Posiblemente Italia haya sido uno de los protagonistas indiscutibles de la primera mitad del siglo XX. Su victoria pírrica en la Primera Guerra Mundial tras el abandono de la Triple Alianza, el auge del fascismo de Musolinni, su participación en la Segunda Guerra y su posterior derrota lo convierten en uno de los actores fundamentales para entender la reciente historia contemporánea.
Cuna y nacimiento del fascismo, también lo fue de su ejecutor, los partisanos, pero también de la Brigada Garibaldi, voluntarios italianos que lucharon en la Guerra de España contra las tropas de Musolinni que apoyaba a los golpistas dirigidos por Franco. La Guerra Civil Española es considerada el “ensayo general de la Segunda Guerra Mundial”, habiendo visto, en primer lugar, la oposición entre los bandos que pocos años después se habrían enfrentado en el conflicto global, esto es, las fuerzas fascistas, apoyada económica y militarmente por la Italia de Mussolini y el Tercer Reich, y las fuerzas republicanas, apoyadas por la Unión Soviética y las Brigadas Internacionales.
El triunfo del fascismo italiano se vio acompañado de una política exterior intervencionista: La política exterior de la Italia Fascista se basó en convertir al país en una potencia hegemónica sobre el Mar Mediterráneo dentro de un espacio de influencia que el nacionalismo latino consideró su “Marenostrum”, aunque también a nivel mundial y marítimo compitiendo con Gran Bretaña, Francia, Estados Unidos y Japón. Además de la intervención y apoyo a los golpistas españoles durante el golpe de estado contra la república el 18 de julio de 1936.
Sin embargo a pesar de la propaganda y el terror fascista, el movimiento antifascista estaba en auge en el país. Durante el VII Congreso de la Comintern, el Partido Comunista Italiano aplicó una política de frente único que avivó y reforzó la unidad de acción de los comunistas y antifascistas italianos, no solo en el país sino también en las asociaciones de emigrantes italianos. Se sucedieron manifestaciones de solidaridad en Roma, Milán, Génova, Bolonia y otras ciudades italianas a favor de la república española a pesar de la represión estatal. El Partido Republicano, el Partido Comunista y el Partido Socialista firmaron un pacto de unidad de acción de ayuda a España el 25 de agosto de 1936 frente al apoyo de Musollini a Franco.
Este apoyo quedó patente en las manifestaciones, el envió de dinero a través del Comité de Ayuda a España y, en última instancia, en el envío de voluntarios italianos en las Brigadas Internacionales.
Los primeros voluntarios italianos entraron en España en agosto de 1936. Eran emigrados políticos residentes en Francia enrolados en la 22 centuria de las Milicias Populares que entraron en combate en el frente de Aragón junto a dos columnas de ametralladoras e infantería dirigidas por Carlo Rosselli, dirigente de la organización Justicia y Libertad, creada en Francia por exiliados italianos. También cabe mencionar al Batallón de la Muerte o Centuria Malatesta, enviados a combatir al frente norte a Irún contra las tropas del general faccioso Mola. Tras la caída de Irún, fueron reagrupados en la Centuria Gastone Sozzi e incorporados a la Columna Libertad en las Milicias Populares de Cataluña.
Sin embargo, el batallón más importante y recordado fue el Batallón Garibaldi, nombrado en honor del héroe italiano de la reunificación del siglo XIX. Debe su nombre a la figura histórica de Giuseppe Garibaldi, héroe nacional de Italia. Fue la segunda Brigada internacional en ser creada (en un primer momento denominada 2.ª Brigada Internacional) y estaba formada principalmente por ciudadanos italianos procedentes de Francia, Bélgica, Suiza, San Marino, Estados Unidos, la URSS y de la propia Italia. se enrolaron en el batallón más de 500 de todas las edades, de diversos sectores de la población y de convicciones políticas diferentes (comunistas, socialistas, republicanos, jiilistas...) y fue dirigido por Randolfo Pacciardi, miembro del Partido republicano, Antonio Roasio (PCI) y Amedeo Azzi (PSI).
El Batallón Garibaldi nació como Legión Italiana el 27 de octubre de 1936, a través de un acuerdo sellado en París entre los partidos republicano, socialista y comunista italianos. Desde el inicio tuvo como comandante al republicano Randolfo Pacciardi y como comisarios políticos al comunista Antonio Roasio, Luigi Longo y al socialista Amedeo Azzi.
El 1 de noviembre de 1936 se integra en la XII Brigada Internacional junto con los batallones Thälmann y André Marty, otorgando su nombre a la recién creada brigada. Se puso al mando del comandante Máté Zalka (alias General Lukács) junto al Coronel Bielov (Karlo Lukanov) como jefe de Estado Mayor y Luigi Longo como Comisario político.
Las fuerzas golpistas cambian de estrategia e intentarán una nueva táctica para tomar la Capital. Así, tras los intentos por el sur (Defensa de Madrid), noroeste (Carretera de la Coruña) y este (Batalla del Jarama), el nuevo frente se creará en el noreste con la intención de asediar Madrid tomando Guadalajara, y cortar y avanzar por la carretera que la unía a Alcalá de Henares (la Nacional II), vital para la defensa republicana por su posición estratégica. El 10 de noviembre de 1936 el Batallón Garibaldi fue enviado al Frente del Centro donde atacó a los fascista en el cerro de los Ángeles y defendió la Ciudad Universitaria. También frenó la ofensiva fascista en Pozuelo de Alarcón, donde a pesar de su valor y audacia, sufrieron grandes pérdidas. Éstas fueron reforzadas con nuevos voluntarios italianos: el más numeroso encabezado por el comunista Guido Picelli, ex diputado italiano y dirigente de la defensa proletaria en Parma frente a la Marcha sobre Roma de Mussolini en 1922.
Continuó su participación en Aravaca y Pozuelo y en la Segunda batalla de la carretera de La Coruña, donde se distinguió en la defensa de Boadilla., tomando el pueblo de Mirabueno y Los Almadrones, sin poder progresar en su avance en el Monte de San Cristóbal
En febrero de 1937 participó en la Batalla del Jarama. La XII Brigada, y especialmente el batallón André Marty, tenían la misión de guardar los puentes de Pindoque y Arganda, pero los tiradores de Ifni sorprendieron al batallón en el Puente de Pindoque que perdió muchos efectivos. Se procedió a la reorganización y el General Luckács cedió el mando a Randolfo Pacciardi. A pesar de la pérdidas, consiguieron frenar a los fascistas, que perdieron el 50% de sus efectivos.
El Ejército del Centro republicano, al mando de Enrique Jurado, Líster y Víctor Lacalle, que contaban con unos 20.000 hombres, se enfrentará a un ejército formado por el Corpo di Truppe Voluntarie (CTV), los soldados italianos mandados por Mussolini , y comandados por Mario Roatta Mancini, militar con experiencia en Abisinia y que participaban con 35.000 combatientes.
Durante la Batalla de Guadalajara, los interbrigadistas italianos de la XII Brigada contuvieron el ataque, y algunos soldados entraron en contacto con sus compatriotas italianos, los cuales les confundieron por soldados del Corpo Truppe Volontaire y cayeron prisioneros de los republicanos. El CTV estaba mandado por el general italiano Mario Roatta, quien intentó realizar una “Guerra relámpago” El Duce ordeno al general Roatta que lograra una autorización de Franco para realizar una operación independiente del CTV y después de varios planes distintos, entre ellos uno de tomar Valencia sede en ese momento del gobierno Republicano. Franco accedió a permitir una operación del CTV sobre Madrid, pero con la condición que los italianos marchasen flanqueados por fuerzas españolas como en Málaga. Sin embargo, las tropas italianas no estaban acostumbradas a desenvolverse en el barro de la alcarria. El barro y el mal tiempo dificultaron sus movimientos del CTV las tropas republicanas con el 4º Cuerpo del Ejercito con tres divisiones del Jarama reciben la orden de cortar el paso a los italianos, apoyados por carros soviéticos T-26 B y su aviación. La resistencia republicana fue en aumento hasta el punto de convertirse en contraataque. El CTV comenzó su retirada perdiendo centenares de prisioneros y abundante material. Las tropas de Orgaz no se movieron de sus posiciones del Jarama a pesar que sus enemigos abandonaron el campo de batalla para atacar a los italianos. Sin que nadie echara una mano a los italianos, el CTV se retiró penosamente.
Disponían de muchísimo material bélico recién enviado por Italia, sobre todo blindados de todo tipo. Junto a ellos la División Soria comandada por el general Moscardó, elevado a altos mandos tras su resistencia en el Alcázar de Toledo. Lo formaban unos 10.000 soldados.
El 8 de marzo de 1937 los comandantes italianos al mando lanzan un brutal ataque frontal sobre Brihuega con artillería, tanques y aviación. Pronto rompen las líneas republicanas y el avance parecía que iba a ser rápido, sin embrago, la presencia de lluvia y , sobre todo la niebla, hizo que el avance fuera muchísimo más lento ante la falta de visibilidad.
Aun así la CTV llegará el 11 de marzo hasta Trijueque, a tan solo 20 km de Guadalajara. Este hecho atmosférico hizo que los republicanos pudieran retirarse a posiciones más protegidas y reagruparse con nuevos refuerzos desde Madrid, entre ellos la XI y XII BI y los tanques T-26 de Pavlov, todos ellos dirigidos ahora personalmente por el propio Vicente Rojo, jefe del Estado Mayor del Ejército Popular.
Las tropas de Moscardó también se quedaron atascadas en Copernal. Sin saber tomar decisiones alternativas su división quedó casi inutilizada para el resto de la ofensiva. Este hecho le costaría su carrera militar a Moscardó, y ya no tuvo responsabilidades el resto de la guerra.
La noche del 11 de marzo una intensa lluvia, seguida de frío y nieve, dejó un campo de batalla muy desfavorable a los fascistas italianos, que dejaba la mayoría de sus carros de combate y blindados inutilizados en el barro y en el asfalto congelado de la N-II. Justo en la mañana del día 12 se inicia el contraataque republicano.
En el mayor ataque aéreo hasta el momento por parte de la República, bombardean durante todo el día las columnas de la CTV en Trijueque, aniquilando los batallones. Al día siguiente un ejército al mando de Líster se encargará de retomar las bolsas de resistencia fascista italiana, obligados a resistir ante la negativa de Franco a retirarse como castigo por la previsible derrota. La aviación bombardeará continuamente a las columnas atrapadas en la N-II, dejando un ingente material bélico en el terreno.
El 14 de marzo es enviada la XII BI a Brihuega para retomarla de un batallón de “camisas negras” que se había hecho fuerte en un edificio cerca de Brihuega (Palacio de los Ibarra). En esa XII BI se encontraba el Batallón Garibaldi, formado por los antifascistas italianos, lo que provocó el primer enfrentamiento entre italianos. Antes del asalto se dio una nueva forma de guerra que hasta entonces no se había visto, la guerra psicológica. El batallón Garibaldi montó grandes altavoces y se tiraron miles de octavillas en italiano intentando convencerles de que se rindieran. Esto no sucedió y los antifascistas italianos lanzaron un ataque contra sus propios compatriotas en un muy cruento combate cuerpo a cuerpo, tomando finalmente el caserón.
Tras decenas de escaramuzas se decide que el 18 de marzo sea el día de la ofensiva final para reconquistar Brihuega, en manos todavía de un contingente italiano. Las divisiones de Líster, del anarquista Cipriano Mera y las dos brigadas internacionales se lanzarán a tomar la estratégica localidad alcarreña. Con el apoyo de artillería y aviación retoman la ciudad tras fuertes combates. A la vanguardia volvieron a estar los italianos del Batallón Garibaldi, que volvieron a luchar contra sus compatriotas. Este avance sin contemplación produjo la retirada en desbandada del resto del ejército de la CTV.
Los brigadistas internacionales italianos eran antifascistas convencidos, casi todos exiliados en Francia y que su lucha en España era su forma de luchar contra Mussolini. Al igual que el resto de los brigadistas tuvieron altísimas bajas por luchar siempre en vanguardia.
Malaboca
El brigadista italiano Malaboca, al que los españoles le decían Malalengua no era uno más entre los antifascistas nucleados para combatir con armas a los fascistas en territorio ajeno: inventó un método original para desalentar al enemigo, acaso un antecedente de lo que luego sería llamada “la batalla cultural”.
Malaboca llevó a cabo lo que el escritor Paco Ignacio Taibo, nacido en España, bisnieto de italianos y radicado de niño en México, llamó “la guerra de palabras”, en su notable ensayo “Arcángeles. Doce historias de revolucionarios herejes del siglo XX”, publicado en 1998 por Editorial Planeta.
Al principio, provisto de un megáfono, en medio del frío, de la nieve, y de hombres impacientes por ir al combate, un internacionalista decía a sus compatriotas del bando sublevado: “Hermanos italianos, el pueblo de España lucha por su libertad. Deserten. Venid a nosotros, los recibiremos como camaradas, nosotros los hombres del Batallón Garibaldi”.
El 10 de marzo pasó al Frente de Aragón para intentar frenar la reciente Ofensiva franquista pero tuvo también un elevado número de pérdidas El 2 de abril el comandante, Eloy Pardinas, y el comisario de la brigada, Quinto Battistatta (alias Raimondo), fueron capturados y fusilados por el Corpo Truppe Volontaire en Gandesa. La brigada quedó aislada en Cataluña de la zona centro republicana pero pudo aprovechar este importante revés para reorganizarse bajo el mando del italiano Alessandro Vaia (alias Martino Martini). En junio el Batallón Garibaldi partió junto a otras Brigadas Internacionales al frente de Huesca, para participar en una ofensiva que pretendía tomar la ciudad pero que no tuvo éxito. Fracaso paliado en la ofensiva de Brunete, donde atacaron Villanueva del Pardillo el 9 de julio y capturaron gran cantidad de prisioneros y trofeos. Entre 1937 y 1938 las numerosas pérdidas y las dificultades para cruzar la frontera aumentó el número de soldados españoles en la brigada.
Los brigadistas eran sobre todo obreros más o menos calificados, albañiles, mineros, fabriles, campesinos. Había pocos intelectuales, la mayoría de los cuales eran en realidad "revolucionarios profesionales" como Togliatti, Longo y Vidali. También había unas sesenta mujeres italianas, principalmente empleadas como enfermeras, la más conocida de las cuales era la fotógrafa Tina Modotti. El viaje a España fue en todo caso difícil y agotador para todos, ya que hubo que construir pasillos y pasajes clandestinos para llegar allí, sobre todo desde países que habían caído bajo el dominio nazi-fascista.
Antonio Eletto, el último voluntario italiano
Antonio Eletto, considerado el último voluntario italiano hasta ahora vivo de las Brigadas Internacionales que participaron en la Guerra Civil Española 1936-39, ha fallecido en Romagnano Sesia, a los 94 años, según ha informado el Comité de Resistencia y Constitución de la Región del Piamonte (norte).
Eletto nació en 1915 en Fagnano Alto, en la provincia central italiana de L’Aquila, aunque residía desde hacia años en esa localidad de la provincia norteña de Novara. El fallecimiento se produjo el pasado sábado y será enterrado mañana, martes, en Romagnano Sesia.
En 1936, tras emigrar a Alsacia-Lorena, se enroló como voluntario en la I Compañía del Batallón Garibaldi, que mandaba Guido Picelli y formaba parte de las Brigadas Internacionales que ayudaban al Gobierno de la República española.
En 1937 Eletto resultó herido en el Cerro San Cristóbal e internado en un campo de concentración.
En 2006 participó en los actos conmemorativos del 70 aniversario de la Guerra Civil española organizados por la Región del Piamonte.
Aldo Morandi
El teniente coronel Morandi, que es descrito como un antifascista indómito por sus biógrafos, recogió en un diario su lucha en los frentes del ejército republicano, tanto en Andalucía como en Las Rozas (Madrid), el Jarama y el Bajo Aragón. El original mecanografiado de ese diario, titulado Guardando il Passato. Un Diario della guerra di Spagna (1936-1939) —Mirando el pasado. Un Diario de la guerra de España— de unos 400 folios, fue cedido recientemente por la familia del militar al historiador español Francisco Moreno Gómez, quien, tras un laborioso trabajo de catalogación, ha publicado el libro Brigadistas Internacionales en la España democrática (Utopía Libros). Junto al diario, Moreno recibió casi un centenar de fotografías que aportan una visión y un testimonio hasta ahora inédito del papel que jugaron los brigadistas internacionales en la Guerra Civil. Se estima que más de 9.000 de estos perdieron su vida luchando contra el fascismo en España.
El diario de Aldo Morandi destaca el “heroísmo” de estos intelectuales británicos, caídos frente a la cota 320, a la vista de Lopera. Los mandaba otro excepcional capitán inglés, Georges Nathan, caído luego en la batalla de Brunete. Morandi también relata en su diario las visitas de personalidades al frente del norte de Córdoba, como los fotógrafos Robert Capa y Gerda Taro, además de los escritores Simone Weil o Hemingway, a quien le gustaba pasar horas y horas con la unidad de guerrilleros republicanos.
Aldo Morandi |
La Retirada: continúa la lucha en casa
En 1939 quedaban sólo 900 combatientes. Tras la desmovilización de las Brigadas Internacionales, muchos italianos protegieron la evacuación de la población civil a Francia a través de las montañas. El 11 de febrero desfilaron por última vez y cruzaron la frontera francesa: 600 voluntarios habían muerto, otros 2000 estaban heridos y 100 cayeron prisioneros, de estos últimos, ninguno regresó a su hogar.
Muchos acabaron en campos de concentración franceses, y entregados a las autoridades italianas por el gobierno de Vichy, donde fueron encarcelados en la isla de Ventotene. En agosto de 1943, tras el armisticio entre el gobierno del general Badoglio y el mando Aliado tras una oleada de huelgas en los centros industriales, fueron puestos en libertad y organizaron la guerra de guerrillas en Italia. En Francia participaron en la resistencia, liberando a los reclusos del campo de la muerte de Buchenwald y organizaron guerrillas en Holanda, Bélgica , Luxemburgo y Yugoslavia.
Gracias a la experiencia en la guerra de España, por algunos proseguida en Francia en los campos y después en la cárcel o en la frontera con Italia, los veteranos a menudo recubrieron cargos de responsabilidad en las filas de la Resistencia. Es éste, por ejemplo, el caso del futuro Secretario del PCI Luigi Longo que, luego de haber sido Comisario General de las Brigadas Internacionales en España y uno de los exponentes destacados de la organización comunista del campo del Vernet, será uno de los líderes más importantes de la Resistencia Italiana.
Siempre en el campo comunista, y para continuar con los más conocidos, pasaron de España y después de Francia (aunque no siempre por los campos de concentración ) dirigentes partisanos y gapistas como Giovanni Pesce, Osvaldo Negarville, Antonio Roasio, Giuliano Pajetta y muchos otros.11 Siempre Spriano anota como, a través de éstas y otras figuras fundamentales, «la experiencia española – que es experiencia unitaria– juega en algunas direcciones precisas: justamente en aquella de los Gap […]; en aquella de una concesión no de partido de las formaciones garibaldinas […]; en aquella de dar mucha importancia a la figura del comisario político […]; en la audacia y en la capacidad de organización que se encuentran en los cuadros dirigentes del partido que surgió después
Escribía Longo en un artículo publicado en Stato Operaio el 30 de marzo de 1939: “Guadalajara scrisse in lettere indelebili che cosa puo la volonta, la fermezza, 1 ‘unitá anche solo di un pugno di uomini, quando questi incarnano le aspirazinoni piu profonde di tutto il popolo contro le legioni, anche se superiormente armate, del fascismo, mancati pero della fede e di un ideale.”
No sorprende, entonces, que también entre los comunistas toscanos veteranos de España, y, en varios casos también del internamiento y de la Resistencia en Francia, fueran numerosos aquellos que revistieron cargos de mando en la guerra partisana. Eran, a menudo, personalidades de gran importancia, a veces incluso de nivel internacional que, gracias a la experiencia de lucha, al prestigio y al patrimonio de conocimientos acumulados viajando por Europa, han instituido el refrán roselliano Hoy en España, mañana en Italia, asumiendo así un rol muy importante en la guerra. El heroísmo de los garibaldinos permanecerá para siempre en la historia de la lucha del pueblo español y de la historia militar. Hasta el enemigo ha tenido que reconocer el valor de Luigi Longo y la capacidad del comandante del Batallón Garibaldi, Barontini.