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sábado, 24 de agosto de 2024

TRUMAN CAPOTE Y EL NUEVO PERIODISMO

En los años sesenta surge en Estados Unidos el Nuevo Periodismo, también denominado género de no ficción; considerado como una nueva tendencia en la forma de hacer periodismo que proponía traspasar los límites del modelo objetivo de la prensa tradicional. Su surgimiento vino a poner en tela de juicio el ideal de transparencia y objetividad que prevalecía en la forma clásica de ejercer la profesión, donde la ética periodística estaba más bien vinculada a la neutralidad de los mensajes, herederos de la concepción funcionalista de la comunicación como mera transmisión de información. En estos años, los medios de comunicación se vieron superados por su entorno social, en tanto se tornaron incapaces de transmitir con profundidad, conciencia y frescura acontecimientos tan desconcertantes como los asesinatos de John y Robert Kennedy, los paseos espaciales, la guerra de Vietnam, los disturbios raciales, la cultura underground o las nuevas voces de la juventud norteamericana. Por su parte, esta nueva tendencia no sólo pretendía recuperar los viejos preceptos del periodismo: investigación, denuncia, pluralidad de voces y compromiso ético, sino que vio en su contexto social nuevas temáticas para abordar, donde los mismos acontecimientos parecían extraídos de una obra “literaria”.

Algunos de sus protagonistas fueron Rodolfo Walsh, Tom Wolfe, Norman Mailer, Truman Capote o Hunter S. Thompson entre otros.
Truman Capote


TRUMAN CAPOTE: SU VIDA

Truman Capote nació el 30 de septiembre de 1925 en Nueva Orleans (Estados Unidos). Era hijo de un comerciante llamado Archulus Persons y de una reina de la belleza de nombre Lillie Mae Faulk que adoptaría el apellido de Capote tras contraer matrimonio con Joseph García Capote, empresario de ascendencia cubana.

A los cuatro años sus padres se divorciaron y durante el resto de su niñez vivió la peripecia y la soledad del típico producto de "hogares separados" (inestabilidad o bonanza, traslados entre uno y otro progenitor), todo ello con el horizonte imperturbable de las granjas del Sur profundo y rural. Su madre se volvió a casar con un próspero hombre de negocios apellidado Capote, nombre que adoptó Truman casi de inmediato.

Escritor precoz, desde muy adolescente había comenzado a pergeñar historias para, como él mismo diría, paliar la soledad de su infancia. A los dieciocho años entra a trabajar en el New Yorker y a los veintiuno deja el periódico y publica un relato, Miriam, en la revista Mademoiselle, que atrae la atención de los críticos y es seleccionado para el volumen de cuentos del premio O'Henry de 1946.

Después del galardón y tras haber conseguido que se hablara de su estilo "gótico e introspectivo" y de la influencia de Poe en sus cuentos, Truman Capote escribe, durante dos años, Otras voces, otros ámbitos (1948). Esta novela impresionó más por su abierto planteamiento de las relaciones homosexuales que por sus verdaderos méritos literarios, y por sus reflejos autobiográficos más que por su delicada exposición de las vivencias infantiles: un niño solo, Joel, que busca a su padre en el profundo Sur y termina por elegir a un travestido como figura paternal. En esta su primera novela, Capote fue comparado con Alain-Fournier, el autor de El gran Meaulnes, por su peculiar objetivación poética del mundo de la infancia, por su atmósfera lírica y por su exaltación de la naturaleza.

Vinieron luego los años de sus viajes y de residencia en Italia, Grecia y España; visitó también la Unión Soviética. Durante la década de los cincuenta publica insuperables entrevistas en Playboy y termina una de sus novelas más deliciosas, Desayuno en Tiffany's (1958). El relato gira en torno a Holly Golightly, una joven sofisticada a quien el supuesto autor del relato (está escrito en primera persona) tuvo por vecina antes de convertirse en escritor famoso. Holly es una muchacha que vive su vida, sin tener en cuenta los convencionalismos sociales y dispuesta a conservar su libertad como sea. Le gusta vivir y vestir bien, para lo cual no tiene inconveniente en aceptar dinero de los hombres; fingiendo ser su prima, visita en la cárcel a un gangster, Sally Tomato, de quien más o menos inconscientemente hace de mensajera, y que le paga por ello 200 dólares cada semana.

En sus "horas negras", el mejor remedio que encuentra Holly "es tomar un taxi e ir a Tiffany's"; el ambiente elegante y la tranquilidad que allí se respira tienen la virtud de calmarla. Así pasa Holly por la vida, sin preocuparse por el pasado ni por el futuro; conservando un fondo de inocencia en medio de su alocada vida, que en muchos ambientes se consideraría reprobable. Al final, su amistad con el gánster le hará tropezar con la justicia y la obligará a abandonar el país, desapareciendo de la vida del autor.

TRUMAN CAPOTE Y EL NUEVO PERIODISMO

Su interés por el periodismo y su intensa colaboración con la revista New Yorker lo acercaron a la disciplina del reportaje de investigación, lo que dio como fruto su célebre obra A sangre fría (1966), creadora del género de la  novela de no-ficción , que relata el caso real del asesinato de la familia Cutters, basándose en documentos policiales y el testimonio de los implicados. Por esta novela, junto a Norman Mailer y Tom Wolfe, Capote es considerado uno de los padres del Nuevo Periodismo), que combina la ficción narrativa y el periodismo de reportaje, dentro de una nueva concepción de la relación entre realidad y ficción. La escritura de esta novela le llevó siete largos años y la crítica no tardó en saludarla como la novela más "dura" y significativa de la década de los sesenta.

Minuciosa reconstrucción de un crimen real (el despiadado asesinato de una familia de granjeros de Kansas),  A sangre fría llegó a ser, tras su publicación, el mejor exponente de la novela-documento o novela-reportaje, y un claro ejemplo del nuevo género narrativo que diluye los límites del periodismo y la literatura. Para la realización de su novela, Capote llevó a cabo una dilatada investigación de los terribles hechos que relata y realizó numerosas entrevistas, manteniendo un estrecho contacto con los asesinos antes de ser ejecutados. Narrada con detallado realismo y una fría distancia, la novela es en un estudio incisivo de la América de su época que expone el desorden y la violencia que laten bajo una feliz apariencia de progreso y desarrollo.

A la precursora A sangre fría le siguieron los autores que cultivaron con éxito el Nuevo Periodismo: entre los más conocidos figuran Tom Wolfe, Norman Mailer y Gay Talese. Este último firma una de las piezas más comentadas en las facultades de Periodismo de todo el mundo: el perfil sobre la vida de la Voz “Sinatra está resfriado”, que publicó la revista Esquire a mediados de los 60.

A principio de los setenta, Capote comenzó a escribir la que sería su obra póstuma e inacabada, Plegarias atendidas. En 1975 publica Música para camaleones, un conjunto de relatos escritos con el magistral estilo de Capote, en los que bucea con implacable lucidez en la poesía y el horror de la vida. Capote, tal vez uno de los mayores narradores del siglo veinte norteamericano, fue un maestro en el arte de la construcción imaginativa (tanto en el relato corto, reportajes o novelas), y sobre todo un poseso de la perfección estilística. Su obra quedará al lado de las ya clásicas de Faulkner, Penn, Welty y McCullers.

martes, 6 de agosto de 2024

LA BOMBA ATÓMICA

Mientras en las grandes instalaciones de Hanford y Clinton se empezaban a producir los explosivos plutonio y actinuranio en cantidades suficientes, se comenzó la construcción de la bomba atómica en una meseta montañosa muy alejada, elevada y desértica, en Los Alamos, cerca de Santa Fe, Nuevo Méjico. (Los datos de este artículo han sido tomados del libro de Hans Thirring- Historia de la bomba atómica. Aquí se instaló un gigantesco laboratorio de química y física nuclear, ya que, antes de que los teóricos pudieran dar indicaciones decisivas para la resolución de determinados problemas técnicos, era pre­ciso encontrar una respuesta experimental a muchas cuestiones relativas al comportamiento de los neutrones, su velocidad de difusión, su absorción, dispersión, etc. Un ensayo directo quedaba excluido debido a los temibles efectos devastadores de una explosión. Todas las premisas para la correcta elaboración de la bom­ba atómica tuvieron que establecerse teóricamente. En Los Alamos se reunieron los físicos nucleares más famosos de los Estados Unidos y del mundo entero, entre los cuales se encontraban Bohr, Fermi y Robert Oppenheimer.

Las cuestiones decisivas eran la determinación exacta de la «masa crítica» y la obtención de las premisas para una reacción en cadena que se desarrollara suficientemente rápida de modo que abarcara a toda la masa de la sustancia explosiva antes de que ésta resultara esparcida en todas direcciones por una explosión parcial de una parte de la misma. A fin de evitar una pérdida prematura de neutrones y de conseguir mediante una demora -aunque ciertamente muy corta- la explosión completa, se rodeó la sustancia explosiva de una capa gruesa de metal pesado, con átomos pesados como, por ejemplo, acero o plomo. Al chocar los neutrones con los átomos muy pesados de esta envoltura metálica resultan reflejados de nuevo hacia el interior de la bomba, con lo que se ayuda al desarrollo de la reacción en cadena. Este manto metálico se denomina «tamper».

Evidentemente, la existencia de esta envoltura metálica no representa obstáculo alguno para la explosión frente a la enorme energía con que se produce ésta; por otra parte, la momentánea demora provoca una desintegración más completa y con ello se obtiene la máxima cantidad de energía posible.

Debido a que al alcanzarse o superarse el volumen crítico la reacción en cadena provocada por los neutrones de los rayos cósmicos se extiende en una millonésima de segundo a toda la masa y provoca la explosión momentánea, la sustancia explosiva de la bomba debía colocarse en dos mitades separadas, e inferiores cada una de ellas al volumen crítico, de modo que éste se alcanzase o superase solamente en el momento del lanzamiento de la bomba mediante la unión de ambas partes. Esto puede conseguirse, por ejemplo, construyendo ambas partes de modo que encajen completamente, dando a una forma de cavidad y a la otra forma de tapón de idénticas dimensiones al orificio de la primera. El tapón se lanza veloz a su correspondiente cavidad con una es­pecie de cañón, superándose así el volumen crítico y provocándose inmediatamente la reacción en cadena.

La prueba general de la primera bomba atómica se realizó el 16 de julio de 1945. Hans Thirring informa con las siguientes palabras:

«En un lugar apartado de la base aérea de Alamogordo, en me­dio de un desierto de rocas de Nuevo Méjico, unos 200 km al sudeste de Albuquerque, se había levantado una torre de acero de 45 m de altura en la que se colocó la bomba. El puesto de observación más ­próximo estaba situado a 10 km y el punto central de observación, con el personal científico, se encontraba a 17 km. Se habían es­cogido las primeras horas de la mañana, pero la atmósfera estaba perturbada por aguaceros y tormenta. Faltan dos minutos para el momento previsto, la tensión está en su punto culminante, los observadores, con los ojos protegidos con gafas oscuras contra las intensas radiaciones UV, se echan al suelo para no presentar una gran superficie a la fuerte onda expansiva. A las 5.30 horas en punto se eleva como un rayo una llamarada verdosa, más deslum­brante que la luz solar directa, y al cabo de unos segundos llega la onda expansiva. Dos observadores que se habían arriesgado a permanecer de pie fuera del refugio fueron derribados, un rugido llenó el aire y su eco resonó potente hasta las lejanas montañas. Tuvo que esperarse cierto tiempo antes de poder arriesgarse a acercarse al centro de la explosión, hasta que éste se hubiera enfriado suficientemente. De la torre de acero no quedaba el menor rastro. En el mismo lugar en que ésta se elevaba, la onda expansiva había provocado una amplia depresión en el duro suelo. El suelo de piedra aparecía cubierto de una capa vítrea; la superficie de las rocas resultó fundida por acción de las temibles radiaciones. No debe olvidarse que la potencia de una radiación es proporcional a la cuarta potencia de la temperatura y que, además, la tempe­ratura en la explosión de la bomba atómica es varios millares de veces superior a la temperatura de la superficie solar. Así se ex­plica que se produzca un rayo de tal intensidad que en una milé­sima de segundo provoca la fusión de la superficie de las rocas.

El dictamen de los físicos, sus previsiones, resultaron confirmados.

El 6 de agosto de 1945 la ciudad de Hiroshima resulta destruida por el lanzamiento de la primera bomba atómica; y tres más tarde, el 9 de agosto Nagasaki sufre las consecuencias del lanzamiento de la segunda bomba atómica.

La teoría de la relatividad de Einstein

Einstein formuló en 1905 la ecuación que 40 años más tarde serviría de base teórica para fabricar la bomba. Su contribución podría haberse quedado ahí si en julio de 1939 su viejo amigo Leó Szilárd no se hubiese presentado en Long Island, donde veraneaba el científico, con noticias inquietantes. Szilárd era un físico húngaro judío que, como Einstein, se había exiliado a EE.UU. huyendo de los nazis.

Al bombardear núcleos de uranio con neutrones, los núcleos se dividen (se fisionan) en núcleos más livianos. Sumando las masas de los productos de fisión vemos que el resultado es menor a la masa inicial. ¿Qué ha pasado con el resto? La diferencia se ha convertido en energía. Ya que el factor C² es muy grande, esa energía también lo es. Mediante la fisión, se libera una cantidad relativamente grande de energía. Además, se liberan también algunos neutrones. Si estos inciden sobre otros el resto de núcleos, estos también se fisionan, produciéndose una reacción en cadena. Si esta es controlada, podemos tener una fuente de energía. Si en cambio la reacción nuclear es explosiva y escapa de control, lo que tenemos es una bomba atómica, como la de Hiroshima

Finaliza la Segunda Guerra Mundial

En la primavera de 1945 la Alemania nazi había sido derrotada, pero Japón resistía a pesar de la campaña de bombardeos que había llevado a cabo Estados Unidos y que había destruido algunas de las ciudades importantes y se había cobrado cientos de miles de vidas.

En julio de ese año, en Potsdam (Alemania), los líderes de Estados Unidos, Reino Unido y la URSS se reunieron para fijar el orden que regiría en la Europa de la posguerra y solicitar la rendición incondicional de Japón.

El reloj marcaba las 08.15 ese 6 de agosto de 1945 cuando un bombardero Boeing B-29 llamado Enola Gay lanzó sobre Hiroshima la bomba de uranio Little Boy. Justo 43 segundos después, cuando se encontraba a 600 metros del suelo, estalló en una bola de fuego de hasta un millón de grados centígrados, arrasando con casi todo lo que estaba a su alrededor.

Ya antes del lanzamiento de la primera bomba, el 6 de agosto de 1945, sobre la ciudad de Hiroshima, un grupo de investigadores atómicos americanos bajo la dirección del entonces profesor en Gottingen, Dr. James Franck, se pronuncian en el informe contra el lanzamiento de la bomba por motivos morales. En este informe se advierte ya que al empleo de la primera bom­ba atómica seguirá lógicamente una carrera mundial de armas nucleares, tal como luego sucedió.

Después del lanzamiento de la segunda bomba atómica sobre la ciudad de Nagasaki, la producción de bombas atómicas y otras armas nu­cleares se ha desarrollado extraordinariamente en los Estados Unidos y luego en la Unión Soviética. Los numerosos ensayos atómicos han provocado la contaminación radiactiva no sólo de los lugares de explosión, sino que, como consecuencia de las corrientes de aire, sus efectos se han extendido hasta lugares muy apartados del centro de prueba.

En el polvo radioactivo se encuentra el estroncio 90, cuyo período de semidesintegración asciende a los 28 años. Desde las capas superiores del aire cae a la tierra con la lluvia, siendo absorbido por las plantas y de ahí pasa al cuerpo de los animales y de los hombres, en el proceso de alimentación, concentrándose particularmente en los huesos, una de las partes sensibles a las radiaciones, y desde el interior del organismo se produce una radiación constante que influye en forma muy especial sobre todos los procesos bioquímicos.

 

sábado, 3 de agosto de 2024

LA FOTOGRAFÍA

Mirar. Siempre mira. Mira mucho. Mirar con ojos que tocan, con ojos que sienten, con ojos que abrazan, aman, incluso odian. Observa cómo pasa la vida, cómo el mundo no se detiene, cómo sigue su curso y pasa por delante de tus ojos. Mira y observa con atención.
Mira. Nunca dejes de mirar. La vida pasa en los ojos. Incluso si los mantienes cerrados, incluso si no pueden ver. La vida pasa ante tus ojos.
Ver el espacio inútil entre el sueño y la realidad. Llenarlo. Intenta llenarlo con todo lo que eres. Hay grandes dificultades que superar, momentos en los que querrás no mirar. En esos momentos hay que mirar aún más, en esos momentos hay que abrir aún más los ojos. Para que puedas ver lo que puedes hacer para ver algo diferente. El secreto del éxito es ver bien. Entiende a quién tienes delante, a quién tienes a tu lado, a quién tienes detrás. Hay que ver bien para elegir bien, para decidir bien. Aunque duela, aunque pese, aunque tengas ganas de no mirar. Mirar. Siempre mira.
Y mientras el tiempo pasa, los recuerdos se quedan grabados en nuestra mente, agolpándose en momentos de dolor y nostalgia. Fotografías de un pasado que se tornan amarillas mientras las miradas se difuminan y la vista flaquea, distorsionando la realidad, dejando paso a instantáneas frías y estáticas, fotografías colgadas en la pared, silenciosas miradas de un pasado ya ocurrido.

viernes, 2 de agosto de 2024

JAPÓN DURANTE LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XX: LA CREACIÓN DE UN IMPERIO

Japón es un país donde conviven a la par la tradición y la modernización. A finales de siglo XIX, en 1866 tiene lugar la restauración Meiji, la cuál permite la modernización de Japón gracias a la implantación de un sistema liberal parecido al modelo occidental y la industrialización del país.

Estas medidas chocaron con la oposición de los samuráis y los señores feudales, con bien refleja la película El último samurái de Tom Cruise. Sin embargo, la era Meiji permitió a Japón convertirse en una potencia mundial tras la Primera Guerra Mundial.


La economía japonesa

Japón desarrolló una gran capacidad industrial centrándose en dos sectores: la industria textil con la producción de seda y algodón, haciendo competencia a Inglaterra y con la producción de acero a través de la empresa Yawata. El desarrollo de su economía vino acompañada de una política exterior expansionista y militar debido a su falta de materias primas, necesarias para el desarrollo de su industria que luego revendería sus colonias convertidas en manufacturas, convirtiéndose en la metrópolis del posterior imperio.

Al igual que sus homólogos europeos, nace una industria militar doméstica estrechamente controlada. En segundo lugar, debido a la falta de recursos en las islas de Japón, para poder mantener un sector industrial fuerte y con gran crecimiento, las materias primas como el hierro, petróleo y el carbón en gran parte se habían de importar a pesar de que el país disponía de una pequeña parte de éstas. Gran parte de estos materiales llegaba de Estados Unidos. Así, por el esquema de desarrollo militar industrial y el crecimiento industrial, las teorías mercantilistas prevalentes, hacían imprescindibles las colonias. Estas eran necesarias para competir con las potencias europeas. Corea (1910) y Formosa (Taiwán, 1895) fueron anexionadas muy pronto como colonias agrícolas. Además, el hierro y el carbón de Manchuria, la goma de Indochina y los vastos recursos de China eran los principales objetivos para la industria japonesa.

Este desarrollo industrial provocó un gran crecimiento demográfico ( la población pasó de 35 millones a 55 millones de habitantes) y la instauración de un sistema parlamentario a imagen y semejanza de la Prusia de Otto von Bismark: se creó un sistema de Cortes Bicamerales elegidas por sufragio censitario masculino.( se elaboró un sistema de turnismo de partidos similar al creado en España tras la Restauración borbónica).

La victoria en la guerra chino-japonesa (1894.-1895) y la firma del tratado de Shimonosekie, el cual permite a Japón anexionar Taiwan y la posterior victoria frente al imperio ruso de Nicolás II en 1905 son fundamentales para comprender la creciente hegemonía japonesa en el extremo oriente. La participación en la I Guerra Mundial a favor de los aliados y el crecimiento de las exportaciones durante el periodo bélico permitirán desarrollar la industria japonesa: empresas como Mitsubishi aparecen en estas fechas.


La deriva totalitaria

A pesar de que Japón era un sistema liberal sus ansias expansionistas lo irán transformando gradualmente en una potencia imperialista. En 1925 Japón permite el sufragio universal masculino. En esas mismas fechas, los japoneses empiezan una persecución contra los comunistas a través de la ley de Preservación de la Paz. El auge del ultranacionalismo perjudica gravemente a la población coreana que trabaja en territorio japonés, la creación de sociedades secretas ultranacionalistas de carácter militar (Escuela Imperial, Escuela del orden) y movimientos ultranacionalistas (Dragón oscuro, Océano Oscuro) afianzan la transformación de Japón en potencia imperialista.

El enfrentamiento con la China de Chang Kai Shek en 1928, la ocupación de Manchuria en 1931 tras el incidente Mukden, la conquista de la península coreana y la creación del estado de Manchuko son fundamentales para entender el imperialismo japonés: Japón es un país que carece de materias primas para su industria. Las diferentes conquistas del imperio del Sol Naciente permitirán a Hiro Hito conseguir las materias primas necesarias para que las industrias japonesas las conviertan en manufacturas, revendiéndolas a los territorios conquistados creando así un imperio colonial donde Japón sería la metrópolis. La firma del pacto Antikommintern con la Alemania de Hitler en 1936 y el posterior ataque a la China de Mao y Chang Kai Shek en 1937 afianzarían la política exterior japonesa: La creación de un Nuevo Orden asiático.


El 20 de febrero de 1937, en Japón; obtiene la victoria electoral el partido liberal “Minseitō” imponiéndose sobre los conservadores ortodoxos del reconocido partido conservador “Rikken Seiyūkai” ("Amigos del Gobierno Constitucional"). Este acto será considerado un duro revés para el gobierno conservador de la época que estaba a punto de invadir China e iniciar la Segunda guerra chino-japonesa. El 27 de septiembre de 1940, el Imperio de Japón firmó el Pacto Tripartito con la Alemania Nazi y el Reino de Italia, siendo sus objetivos "establecer y mantener un nuevo orden de las cosas" en sus respectivas regiones del mundo y esferas de influencia, con la Alemania nazi en Europa, Japón Imperial en Asia y el Reino de Italia en el norte de África. Los firmantes de esta alianza son conocidos como las Potencias del Eje. El pacto también pide asistencia mutua si alguna de las potencias fuera atacada por un país aún no implicado en la guerra, con excepción de la Unión Soviética, y de la tecnología y la cooperación económica entre los signatarios.

Con la ocupación de la Indochina francesa en los años de 1940-41 y la continuación de la guerra en China, los Estados Unidos embargaron a Japón materiales estratégicos, tales como la chatarra y el petróleo, que eran sumamente necesarios para su esfuerzo de guerra. Los japoneses se enfrentaban con la opción de retirarse de China y de perder su influencia, o la captura y obtención de nuevas fuentes de materias primas en las colonias ricas en recursos del sudeste de Asia controladas por las potencias europeas - específicamente la Malasia británica y las Indias orientales holandesas.

Hiro Hito

Japón durante la Segunda Guerra Mundial

El comienzo de la Segunda Guerra Mundial, en septiembre de 1939, dio a Japón una nueva oportunidad para extenderse por Sudeste asiático, después de haber alcanzado varios acuerdos diplomáticos. En septiembre de 1940 Japón estableció una alianza tripartita con Alemania e Italia, el denominado Eje Roma-Berlín-Tokio, que aseguraba ayuda mutua y total durante un periodo de diez años. Sin embargo, Japón consideró que el pacto firmado en 1939 entre Alemania y la URSS había liberado al Imperio de cualquier obligación contraída en la alianza anticomunista de 1936. Por tanto, en abril de 1941, Japón firmó un pacto de neutralidad con la URSS, que garantizaba la protección del norte de Dongbei(-)Pingyuan.

Al mismo tiempo, Japón intentó obtener acuerdos económicos y políticos en las Indias Orientales Neerlandesas. Estas acciones provocaron el embargo de petróleo estadounidense e incrementaron la hostilidad entre ambos países, bastante fuerte desde la invasión japonesa de China en 1937. En octubre de 1941 el general Hideki Tōjō se convirtió en el primer ministro japonés y ministro de Guerra, lo que no favoreció la normalización de las relaciones.

El 7 de diciembre de 1941 (domingo) sin aviso y mientras todavía se estaban celebrando negociaciones entre los diplomáticos estadounidenses y japoneses, varias oleadas de aviones japoneses bombardearon Pearl Harbor, en Hawái, la principal base naval estadounidense en el Pacífico ; poco después se lanzaron ataques simultáneos contra Filipinas, la isla de Guam, isla Wake e islas Midway, Hong Kong, Malasia británica y Tailandia. El 8 de diciembre (lunes), Estados Unidos declaró la guerra a Japón tras la declaración del presidente Franklin D.Roosevelt en el senado, al igual que el resto de los poderes aliados, excepto la URSS.

Un año después del éxito de estos ataques por sorpresa Japón mantenía la ofensiva en el Sudeste asiático y en las islas del Pacífico Sur. El Imperio designó el Este asiático y sus alrededores como la ‘Gran Esfera de Coprosperidad de Asia Oriental’ e hizo efectiva la propaganda del lema ‘Asia para los asiáticos’. Además, los elementos nacionalistas en la mayoría de los países de Asia Oriental daban apoyo tácito, y en algunos casos real, a los japoneses, porque vieron un camino aparente para liberarse del imperialismo occidental.

En diciembre de 1941, Japón invadió Tailandia, a cuyo gobierno obligó a firmar un tratado de alianza. Las tropas japonesas ocuparon Birmania, Malasia británica, Borneo, Hong Kong y las Indias Orientales Neerlandesas. En mayo de 1942, las Filipinas cayeron en manos niponas.

Volviéndose hacia Australia y Nueva Zelanda, las fuerzas japonesas desembarcaron en Nueva Guinea, Nueva Inglaterra (actualmente parte de Papúa-Nueva Guinea) y las islas Salomón. Un destacamento especial japonés también invadió y ocupó Attu, Agattu y Kiska en las Islas Aleutianas frente a la costa de Alaska, en Norteamérica (cf. Batalla de las Islas Aleutianas). Al final, la guerra se convirtió en una lucha naval por el control de las vastas extensiones del océano Pacífico.