Una noche más. Un día que se acaba. Me acuesto por fin después de una jornada eterna, pero no consigo descansar. Miles de pensamientos se agolpan en mi mente: miedos, temores, dolor, penas... hoy se han confabulado para evitar que puede descansar.
Miles de pensamientos golpean mi mente. Reflexiono sobre mi vida. Mis decisiones, esas marcas invisibles que marcan mi camino y trazan surcos en el sendero. Sé que la vida no consiste en ser siempre feliz, en doradas puestas de sol y tonterías parecidas. La vida es trabajo. La vida es sufrimiento. la Vida es dolor: sin todo eso no sabríamos que estamos vivos. No valemos tanto en realidad y puede que no merezcamos todo el amor que recibimos. Nunca es correspondido. Las ilusiones que tenemos en los demás se convierten en decepciones y esas decepciones lastran nuestra confianza en el ser humano, hundiéndonos en una un agujero de soledad y misantropía que se acrecientan con el paso del tiempo. Las personas que amamos rara vez se merece todo el amor que le damos, porque nadie vale tanto en realidad, y quizá tampoco merezca tener que cargar con ello. Uno acaba por sufrir una decepción. Se desilusiona, deja de confiar y tiene que aguantar muchos días malos. Pierde más de lo que gana, y acaba por odiar a la persona que ama en la misma medida que la ama. Sin embargo, uno se arremanga y se pone a trabajar, en todos los aspectos, porque eso forma parte del proceso de hacerse mayor.
Intentamos escapar del dolor y de la decepción, pero ellos siempre consiguen el modo de volver a aparecer y golpear con más fuerza. En lugar de salir de nuestro caparazón evitamos la verdad. Descubrir que conocer a la persona que tememos conocer, leyendo sus expresiones y observando sus actos, dando a la vida la oportunidad de impactar, dándonos cuenta de que la realidad es golpe cruel que destruye la imagen idílica creada por nuestra imaginación. Imaginar es mucho más terrible que la realidad, porque tiene lugar en el vacío y no tiene reencuentro. No hay manos para defenderse en esa cámara interior de tortura espectral. Pero en vivir la realidad del acto requiere reunir energía, coraje, brazos y piernas para luchar, para que la guerra casi se convierta en una alegría. Luchar contra un dolor, una pérdida, un insulto, una decepción, una traición real, es infinitamente menos difícil que pasar una noche sin dormir luchando contra fantasmas. La imaginación sabe mejor que la vida inventar la tortura, porque la imaginación es un demonio dentro de nosotros y sabe dónde golpear y dónde lastimar. Ese demonio conoce el punto vulnerable, mientras que la vida no, nuestros amigos y amantes no, porque su imaginación rara vez es igual a la tarea.
Desarrollamos malos hábitos. Creemos que nos lo deben. Creemos que un amor similar existe en otro lugar y se puede encontrar. Confiamos en él. Buscamos, esperamos, esperamos. Con amor maternal, la vida nos hace una promesa al amanecer que nunca cumplirá. Después, nos vemos obligados a comer las sobras hasta el final. Cada vez que una mujer nos toma en sus brazos y nos estrecha contra su corazón, son solo condolencias. Siempre volvemos a llorar sobre la tumba de nuestra madre como un perro abandonado. Nunca más, nunca más, nunca más. Brazos adorables se cierran alrededor de nuestro cuello y los labios más dulces nos hablan de amor, pero ya lo sabemos todo. Hemos ido a la fuente demasiado pronto y lo hemos bebido todo. Cuando volvemos a sentir sed, podemos buscar por todas partes en vano: ya no hay pozos, solo espejismos. Hemos hecho, con las primeras luces del alba, un estudio profundo del amor y nos hemos documentado demasiado bien. A dondequiera que vayamos, llevaremos con nosotros el veneno de las comparaciones y pasaremos el tiempo esperando lo que ya tenemos. Mucha gente concibe el amor de forma posesiva. Mi esposa, mi esposo... eliminemos esos términos posesivos. Nada es tuyo; el otro es otra persona. Incluso los matrimonios sólo son posibles si parten del concepto de que él o ella es otra persona.
Estos pensamientos me agitan,me incomodan. Me revuelvo contra ellos mientras las sábanas me ahogan y me hunden en un mar sin fondo. Pensamientos, temores, dudas, miedos... golpean mi mente como un martillo que moldea un hierro al rojo vivo. El dolor es insoportable. Escucho gritos. Voces que me persiguen, sus voces afluyen nítidas. Su sonido ya no es un eco lejano, me alcanzarán, debo ocultarme. Pero, ¿dónde? Intento esconderme en vano. ¿Estaré a salvo de mis secuestradores?
Despierto sobresaltado. Todo parecía tan real. Todo había sido un mal sueño. Noto una suave caricia. Tu mano, gracia salvadora. Aquí estás , a mi lado, evitando que me precipite al abismo. Tus ojos soñolientos me miran con preocupación. Sé que no soy digno pero una caricia tuya ha servido para salvarme de mi propio infierno. La vida funciona si alguien nos ama. El amor es todo lo que aumenta, amplía y enriquece nuestra vida, hacia todas las alturas y todas las profundidades. Vivimos mientras haya alguien que nos ame: estoy convencido de que muchas personas mayores «fallecen» porque ya nadie las ama.
Me salvaste. Te miro. Te sonrío y me devuelves la sonrisa. Sin prisa, notó cómo me abrazas y el calor se extiende por mi cuerpo devolviéndome a la vida. Despacio, me guías hasta tu pecho donde mis preocupaciones desaparecen, mientras la oscuridad que nos rodea nos envuelven un abrazo invisible protegiéndonos de la realidad y limitando nuestra visión y oído, disfrutando del tacto de tu piel, el olor de tu pelo y el roce de tus labios mientras acostados nos miramos una vez más.
Tomas lentamente mi cara y la acercas a la tuya. Con suavidad, nuestras bocas se abren y las lenguas se mezclan. Las precauciones desaparecen. Los miedo se disipan. Una vez más, tu abrazo me ha salvado de mi propio ser.

Es precioso ❤️
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