Hoy Guillermo Tell vuelve a tener los ojos tristes, ahogando su pena
y numerosas lágrimas aparecen por su rostro sabiendo de tu suerte
te has ido abandonando la tierra roja entre versos, cuentos y dramas; literario legado
reflejo de una época, de una tierra, de una historia, de un cercano pasado
Brindamos recordándote en la taberna fantástica, eterna penitencia y condena,
escondiendo nuestro dolor como Celestina, yendo a la batalla como escuadra hacia la muerte
mientras la sangre y la ceniza se mezclan con el dolor que se agrupa en nuestro costado
mientras una lluvia de ángeles cae sobre París, un suicidio pactado
por el dolor y la pena; un drama del que hablan los intelectuales que siguen
buscando la utopía en el cubo de la basura como el pan para todos que siempre quisiste
y ahora como a Miguel Servet colocarán flores rojas para recordarte
mientras rezan el evangelio de Drácula intentando revivirte pero no lo consiguen
pasaste tus últimos días como Kant y, como Sancho Panza, el viaje infinito recorriste
mientras la sangre de Dios cae a la tierra alimentando tu obra, tu literatura y tu arte
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