frente al silencio cómplice de las democracias occidentales. Ceguera selectiva
de aquellos que miraron hacia otro lado mientras padecíais los horrores de la guerra
que los fascistas llevaron a vuestra puerta. Silencio cómplice que ahonda en la herida
De la extensión de Rusia, de sus tiernas ventanas, con los brazos abiertos y extendidos
de un pueblo que siempre estuvo allí salió una voz profunda de máquinas y manos
a aquellos que tanto sufrieron y fueron olvidados, aquellos que todo lo habían perdido
y fueron denostados: Rusia y su pueblo los acogieron como al hijo pródigo, como a un hermano
Dos patrias llevaron desde entonces consigo: aquella añorada y pérdida, siempre recordada
y aquella que les acogió sin rechistar, las dos en el corazón, las dos en llamas de amor
una siempre en la memoria, recuerdos tristes y dolorosos de lo que se perdió
la otra, tierra que pisaban al andar, tierra de los soviets, tierra de acogida frente a la abandonada
Esperadme porque volveré. Esperad cuando os invada la pena, mientras la lluvia cae y la nieve cubre los caminos
Esperadme cuando los vientos barran la nieve y los amigos se sienten junto al fuego para brindar por mi persona, recuerdos tristes, canciones sin gloria
Cuando creáis que ya no existo, ¡Nunca olvidéis! recordad a viandantes sucios y olvidados, lo mejor de España, garabatos en la historia actual y en la memoria
Nunca entenderán que en medio de la muerte, vosotros, Rusia, soviéticos, con vuestra espera, nos salvasteis de tan cruel destino
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