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lunes, 12 de octubre de 2015

EL VODKA Y LA URSS VERDADES Y MITOS

Estaréis pensando en el vodka como la bebida nacional y más consumida por los rusos, la realidad es otra

El vodka, al parecer la bebida alcohólica más pura y simple de producir, es el resultado de un proceso de destilación relativamente complejo que no fue inventado hasta el siglo XV. Sin embargo, la relativa juventud del vodka —tiene unos 8000 años menos que el vino— no le impidió ganar rápidamente gran popularidad en Europa del Este y Rusia.

En Rusia se lo llamaba samogónka. Posteriormente se impuso abreviar la expresión vodá agua y utilizarla en diminutivo, quedando en “vodka”, que significa literalmente “agüita”.3 Pero generalmente suele darse la explicación, que la palabra vodka viene de la palabra rusa "vodá", que significa "agua". La palabra vodka comienza a emplearse sólo a partir del siglo XVII. En los países del este “vodka” sirve para designar cualquier bebida de alta graduación. A este respecto, hay que tener en cuenta, como sucede con frecuencia con las palabras extranjeras utilizadas fuera del contexto de esa lengua extranjera, que “vodka” significa una realidad distinta en los países del este y en los países de habla castellana, inglesa o francesa

SU HISTORIA

La palabra “vodka” (que, por cierto, en ruso es siempre femenina: “la vodka”) tiene la misma raíz que vodá, agua. El término se consolidó entre los siglos XIV y XV y fue cambiando de sentido con el tiempo. El primer significado autónomo que tuvo fue “vino” pero en los siglos XIX-XX empezó a utilizarse para designar bebidas alcohólicas de fuerte graduación producidas por la fermentación de grano o patata.

Composición

Antes de que llegase el vodka como se entiende ahora —H2O + CH3-CH2OH, es decir, agua y etanol— no cabía inducir sabores —de menta, de enebro, etc.— a un alcohol puro e insípido. Había que inducirlos a un aguardiente, a una destilación imperfecta con sabores de la materia de procedencia. El ideal de los alquimistas fue aislar completamente el alcohol, incluso del agua. El vodka es alcohol puro —agua y alcohol—, pero no alcohol absoluto: solo alcohol sin incluso agua. El alcohol absoluto es costoso de obtener y solo se logró obtenerlo bien entrado el siglo XX. Existe una marca que se llama Absolut vodka, muy sugerente como producto, pero que tiene un 60 % de agua, pues las legislaciones no suelen permitir vender al por menor una concentración alcohólica superior a los 40 o 43 grados. Tampoco suelen permitir que se venda al por menor alcohol puro —agua y alcohol— y neutro —sin desnaturalizar—, si no es bajo la denominación vodka. En eso consiste el llamado “vodka para cócteles”. Se trata de una simple mezcla de alcohol y agua. Todas las bebidas alcohólicas —salvo el vodka— se componen de alcohol, agua y algo más. En ocasiones en la botella de vodka se hace constar las materias primas de proveniencia; pero ello es irrelevante desde el punto de vista de la composición del vodka: agua y alcohol. A lo más está levísimamente aromatizado.

El origen de la comercialización del alcohol puro e insípido que en Occidente denominamos vodka está ligado a la marca Stolichnaya y se popularizó al final de la Segunda Guerra Mundial. Se vendía inicialmente como “whisky blanco”, y su eslogan era “sin gusto ni olor”. Resultó muy útil para cócteles.Sin embargo, como hace notar Gordon Brown, si el vodka no se vendiese bajo ese nombre sino con el de “alcohol neutro” perdería todo su encanto. Los nombres rusos del vodka dan pistas sobre ese sabor suave o sobre el origen del producto. Limonnaya significa con sabor a limón, Krepkaya indica que es fuerte, Moskovskaya, que proviene de Moscú, etc.

El Vodka en la URSS

En 1985 el Partido Comunista de la Unión Soviética declaró una guerra contra el alcoholismo en el país, al lanzar una campaña denominada ley seca, una medida controvertida que a pesar de tener ciertos efectos positivos provocó enormes pérdidas para la economía del país e hizo un grave daño a la imagen de las autoridades; pero no tuvo éxito.  Más información aquí 

EL VODKA EN LA ACTUALIDAD

“¡El vodka es nuestro enemigo, así que tendremos que consumirlo!” y “¡Nunca puede haber suficiente vodka!”, parecen resumir el estereotipo de la opinión rusa respecto al alcohol. Con frases como esas y la costumbre de nunca dejar una botella sin terminar, es bastante fácil entender por qué los extranjeros tienen la falsa sensación de que todos los rusos siempre están bebiendo vodka. Sin embargo, no todos los rusos beben tanto. Según Rosstat, el 40% de la población rusa se abstiene por completo del alcohol. En comparación, el 37% de los estadounidenses se declaraba totalmente abstemio en un estudio de la Autoridad Mundial de la Salud en 2011.

Sorprendentemente, el dominio del vodka se vio amenazado a medida que la cerveza iba ganando popularidad en Rusia. Considerada “más sana” por algunos, la cerveza experimentó un incremento en las ventas de un 40% durante la pasada década.

Huelga decir que el alcoholismo sigue siendo claramente un problema es en Rusia, con cerca de dos millones de casos diagnosticados en 2011 según la Organización Mundial de la Salud.

Basta con pasar por un “perejod” (paso subterráneo) del metro para encontrarse con mendigos y alborotadores ebrios. El problema del alcoholismo es muy evidente. No obstante, se ha registrado una mejora considerable durante los últimos años.

En 2010, el consumo medio anual por persona en Rusia ascendía a unos asombrosos 18 litros. En 2013, esta cantidad cayó hasta los 13,5 litros según Rosstat. 13,5 litros sigue siendo un consumo algo mayor que el de otros países occidentales que, según los cálculos de la OMS en 2011, se encontraba entonces entre los 7,5 y los 10 litros anuales. A pesar de todo, se trata de un impresionante descenso en el consumo el 25%.

Aunque, LTP (Profilactorios de Tratamiento Laboral ) que se cerraron, hay muchos hospitales privados están llevando a tratamiento de los alcohólicos y adictos a las drogas. Algunos de ellos son métodos ilegales y crudo en lugar de tratamiento, incluyendo palizas y el uso de esposas. Pero los parientes rara vez se quejan a la policía, ellos creen, que tales medidas extremas son necesarias, para salvar a un ser querido de alcoholismo.

En Rusia, de hecho, cambió su actitud hacia el alcohol. Por un lado, algunos rusos – la gente de negocios, tecnócratas, trabajadores calificados- han adoptado una cultura más civilizada del consumo de alcohol. Beben vino o cerveza en pequeñas cantidades, y, a menudo no beben en absoluto. Por otro lado, para la mayoría de la población, incluidos los jóvenes, el vodka sigue siendo la forma tradicional de ocio. Y, a pesar de los esfuerzos del Gobierno, el vodka y la cerveza es ahora más barato y más accesible, que en tiempos soviéticos. Hasta que llegó Putin.

El presidente ruso, Vladímir Putin, fue quien empezó a introducir la prohibición de venta en determinados periodos del día. Aumentaron también los impuestos o las multas por conducir borracho y comenzaron las campañas de salud pública. También se empezó a incrementar el precio del vodka. La campaña se fortaleció en los años de la presidencia (2008-12) del primer ministro Dimitri Medvédev. Pero no ha terminado, y hoy la lucha sigue.

El impuesto sobre el alcohol de alta graduación para 2012 fue de 300 rublos por litro. En 2013 creció hasta los 400 y en 2014, hasta los 500 rublos. De acuerdo con la propuesta del Ministerio de Finanzas, para 2015 la tasa del impuesto creció hasta los 560 rublos por litro.

La lucha contra el alcoholismo ha sido uno de los objetivos del Gobierno de Vladímir Putin desde que llegó al poder. Rusia fue el país de Europa donde más disminuyó el consumo entre 2010 y 2016: de 15,8 litros anuales per cápita a 11,7. Aun así, el país sigue por encima de la media europea (9,8 litros), según datos de abril de la Organización Mundial de la Salud. El vodka, perdió, durante los primeros siete meses del 2020, el interés de compra en ese país, en el que sus habitantes optaron por otras bebidas alcohólicas. El vodka no logró figurar ni siquiera en la lista de los 50 productos más adquiridos por los rusos en ese año.

La última medida del Gobierno ha sido recuperar por ley los polémicos “autobuses celda” que retiran a los alcohólicos de la calle y que fueron desmantelados hace una década, para dejar en manos de los servicios médicos la asistencia a estas personas. La nueva ley contempla además la imposición de multas a las personas ebrias, y fue justificada por el aumento de delitos y las muertes con las bajas temperaturas. 

En 2020 Putin reinstauró los polémicos centros de desintoxicación etílica de la época de la URSS. Las regiones deberán habilitar locales especiales adonde la policía trasladará a los ciudadanos en estado ebrio cuando antes debían trasladarlos a los hospitales. En la Unión Soviética dichos centros ("vitrezvitel") estaban muy extendidos y corrían a cargo del Ministerio del Interior desde la década de 1930, pero una vez llegó la democracia dicha institución fue muy criticada como instrumento de represión estatal y desapareció hace una década. Fuente: la República

Debido a la política aplicada en los últimos años por Putin, los rusos consumen menos alcohol que en países como Francia, donde el vino es el rey, o Alemania, donde la cerveza lidera las preferencias de los consumidores: La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha cifrado en un 43 % la reducción del consumo de bebidas como el vodka en Rusia entre 2003 y 2016. 

La OMS atribuye el descenso en el consumo de bebidas alcohólicas a las medidas implementadas por las autoridades y al fomento de un estilo de vida saludable, y lo vincula a un aumento significativo de la esperanza de vida.

El tabaco y el alcohol han sido arrinconados a tiendas, supermercados y empresas de reparto. Por ley el tabaco no está ni a la vista. En cuanto a las bebidas alcohólicas, el control para no vender a menores de 18 años es absoluto y nadie puede adquirir estos productos después de las once de la noche.  Según el Ministerio de Sanidad, en los últimos ocho años los fallecimientos relacionados con el consumo del alcohol han descendido un 30%. Si en el 2010 hubo 47 muertes por cada 100.000 personas por esta causa, en el 2018 habían bajado a 32.



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