Uno no puede elegir a la familia. Nos viene dada por herencia. Pero hay personas dentro de nuestra familia que nos marcan y nos ayudan en los momentos más difíciles. A pesar de todos nuestros errores y nuestras caídas ellos están ahí para ayudarnos a levantarnos y continuar nuestro camino.
La tristeza aparece siempre cuando menos te lo esperas. Es un sentimiento caprichoso que deja un vacío en tu interior y una sensación de pesimismo que pesa sobre tu alma. Vuelven acompañándola los buenos y los malos momentos que dejan cicatriz, que provocan dolor y agonía que nos recuerdan que cualquier tiempo pasado fue mejor.
Porque nadie muere mientras es recordado y ni el paso del tiempo puede borrar nuestras huellas a pesar de haber finalizado nuestro camino. Y, aunque no podamos alzar la voz y gritar contra el silencio imperante y nos convirtamos en un susurro que se disipa por el aire, muchas veces son los muros y sus pintadas los que nos recuerdan y avivan la memoria colectiva mientras nos sumergidos en el mar de la amnesia y del olvido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario