Robert Capa es el pseudónimo de los fotógrafos Ernö Friedmann, de origen húngaro, y Gerda Taro, de origen alemán, quienes unificaron sus trabajos en la personalidad de Capa para publicar sus fotografías como un solo autor y facilitar las ventas.
Ernö Friedmann y Gerda Taro |
La fotografía de Capa se caracterizada por la cercanía con la que tomaba las fotos y el dominio de la velocidad de obturación, el cual le permitía captar el movimiento de las situaciones con especial significado. A pesar de perder nitidez en las imágenes al aumentar la velocidad de obturación, Capa sabía captar el instante, dejándolo para la posteridad.
Ernö Friedmann nació en Budapest, Hungría en 1913, mientras que Gerda nació en Sttutgart, Alemania en 1910. Fueron conocidos por retratar como nadie algunas de las guerras más significativas del siglo XX.
Friedmann abandonó su país a los 17 años debido a su ideología de izquierdas para ir a Alemania a estudiar periodismo y comenzó trabajando para la agencia Dephot. Es el rostro visible de Robert Capa y ha pasado a la historia por las coberturas que hizo de conflictos armados y que le llevaron a las primeras líneas de combate por todo el mundo. Sus fotografías mostraban no solo la barbarie de las guerras, sino también su lado más humano y desolador.
La valentía de Robert Capa le condujo a presenciar muchas batallas en primera línea, abandonando la posición neutral que debe tener un periodista, apoyando fervientemente la causa republicana durante la Guerra Civil Española; utilizando sus fotografías para reflejar el dolor y la crueldad de la guerra y buscar la adhesión de los receptores al bando republicano español.
En 1936, en medio de la guerra civil, Endre Ernő Friedmann y Gerda Taro (Robert Capa) pasaron por aquí e hicieron esta foto. Una foto mítica y emblemática de los horrores de la guerra. Vemos a unos niños jugando y a una mujer que sonríe mientras los mira desde la puerta.
Juegan junto a una casa que ha sufrido los golpes de un bombardeo. Y todos, mujer y niños, parecen ajenos al fotógrafo que pasa por allí para inmortalizar el momento.
La foto se hizo muy famosa y se publicó en varios medios de la época. Pero nadie sabía dónde se hizo la foto. Hasta que en 2010 el fotógrafo José Latova descubrió el lugar. Es una casa de una planta dividida en 14 viviendas de 25 m² cada una. Está en el Puente de Vallecas, en Madrid, en la calle Peironcely, 10. Se construyó en 1927 para albergar a la clase obrera.
Y siempre ha estado en condiciones muy precarias. Después de 80 años los orificios de la metralla en la pared no se taparon bien y por eso se pudo localizar la casa.
En 2019 la casa se incluyó en el Catálogo de Elementos Protegidos de la Comunidad de Madrid. La idea era expropiar el inmueble, realojar a los inquilinos y destinar la casa a sala de exposiciones sobre los bombardeos en Madrid. Finalmente, la casa se ha expropiado por 870.000€. Los vecinos han sido realojados. Y una foto ha proporcionado una vida más confortable a las familias que quedaban allí.
"Children in front of a bullet-riddled building, Peironcely, 10, Vallecas, Madrid". |
Sus fotografías en blanco y negro muestran el idealismo de los voluntarios y milicianos que defendieron la causa republicana y son un claro ejemplo de cómo la fotografía puede utilizarse como propaganda política: el reflejo del dolor, la tristeza, la crueldad de la guerra y la valentía de los milicianos cautivaban a los receptores, que rápidamente tomaban partido a favor del bando republicano. A diferencia de la propaganda bélica procedente del poder político, Capa humanizaba la guerra mostrando las carestías de los soldados, su rutina diaria en las trincheras, la vida social de las ciudades como Madrid, utilizando su cámara como un arma de denuncia de las guerras y convirtiéndola en un fiel reflejo de la crueldad de los conflictos bélicos.
Además de en el frente, las cámaras de Robert Capa tuvieron la capacidad de mirar hacia la retaguardia, ese lugar donde la población civil esperaba para saber el avance de un bando o de otro. Robert Capa plasmó el sufrimiento, la pobreza y la desesperación de los españoles que sufrieron las consecuencias del conflicto; ancianos, mujeres y niños que veían como su vida y su mundo desaparecían bajo el fuego de mortero.
De todos estos conflictos informó con un arrojo que hacía honor a su divisa: “Si no son bastante buenas tus fotos, es que no estás bastante cerca”.
En 1938, cuando sólo tenía 25 años, la revista británica Picture Post no dudó en llamarle “el mejor fotógrafo de guerra del mundo”.
A finales de los años cuarenta y principios de los cincuenta, Capa viajó por todo el mundo como corresponsal de Magnum Photos, agencia que fundó en 1947 con Henri Cartier-Bresson, David Seymour, William Vandivert y George Rodger. La exposición también presenta retratos de algunas de sus amistades más famosas de esta época, como Ingrid Bergman, John Huston, Ernest Hemingway y Pablo Picasso.
El empeño de Capa por plasmar la guerra con la mayor inmediatez posible acabó costándole la vida mientras reflejaba la lucha por la independencia de la Indochina francesa en 1954.
Robert Capa y el exilio republicano
El 15 de enero de 1939, Capa registró con su cámara en 101 tomas la huida de miles de civiles de Tarragona. El bando franquista acababa de tomar Tarragona, el bastión catalán, en los que fueron los últimos coletazos de la Guerra Civil española y comenzaba la larga diáspora para los vencidos: el exilio republicano.
No resulta difícil, por tanto, imaginar el valor del material fotográfico almacenado en el modesto estudio parisino de Capa cuando los alemanes ocuparon la ciudad. Aquí se hallaba la obra íntegra de los tres fotógrafos, con imágenes que han construido una parte importante de la memoria de España: la vida de muchos de nuestros abuelos en las trincheras o en los campos de refugiados, los rostros de sus familias frente a la espera y la incertidumbre, la dureza del día a día y la falta de recursos básicos en el medio rural, los estragos de los ataques aéreos sobre la población civil en las grandes ciudades, heridos en los hospitales, bombardeos que cortan en vertical y exponen, desordenados, rotos y polvorientos, los objetos personales de lo que un día fue un hogar familiar, muertos con identidad republicana en las morgues esperando ser identificados, rostros anónimos de cansancio e incertidumbre en el sombrío caminar hacia el exilio. Cientos de dramas humanos, pero también imágenes que reflejan fuerza y optimismo durante el inicio y desarrollo de la guerra, como los retratos de las jóvenes milicianas catalanas de 1936 o el de los paseantes y vendedores callejeros de las grandes urbes que aspiran a la normalidad manteniendo sus rutinas durante los tres años que duró el conflicto.
Otras muestran momentos íntimos y acontecimientos históricos, como el Segundo Congreso Internacional de Escritores Antifascistas, con los actos públicos de José Bergamín, Anna Seghers, Tristan Tzara o Silvia Townsend Warner en Valencia y los momentos íntimos de Rafael Alberti, Arturo Serrano Plaja o María Teresa León durante sus horas de descanso en la casa madrileña de la Alianza. Más retratos de personajes como Federico García Lorca, André Malraux, Manuel Azaña, Dolores Ibárruri La Pasionaria, Miguel Hernández o Ernest Hemingway. Y la resistencia de Madrid, con los legendarios carteles del ¡No pasarán! como protagonistas. En definitiva, un testimonio excepcional de la memoria española contenida en miles de imágenes de los tres fotógrafos sobre soportes distintos: negativos, copias por contacto, positivados de época y publicaciones
El trabajo de Capa ilustra idóneamente el importante momento que tuvo lugar durante la Guerra Civil española, definida en términos fotográficos como«la línea divisoria entre los principales modelos de fotografía, desarrollados en las dos guerras mundiales»(Fontcuberta, p. 172). Sin embargo, para entender este importante momento no basta con considerar únicamente a los individuos que parecen directamente responsables de un acto único. Su contribución, aunque importante, es sólo un eslabón en una cadena, una fase en un proceso más complejo y vinculado a toda una red social, política, económica, intelectual, artística y tecnológica de una época que favoreció cambios en los principales modelos de comunicación del momento.
Uno de estos cambios decisivos fue el uso de la Leica. Esta cámara de pequeño formato comercializada en 1928 comenzó a popularizarse entre los fotógrafos en torno a los años treinta, de ahí que las imágenes obtenidas durante el conflicto español marcaran un punto y aparte respecto a la representación gráfica de las guerras previas, donde los combates habían estado fuera del alcance de las cámaras.
Con el objetivo como arma
y la verdad como bandera
vuestra cámara disparaba y la verdad capturaba
rompiendo muros y fronteras
testigos de un mundo en guerra y en estado de alarma
testigos y protagonistas de una era
donde la humanidad naufragaba
en un océano de muerte, mentiras y guerras
luz de la verdad frente a la ceguera y oscuridad
de la mentira y la censura de aquellos que intentaron
destruir al mundo y a la humanidad
entre sus armas y trincheras que de sangre regaron
Gerda y Friedmann, dos fotógrafos bajo la misma Capa comprometida
testigos y militantes de la vida y de la verdad
con el objetivo de luchar por un mundo nuevo para la humanidad
con la cámara como arma y reflejo de la historia y nuestra vida
Robert Capa y el exilio republicano
El 15 de enero de 1939, Capa registró con su cámara en 101 tomas la huida de miles de civiles de Tarragona. El bando franquista acababa de tomar Tarragona, el bastión catalán, en los que fueron los últimos coletazos de la Guerra Civil española y comenzaba la larga diáspora para los vencidos: el exilio republicano.
No resulta difícil, por tanto, imaginar el valor del material fotográfico almacenado en el modesto estudio parisino de Capa cuando los alemanes ocuparon la ciudad. Aquí se hallaba la obra íntegra de los tres fotógrafos, con imágenes que han construido una parte importante de la memoria de España: la vida de muchos de nuestros abuelos en las trincheras o en los campos de refugiados, los rostros de sus familias frente a la espera y la incertidumbre, la dureza del día a día y la falta de recursos básicos en el medio rural, los estragos de los ataques aéreos sobre la población civil en las grandes ciudades, heridos en los hospitales, bombardeos que cortan en vertical y exponen, desordenados, rotos y polvorientos, los objetos personales de lo que un día fue un hogar familiar, muertos con identidad republicana en las morgues esperando ser identificados, rostros anónimos de cansancio e incertidumbre en el sombrío caminar hacia el exilio. Cientos de dramas humanos, pero también imágenes que reflejan fuerza y optimismo durante el inicio y desarrollo de la guerra, como los retratos de las jóvenes milicianas catalanas de 1936 o el de los paseantes y vendedores callejeros de las grandes urbes que aspiran a la normalidad manteniendo sus rutinas durante los tres años que duró el conflicto.
Otras muestran momentos íntimos y acontecimientos históricos, como el Segundo Congreso Internacional de Escritores Antifascistas, con los actos públicos de José Bergamín, Anna Seghers, Tristan Tzara o Silvia Townsend Warner en Valencia y los momentos íntimos de Rafael Alberti, Arturo Serrano Plaja o María Teresa León durante sus horas de descanso en la casa madrileña de la Alianza. Más retratos de personajes como Federico García Lorca, André Malraux, Manuel Azaña, Dolores Ibárruri La Pasionaria, Miguel Hernández o Ernest Hemingway. Y la resistencia de Madrid, con los legendarios carteles del ¡No pasarán! como protagonistas. En definitiva, un testimonio excepcional de la memoria española contenida en miles de imágenes de los tres fotógrafos sobre soportes distintos: negativos, copias por contacto, positivados de época y publicaciones
El trabajo de Capa ilustra idóneamente el importante momento que tuvo lugar durante la Guerra Civil española, definida en términos fotográficos como«la línea divisoria entre los principales modelos de fotografía, desarrollados en las dos guerras mundiales»(Fontcuberta, p. 172). Sin embargo, para entender este importante momento no basta con considerar únicamente a los individuos que parecen directamente responsables de un acto único. Su contribución, aunque importante, es sólo un eslabón en una cadena, una fase en un proceso más complejo y vinculado a toda una red social, política, económica, intelectual, artística y tecnológica de una época que favoreció cambios en los principales modelos de comunicación del momento.
Uno de estos cambios decisivos fue el uso de la Leica. Esta cámara de pequeño formato comercializada en 1928 comenzó a popularizarse entre los fotógrafos en torno a los años treinta, de ahí que las imágenes obtenidas durante el conflicto español marcaran un punto y aparte respecto a la representación gráfica de las guerras previas, donde los combates habían estado fuera del alcance de las cámaras.
Con el objetivo como arma
y la verdad como bandera
vuestra cámara disparaba y la verdad capturaba
rompiendo muros y fronteras
testigos de un mundo en guerra y en estado de alarma
testigos y protagonistas de una era
donde la humanidad naufragaba
en un océano de muerte, mentiras y guerras
luz de la verdad frente a la ceguera y oscuridad
de la mentira y la censura de aquellos que intentaron
destruir al mundo y a la humanidad
entre sus armas y trincheras que de sangre regaron
Gerda y Friedmann, dos fotógrafos bajo la misma Capa comprometida
testigos y militantes de la vida y de la verdad
con el objetivo de luchar por un mundo nuevo para la humanidad
con la cámara como arma y reflejo de la historia y nuestra vida
Disculpen, alguien conoce algún poema escrito por ellos o para ellos?
ResponderEliminarNo, pero hay una canción llamada Taro de Alt-J
EliminarMereceríais ahora, pequeña Gerda Taro y Robert Capa, un recuerdo visible en cualquier campo de batalla de entonces o en el tronco de cualquier pino de la sierra, para que sintiéramos ondear, aunque invisible, aquella pobre bandera tricolor que combatía por la paz mientra era atacada por los de la guerra".Rafael Alberti, la arboleda perdida.
ResponderEliminarMuy buena nota. Un detalle, al aumentar la velocidad de disparo no baja la nitidez (si el sujeto está en movimiento, todo lo contrario) pierdes luz.
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