La propaganda aparece en el siglo XVI con la Contrarreforma Católica con el fin de reformar los dogmas católicos y evitar el surgimiento de nuevos grupos protestantes. El 22 de junio de 1622 el Papa Gregorio XV instituye la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, también conocida como propaganda fide, con el fin de propagar el catolicismo en los continentes en vías de colonización.
Otro ejemplo más claro de propaganda católica fue el arte: en las diversas manifestaciones artísticas de la Edad Media, el Renacimiento y el Barroco, podemos observar cómo se transmitía la doctrina cristina. Las vidrieras, los cuadros, las esculturas, las propias iglesias y catedrales son un claro ejemplo del dominio cultural que posee la iglesia.
Esta connotación religiosa desaparece con el uso de la propaganda por parte de los regímenes totalitarios del siglo XX (nazismo, fascismo, comunismo). A partir de este momento, el término se asocia con el control de la opinión pública mediante medios de comunicación masivos. Posteriormente, la propaganda se vinculará con las estrategias de los partidos políticos y los gobiernos no identificados con las fórmulas de gobierno totalitarias.
En las sociedades capitalistas, el auge de la publicidad comercial y de la propaganda política han ido de la mano desde principios del siglo XX hasta la actualidad. Como se sabe, son las grandes empresas y expertos publicitarios los que hoy en día organizan las campañas electorales de los políticos en sus más mínimos detalles
Se puede definir como un método de propagar información, para que esta sea conocida y convencer a la gente mediante la adhesión a las ideas expuestas.
Hay tres tipos de propaganda:
- Propaganda Blanca: Pretende convencer al receptor través de un emisor amistoso y un mensaje idéntico. Un claro ejemplo son las religiones
- Propaganda Negra: pretende eliminar todo tipo de disidencia intelectual.
- Propaganda Gris: Es utilizada fundamentalmente por grupos disidentes con el régimen político. Utilizan un mensaje crítico a través de un emisor amistoso.
En el siglo XX, durante la I Guerra mundial, los Estados necesitaban conseguir la adhesión y el apoyo de la población. A través de la prensa, los estados se aprovecharon de la opinión pública, que participaba en el gobierno mediante el sufragio universal, para conseguir sus objetivos.
Inglaterra, además de utilizar los Medios de Comunicación para conseguir el apoyo de la población y a través de la creación del Ministerio de Información en 1917 bajo la responsabilidad de Lord Beaverbrook, utilizó la propaganda para conseguir que Estados Unidos entrara en la contienda y, a través del Informe Balfour, intentó convencer a los judíos alemanes para que se rebelaran contra Guillermo II, prometiéndoles un estado judío.
Joseph Goebbles
A pesar de la negativa de la población judía, Hitler utilizaría este informe como material de refuerzo y argumento para justificar su antisemitismo. Asimismo, Hitler asimiló los efectos de la propaganda, reconociendo su efectividad a la hora de movilizar a las masas. Como escribió en Mein Kampf: “En el año 1915, el enemigo comenzó su propaganda entre nuestros soldados. A partir de 1916 continuó más intensivamente, y en el inicio de 1918 se transformó en una nube negra. Uno puede ver ahora los efectos de la seducción gradual. Nuestros soldados aprendieron a pensar como el enemigo pretendía. Alemania falló en reconocer la propaganda como un arma de primera utilidad, donde los ingleses la utilizaron con gran pericia y genial deliberación”. Al final, la primera experiencia de los británicos con la propaganda fue entendida como un gran éxito y dio ejemplo para que otros países empezasen a usar las técnicas contemporáneas de comunicación persuasiva.
Tras la I Guerra Mundial, la población empezó a distanciarse de la propaganda estatal, surgiendo grupos revolucionarios (en un principio, de ideología comunista y anarquista y, posteriormente, de ideología fascistas y nazi) que crearon sus propios medios de comunicación, creando la contra propaganda.
Pero, sin embargo, fue Hitler y los nazis quienes crearon las leyes fundamentales de la propaganda: Principio de simplificación y del enemigo único. Adoptar una única idea, un único Símbolo; Individualizar al adversario en un único enemigo.
- Principio del método de contagio. Reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo; Los adversarios han de constituirse en suma individualizada.
- Principio de la transposición. Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque. “Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan”.
- Principio de la exageración y desfiguración. Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave.
- Principio de la vulgarización. “Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar”.
- Principio de orquestación. “La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentadas una y otra vez desde diferentes perspectivas pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas”. De aquí viene también la famosa frase: “Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad”.
- Principio de renovación. Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que cuando el adversario responda el público esté ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones.
- Principio de la verosimilitud. Construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos sondas o de informaciones fragmentarias.
- Principio de la silenciación. Acallar sobre las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen el adversario, también contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines.
- Principio de la transfusión. Por regla general la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales; se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas.
- Principio de la unanimidad. Llegar a convencer a mucha gente que se piensa “como todo el mundo”, creando impresión de unanimidad.
Paul Joseph Goebbels fue nombrado en 1929 jefe de la propaganda del partido nazi y desde 1933 a 1945, Ministro de Propaganda.
Una de sus principales mediadas fue el control de los medios de comunicación, subordinados al régimen nazi y principales cauces de propaganda: La propaganda nazi no formaba parte de un todo, sino que era en sí misma el todo. Hitler y Goebbels se reunían diariamente para enterarse de las novedades y transmitir su opinión personal.
La propaganda hitleriana se centraba en un tipo de mensaje emocional que se dirigía, sobre todo, a un público poco educado políticamente, susceptible de interiorizar la emoción y no la racionalidad. A su salida de la cárcel, Hitler aprovechó la prohibición de hablar en público en Alemania para llevar a cabo su primera gran campaña de propaganda: El Füher estudiaba sus discursos minuciosamente, pues leía mal en voz alta. Empezaba con palabras relajadas, comunicando de una forma monótona, hasta un punto en que su voz subía de tono acompañada por fuertes gestos de su brazo derecho.
Destacan también los aspectos más importantes de la escenografía nazi: los grandes desfiles al aire libre, largos mítines políticos en locales cubiertos, las canciones, los saludos (“Sieg Heil”), las antorchas, la profusión de banderas y estandartes o el desfile de las fuerzas paramilitares, entre otros.
Antes de cualquier movimiento militar, la máquina propagandística alemana era puesta en marcha. Como ejemplo, antes de que Checoslovaquia fuese invadida se transmitió a través de la radio el mensaje de que las minorías alemanas estaban siendo perseguidas en aquel país. Los hechos se fabricaban para que los actos de invasión pudiesen ser justificados. Con Francia se hizo algo semejante: los agentes alemanes distribuirían propaganda que anunciaba los primeros indicios de la derrota francesa. Esto tipo de acciones crearon divisiones políticas, insatisfacción, miedo de la superioridad bélica alemana, hasta mayo de 1940, fecha en la que la resistencia francesa entró en colapso y las tropas de Adolph Hitler marcharon en París.
Una vez más, tanto los propagandistas alemanes como los británicos intentaron llegar a la opinión pública americana. Alemania se hizo pasar por defensora de los asuntos mundiales, justificando que la guerra era también una lucha contra el “terror rojo”: el comunismo. Aún realizaron algunos movimientos que intentaron el aislamiento de los estadounidenses en la guerra. Todo el esfuerzo se reveló inútil, sobre todo después del ataque japonés en Pearl Harbor. Los Estados Unidos entraron en la guerra e hicieron de los ingleses sus aliados. Los americanos crearon entonces dos agencias oficiales de propaganda: la OWI (Office of War Information) y la OSS (Office of Strategic Service). La OWI se encargaba de distribuir información en territorio americano y extranjero. La OSS, por su parte, estaba encargada de conducir la “guerra psicológica” contra el enemigo
Asimismo, renombraron a los supuestos enemigos con nombres con connotaciones emocionales (el mejor ejemplo fue Franco quien, tras la Guerra Civil Española denominó con el nombre de “rojos” a toda disidencia republicana, comunista, anarquista y nacionalistas vascos y catalanes).
En la actualidad, los propios grupos políticos y religiosos utilizan la propaganda para convencer a sus seguidores y descalificar a sus opositores: Mediante el control de los Medios de Comunicación, intentan establecer un pensamiento único que se adapte a sus dogmas, censurando toda opinión disidente o que se aparte del discurso oficial.
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