¿POR QUÉ ESCRIBIMOS?

AL NO PODER ACEPTAR QUE SOMOS LIBRES EN JAULAS, NOS MOVEMOS EN MUNDOS DE PALABRAS QUERIENDO SER LIBRES

TRADÚCEME

COMPAÑEROS DE LUCHA EN PLUMA AFILADA

AVISO TODOS LOS TEXTOS ESTÁN REGISTRADOS

Blog bajo licencia Creative Commons

Licencia de Creative Commons

TODOS LOS TEXTOS ESTÁN REGISTRADOS

POEMAS, CUENTOS Y ESCRITOS REVOLUCIONARIOS DE DANIEL FERNÁNDEZ ABELLA is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivs 3.0 Unported License. Para utilizar primero y siempre sin ánimo de lucro ha de consultar al autor. Daniel Fernández Abella todos los derechos reservados.

domingo, 12 de enero de 2025

LA ESCULTURA

En un mundo dominado por la tecnología y la rapidez, a menudo olvidamos el poder que nace de nuestro propio ser. El nacimiento de una idea prende en nuestro interior y nuestra imaginación comienza a esbozar una imagen nítida que surge de la laguna del pensamiento abstracto. Poco a poco va tomando forma, lentamente, sin prisa pero sin pausa, germina en una mente fértil de ideas y de imaginación.

Pequeñas y filiformes, arcillosas o enyesadas, naciendo de alambres o de botellas pacientemente envueltas por el trabajo de los dedos y la espátula, creciendo desde latas vacías y objetos... Con esas vicisitudes un escultor decide trabajar la piedra, no de manera vulgar, sino con un profundo ideal, por ello piensa, delibera e imagina… realiza bocetos, dibujos y modelos a pequeña escala de cera o terracota que le proporcionen una visión preliminar de aquello que sabe, existe previamente en el mármol y que puede y debe ser mostrado a la luz; así dentro de su trabajo preliminar, considera las fracturas, las fallas, la historia y los vicios de la roca como una guía, pero no como un impedimento para continuar con su trabajo, pues es conocedor de que enfrente de sí, hay una obra con un gran potencial que requiere de sus actos y compromiso.

El mármol, como la enseñanza, esconde caminos y trazos infinitos en su interior. Es cuestión de hacer la primera grieta en la piedra y abrirse a un mundo nuevo de experiencias. Probablemente la primera obra sea desproporcionada, desprolija o asimétrica, pero será el obrar y la práctica constante lo que permitirá a cada artista seguir creciendo y aprendiendo que el arte de enseñar se va construyendo día a día. Con el tiempo y la práctica cada artista será capaz de dotar a la piedra de distintas notas, armonías y formas muy particulares.

Todos los detalles están modelados con la autoridad de una idea clara: ninguno se había hecho como una mera copia de la naturaleza. Todo es una interpretación, un estilo. Las manos manejan el cincel y el martillo con maestría: cada artista se pone con su bloque de piedra que descansaba sobre dunas de polvo y cascotes de piedra. Una melodía de golpes nace a la vez que la piedra se transforma lentamente y toma la forma deseada. El artista dirige, martillo en mano, esta orquesta dejando brotar sus sueños y canciones, dando martillazos a su piedra o “afeitándola” con el martillo neumático. Comienzan a volar las esquirlas y soplaban nubecillas de polvo blanco por el patio. El mármol, un material que en el pasado no infundía ningún respeto: los antiguos lo buscaban por su dureza y su facilidad para encontrarlo, sin embargo, este mineral impone por su masa, su peso, su origen. Es una escultura de la misma naturaleza, una extraña creación de millones de años y de fuerzas invisibles e inimaginables. Es como una montaña en miniatura, con todas sus prominencias y depresiones; y, como aquélla, tiene un carácter.

En las escuelas de arte había profesores que impartían los principios generales de la escultura como los que podrían leerse en un libro. Pero pocos habían tallado más que unas sencillas figuras de prueba para “coger la idea”. La talla de piedra, como cualquier otro oficio, requiere cientos de horas de ejercicio, que se traducen en años de duro trabajo con el martillo. El frío de los largos meses de invierno y el sofocante calor de verano azotan al cuerpo como si tratara de una penitencia. Los dedos se deformarán para acomodarse al cincel y las manos se llenarán con las durezas propias de los pies. Una vez que los has conocido durante meses o años, has saltado por encima innumerables veces y soñado con los ojos fijos en ellos, es doblemente difícil empezar a trabajarlos y con un golpe del martillo cambiar por completo y para siempre lo que ha estado confortablemente fijo en tu vida diaria.

La talla de piedra guarda pocos misterios, o ninguno hasta el Renacimiento. Sabemos cómo esculpían los egipcios, ya que hay obras suyas tanto terminadas como sin terminar, y tenemos sus instrumentos. Son los mismos que los nuestros, aunque forjados en bronce, que nos parecen incomprensibles. Incluso la punta de un cincel de hierro templado se estropea después de unos minutos de trabajo sobre un mármol duro. Y los egipcios a menudo esculpían basalto, granito y diorita, las piedras más duras que existen. Los griegos ya utilizaban herramientas de hierro pero eran las mismas.

Y lentamente, la piedra va tomando su forma, la idea cristaliza y aparece ante los ojos del artista, abandonando los recovecos de su mente, yendo a hacía la luz como un ser que surge del abismo: la oscuridad y las tinieblas desparecen mientras el cincel marca las formas y los rasgos cristalizando el pensamiento abstracto, mostrándolo al mundo mientras la idea abre los ojos observando al infinito, inmóvil, ajena a su creación y las pasiones que emana entre observadores, visitantes y curiosos, inmóvil y silenciosa ante el paso de espectadores fugaces. El tiempo pasará y y ella se convertirá en una testigo mudo e inmóvil mientras todo a su alrededor cambia y toma su lugar en las páginas de la historia, una breve anotación en el universo, un testigo de una época pasada que será olvidada y se sumergirá en la vorágine del tiempo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario