastías menores que intervinieron activamente en la inestabilidad política napolitana, en tiempos de las dos reinas Juana.

Roberto I (1309-1343) fue un fiel aliado del Papado. A fin de recuperar Sicilia, se casó con una hija de Pedro III de Aragón  y, posteriormente,  con una hija de Jaime I de Mallorca.

A su muerte sin descendencia, la corona pasó a su nieta Juana I (1344-1382) que, siguiendo las directrices de Francia, se inclina por Clemente VII, futuro papa de Aviñón. El papa napolitano  Urbano VI, reaccionó de poniendo a las reina (1380), nombrando en su lugar a su primo Carlos de Durazzo.

Los napolitanos, que no vieron con buenos ojos que su reina se inclinaría por el Papa francés en contra de su paisano, la abandonaron, y tras caer prisionera fue estrangulada por orden del nuevo rey Carlos III (1381-1386). La nueva dinastía Anjou-Durazzo tuvo que luchar contra la rama de los Anjou en Francia. El asesinato de Carlos III en Hungría,  tras ser coronado rey a la muerte sin hijos de Luis I el Grande, hizo que en Nápoles se instalará su hijo Ladislao I (1386-1414), al ser apoyado por el Papa napolitano Bonifacio IX, que volvió a estrechar los vínculos con la corona partenopea, tras los borrascosos días de su predecesor.  El joven rey fue nombrado Vicario del Papa, tanto en Roma como en el Patrimonio de San Pedro, volviendo a tener la influencia de los primeros Anjou. Los Papas y los reyes de Nápoles vivían en una extraña simbiosis en la que cada uno necesitaba del otro para subsistir.  El Papa necesitaba del rey de Nápoles para defenderse de las poderosas familias romanas, y el rey necesitaba al Papa para afirmar su derecho al trono napolitano. 

La muerte por envenenamiento de Ladislao I hizo que el papa Martín V reconociera a su hermana Juana II como reina de Nápoles (1414-1435), tras la promesa de ésta de devolverle Roma, Ostia y Civitaveccia, en poder de.los napolitanos. Al no cumplir dicha promesa, entra en conflicto con el Papado, y la reina recurre a Alfonso V de Aragón,  que se impone a Reanto I de Anjou, terminado el reinado Anjou en Nápoles y empezando los aragoneses. 

 A Alfonso V le sucede su hijo natural  Ferrante (Fernando I), asentamiento de la Casa de Aragón con desavenencias con el Papa,  los Visconti milaneses, Florencia,… hasta su conquista definitiva en tiempos de Fernando II. 

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