Paul Mattick sostiene
que es una clase social intrínseca al capitalismo, ya que lo que en el marxismo
se denomina “ejército industrial de reserva” no es más que lumpenproletariado:
individuos fuera del proceso productivo o con intereses diferentes a la de la
clase trabajadora.
Este último hecho,
para Marx, era el que confería al lumpen una constante degradación moral y
embrutecimiento, progresiva ignorancia y acumulación de tedio, vagancia e
indisciplina. Es por esto, principalmente, que no puede tener “conciencia de
clase” ni ser un representante de los intereses de los trabajadores. Sólo podía
serlo en tanto plegara sus intereses a la clase trabajadora. Pero esto último
es lo que le confiere un carácter decididamente reaccionario. Dado que el
lumpen no puede tener conciencia de clase, sólo puede tener intereses ligados a
otras clases. Se aliará a la clase que mejor beneficie sus intereses, es decir,
su intervención en la lucha de clases está regida por las conveniencias ocasionales
y circunstanciales de todo momento histórico.
La aparición del
lumpenproletario en las organizaciones de masas y colectivos sociales, se
caracteriza por el intento de sacar un provecho para el mismo a costa de los
propios actores de la organización o del colectivo. Llegará incluso aparentar
que defiende con más fuerza que nadie las reivindicaciones de esas
organizaciones y colectivos. Sin embargo, en el momento en que se descubra sus
intenciones intentará destrozar aquello que con tanta fuerza defendía,
convirtiéndose en un aliado más del poder económico.
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