Todo el entorno que nos rodea está planificado, no hay nada al azar. Esa es la primera norma del diseño, el fiel reflejo y palanca del progreso de una sociedad.
Cada diseñador crea un objeto único: un objeto que debe centrarse en las necesidades de la gente, que, a pesar de ser fabricado y aceptado por la sociedad, es único e innovador porque cada objeto diseñador es una obra de arte inigualable y duradera.
Cada diseñador tiene su propia manera de mirar el mundo y lo plasma en cada una de sus obras. A diferencia de los objetos industriales, los cuales están diseñados para el consumo y se producen en masa, los diseñadores crean obras únicas e irrepetibles, cuya finalidad es satisfacer las necesidades de la gente y hacer su vida más cómoda.
El diseño se convierte, por tanto, en una marca de identidad, no solamente del diseñador sino también del consumidor: los diseñadores buscan la ergonomía, la comodidad y la calidad para que sus obras perduren en el tiempo.
Al igual que los artistas, los diseñadores buscan una reacción emocional en sus consumidores: su trabajo no es solamente una obra de arte sino una marca de identidad, una manera de ver el mundo y de diferenciarse del resto de la población. Como todo artista, también buscan captar la atención de los consumidores a través de las emociones: la forma de los objetos no solamente debe cumplir su función práctica sino que, además, deben ser agradables a la vista y atención del consumidor.
Por tanto, los diseñadores consiguen unir la belleza y el placer por lo estético con la utilidad y satisfacción de las necesidades de los consumidores, consiguiendo que lo práctico y lo agradable sean factores complementarios.
Las nuevas tecnologías son muestra evidente de la necesidad del diseño: la revolución tecnológica y digital ha permitido que los ordenadores, por ejemplo, no sean simples máquinas que procesan datos sino que han mejorado su diseño y su estética para hacerlos agradables a la vista del consumidor. El mejor ejemplo es la empresa Apple, la empresa fundada por Steve Jobs, una empresa que ha conseguido diferenciarse de los modelos de ordenadores convencionales y de la forma de atender a sus clientes, creando así su propia marca. Este el ejemplo más claro de la importancia del diseño en la sociedad moderna.
La sociedad humana evoluciona con el paso del tiempo y busca nuevas formas de expresión y de interacción con el mundo que la rodea. Por eso es tan importante el diseño, porque moldea los objetos cotidianos para adaptarlos a las nuevas necesidades de los individuos.
¿Puede el diseño salvar a la prensa impresa en España?
Que la prensa en
papel atraviesa una profunda crisis no es una novedad. La revolución digital,
la falta de tiempo, la inmediatez de las
redes sociales… han permitido que la prensa y los medios de Comunicación no
sean la única forma de información sobre el mundo. La prensa
escrita está siendo sacudida por tres crisis simultáneas, todas ellas de
incierta salida. La crisis económica general, que ha llevado a la mayoría de
los periódicos a aplicar duros planes de ajuste; una crisis de modelo
industrial, porque las nuevas tecnologías socavan las fortalezas de la edición
impresa sin que la digital sea aún una alternativa viable; y una crisis general
de credibilidad, que hace que el periodismo sea percibido con creciente
desconfianza.
Los lectores son conscientes de ello y muchos expresan su temor a
que estas crisis acaben afectando a la calidad de la información. ¿Qué puede hacer el periodista ante esta
situación? Los
periodistas deben reinventarse y adaptarse a la nueva era digital para evitar
perder protagonismo: a través de su propia marca, se convierten en creadores de
contenido bajo la divisa “reinventarse o morir”. La clave de la supervivencia
es la especialización, el periodista busca satisfacer las necesidades sociales
a través de un conocimiento experto, proporcionando contenidos de calidad,
manteniendo vivo el interés y la atención de nuestros lectores.
Una vez captada dicha atención, es necesaria una planificación:
además del contenido de la noticia, las imágenes, los vídeos y su presentación
son fundamentales para mantener a los lectores pegados al periódico.
El diseño busca que un objeto sea útil y atractivo a la vez,
atrayendo así la atención de los lectores. Cada diseño es una forma única de
mirar el mundo.
El diseño se convierte, por tanto, en una marca de
identidad, no solamente del diseñador sino también del consumidor: los
diseñadores buscan la ergonomía, la comodidad y la calidad para que sus obras
perduren en el tiempo.
La consigna de la prensa impresa está clara: reinventarse para
sobrevivir, renovando viejas cabeceras para no desparecer.
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