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domingo, 19 de enero de 2020

LOS MUERTOS DE LA TRANSICIÓN ESPAÑOLA

Sin la existencia de un registro oficial de víctimas, el primer problema para determinar el número de muertos como consecuencia de la violencia política durante la Transición es, precisamente, el tiempo durante el cual se extendió este periodo. Aunque existe un cierto consenso en situar su comienzo en la muerte de Franco, el 20 de noviembre de 1975, no existe un acuerdo que especifique cuándo concluyó: algunos historiadores consideran que fue un periodo corto que se extendió hasta las primeras elecciones democráticas del 15 de junio de 1977 o la aprobación de la Constitución (el 6 de diciembre de 1978), mientras que otros lo prolongan hasta el intento de golpe de Estado (el 23 de febrero de 1981) o incluso la primera victoria del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), en 1982.

LOS SANFERMINES DE 1978

El 8 de julio de 1978 es un claro ejemplo de la represión de la dictadura que, poco a poco, fue desapareciendo con la llegada de la democracia.

La policía entró en la plaza de toros de Pamplona tras el despliegue de una pancarta a favor de amnistía. Germán Rodríguez murió de un disparo. La plataforma Sanfermines 78 Gogoan! lucha por poner fin a la impunidad cuarenta años después.


Contexto histórico

Los acontecimientos de Gasteiz (3 de marzo de 1976) y de Montejurra (9 de mayo del mismo año), supusieron el fracaso de la versión reformista propugnada por Arias Navarro y Manuel Fraga, y llevaron a una situación de crisis generalizada, en un marco de deterioro progresivo de la situación económica y de ascenso de la movilización popular. Esta situación se solventó con la entrada y colaboración en la operación reformista de partidos como el PSOE y el PCE. Así ante los efectos de la crisis económica se firmó el Pacto de la Moncloa (25 de octubre de 1977), auténtico pacto social que supuso el respiro para los empresarios, mientras que la clase trabajadora tuvo que aguantar todas las consecuencias de la crisis económica y su desmovilización.

Al inicio del año 1978 el Preautonómico Vascongado (régimen anterior al estatuto de autonomía, ideado por el Gobierno de Adolfo Súarez) era un hecho y el debate constitucional acababa de iniciarse en la Cortes surgidas de las elecciones de junio de 1977. El Régimen Preautonómico había traído un Consejo General Vasco dejando a Navarra en la cuneta. El proyecto de constitución que se aprobaría a finales de ese año, contenía una autonomía basada en la salvaguarda de la sacrosanta “unidad de España”, en la negación del derecho de autodeterminación del pueblo vasco, y en la negación de la territorialidad de Euskal Herria. Por un lado se trabajaba en la mesa política haciendo que partidos como el PNV, PSOE y PCE aceptasen los antidemocráticos límites que imponía la derecha, y por otro la represión era una constante en Navarra durante todo el año 1978.

El primero de mayo estuvo plagado de incidentes, con intervenciones brutales de la policía. Las actuaciones de bandas de incontrolados y fascistas era otra de las notas características de aquellas fechas. El día 9 de mayo muere un Guardia Civil en atentado en Pamplona, al día siguiente después del funeral, una manifestación de extrema derecha ocasiona agresiones y enfrentamientos en el casco antiguo de Pamplona. Los ultras intentan asaltar la sede de LKI y disparan a través de la puerta sin conseguir entrar. La policía completa la intervención deteniendo a todas las personas que se encontraban en el local. Como consecuencia de los enfrentamientos, un subteniente de la Guardia Civil es herido y una semana después moriría.

Tras la muerte del subteniente que iba de paisano en el mes de mayo, se produjeron detenciones que afectaban a miembros de las peñas de Pamplona.

San Fermines

El día 3 de julio, ocho personas se encerraron en el Ayuntamiento exigiendo la libertad de las personas detenidas por los mencionados acontecimientos. Comenzaron las fiestas de San Fermín, y el chupinazo se lanzó desde el primer piso de la Casa Consistorial, dado que el segundo, desde donde tradicionalmente se lanza, se encontraba ocupado por familiares y amigos de los detenidos. El día 7 de julio, tres peñas salieron al final de la corrida de toros, con sus pancartas plegadas y entonando el Eusko Gudariak. Así se llegó al fatídico 8 de julio.

Hasta el final de la corrida no ocurrió nada, pero una vez finalizado el festejo taurino, unas cincuenta personas bajaron al ruedo y desplegaron una pancarta donde se leía: “Amnistía total. Presoak kalera. San Fermín sin presos”. Al mismo tiempo que las puertas de la plaza se abrían para dar entrada a los pequeños de las peñas que no pueden entrar durante la corrida, irrumpieron con ellos 40 miembros de la policía armada, con el comisario jefe al frente, cargando y disparando pelotas de goma y botes de humo contra los tendidos y el ruedo de la plaza. La agresión policial fue respondida mediante botellas y almohadillas.

A partir de ese instante la policía hizo uso de sus armas de fuego, causando siete heridos por bala, que van desde uno en la parte más alta de la plaza hasta otro en el mismo ruedo. La policía fue obligada a retirarse del recinto taurino, pero vuelve a entrar con refuerzos causando más de treinta heridos. Una vez que la policía se retiró de la plaza y fue posible su abandono, la rabia popular se desató en la ciudad y las barricadas se sucedieron, incluso sitiando al mismo Gobierno Civil. La policía, con refuerzos llegados de Logroño, recibió orden de despejar la ciudad disparando sin que “os importe matar” (según consta en la cintas grabadas de la frecuencia de la policía).

Y así lo hicieron, disparando de forma indiscriminada, llegándose a contabilizarse más de 5.000 pelotas de goma, más de 1000 botes de humo, más de 1000 botes lacrimógenos, más de 100 proyectiles de 9 milímetros “parabellum” y más de 50 proyectiles de 9 milímetros “corto”. Hacía las 10 horas 20 minutos de la noche, en la confluencia entre las Avenidas de Carlos III y Roncesvalles, un grupo de policías que se encontraban en la cercana calla Paulino Caballero, disparó ráfagas de sus ametralladoras Z-70, alcanzando con un disparo en la frente a Germán Rodríguez que murió prácticamente en el acto, también otra persona fue herida por bala en la axila en el mismo lugar.

Germán Rodríguez


YOLANDA GONZÁLEZ

El 1 de febrero de 1980 la bestia parda del fascismo clavaba sus garras en la joven vasca de 19 años Yolanda González, militante del PST y líder estudiantil. Yolanda fue secuestrada, torturada y asesinada de dos tiros a bocajarro en un descampado en nuestro barrio, Alcorcón.

Sus asesinos de Fuerza Nueva: Emilio Hellín Moro e Ignacio Abad Velázquez, que contaron con la colaboración de varios sujetos más (José Ricardo Prieto, Félix Pérez Ajero, Juan Carlos Rodas Crespo y David Martínez). Juan Carlos Rodas Crespo, agente de la Policía Nacional (anteriormente Policía Armada), participó en la vigilancia del exterior de la vivienda de Aluche junto a otros cómplices, mientras Emilio Hellín Moro e Ignacio Abad Velázquez subían para secuestrarla.
La policía interrogó a su compañero sentimental y a su compañera de piso, (ambos militantes del PST sobre su pertenencia a ETA).

Sus asesinos se justificaron diciendo que era la respuesta del Batallón Vasco Español al asesinato de 6 guardias civiles. Sin embargo, el PST no solamente no formaba parte de ETA sino que renegaba de sus métodos.



ARTURO RUÍZ

El día 23 de enero se cumplen 43 años del asesinato de  Arturo Ruiz por un disparo por la espalda realizado por un sicario de los Guerrilleros de Cristo Rey, grupo de ultraderecha parapolicial. Tenía 19 años y era estudiante. Sucedió en la calle de la Estrella, en 1977, cuando participaba en una manifestación que pedía la amnistía de los presos políticos.

Una llamada telefónica al diario Informaciones reivindicó el asesinato a la organización Triple A, Alianza Apostólica Antifascista de reciente aparición entre las organizaciones terroristas de extrema derecha de España.

Las investigaciones policiales se iniciaron tomando declaración a las personas que se encontraban en el lugar y presenciaron los incidentes, una de las cuales facilitó a los agentes la matricula del coche utilizado por los agresores para la fuga. Este dato permitió conocer que entre ellos se encontraba el ciudadano argentino Jorge Cesarsky Goldenstein, nacido el 8 de julio de 1927, natural de Buenos Aires quien desde hacia unos diez años vivía en España y cuya presencia en el lugar de los hechos se confirmó con posterioridad, tanto por las declaraciones de los testigos presénciales como por su propia declaración.

Según informó en su día la Policía, la muerte de Ruiz ocurrió la mañana del 23 de enero, cuando la victima en unión de otros compañeros se encontraba en una manifestación que transcurría por la calle Estrella de Madrid. A la altura de la confluencia con la calle Silva, un grupo de individuos de ideología fascista amenazaron a los jóvenes y durante la confrontación falleció de un disparo Arturo Ruiz efectuado por los ultraderechistas.

Según pudo determinar la Policía, el autor material era José Ignacio Fernández, nacido en Madrid el 13 de diciembre de 1947 y sin profesión conocida, militante en grupos de extrema derecha.


Arturo Ruíz


Un día después, y en una manifestación de rechazo por su asesinato , un bote de humo lanzado por la policía antidisturbios acabó con la vida de Mari Luz Nájera, una estudiante de 20 años.

Ni olvido ni perdón!

ENRIQUE RUANO

Enrique Ruano fue detenido el 17 de enero de 1969. Era un joven de 21 años, estudiante de Quinto de Derecho, de familia acomodada. Lo detienen horas después de tener una reunión en las cercanías de Plaza de Castilla, donde se estaba discutiendo la creación de un Partido Comunista Revolucionario (PCR) de corte marxista-leninista dentro del FLP.

El 20 de enero se cumplen 50 años de su muerte tras caer desde un séptimo piso de un edificio del barrio de Salamanca  mientras estaba custodiado por tres policías de la Brigada Político Social de Franco.

Enrique, según versión oficial “se había suicidado. Que, en un descuido, había conseguido zafarse de los tres agentes armados que previamente le habían torturado; que había recorrido el diminuto piso de la calle del General Mola, hoy Príncipe de Vergara, en el que buscaban pruebas incriminatorias, sin que ninguno lograra contenerle; y que se había arrojado por la ventana” (EL PAIS, Reportaje 17 enero 2009).

El Gobierno no escatimó en tretas para borrar el rastro que incriminaba a los autores. Primero negó la autopsia a un médico de confianza de los padres del joven. Después lo enterraron de forma semiclandestina -explica la Real Academia de Historia-, avisando a los familiares del sepelio con media hora de antelación.
Enrique Ruano

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