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sábado, 18 de enero de 2025

LA BAILARINA

Noche a noche, a la misma hora, como un ritual, la bella y dulce bailarina danzaba al compás de una suite de Tchaikowsky. Siempre a la misma hora, la misma música, los mismos pasos. Era tal la gracia de su danza que cautivaba a ese selecto grupo que noche a noche tenían el privilegio de verla bailar.

El arte necesita de la técnica que hace posible que brazos, piernas, cada músculo del cuerpo responda y ocupe el lugar correcto dentro del engranaje que hace funcionar la máquina, porque el cuerpo humano es la más perfecta máquina en este mundo nuestro, y también necesita del corazón, de los sentimientos profundos que afloran y que son, al final de todo, lo que atrapa al espectador, a los que Menelao deseaba complacer para cerrar un trato.

Me siento como un pájaro, soy aire, sólo aire. Mi caída en el suelo es perfecta, y allí, ovillada, me protejo con mis brazos, intentando dar a entender que me estoy ocultando del terrible enemigo que avanza hacia mí, pero tengo que sobreponerme, abandonar mi escondite, porque soy Teseo. Mis brazos dejan de ocultarme, me convierto en una serpiente, y para ello mi cuerpo realiza unos movimientos sinuosos y zigzagueantes mientras repta por el suelo. 

La perfección no se trata sólo de control. También se trata de dejarse llevar. Sorpréndete para que puedas sorprender al público. ¡Trascendencia! Muy pocos lo tienen dentro.siente como fluye por tu interior y brota mientras la música suena y se apodera de tu cuerpo. ¡Tu baile final! Has probado tu sueño. ¡Lo toqué! Sólo para que lo aplasten. Tu corazón está roto. ¡Herido! Tu fuerza vital se desvanece. La sangre gotea. ¡El cisne negro te robó el amor! Sólo hay una manera de acabar con el dolor. ¡No tienes miedo, sino que estás lleno de aceptación! Y lo miras y sientes cómo la música se apodera de tu cuerpo. Y luego sí, ¡y el público! ¡Y luego saltas! Y la escena sigue y la escena continúa mientras estás poseída por la danza y la melodía que maneja tu cuerpo. Y no existe el dolor mientras suene la música, mientras el aire parece vaciarse de tus pulmones, continuas rítmicamente bailando hasta que por fin termina la música. Y ela ire vuelve a tus pulmones mientras la adrenalina desaparece y te ahogas en un mar de aplausos y vítores de un público aletargado que despierta de su propio sueño.

Funciones arriba. funciones abajo, nuevos escenarios, nuevo público, nuevas críticas, nuevos vítores y nuevas lágrimas hasta que una noche la música cesó de pronto. La frágil figura quedó inmóvil, con una pierna extendida, iniciando un paso que no terminó. Sus admiradores la olvidaron.

Ahora, la bailarina espera —arrumbada en una empolvada vitrina de bazar— que alguien se acuerde de ella, repare el complicado mecanismo de la cajita musical… volviendo así a sonar las notas de Tchaikoswky, y ella reanude su grácil danza.

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