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martes, 13 de noviembre de 2018

EL EXTRAÑO CASO DEL DOCTOR JEKYLL Y EL SEÑOR HYDE

El conflicto interior entre el bien y el mal se ha convertido en un concepto propio de la cultura humana. Ya sea desde un punto de vista antropológico o artístico, el hombre siempre ha estado interesado en analizar los diferentes aspectos de su propia conducta. 
El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde es una novela corta de terror, considerada también novela gótica, escrita por el escocés Robert Louis Stevenson que fue publicada en 1886. 
El núcleo de la obra radica en la dualidad del espíritu humano, balanceándose entre los principios del bien y del mal, y conduciendo al protagonista a una doble personalidad mediante los efectos de una pócima científica.

SINOPSIS DE LA OBRA
La otra carta es una confesión del propio Jekyll: en su juventud se dio cuenta de que la conciencia de cada ser humano se compone de dos aspectos - el bien y el mal - que están enzarzados en una lucha continua. Siguiendo la hipótesis de que es posible polarizar y separar estos dos componentes del yo, creó una poción y su correspondiente antídoto, que podía transformar a una persona en la encarnación de su parte maléfica, consiguiendo al mismo tiempo depurar el lado bueno. Después de tomar la poción, Jekyll disminuía un tanto su estatura, tomaba un aspecto desagradable para con todos sus semejantes, adquiría la fuerza y la astucia de doce hombres, su naturaleza malvada se volvía dominante, además su inteligencia se hacía extrañamente brillante y sus reflejos extraordinarios; a esta "persona" la llamó Edward Hyde. Inicialmente los efectos de la poción eran temporales y no era necesario el antídoto. Después de unas cuantas transformaciones a Hyde, y viceversa, Jekyll se acostumbró a realizar regularmente la metamorfosis con el fin de poder entregarse a placeres antisociales prohibidos, que nunca se permitiría en la persona de Jekyll. Sin embargo, su parte maléfica se fue haciendo más y más fuerte, rebasando la capacidad de Jekyll para controlarla, necesitando el uso del antídoto para recuperar su forma original. Después del asesinato del parlamentario, Jekyll, horrorizado, decidió dejar de tomar la poción.

Desgraciadamente para el doctor, después de algún tiempo de tranquilidad, las trasformaciones a Hyde se producían espontáneamente, mejorando sus "facultades", y Jekyll sólo podía permanecer de esta forma mientras durasen los efectos, cada vez más debilitados, del antídoto. Finalmente se agotó un ingrediente fundamental del antídoto, una sal que había adquirido inicialmente en gran cantidad. Las nuevas remesas de esta sal ya no producían un antídoto efectivo. Al principio, Jekyll lo atribuyó a impurezas en estas remesas, pero finalmente llegó a la conclusión de que la impureza desconocida se hallaba en el lote inicial, siendo ésta la que otorgaba efectividad a la mezcla, por lo que nunca más podría obtener una poción efectiva, ni su antídoto, y quedaría convertido en su oscuro alter ego Hyde permanentemente.

TODOS LOS SERES HUMANOS SOMOS JEKYLL Y HYDE


La noción de alter ego, en la psicología, se usa para nombrar a la segunda personalidad de un sujeto. El álter ego, en este caso, supone una disociación producida por un trastorno de identidad, en la que el Yo cuenta con más de una personalidad que actúan de diferente modo.

Esta idea suele ser tomada en la ficción para simbolizar la lucha moral entre el bien y el mal que puede desarrollarse en el interior de una persona.
En una historia que íntimamente nos involucra, la moraleja de este relato, es que el mal está dentro de nosotros, es un constituyente de nuestro ser; podemos derrotarlo pero jamás eliminarlo del todo y no debemos jugar con él o de lo contrario corremos el riesgo de que nos destruya como al Dr. Jekyll.
Stevenson también implantó, sin saberlo, los principios de lo que serían más tarde los conceptos básicos del padre del psicoanálisis, Sigmund Freud, con su Ello, Yo y Superyó. La idea de que dentro de nuestra entidad cognitiva (la mente) habitan estas tres figuras.

El Ello añora y resguarda todos nuestros deseos más atrevidos y primitivos. El Ello se presenta de forma pura en nuestro inconsciente y está presente desde el nacimiento (el ello no es sinónimo de inconsciente). Representa nuestros impulsos, deseos y necesidades más elementales y primitivas del ser, de cubrir sus necesidades fisiológicas inmediatamente sin considerar las consecuencias.

Está constituido por impulsos tan básicos como la tendencia natural a satisfacer el hambre, la sed y la sexualidad, las que Freud llamó pulsiones de vida, alimentados por el libido. Mas tardé Freud descubrió y matizó la pulsión de la muerte, responsable de las conductas de tendencia agresiva y destructiva.

El Superyo alberga nuestros principios morales y éticos, los principios acordes a las normativas sociales adquiridas con éxito en la infancia. El superyó es la parte que contrarresta al Ello, representa los pensamientos morales y éticos adquiridos y aprendidos por la cultura. Consta de dos subsistemas: la consciencia moral se refiere a la capacidad de la autoevaluación, la crítica y el reproche.

Y el Yo es el que modera entre ambas fuerzas.Tiene como fin cumplir de manera realista los deseos y demandas del Ello y a la vez conciliándose con las exigencias del Superyó. Todas las acciones ejecutadas son analizadas por el Yo amenazando con el castigo en caso de incumplimiento. El Yo nos permite reconocer las acciones que realizamos, a elegir el camino a seguir, y razonar los impulsos con tal de no ceder lugar a la liberación libidinosa, y velar por la integridad general de la realidad. Es el primer paso del reconocimiento, para afrontar las alegrías, culpabilidad o castigo.

Aunque hombre de dos caras, no era yo, en modo alguno, un hipócrita: mis dos aspectos eran genuinamente sinceros. No era yo menos mi propio ser cuando dejaba a un lado todo freno y me hundía en la vergüenza, que cuando trabajaba, a la luz del día, en el adelanto de la ciencia o en remediar ajenas desdichas y dolores. Doctor Jeckyll

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