¿POR QUÉ ESCRIBIMOS?

AL NO PODER ACEPTAR QUE SOMOS LIBRES EN JAULAS, NOS MOVEMOS EN MUNDOS DE PALABRAS QUERIENDO SER LIBRES

TRADÚCEME

COMPAÑEROS DE LUCHA EN PLUMA AFILADA

AVISO TODOS LOS TEXTOS ESTÁN REGISTRADOS

Blog bajo licencia Creative Commons

Licencia de Creative Commons

TODOS LOS TEXTOS ESTÁN REGISTRADOS

POEMAS, CUENTOS Y ESCRITOS REVOLUCIONARIOS DE DANIEL FERNÁNDEZ ABELLA is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivs 3.0 Unported License. Para utilizar primero y siempre sin ánimo de lucro ha de consultar al autor. Daniel Fernández Abella todos los derechos reservados.

jueves, 24 de abril de 2025

REVOLUCIÓN CIENTÍFICA, CULTURA Y RELIGIÓN EN EL SIGLO XVII

La revolución científica

Se habla de revolución en el sentido de que los cambios del s. XVI y XVII (iniciados ya en el Renacimiento) significaron una forma radicalmente diferente de analizar la realidad material e interpretar el mundo, poniendo las bases para unos conocimientos que eran realmente ciencia, pues eran susceptibles de ser demostrados. Se trataba de cambios irreversibles, que han ido constituyendo la base de la ciencia y los conocimientos técnicos hasta la aparición de los nuevos planteamientos de Einstein en el s. XX. 

El cuestionamiento de la ciencia heredada de la Antigüedad se inició ya en el Renacimiento, e incluso antes, si bien no se trató sino de posturas aisladas, de escasa resonancia, frente a la aceptación general de las explicaciones clásicas en los terrenos de la física, la astronomía, las matemáticas o la medicina, que fueron los 4 en los que habría de iniciarse la nueva ciencia del siglo XVII. 



Los conocimientos heredados en astronomía, física y medicina

La base del conocimiento físico era Aristóteles, y la de la dinámica de los astros, Ptolomeo; complementarias entre sí y complementadas ambas por la teoría de los 4 elementos de Empédocles. 

En la Edad Media se sacralizaron las teorías aristotélicas, al hallar correspondencias en la Biblia. La Tierra era el centro del universo y en torno a ella giraban el sol y los planetas. Había dos mundos: el lunar, constituido por los planetas, que se movían en ondas circulares y compuestos de un elemento incorruptible (quinto elemento, quintaesencia o éter), y el sublunar, la Tierra, cuya característica permanente era el cambio y donde la materia se componía de los 4 elementos, que servían para explicar la física y la química. 

El movimiento del mundo sublunar era rectilíneo y se explicaba por la tendencia natural de cada elemento, según la teoría aristotélica de la causa final. Por ello la tierra, el más pesado, tendía a buscar el estado de reposo hacia el centro del universo, por encima el agua, mientras que la tendencia del aire y el fuego era alcanzar estado de reposo sobre los anteriores, todo ello en busca de un equilibrio en 4 esferas concéntricas. La realidad era una intensa mezcla de los 4 que servía para explicar todo. Esa tendencia natural hacia el reposo hacía que el movimiento sólo se pudiera explicar por una causa que lo provocase; cesada esta, cesaba el movimiento. La aceleración se explicaba porque a medida que se acercaba a su sitio natural el objeto sentía la cercanía de este. Era una explicación sencilla, 
incompatible con el avance científico, por lo que se buscarán explicaciones alternativas para las incongruencias. 

La química nunca formó parte de las disciplinas clásicas, ya que entraba en el campo de la alquimia, muy desarrollada en el mundo árabe y en la Edad Media, y muy mezclada con la astrología. 
En medicina apenas se había avanzado desde Galeno e Hipócrates y se continuaba aplicando la teoría de los humores, cuyo desequilibrio causaba la enfermedad. Así, el diagnóstico se basaba en la inspección de orina, sangre, esputos y excrementos, y los remedios buscaban restablecer el equilibrio de los humores con sangrías, dietas, purgas o el uso de drogas y preparados, indicando la astrología los mejores días y horas para los tratamientos. La cirugía era elemental y estaba separada de la medicina; la practicaba gente que, como los barberos, la había aprendido por la práctica, sin pasar por las universidades. 

En la interpretación del mundo y la naturaleza existían 3 importantes tradiciones intelectuales: 
  • EL ORGANICISMO: explicaba el universo por analogía con el mundo de los seres vivos. 
  • EL MAGICISMO: vinculado a las tradiciones pitagórica, neoplatónica, cabalística o hermética, entendía la naturaleza como una obra de arte cuyas claves misteriosas había que desentrañar a través de las matemáticas, vinculadas a los números claves y al esoterismo. 
  • EL MECANICISMO: consideraba que el universo funciona como un reloj cuya exactitud se regía por leyes matemáticas. 
Esta última sería la predominante entre los protagonistas de la revolución científica, pasando a la Ilustración y al mundo contemporáneo. 


Protagonistas y centros de la renovación científica 

La Revolución científica propició y fue estimulada por la creación de sociedades dedicadas a la ciencia y su divulgación, principalmente en las Provincias Unidas, Inglaterra, Francia e Italia, territorios en su mayoría libres del freno al pensamiento que suponía normalmente la Iglesia católica de la Contrarreforma. El crecimiento económico y la modernización de la estructura social, con el desarrollo de sectores burgueses y clases medias, fueron el mejor caldo de cultivo. Las universidades, ligadas al pensamiento escolástico, fueron también un freno más que un foco de divulgación científica, por lo que muchos de los protagonistas de la renovación científica desarrollaron su actividad fuera de ellas Algunas de las excepciones fueron Galileo, profesor en Pisa y Padua, o Newton, profesor del Trinity College de Cambridge desde 1669 a 1696. Las gentes dedicadas a la ciencia actuaron con menos individualismo que en el Renacimiento: se incrementaron los viajes y contactos entre los científicos, tanto epistolares como por medio de tertulias, entre las que destacó la que reunía el franciscano Marin Mersenne, quien, en su celda de París, realizó entre 1620 y 1648 una extraordinaria labor de relación entre los científicos y difusión de sus doctrinas. El francés o el inglés fueron sustituyendo poco a poco al latín en las publicaciones y en la correspondencia entre las gentes dedicadas a la ciencia.
 
Fueron de capital importancia los mecenas (Federico II de Dinamarca, los emperadores, el duque de Toscana…) y los viajes y contactos entre científicos, especialmente en las mencionadas academias y sociedades científicas. De especial relevancia fue la Royal Society londinense (1660-62), de carácter privado y en la que participaron la mayoría de los científicos ingleses. En Francia, Colbert creó la Académie Royale des Sciences (1666), con financiación asegurada, pero con menor libertad de actuación que la inglesa. 

En la segunda mitad del s. XVII aumentó el número de traducciones de obras científicas (la divulgación era uno de los principales objetivos) y se comenzaron a aplicar las novedades a la técnica. En realidad, la revolución científica se basaba en toda una serie de instrumentos como los diversos telescopios, el barómetro, el microscopio o el termómetro, inventados y perfeccionados en el siglo XVII. Gran importancia tuvieron las mejoras del reloj en las Provincias Unidas o los avances en el trabajo del vidrio en Italia y en las Provincias Unidas. 

Los inicios del empirismo. Galileo y Bacon

Ticho Brahe (1546-1601) 

Danés, uno de los primeros renovadores en astronomía, mejoró los instrumentos de observación (cuadrantes, sextantes, teodolitos, etc.), con ayuda de las matemáticas. El resultado de sus observaciones son las Tabulae Rudolphinae (1627) obra póstuma completada por su discípulo Kepler, a quien permitirían perfeccionar la descripción copernicana del mundo de los astros desde una concepción geométrica. 
Ticho Brahe (1546-1601) 

Johannes Kepler (1571-1630) 

Luterano alemán, desarrolló su actividad en Graz y Praga, donde sustituyó a Brahe, como matemático de Rodolfo II. Buscando la razón del universo basada en los números clave pitagóricos, publicó Astronomia Nova en 1609, el segundo gran libro de astronomía moderna tras el de Copérnico, con conclusiones acertadas a través de la matematización de gran cantidad de datos suyos y de Brahe. Pese a su creencia en la astrología, fue el iniciador de la astronomía moderna. Entre todas sus teorías y modelos destacan sus leyes sobre el movimiento de los planetas (órbitas elípticas), la culminación de la teoría heliocéntrica y la eliminación de la división aristotélica entre mundo lunar y sublunar, demostrando que la física era la misma para la tierra y los cielos. Al afirmar que los planetas eran inertes con movimientos que responden a causas físicas acabó con la creencia en un movimiento natural intrínseco a ellos y puso las bases del que sería el gran objetivo de astrónomos y físicos: la dinámica o estudio del movimiento. 
Johannes Kepler (1571-1630) 

Trató de aportar una base física al heliocentrismo, para lo que perfeccionó el telescopio astronómico, descubriendo los satélites de Júpiter y observando las fases de la Luna, Venus y Marte o las manchas solares. En 1632 publicó su obra principal, Dialogo sopra i due massimi sistema del mondo, en la que trataba los sistemas de Ptolomeo y Copérnico. Mecanicista, aportó leyes explicativas al movimiento de los cuerpos celestes y terrestres, formulando las leyes del péndulo, de caída libre de los cuerpos con un movimiento uniformemente acelerado o de trayectoria de proyectiles. 

Su mayor aportación fue proponer un nuevo método científico. En Il Saggiatore (1623) enunció una naturaleza escrita en lenguaje matemático (aunque alejándose de la tradición magicista y el misterio), identificando la única vía posible para el conocimiento científico. 

Su primera gran aportación metodológica de la nueva ciencia fue la defensa de que en la observación de la naturaleza había que buscar las magnitudes susceptibles de ser cuantificadas (medida, peso, forma, movimiento, etc.), desdeñando percepciones como color, sabor, tacto… Rechazaba así la idea aristotélica de la imposibilidad de tratar de explicar la naturaleza con formulaciones abstractas, defendiendo en cambio el acuerdo entre pensamiento y realidad, afirmando que el resultado cognoscitivo alcanzado por la mente tiene el mismo carácter de necesario que en la naturaleza. Defendía la autonomía de razón y ciencia, sin que la naturaleza pudiera ponerles obstáculos. 

Los dos pasos para llegar al conocimiento son la experiencia sensata, (observación de un fenómeno, extrayendo los elementos cuantitativos que permitan realizar una hipótesis explicativa, correcta o no) y la demostración necesaria (comprobación de dicha hipótesis forzando la naturaleza a través del experimento, que constituye el intermedio entre naturaleza y razón). El método combina inducción y deducción y permite pasar de la observación de la realidad concreta a una explicación expresada en leyes matemáticas, cuya certeza vendrá avalada por la posibilidad de repetir el experimento indefinidamente. Puso así las bases del empirismo; para Galileo el objeto de la ciencia era la materia y no la generalización de la forma aristotélica. 

Galileo tuvo problemas con la Iglesia, que en 1616 ya había condenado el heliocentrismo; pero siguió investigando y finalmente en 1633 fue condenado a confinamiento perpetuo y obligado a retractarse.

Galileo Galilei 

Francis Bacon (1561-1626) 

Más filósofo que científico, aunque contribuyó al método empírico iniciado por Galileo. Se planteó cómo saber que un conocimiento es verdadero y en Novum Organum (1620) señaló la necesidad para ello de eliminar prejuicios y actitudes preconcebidas (ídolos), para, a continuación, llevar a cabo observaciones críticas sobre las que elaborar explicaciones que permitan llegar a conclusiones generales o leyes, mediante la experimentación. Es un método inductivo, de lo particular a lo general, que introduce como prueba la experimentación. Un solo caso negativo bastaría para anular la hipótesis. Bacon preconizaba la creación de una comunidad científica organizada, creándose la Royal Society tras su muerte. Su creencia en el progreso indefinido de las ciencias, cuyo objetivo debe ser el 
dominio de la naturaleza y la mejora de la vida del hombre, lo convierte en un precursor de la Ilustración. 
Francis Bacon

Pierre Gassendi (1592-1655) 

Sacerdote, filósofo, matemático y astrónomo francés, principal pensador materialista. Defensor del atomismo y el sensualismo de Demócrito y Epicuro (a los que supo incorporar los avances científicos), así como del método experimental de Galileo. Sus átomos eran partículas con masa, dotadas de inercia, que se movían en el vacío, aportando una explicación más convincente que el universo de Descartes.

Pierre Gassendi

Descartes y el racionalismo 

Junto a la corriente de renovación científica empirista de Galileo, centrada en la materia y lo cuantitativo, surge la racionalista de Descartes que, usando también las matemáticas, no renuncia a la búsqueda del ser y su esencia a partir de la observación de la naturaleza y conserva la pretensión de construir una ciencia tanto física como metafísica. Para los empiristas la función de las matemáticas es hallar las leyes de la naturaleza a partir de las percepciones sensoriales, mientras para los racionalistas es asegurar la exactitud de los procesos lógicos de su filosofía partiendo de la razón. 


Consiguió construir un sistema científico universal basado en la razón. A mediados del s. XVII el racionalismo mecanicista cartesiano se impuso como la gran aportación de la nueva ciencia. 

En Discurso del método (1637), su gran obra, expresa su duda sobre la realidad del mundo exterior, que podría ser una ilusión de los sentidos → duda metódica, forma de buscar los fundamentos del pensamiento y la ciencia. El punto de partida es una intuición (“cogito, ergo sum”) que le permite llegar a una evidencia clara y distinta desde la que iniciar el conocimiento del mundo exterior, en el que los sucesivos eslabones del conocimiento han de tener siempre el mismo grado de evidencia. Así, introduce la metafísica al basarse en la mente para explicar la realidad, con las matemáticas como modelo, cuya verdad se basa en la razón (autónoma y criterio seguro de verdad) y no en la experiencia. 

Aportó el método analítico, consistente en dividir un todo, descomponiéndolo en el mayor número de partes posibles, para observar causas, naturaleza y efectos y proceder a su comprensión y rearticulación. De lo general a lo particular en dos fases: el análisis y la síntesis. Propone cuatro pasos metodológicos: 
  • No dar como cierta cualquier cosa que no sea evidente. 
  • Dividir cada una de las dificultades a examinar en tantas partes como sea posible.
  • Realizar las reflexiones por orden, comenzando por los objetos más sencillos de comprender para ascender gradualmente a los más complejos. 
  • Hacer recuentos tan completos y revisiones tan amplias como para estar seguros de no omitir nada. 
Las ideas innatas, presentes en el alma, nos hacen ver tres sustancias; una infinita, Dios, y dos finitas, espíritu (cuyo atributo es la conciencia), y materia (cuyo atributo es la extensión). El universo es una máquina perfecta creada por Dios, que dictó sus leyes físicas (necesarias) y le confirió el movimiento, que se conserva eternamente. 

Su mecánica desarrollará el conocimiento del mundo por medio de un método que combina intuición y deducción, dando a la experimentación un simple valor auxiliar; un sistema encadenado que lo explica todo, pero que queda lastrado por su rigidez, ya que el fallo de un eslabón puede arruinar el conjunto. El racionalismo cartesiano logra un sistema explicativo sobre el hombre y el mundo que superó la escolástica medieval, aunque la Iglesia consideró que la mecánica cartesiana se acercaba al ateísmo, y su obra fue incluida en el índice de libros prohibidos en 1663.

Descartes

Blaise Pascal (1632–62)

Seguidor de Descartes, consideró que el universo del racionalismo cartesiano era tan perfecto que podía prescindir de Dios y rechazaba entender a Dios y la religión por la razón, defendiendo la existencia de verdades del corazón. 

El racionalismo se expandió durante la 2ª mitad del XVII, aunque se dieron desviaciones de algunos autores hacia posturas sensualistas, al considerar que las ideas innatas eran producto de las sensaciones. Las tres principales figuras racionalistas de esos años fueron Nicolas Malebranche, Baruch Spinoza y Gottfried Leibniz. 
Pascal


Newton y la consolidación de la nueva ciencia 

Frente a la expansión del racionalismo y su método inductivo, el empirismo resurge a finales del XVII, especialmente con Newton, creador de la física moderna, quien sintetizaría los avances precedentes de la física y la astronomía, tanto de las investigaciones empíricas como de las racionalistas. 


Intentaba conciliar su visión del mundo físico y sus creencias religiosas. Pese al rigor de sus planteamientos científicos, no siempre fue capaz de separarlos de la religión y la metafísica, hacia la que se desliza al afirmar el carácter absoluto del tiempo, el espacio y el movimiento (los tres habrían sido creados por un ser todopoderoso), hipótesis no demostrables, lo que contradecía su método científico. Para Newton las leyes físicas no eran necesarias, como afirmaba Descartes. 

Sus aportaciones son numerosas y en múltiples campos: desarrolló el cálculo infinitesimal, formuló el concepto de masa, enunció con claridad el concepto de inercia, creó instrumentos técnicos como el primer telescopio reflector y consagró el método empírico como el único que permitía llegar a la verdad científica. Pero fue en Philisophae naturalis Principia Mathematica (1686), donde realizó su principal aportación al establecer las leyes fundamentales del movimiento, formulando la ley de gravitación universal: “todos los cuerpos se atraen en razón directa de sus masas y en razón inversa del cuadrado de sus distancias”. 
Newton


John Locke (1632–1704)
 
Influyó en la consolidación del método empírico. En An Essay Concerning Human Understanding (1689), base del empirismo, rechazaba la existencia de las ideas innatas de Descartes, afirmando que todo conocimiento procede de la experiencia derivada de la percepción sensorial. Propuso un sistema inductivo que pasa de ideas simples a generales y rechazó las especulaciones abstractas, tratando así de sumar la filosofía al avance de las ciencias y poniendo las bases de la filosofía pragmática de la Ilustración. 

La física newtoniana acabó por imponerse, estableciendo definitivamente la visión dinámica del universo, en lugar de la estática de los antiguos. Con su aportación, el universo se hacía comprensible y previsible. El racionalismo quedó relegado a la filosofía, de la que la ciencia se va apartando. El método experimental se impone a los sistemas deductivos, el dogmatismo y el principio de autoridad, si bien Newton adopta partes esenciales del método cartesiano, estableciendo las bases del método hipotético-deductivo, que combina experimentación con procedimientos inductivos y deductivos (propios de operaciones mentales). El avance de la ciencia sobre bases seguras iniciaba una progresiva especialización en el conocimiento, ya que los avances continuos hacían cada vez más difícil abarcar más de un campo. 
Locke
Avances en distintos campos del saber 
  • EVANGELISTA TORRICELLI (1608-47): discípulo de Galileo, continúa sus trabajos en la trayectoria de los proyectiles y estudió la mecánica de fluidos. Inventó el barómetro en 1643, gracias a lo cual demostró la existencia del vacío y la presión atmosférica. 
  • CHRISTIAN HUYGENS (1629-95): estudió el cálculo de probabilidades y estableció las bases para el desarrollo del cronómetro. Estudió el anillo de Saturno y la rotación de Marte. 
  • GIOVANI DOMENICO CASSINI (1625-1712): publicó diversos trabajos sobre Venus, Marte y Júpiter, calculó la distancia Tierra-Sol y descubrió varios satélites de Saturno. 
  • ROBERT HOOKE (1635-1703): miembro destacado de la Royal Society. Trabajó sobre la presión de los gases, el vacío o la elasticidad de los cuerpos (ley de Hooke). Planteó una primera versión de la gravitación universal, que Newton desarrollaría.
OTROS EJEMPLOS: 
  • Robert Boyle y Edme Mariotte estudiaron la compresión de los gases, llegando cada uno por su cuenta a la ley que lleva su nombre. 
  • Avances en matemáticas por parte de Napier, Fermat, Pascal, Descartes o Desargues (logaritmos, álgebra, geometría, análisis infinitesimal…).
  • William Harvey completó el análisis de la circulación sanguínea. 
  • Ole Romer midió la velocidad de la luz. 
La cultura del barroco 

El concepto de Barroco 

El término “Barroco” fue acuñado en el s. XVIII para definir de forma un tanto despectiva las tendencias artísticas dominantes del periodo anterior, pasando a definir más adelante en su sentido más amplio la cultura específica de una época que va de 1580 hasta bien entrado el s. XVIII, con su fase culminante entre 1600 y 1680, coincidiendo con la crisis del s. XVII. Ello no excluye que haya ejemplos que trasciendan estos límites, como Calderón en España o Fenelon en Francia, ni que los elementos expresivos barrocos se prolonguen durante buena parte del s. XVIII o incluso que evolucione en otros estilos como el Rococó, pero ya en un contexto histórico muy distinto. 

Surge esencialmente en Italia y se constituye como forma de expresión dominante en Europa y parte de sus colonias. Su mayor intensidad se da en los países de la Europa monárquico-absolutista, eclesiástica, señorial y campesina, especialmente Italia y España; hay posiciones intermedias como los territorios de los Habsburgo o Francia. 

Constituye la respuesta cultural desplegada por un poder que se siente amenazado desde los múltiples frentes de la crisis. No es pues, una cultura espontánea y popular, sino claramente inducida desde el poder. Los caracteres sociales del Barroco serían los de una cultura dirigida, masiva, urbana y conservadora. Se le asocian tres vinculaciones esenciales: 
  • LA CONTRARREFORMA CATÓLICA: Es evidente su origen y máximo esplendor en Roma, así como su desarrollo esencialmente en el ámbito católico frente a la escasa incidencia en terreno protestante. El Concilio de Trento no sólo definió el dogma católico, sino todo el conjunto de la religiosidad, imponiendo cánones artísticos como forma de comunicación ante unos fieles mayoritariamente analfabetos. Para oponerse a la doctrina protestante proliferaron las imágenes de vírgenes, santos y mártires, prohibiéndose las escenas paganas y las imágenes impúdicas. Todo ello explica la sustitución de las formas clásicas y reposadas —humanizadas— del Renacimiento por otras en agitado movimiento; el abandono de la belleza serena de inspiración neoplatónica por la necesidad de representar una religión basada en el esfuerzo del hombre por lograr la salvación; una idea agónica que se plasma artísticamente en la obsesión por el movimiento, la ruptura de las formas en la búsqueda de los contrastes. 
  • AUGE DEL MUNDO CORTESANO: La cultura cortesana imperante también necesitaba transmitir una serie de valores a través del espectáculo: potencia política y social, esplendor, identificación con la Iglesia (recurso a las mismas formas artísticas), necesidad de sumisión de los vasallos y grupos sociales inferiores, etc. 
  • UN PERÍODO DE CRISIS: el Barroco no puede entenderse sin las diversas crisis del s. XVII, como respuesta a una época atormentada. No solo la recesión y las dificultades económicas, sino también las grandes guerras o las revueltas, sublevaciones y guerras civiles.


Características de la cultura barroca 

Frente a la armonía precedente, el mundo está ahora dominado por el pesimismo, la incerteza, la angustia, el desengaño, la contradicción y la tensión entre fuerzas opuestas, aunque complementarias: bien-mal,razón-instinto, materia-espíritu, realidad-apariencia, luz-sombra… Ello se refleja en la temática y forma literaria (moralizante), y en general, en la exaltación de lo excesivo, lo patético y lo irracional. 

Nos encontramos ante una cultura urbana. Ahora se produce por primera vez una cultura vulgar para las masas anónimas, como lo prueban los miles de comedias de consumo o el inicio de la producción en serie de objetos de arte. En este sentido la urbe es el marco privilegiado como gran concentración de artistas y poderosos amantes de la ostentación. 


Hay un Barroco brillante y triunfante, especialmente reflejado en la Iglesia romana: el de los triunfos de la fe, el de Bernini y Borromini. Sin embargo, la barroca no es exclusivamente una cultura eclesiástica o religiosa, sino que continúa y acentúa la secularización iniciada por el Renacimiento. También hay un Barroco negro y pesimista, el de Caravaggio y Ribera, bien como expresión de un poder que busca deliberadamente difundir sentimientos de violencia o infundir tanta admiración como temor entre la masa, bien como una de las escasas manifestaciones de escape o protesta individual. 

La religión, la cultura y la posición social se demostraban en la vida cotidiana de unas ciudades que contaban con un centenar de días feriados; la celebración siempre incluía una ceremonia litúrgica que recordaba el maridaje entre el Trono y el Altar y en el que cada individuo ocupaba el lugar que le correspondía por su categoría. Foco en las ceremonias religiosas (Corpus Christi, autos sacramentales). 

La visión crítica propia del Barroco y el desengaño del mundo provocan y explican reacciones diversas, desde el hedonismo y epicureísmo, al escepticismo de los libertinos, o el refugio religioso o místico. Tal vez la salida más interesante fuera el recurso a la moral estoica iniciado en los años del cambio de siglo y que alcanzó un gran desarrollo entre las élites europeas por su atractivo para sobrellevar tiempos difíciles. Basada en Séneca y en las obras de autores contemporáneos como Justo Lipsio, la ética estoica proponía el repliegue interior y una orgullosa reivindicación del yo frente a la maldad del mundo. Algunos aspectos, como su capacidad para adaptarse a cualquier ambiente religioso, situándose por encima de las diferencias confesionales, o la concepción del poder como una realidad siempre externa y extraña al individuo, hacen del estoicismo uno de los pilares de la modernidad. 


El arte barroco 

Tremendamente teatral, especialmente la arquitectura civil y religiosa, donde prima la apariencia sobre los elementos constructivos: formas en agitado movimiento, abandono de la belleza serena, obsesión por el movimiento, ruptura de formas y la búsqueda de los contrastes. Abunda la decoración fastuosa y detallista, curvas, contracurvas, columnas salomónicas, fachadas ondulantes y salientes, juegos de luces y sombras, trampantojos. 

El mejor ejemplo se halla en los templos, que debían transmitir a los fieles los conocimientos esenciales del dogma y nada mejor para ello que impresionar los sentidos y emocionar con imágenes impactantes, donde transmitir la potencia y el triunfo de la Iglesia sobre la herejía. Grandes ejemplos se hallan en la basílica y la plaza de San Pedro en Roma, donde el papado inicia un urbanismo esplendoroso. También la pintura (retablos, bodegones, Caravaggio) y la escultura (Bernini) se enmarcan en estas características visuales. En el arte civil se plasma la suntuosidad de la sociedad cortesana, encabezada por los monarcas: palacios y villas con parques, jardines, grutas artificiales y fuentes, fastuosas ceremonias y celebraciones. 

Las formas artísticas debían evidenciar la ideología de los grupos de poder, conscientes de la capacidad de la obra artística para impactar y "convencer" mediante imágenes. Las artes plásticas fueron un instrumento de las élites para subyugar a las masas con su impacto visual. No se puede explicar sociológicamente el arte barroco sino a partir de tres elementos esenciales: la lucha confesional entre católicos y reformados, el absolutismo monárquico y la sensibilidad de los distintos y opuestos grupos sociales que producían y recibían los mensajes artísticos. Los Estados se llenaron de construcciones oficiales que mostraban al pueblo su poder. 

Modelos europeos 
  • En la ARQUITECTURA religiosa el modelo específico fue la iglesia jesuítica del Gesú de Vignola. Hay que destacar las obras romanas de Bernini y Borromini, que dan muestra del patronato de la Iglesia, que en España financiaba a Alonso Cano. En Francia, paradigma de la monarquía absoluta, Luis XIV impuso el estilo clasicista, plasmado en los palacios de Versalles y el Louvre, sin el rebuscamiento barroco, aunque en el interior la decoración asumía toda su potencia visual. 
  • En PINTURA, la Monarquía Hispánica dio figuras geniales que reflejaban la religiosidad que impregnaba la vida cotidiana; el tenebrismo de José Ribera, el realismo del mundo monástico pintado por Zurbarán, el colorismo preciosista de las vírgenes de Murillo, hasta la figura de Velázquez, quizá el mejor retratista de la época y pintor de Felipe IV. En Italia Carracci y Caravaggio pintaron fundamentalmente para la Iglesia y los cardenales, mientras que en Flandes destacó Rubens, en Inglaterra Van Dyck, en los Países Bajos Rembrandt, Vermeer y Van Dyck, y en Francia (donde la huella del Barroco fue escasa) Poussin y Claudio de Lorena. 
  • La ESCULTURA hispana está llena de retablos policromados e imágenes de vestir, destacando los talleres de Gregorio Fernández, Martínez Montañés, Pedro de Mena y Alonso Cano. 
  •  La OBRA LITERARIA fue un artificio de las minorías para convencer intelectualmente a otras minorías. La obsesión didáctica en lo político y social de la obra escrita se evidencia en Quevedo, cuya obra refleja el desencanto espiritual, la violencia vital y lo grotesco de la actuación social. La poesía barroca se divide entre el Culteranismo de Luis de Góngora frente al Concepcionismo de Quevedo. La literatura profundizó en la novela picaresca con Mateo Alemán y Quevedo, culminando en el genial Miguel de Cervantes y el Quijote. 
  • El TEATRO se constituyó en el gran instrumento de dicha didaxis político-social. Los ejemplos máximos serían Lope de Vega, quien perfeccionó la "nueva comedia española", y Calderón de la Barca, donde la supeditación total al designio supremo, el honor personal y la sumisión al rey manifiestan una ética social basada en el honor del hacendado labriego. Los autos sacramentales eran dramas religiosos que se utilizaban para inculcar valores espirituales. Una de las grandes aportaciones del Barroco fue la ÓPERA, mezcla de música y teatro que se inicia en Italia con el Orfeo de Monteverdi. 
El arte reformado producía una arquitectura simple y estática, desprovista de ornato y de imágenes, y una pintura interiorista y profesional. La simplicidad de líneas y la ausencia de iconografía de las iglesias reformadas, orientadas a la palabra, la música y el canto, era un poco propicias a las complicaciones artísticas. 


La sociedad barroca 

El s. XVII se presenta como un siglo crítico, lleno de problemas vitales, económicos, políticos, sociales e ideológicos. 

La "Trilogía Moderna" (hambre-peste-guerra) asoló con frecuencia y violencia a la sociedad europea de esta centuria, por lo que se hacía imprescindible contar con alguna esperanza, algo que sólo podía proporcionar la religiosidad, mucho más sentida que pensada. Los distintos estamentos y grupos sociales gestaron formas diferentes para manifestar sus esperanzas, terrores y anhelos. Hay también recursos de tipo pagano (hedonismo, epicureísmo, escepticismo y, especialmente, el estoicismo, muy popular entre las élites). 


La pequeña nobleza y la burguesía ligaron su existencia como grupo social a la política de las monarquías absolutistas, desarrollando nuevos saberes filosóficos y jurídicos. En el Barroco se iba a profundizar en la esencia del pensamiento, en la epistemología y en el método, desligando estos procesos de unos designios divinos. 

La Iglesia católica intentaba desterrar las prácticas más desgarradas de religiosidad popular, dotando a los sacerdotes de un mayor conocimiento dogmático y disciplinario. En cada una de las cúpulas jerárquicas de las dos creencias en lucha (católicos y reformados) se enfrentaban unas concepciones laxistas, basadas en la misericordia de un paternal Dios-amor, contra las opciones que exigían la más rígida observancia fundada en un terrible Dios￾justicia. Y aunque ambos credos sufrían los mismos problemas internos, no se acabaron las luchas confesionales, por lo que cada iglesia se dotó de instituciones y buscó a las personas más idóneas para rebatir los argumentos del contrario. 

La nobleza y el clero tenían un interés común en cimentar su rango y su estatus, al mismo tiempo que luchaban entre ellos por conseguir y mantener la posición más elevada dentro de la pirámide social. Entre estas minorías rectoras se manifestaron dos tendencias opuestas: los que buscaban nuevas respuestas a la insatisfacción intelectual y quienes pensaban que sólo en la tradición y en la seguridad del dogma religioso radicaba la fuerza del sistema social privilegiado. La precariedad de la vida de los grupos populares también se manifestó en dos direcciones distintas. La mayoría de la población asumió con fatalismo sus inciertas condiciones de vida; por otro lado, nunca faltaron los motines y las rebeliones masivas, en general dirigidos por elementos no populares. En ocasiones reaparecieron las ideas milenaristas anarquizantes y utópicamente esperanzadoras. La religiosidad siempre estaba presente en la mentalidad colectiva y en las preocupaciones diarias; de ahí que se produjeran en la misma época las persecuciones más salvajes contra la brujería y las manifestaciones de fervor popular llenas de mortificación y gusto por lo macabro. Un Auto de Fe inquisitorial, la decapitación pública de un criminal o los excesos del carnaval eran actos sociales. 

Respecto al sistema educativo, todo estaba supeditado a las ideas, los intereses y el poder relativo de cada uno de los grupos sociales; los diferentes niveles y grados de conocimiento eran una fuente de prestigio social y de acceso a una determinada cuota de poder. El pueblo se contentaba con unos rudimentos de doctrina cristiana y el conocimiento pragmático de las técnicas artesanales para los varones y las habilidades precisas para el gobierno de la casa en el caso de las niñas. La lectura, escritura y las 4 reglas aritméticas básicas implicaban cierta preeminencia dentro del grupo popular. Este nivel inferior de enseñanza estaba a cargo de los maestros de primeras letras, mientras que las destrezas profesionales las transmitían los maestros gremiales. La pequeña burguesía tenía acceso a un grado de conocimiento bastante superior, impartido por preceptores privados y las cátedras de latinidad. 

Esta "enseñanza media" les suministraba toda la instrucción necesaria para sus negocios y, a veces, de la preparación imprescindible para acceder a los estudios universitarios. Se ha dicho que la Ciencia Moderna nació al margen de y en ocasiones enfrentada a la Universidad. Pero hay que distinguir entre "conocimiento", que sólo podía ser adquirido dentro del ámbito universitario, e "innovación", que se tenía que realizar fuera del entorno académico oficial. 

El Clasicismo y la querella entre antiguos y modernos 

El Clasicismo es el estilo francés que florece entre 1660-85, caracterizado por el culto a la Antigüedad, el imperio de las normas, las líneas rectas y los volúmenes definidos, aunque incorpora también elementos del Barroco. Fue impulsado por Luis XIV y su corte, a cuyo servicio se ponen las artes y la cultura en aras de la afirmación de la Francia de su reinado. El palacio de Versalles o la Iglesia de los Inválidos son sus principales ejemplos, pero su máximo esplendor se alcanza en la literatura, especialmente el teatro (Corneille, Racine, Molière), junto con otros autores como La Fontaine o Perrault. Defiende el ideal del hombre honesto, que opone a la moral caballeresca valores como la mesura, la razón y el autodominio. 

Precisamente la Francia de Luis XIV, especialmente a partir de 1687, fue el epicentro de la llamada querella entre antiguos y modernos, alrededor de las fuentes y modelos culturales, artísticos y humanos. ¿Era superior la Antigüedad redescubierta en el Renacimiento, o el mundo actual con sus avances en todos los campos? El enfrentamiento, que dio lugar a numerosos escritos y tratados, traslucía también posturas contrapuestas en cuanto a la libertad creadora y la búsqueda de la verdad y la belleza. 
  • “ANTIGUOS”: Montaigne, Racine, La Fontaine, Boileau, Boccalini, Tassoni, Swift, Rousseau. 
  • “MODERNOS”: Perrault, Fontenelle, Lancellotti.
En esta época destacaron también algunos autores considerados como precedentes de la Ilustración por su actitud crítica y afán divulgativo: Pierre Bayle, Bernard le Bouyer de Fontenelle, Jean Leclerc, Henri Basnage de Beauval. Y fuera de Francia, Spinoza, Locke, Newton, Leibniz o Pufendorf. 

Versalles


La religión en el Barroco 

El mundo católico avanzará hacia la imposición de la Contrarreforma. Será en este siglo cuando, siguiendo los acuerdos del Concilio de Trento, se comiencen a notar los resultados de las iniciativas destinadas a difundir y consolidar la Reforma católica. La Iglesia cuenta ya con un cuerpo de doctrina definido y articulado que le permite hacer frente a las doctrinas protestantes. Su estructura jurídica e institucional está fuertemente jerarquizada, con el Papa a la cabeza, y lo suficientemente organizada como para garantizar una mejor atención pastoral. 

La religión es motivo de diversos conflictos en este siglo: 
  • Convivencia de las religiones salidas de la reforma, especialmente difícil en Alemania → Guerra de los Treinta Años. En Francia, la solución del relativamente tolerante Edicto de Nantes irá evolucionando a una imposición católica hasta concluir con la expulsión de los Hugonotes en 1685. En España, se expulsa definitivamente a los moriscos en 1609. 
  • Querellas doctrinales entre rigorismo y laxismo. 
  • Se agudizan las tensiones Iglesia-Estado; el regalismo (deseo del príncipe de gobernar la Iglesia de su reino sin injerencias exteriores) había sido ya motivo de la separación de la Iglesia de Inglaterra respecto de Roma y ahora volverá a manifestarse sobre todo en Francia, donde se conocerá como galicanismo. 
  • Disputas teológicas en torno al problema de la Gracia. 


La aplicación de las reformas religiosas 

Los países pioneros en la imposición de la Reforma habían sido España y buena parte de Italia en la segunda mitad del s. XVI. En Francia, Alemania, Países Bajos, Bohemia y Polonia no se realizó hasta el s. XVII, con Francia ahora a la cabeza. 

En el s. XVII continúa la rigidez combativa de la Contrarreforma, que va debilitándose hacia final de siglo, con el inicio, lento y localizado, de la descristianización. Se da una evidente renovación en la Iglesia católica, pero al mismo tiempo se establecen nuevos límites a su influencia. En el protestantismo se inicia un proceso de división interna, sobre todo en el mundo luterano y en Inglaterra. 

Una de las finalidades básicas del Concilio de Trento era la recristianización mediante la fijación del Corpus doctrinal, que una vez elaborado había que desarrollar y explicar, lo que requirió un intenso trabajo en la formación del clero y de los miembros de las órdenes religiosas y la catequización de las masas urbanas y rurales. Tras el concilio y durante todo el siglo se insistió en el primado del Papa, en la mejora del funcionamiento de las autoridades curiales, territoriales y de las órdenes religiosas. Esta acentuación del poder universal del pontífice tenía como finalidad el establecimiento definitivo de su autoridad dentro de la propia Iglesia. Frente al sacerdocio universal protestante, se reforzó el peso de la jerarquía y se configuró la Iglesia con un carácter más clerical. 

El mapa religioso no cambió con respecto al siglo anterior. Las zonas de influencia se mantuvieron estables, a excepción de hechos como la expulsión de los hugonotes de Francia (1685). 

Este siglo fue una época dorada para las ediciones religiosas: vidas de santos, sermones, textos litúrgicos, meditaciones místicas, etc., al tiempo que se revitalizaban en las universidades los estudios de teología y derecho canónico. Aumentó la importancia del sermón a cargo de predicadores populares y el confesionario. 

En el aspecto disciplinario hubo una reorganización claramente jerarquizada de la iglesia y una intensa labor de reforma de los eclesiásticos que encontró resistencias de todo tipo, sobre todo, en las noblezas que tenían algún miembro en los obispados y no querían perder privilegios y eran reacios a vivir en las diócesis y a cumplir sus obligaciones pastorales, y también monarcas y gobernantes temerosos del incremento del poder de Roma. Pero poco a poco había un clero mejor formado, y una actuación muy intensa del clero regular: los jesuitas, la orden más dinámica surgida de la Reforma, con una gran actividad de la enseñanza; o los capuchinos, predicadores muy activos en el cuidado de apestosos e incurables. Entre las órdenes femeninas se extendieron las carmelitas descalzas fundadas por Teresa de Jesús en el siglo anterior y las ursulinas dedicadas a la enseñanza de niñas. La enseñanza y la asistencia fueron los dos capítulos esenciales de las nuevas órdenes, destacando las Escuelas Pías, la Compañía de María, etc. Los fundadores de nuevas órdenes, habitualmente canonizados, se convertirían en el modelo de santidad. Pero el espíritu renovador también afectó a las órdenes antiguas, como los benedictinos.
 

Tanto católicos como las protestantes hicieron un considerable esfuerzo por extender entre las masas la instrucción y la práctica religiosa. Para la Iglesia católica el centro de actuación fue la parroquia, donde entre otras medidas se impuso un gran control en la práctica de confesar y comulgar por Pascua Florida. Las misiones periódicas dirigidas a las clases populares y al mundo rural creaban unos días de exaltación religiosa con sermones, escenificaciones de la Biblia y de vidas de santos, comulgaciones masivas, etc. Destacó el papel de jesuitas y capuchinos y del arte barroco a configurar la piedad barroca (templos, esculturas, retablos, autos sacramentales…). También las cofradías contribuyeron a la intensificación de la vida religiosa católica, destacando en Francia la Compagnie du Saint￾Sacrement, que se convirtió en una poderosa organización política y social. 

Entre los protestantes, la parroquia o iglesia fue también el centro de la vida comunitaria con sermones, salmos, la obligatoriedad de asistir a misa respaldada por sanciones, amonestaciones públicas e incluso tribunales eclesiásticos que castigaban otros comportamientos como la inmoralidad o la herejía. Los más estrictos eran los calvinistas y los puritanos. 

Pese a esta amplia labor adoctrinadora y de control subsistían restos de paganismo: supersticiones, exorcismos, rituales propiciatorios, brujería. Esta última fue muy perseguida entre 1580-1650, especialmente por los protestantes, estimándose más de 60.000 víctimas quemadas en la hoguera, sobre todo en Suiza, Países Bajos, y Francia. 

Divisiones en el protestantismo 

El gran problema del luteranismo era hacer frente a las divisiones internas surgidas ya a la muerte de Lutero. Para evitarlas, los príncipes impulsaron el establecimiento de una línea ortodoxa mediante la Concordia de Wittenberg en 1580, basada en diversos acuerdos en la doctrina. 

 Concordia de Wittenberg 1580

La gran novedad fue el pietismo iniciado por Philip Jacob Spener, defensor de la necesidad de la renovación religiosa tanto en conocimientos como en la práctica de una religión de corazón. Se trataba de sustituir la rigidez del luteranismo ortodoxo por una fe más viva y una práctica más revitalizada. Dentro de su gran difusión en Alemania (pese a los ataques de la ortodoxia) su recepción fue diversa, siendo perseguida en algunos estados y universidades (Wittenberg) y protegida en otros como en el Brandeburgo de Federico III. 

Se desarrollaron también corrientes o sectas que fueron generalmente perseguidas: 
  • Los baptistas en Provincias Unidas y en Inglaterra, partidarios del bautismo adulto por inmersión. 
  • Los husitas provenientes de la predicación del bohemio Jan Huss sobrevivieron en el exilio gracias al moravo Jan Amos Komenski, que recorrió numerosos países difundiendo su creencia en la bondad del hombre y el progreso vinculado a la educación, la ciencia y la caridad. 
  • Los menonitas, seguidores del anabaptista Menno Simons, que defendían la separación de Iglesia y Estado, y que en su huida se establecieron en la Europa Oriental y en Pensilvania. 
  • Más radical fue el socinianismo fundado por Fausto Sozzini que negaba la Trinidad y la divinidad de Cristo al tiempo que revalorizaba el libre arbitrio y las buenas obras con una religión tolerante, razonable y sencilla. 
  • Los socinianistas se extendieron por Provincias Unidas y más tarde por América del Norte, llegando a tener a finales de siglo bastante influencia en algunos sectores cultos, como el propio Newton. 
  • Inglaterra fue el lugar en el que se multiplicaron las sectas también con cambios sociales y políticos. Además de los baptistas destacaron los cuáqueros o Sociedad de Amigos, fundados por George Fox, insistiendo en la luz interior, el Cristo inmediato presente en todo hombre, predicando al mismo tiempo el amor fraterno y las buenas obras. Durante la guerra civil y la época de Cromwell se desarrollaron los independientes o congregacionistas, que rechazaban cualquier control eclesiástico más allá de la congregación local y abogaban por una completa tolerancia; los más radicales, los partidarios de la Quinta Monarquía, consideraban inmediata la segunda venida de Cristo; u otras sectas minoritarias como los seekers o los ranter. 
Los principales problemas religiosos en Inglaterra se derivaron de la lucha entre la Iglesia oficial anglicana y los puritanos de orientación calvinista y contrarios a la existencia de obispos. La represión antipuritana se recrudeció en el reinado de Carlos I. Tras la Revolución Inglesa, el régimen puritano de Cromwell suprimió los obispos y el Prayer Book, adoptando una nueva confesión de fe presbiteriana. El anglicanismo se volvió a imponer en todo el territorio con la Restauración de Guillermo III, que incrementó la tolerancia, excepto para los católicos, considerados enemigos del estado. 

Regalismo y galicanismo
 
El refuerzo del poder real en la línea del absolutismo y del poder papal tras el Concilio de Trento produjo un incremento de los conflictos regalistas. Las Iglesias nacionales, deseosas también de limitar las injerencias de Roma, apoyaron a sus príncipes, como también hicieron otras instituciones. 

El caso paradigmático es el de Francia, donde el galicanismo estaba fuertemente enraizado en los antiguos privilegios de la Galia cristiana. Ya en 1614 los Estados Generales se negaron a ratificar los decretos del Concilio de Trento, pero fue Luis XIV quien en 1673 extendió a todo el reino la regalía temporal de la que gozaba para las sedes episcopales vacantes, además de intentar conseguir para estas el derecho de presentación de candidatos (regalía espiritual), lo que inició un largo conflicto con Inocencio XI, que llevó a la vacancia de múltiples diócesis, e incluso a la ocupación del enclave pontificio de Aviñón por parte de las tropas francesas. La tensión disminuyó con los papas Alejandro VIII e Inocencio XII. Este último confirmó en sus sedes a todos los obispos franceses, conservando Luis XIV la regalía temporal. 

Otros casos de regalismo se dieron en Portugal, tras la rebelión que llevaría a su independencia (el papa se negó a nombrar obispos por temor a la reacción de Felipe IV, y Juan IV los nombró directamente), y durante la Guerra de Sucesión de España, debiendo Clemente XI optar por alguno de los príncipes pretendientes al trono. 

Las querellas sobre la Gracia 

Tanto el catolicismo como las diferentes confesiones protestantes se vieron afectados por las disputas en torno a la Gracia necesaria para la salvación. Frente al pesimismo antropológico que había inspirado la Reforma protestante, la restauración católica estaba más cerca del Humanismo (confianza en la capacidad del hombre para contribuir a su salvación y visión más positiva del mundo). No obstante, en ambos ámbitos hubo tendencias más o menos pesimistas que acercaban su posicionamiento en este tema a la postura general de la otra parte. 

El gran problema de fondo era la dificultad de conciliar la libertad humana con la potencia infinita de Dios y su omnisciencia, que le permitía conocer quién había de salvarse. Es decir, ¿era la Gracia divina una concesión genérica de Dios que el hombre podía aprovechar libremente, o por el contrario una concesión limitada a quienes Dios eligiera para salvarse (predestinación)? La Iglesia Católica defendía que la Gracia era un don gratuito, concedido a todos los bautizados en virtud de los méritos de Cristo. El hombre, con su libre albedrío, podría rechazarla o aceptarla, colaborando a su salvación con las buenas obras y la práctica de los sacramentos. Distinguía así entre una gracia suficiente, que se otorga a todo creyente, y una gracia eficaz, que requiere la colaboración del individuo. Los protestantes creían en la justificación únicamente por los méritos de Cristo, llegando hasta la postura más radical del calvinismo, defensor de la predestinación. 

Las distintas interpretaciones dieron lugar en el seno de la iglesia católica a la polémica De auxilis, que se desarrolló a finales de s. XVI y primeros del s. XVII, enfrentando a los jesuitas, que se inclinaban más a la libertad humana, con los dominicos. En 1607 Paulo V aceptó que tanto unos como otros pudieran defender sus doctrinas sin calificar la contraria como herética. 

Paulo V

El jansenismo 

Años después resurgió la polémica con el jansenismo. Cornelius Jansen (Jansenius) sostenía que Dios quiso salvar a toda la humanidad, pero después del pecado original solo salvó a los predestinados; por lo tanto, Cristo no murió por todos y la práctica religiosa no es más que un camino para descubrir la pertenencia a ese grupo selecto. Se extendió por los Países Bajos del sur y sobre todo por Francia, donde pese a la condena de la jerarquía, tuvo defensores, en especial entre la nobleza de robe y la burguesía de los oficios, con su núcleo en la abadía femenina y los caballeros de Port Royal. 

La postura de la Iglesia y los católicos franceses distó de ser unánime, habiendo diferentes persecuciones y castigos a sus seguidores. En 1668 se firmó la Paz de la Iglesia o Paz Clementina (por el respaldo de Clemente IX), solución de compromiso que dio lugar a una relativa tranquilidad. Lo único cierto es que el jansenismo dividió profundamente la Iglesia y la sociedad francesa del siglo XVII.

Los protestantes también se vieron afectados por el problema de la Gracia, siendo la polémica especialmente viva en el calvinismo. Dos teólogos de la Universidad de Leiden, Jacobus Arminius y Franz Gomar, dieron nombre a cada una de las dos tendencias. Armenius se acercó a la doctrina del catolicismo más optimista sobre la capacidad del hombre de contribuir a su salvación y Gomar defendió el calvinismo estricto. En el trasfondo de la posición doctrinal se mezclaban intereses políticos y sociales, además de rivalidades internas. Alineándose con el gomarismo los orangistas, muchos nobles, la mayoría de pastores y numerosos trabajadores urbanos, mientras que las teorías de Arminius encontraban respaldo entre la burguesía mercantil y los gobiernos municipales de las principales 
ciudades, mayoritariamente republicanos. Los gomaristas trataron de expulsar a sus enemigos de pulpitos y cátedras, siendo condenadas finalmente las doctrinas arminianas en el Sínodo de Dordrecht (1618-19). El enfrentamiento teológico surgido en el seno del calvinismo agudizó en la Inglaterra de la primera mitad del siglo las tensiones entre anglicanos, que se acercaban al arminianismo, y puritanos, que defendían las posturas calvinistas estrictas. 


La mística 

Otra de las reacciones frente a la omnipotencia divina fue la mística, el deseo de lograr una experiencia directa con Dios, puesta de moda en Europa en la segunda mitad del s. XVII. 

En el mundo católico, Miguel de Molinos creó el quietismo, cuyos antecedentes son los alumbrados del s. XVI. Su Guía Espiritual se extendió por Italia y Francia entre una élite de clérigos y laicos deseosos de las formas más elevadas de religiosidad. Se trata de una mística que establecía la contraposición entre la naturaleza (mundo de las criaturas) y el Dios creador, al que solo se podía llegar mediante un camino de aniquilación, incluido el yo personal. 


Hay que abandonarse pasivamente a la voluntad divina en forma de oración contemplativa, para llegar a la unión íntima con Dios, sin necesidad de dogmas ni practicas piadosas. El término quietismo alude a la actitud del dejamiento o abandono que preconiza. En 1687 Inocencio XI condenó 68 proposiciones de Molinos, que fue obligado a abjurar y condenado a reclusión de por vida. 

También en el campo luterano hubo sectores que acudieron a la mística: Johan Arndt, precursor del pietismo, o Johann Valentín Andreae, vinculado al esoterismo. Entre los disidentes ingleses, los cuáqueros, con su búsqueda de la iluminación interior, se acercaban también a las tendencias místicas. 


Las misiones 

Llevadas a cabo principalmente por España y Portugal, que gracias a las concesiones pontificias (Patronato y Padroado), controlaban la organización eclesiástica en sus dominios coloniales, quedando fuera del control de la congregación De Propaganda Fide, creada por Gregorio XV y cuyo objetivo era precisamente controlar la actividad misional en el mundo. 

El método típico de evangelización era la tabula rasa, que prescindía de la cultura previa de los pueblos. 


Frente a ella tuvieron particular importancia los intentos de aculturación desarrollados sobre todo por los jesuitas, que contaban con las iniciativas previas de Francisco Javier en Japón y Matteo Ricci en China. El procedimiento de la aculturación llevó a la adaptación de los ritos cristianos a las culturas de los adoctrinados. Este hecho provocó la llamada querella de los ritos (1645-1744), cuando Inocencio X condenó los ritos chinos practicados por los jesuitas según acusaciones dominicas; en el trasfondo estaba la lucha jesuitas-España contra dominicos-Roma. Finalmente, Benedicto XIV condenaría los ritos chinos en 1742 y los malabares (hindúes) en 1744. 

De especial relevancia fueron las misiones establecidas por los jesuitas con los indios guaraníes, que llegaron a tener condición de territorio separado del resto de las posesiones hispanas, en forma de régimen comunitario y economía de autoabastecimiento. En 1649 Felipe IV reconoció dichas misiones como un territorio separado del resto de sus posesiones, que pagaba tributos al rey, pero dependía exclusivamente de los religiosos, los cuales lo gobernaban asistidos por consejos de notables sin la presencia de representantes del Rey. Los jesuitas instalaron un sistema comunitario, sin dinero ni diferencias sociales, basado en una economía de autoabastecimiento que se extendió también a poblados indígenas del territorio brasileño. 


La actividad misionera protestante fue escasa, dado que la expansión colonial dependía de compañías comerciales, no de los gobiernos. Pero los neerlandeses sí expulsaron a los misioneros católicos de los territorios de Asia que lograron controlar, sustituyéndolos por misioneros protestantes. Los ingleses en Norteamérica no se interesaron por la evangelización de los indígenas y la Society for promotion of Christian Knowledge no se creó en Inglaterra hasta 1699. 

Los comienzos de la descristianización 

En ambos ámbitos del cristianismo aparecieron los movimientos libertinos en el s. XVII, caracterizados por el escepticismo ante la revelación, el rechazo de dogmas cristianos y la adopción de actitudes paganas como el estoicismo y, en especial, el epicureísmo. Son herederos de los críticos racionalistas del siglo anterior como Pomponazzi, Maquiavelo o Montaigne, y defienden la libertad del pensamiento en el ámbito religioso, cultural y científico. Comenzaban asimismo a surgir planteamientos que, aun aceptando el hecho religioso, tratan de sujetarlo a la razón, tendencia que llevaría al deísmo, desarrollado sobre todo en el siglo XVIII. El racionalismo aplicado a la religión anunciaba la Ilustración del s. XVIII.

domingo, 13 de abril de 2025

RECUERDOS TRICOLORES REPUBLICANOS

¿Qué fue de aquel pueblo revolucionario
Contra la dictadura de Rivera
De la monarquía traicionera
Del Berenguer reaccionario
que trajo la república?

¿Qué ha sido de José Díaz, la Pasionaria
Manuel Azaña, Companys, Caballero
De aquella furia revolucionaria
Del pueblo, del campesino y del obrero?

¿Qué fue de Durruti, Ascaso, García Oliver,
de todos aquellos que lucharon por el pueblo
de los poetas del Veintisiete y de la Barraca
de los maestros que rompieron las cuerdas de la estaca

de la ignorancia donde estábamos atados
y que con sus palabras fuimos liberados
qué fue de aquellos que lucharon
para enseñar al pueblo y con su sangre regaron
los campos de la libertad para un nuevo amanecer?

¿Dónde se fue la furia roja, del martillo y la hoz
Que luchó contra el militar
En nombre de la revolución social
Clamándola a viva voz?

¿dónde están aquellos pendones tricolores
que clamaban Libertad, Igualdad y Fraternidad
en un mundo donde surgían nuevos monstruos y nuevos horrores
que sumergían en el mar de la barbarie a la humanidad?

¿Dónde están, ahora? Enterrados en el olvido
El pueblo muerto, en las cunetas enterrado
El pasado con heridas aún no cicatrizadas
El golpismo triunfante sus ideas ha callado
Pero nada ni nadie ha sido olvidado
Vuestra voz no ha sido silenciada

miércoles, 9 de abril de 2025

EL BÁLTICO Y EL ESTE EUROPEO EN LA BAJA EDAD MODERNA

Conflictos en el Báltico y el NE. Los repartos de Polonia
 
La Gran Guerra del Norte (1700-1721)

Resultado de la nueva relación de fuerzas frente al predominio sueco, comenzó cuando Augusto II de Sajonia, rey de Polonia, formó una coalición con Rusia y Dinamarca. A comienzos del s. XVIII los daneses invadieron Gottorp, Augusto II atacó Riga y los rusos Narva. En respuesta, Carlos XII de Suecia marchó sobre Copenhague obligando a Federico IV a separarse de la coalición, derrotó a Pedro I de Rusia en Narva, levantó el sitio de Riga y se apoderó de Curlandia. A continuación, en 1702 invadió Polonia, derrotó a Augusto II en Klissow y puso como rey a Estanislao Leczinski. Luego invadió Sajonia, forzando a Augusto II a dejar la coalición y a renunciar a la corona polaca.

 
Entre 1701 y 1705 el zar había arrebatado a Suecia Ingria, Carelia, Estonia y Livonia, buscando salida al Báltico y fundando San Petersburgo en 1703. El mayor error de Carlos XII fue marchar sobre Moscú en 1707, pero los rusos recurrieron a la táctica de tierra quemada y derrotaron a las debilitadas fuerzas suecas enPoltava, en julio de 1709. La derrota reactivó la coalición antisueca (Rusia, Polonia y Dinamarca) → Augusto II recuperó Polonia, los daneses ocuparon Escania y los rusos Riga, Reval y Viborg, 1719. La Pomerania sueca fue invadida y los coaligados recibieron la adhesión de Prusia (1713) y de Jorge I de Inglaterra y Hannover (1715). Tras su fuga de prisión, Carlos XII decidió conquistar Noruega (salida al Atlántico y debilitamiento de Dinamarca) e inició un acercamiento antibritánico a Rusia. Pero en 1718 murió en el sitio de Friedrikshald → Suecia debiófirmar la paz con Hannover, Prusia y Dinamarca (tratados de Estocolmo, 1719-1720) y con Rusia (tratado de Nystad, 1721):
  • ESTOCOLMO: Suecia cedió a Dinamarca Schleswig, a Prusia buena parte de Pomerania occidental con Stettin, y a Hannover los territorios de los obispados de Bremen y Verden.
  • NYSTAD: Suecia recuperó Finlandia meridional y Rusia fortalecía su presencia en el Báltico con Ingria, Estonia y Livonia, una parte de Carelia con Viborg, y las isas Dago y Ösel.
 
El equilibrio en el Báltico
 
Estos repartos del Imperio sueco dieron lugar a una situación de equilibrio en el Báltico → siglo XVIII bastante pacifico, pese a la inquietud británica frente a la aparición de Rusia. La mediación diplomática francesa no logró acercar ambos países, pero, cuestiones comerciales aparte, la realidad es que el Báltico vivió un siglo XVIII bastante pacífico, sólo interrumpido por las repercusiones tangenciales de los grandes conflictos europeos: la guerra sueco￾rusa 1741-1743, que fue un conflicto menor en el marco de la Guerra de Sucesión de Austria, y la intervención de Suecia en la Guerra de los 7 Años, dentro del bando francés entre 1757 y 1762, o bien el conflicto de Suecia con Rusia entre 1788 y 1790, aprovechando una de las guerras ruso turcas.
 
Rusia pasó a ser la potencia en la zona. Alianzas con la pacifista Dinamarca y con Prusia, tutela sobre Polonia y ocasionalmente sobre Suecia. La Alianza del Norte entre Prusia y Rusia de 1764 tenía como objetivo regular la zona sin intervención de potencias occidentales, comprometiéndose a mantener la situación en Polonia y Suecia, ya que los dos objetivos en la zona eran la estabilidad polaca, amenazada con cada nueva ascensión al trono, y mantener el statu quo en Suecia. Dicho acuerdo fue continuado por la posterior alianza de Catalina II con José II en 1781.
 
Primer tratado de reparto de Polonia (1772)
 
Dado el interés en el territorio polaco de Rusia, Prusia y Austria, este fue utilizado como base de un acuerdo entre las tres, a costa de dividírselo.
  • RUSIA: parte de la Livonia polaca y la Rusia Blanca hasta el Dvina y el Dniéper. Catalina II
  • AUSTRIA: Galitzia oriental y la Pequeña Polonia (excepto Cracovia). María Teresa y José II
  • PRUSIA: Prusia occidental (menos el puerto de Danzig) y el territorio polaco hasta el rio Netze. Federico II


La situación de Suecia
 
Rusia se oponía al absolutismo de Gustavo III y alentaba la oposición contra él. En 1788, aprovechando el conflicto ruso￾turco, el monarca sueco ataco San Petersburgo. En 1790, mientras Suecia obtenía algunos éxitos, se creaba una alianza antirrusa (entre Gran Bretaña, Prusia y las Provincias Unidas), ante la que Catalina II hubo de firmar un acuerdo de paz ese mismo año, sin cesiones territoriales, pero por el cual se comprometía a no intervenir en la política interior sueca. En 1791, Gustavo III estableció una alianza con Rusia que le asegurara protección ante posibles movimientos revolucionarios como el de Francia.
 
Segundo tratado de reparto de Polonia (1793)
 
El temor a que los movimientos revolucionarios franceses estimularan a los nacionalistas polacos llevó a Catalina II a pactar con Prusia un segundo reparto de Polonia:
  • RUSIA: Podolia, Ucrania occidental y el oeste de Bielorrusia (gran parte de Lituania).
  • PRUSIA: Danzig, la región de Thorn y Posnania.

Tercer tratado de reparto de Polonia (1795)
 
El general Tadeus Kosciusko recogió el malestar y proclamó el Acta de Insurrección → intervención de Rusia, Prusia y Austria → tercer y último reparto de Polonia, que hizo desaparecer al país:
  • RUSIA: Curlandia y el resto de Lituania.
  • AUSTRIA: Polonia meridional, con Cracovia.
  • PRUSIA: el territorio restante, que incluía Varsovia.


El retroceso internacional de Turquía
 
La victoria de Pedro I sobre los suecos en Poltava creó un cierto paneslavismo que le llevó a intervenir en la zona para expulsar a los turcos. Sin embargo, la derrota del río Prut en 1711 lo obligó incluso a devolver Azov a los turcos. El sultán entregó entonces los principados autónomos de Moldavia y Valaquia a griegos del barrio ortodoxo de Fanar, en Estambul, que en adelante serían conocidos como los príncipes fanariotas. El contraataque turco en 1715 para reconquistar Morea (cedida a Venecia en 1699), provocó la alianza austriaco-veneciana y una nueva guerra tras la que Turquía, merced a la paz de Passarowitz (1718), recuperaba Morea, pero perdía territorios e iniciaba su decadencia. Austria, la gran beneficiada, recibía Temesvar, que completaba su dominio sobre Hungría, así como parte de Bosnia, el norte de Serbia con Belgrado, y la pequeña Valaquia.
 
A partir de ese momento, los rusos (con apoyo austríaco) y los turcos (con apoyo diplomático francés) se enfrentaron a menudo en la zona, especialmente en torno a Crimea:
  • 1735-39: Los rusos recuperaron Azov, invadiendo Crimea en 1736. El emperador invadió la Serbia en poder turco, Valaquia y Bulgaria. Los turcos reconquistaron Nis e infringieron varias derrotas al ejército imperial, mientras obligaban al ejército ruso a retroceder hasta Ucrania. Por los tratados de paz de 1739 firmados en Belgrado y Nis, Rusia devolvió sus conquistas, las provincias del Cáucaso serían independientes, quedando el mar negro cerrado a los barcos rusos. Austria devolvía la ciudad de Nis y las posesiones arrebatadas en la paz de Passarowitz de las que Carlos VI únicamente conservaría el banato de Temesvar (Timisoara, frontera hasta 1914).
  •  1768-1774: Rusia invadió de nuevo Crimea y avanzó por Besarabia, Moldavia y Valaquia, infringiendo una derrota naval a los turcos en el Mediterráneo, 1770. Tras la petición de armisticio por los turcos y el reparto de Polonia, Rusia volvió a atacar los Balcanes, llegando hasta Bulgaria y obligando a Turquía a capitular en 1774. Por la paz de Kütchük-Kaynarda, Rusia devolvió Valaquia, Moldavia y Besarabia, pero a cambio, logro importantes concesiones: la libre circulación por el Mar Negro y los estrechos de Dardanelos y el Bósforo, el derecho a proteger los ortodoxos del Imperio turco y la independencia de Crimea, que se anexionó en 1783 y donde fundó Sebastopol. Su posesión le fue reconocida por la convención de Edirne de 1784.
  •  1787-92: Turquía declaró de nuevo la guerra a Rusia, que recibió el apoyo de Austria, cuyas operaciones militares resultaron un fracaso y acabó abandonando la guerra. Con la paz de Jassy (1792), Rusia adquirió los territorios entre los ríos Dniéster y Bug, consolidando así su dominio sobre la costa norte del Mar Negro (donde funda Odessa en 1794), y dificultando una alianza turco-polaca.
Los tratados firmados entre Rusia y Turquía entre 1774 y 1804 hicieron desaparecer casi todas las zonas autónomas entre ambos. El largo enfrentamiento acabo con un retroceso turco y la confirmación del avance ruso en el SE europeo.
 


Dinamarca y el reformismo
 
El de Dinamarca-Noruega (ambos reinos pasaron a estar en pie de igualdad, Reinos Gemelos) fue el principal ejemplo de absolutismo ilustrado en el mundo báltico que se mantendría hasta 1848. Los monarcas de la casa Oldemburgo se apoyarían en una nueva nobleza de servidores civiles y militares extranjeros, y también en la burguesía danesa, manteniendo al margen a la anteriormente poderosa aristocracia terrateniente danesa. El rey gobernaba con su Consejo o Gabinete, por debajo del cual se situaban diversos colegios (Kollegier) encargados de la administración.
 
Federico IV (1699-1730), Cristian VI (1730-46) y Federico V (1746-66)

Los primeros reinados fueron de recuperación económica, gracias a la ausencia de conflictos bélicos tras la Gran Guerra del Norte, que agravó sin embargo la situación en el campo. Lo cierto es que, pese a figurar entre los vencedores, apenas logró compensaciones en el tratado de paz de Estocolmo, y aunque consiguió en ellos cesiones importantes, no logró su aspiración de incorporar la totalidad de los ducados de Schleswig y Holstein, que garantizaban su seguridad. El mayor problema, que arrastraría hasta 1773, procedía de su enemigo y anterior vasallo el ducado de Holstein-Gottorp, vinculado habitualmente a la política sueca y, más adelante, a Rusia, a cuyos tronos accederían sendos miembros de dicha casa. En 1702 Federico IV había abolido la servidumbre y la fijación del campesinado a la tierra, pero el despoblamiento del campo llevó a Cristian VI a restablecerla parcialmente en 1733, fijando a la tierra a los campesinos mientras pudieran ser reclutados (de los 14 a los 36), lo que garantizó el trabajo en el campo y el suministro de soldados.
 
Se tomaron otras medidas de corte mercantilista: compañías privilegiadas, apoyo a la marina, promoción de manufacturas, el Banco de Copenhague de 1736, etc. Asimismo, y con el ánimo de reforzar la instrucción popular y facilitar la lectura de la Biblia, en tiempos de Federico IV se promovió la creación de 240 escuelas rurales en los dominios pertenecientes a la corona. En estos años tuvo lugar también la construcción de Copenhague tras el incendio sufrido en 1728.
 
Con Federico V la alta nobleza volvió a la dirección de los asuntos públicos, en la que intervinieron también algunos alemanes, como Johann Bernstorff, que mantuvo a Dinamarca fuera de los conflictos entre las potencias. Si durante la Guerra de los Siete Años permaneció en la órbita francesa, el debilitamiento posterior francés le llevaría a la alianza con Rusia (1765).

Federico IV (1699-1730), Cristian VI (1730-46) y Federico V (1746-66)
Cristian VII (1766-1808) y regencia de Federico VI (1784-1808)

Aunque el rey no participó por su enfermedad mental, su reinado vivió dos grandes periodos reformistas:
  • Johann Friedrich Struensee (1770-72) disolvió el Consejo y prescindió de los colegios de la administración, e impuso autoritariamente medidas reformistas basadas en ideas ilustradas, para lo que emitió miles de decretos: libertad ilimitada de prensa y expresión, abolición de la tortura, tolerancia religiosa, reducción de fiscalidad campesina, asistencia pública, protección a la infancia… → oposición generalizada → caída, proceso y ejecución →abolición de la mayoría de sus medidas.
  • Ove Hoegh Guldberg (1772-84), gobierno conservador con tintes nacionalistas y contrario al reformismo. Se reinstauró el Consejo y gracias a la mediación de Rusia, se logró por fin incorporar el ducado de Hosltein-Gottorp.
En 1784, el futuro Federico VI asumió la regencia, apartó a Guldberg y se rodeó de ministros eficaces que llevaron a cabo una serie de reformas. Destacaron las agrarias (abolición de la servidumbre, contrato libre en sustitución de la corvea, acceso de los campesinos a la propiedad, desaparición de los privilegios económicos aristocráticos) y la liberalización de las manufacturas y el comercio, acabando con los monopolios. Noruega dejó de ser un mercado exclusivo del grano danés, Copenhague perdió sus privilegios en relación con otros puertos, el mercado de Islandia se abrió a todos los súbditos de la corona, y los terratenientes nobles perdieron sus privilegios de explotación de ganado. En 1792 se abolió la trata de esclavos. Las medidas fueron fruto de la negociación y contaron con el apoyo de una opinión pública muy desarrollada desde la Ley de Libertad de Prensa de 1794.
 
A finales de siglo diversos factores, como la Revolución Francesa, pusieron fin al reformismo.


Suecia, entre el parlamentarismo y el absolutismo
 
Tras la derrota en la Gran Guerra del Norte, la política sueca del siglo XVIII se centró en el gobierno interior. La larga ausencia de Carlos XII por las campañas militares y el gran esfuerzo militar y financiero aumentaron la oposición al absolutismo, y su repentina muerte sin descendencia permitió al Parlamento (Riksdag) asumir la mayor parte de los poderes y crear los tres instrumentos que darían paso a un sistema más parlamentario: la Forma de Gobierno (1719), la Constitución (1720) y el Reglamento (1723) → Frihetstiden, o Era de la Libertad, que duraría hasta 1772, periodo complejo por los desacuerdos entre los 4 estados del parlamento (nobleza, clero, burguesía y campesinado libre), con un claro predominio del primero.
 
Entre las diversas comisiones que nombraba el Riksdag, destaca el Comité Secreto, auténtico centro del poder por su condición de Diputación Permanente en el intervalo entre las sesiones del Riksdag, que se reunirá al menos cada 3 años. Lo componían 50 nobles, 25 eclesiásticos y otros tantos burgueses, quedando fuera de él los campesinos.
 
El rey presidía un Consejo integrado por 18 consejeros nombrados y responsables ante el Riksdag, el principal de los cuales era el presidente de la cancillería, que hacía las veces de primer ministro. La pequeña y mediana nobleza de servicio monopolizaba los cargos civiles y militares a costa de la aristocracia terrateniente → tensiones entre los diversos sectores nobiliarios.
 
Para el trono vacante había dos candidatos: Carlos Federico de Holstein-Gottorp (hijo de la hermana mayor de Carlos XII) y Federico (príncipe heredero de Hesse y esposo de la hermana pequeña de Carlos XII, Ulrika Leonor).
 
No fue elegido ninguno de los dos, sino Ulrika Leonor (1718-20), a quien se exigió renunciar a sus derechos hereditarios y jurar la forma de gobierno. Pero por sus tendencias absolutistas fue obligada a abdicar 14 meses después en su esposo Federico I, que carecía de derechos sucesorios.

Federico I de Suecia

Federico I (1720-1751) y los gorros y sombreros

Gobierno de Arvid Horn (1720-38)
 
Partidario de la paz como sus contemporáneos Walpole y Fleury. Recuperación económica gracias al proteccionismo mercantilista, y al saneamiento de la hacienda pública. En su época se forman los dos partidos que lucharán más tarde por el poder:
  • SOMBREROS (hattarna), por el sombrero militar. Formado por oficiales del ejército, aristócratas de servicio y burgueses, que se constituyen en torno a la idea de una revancha con Rusia con apoyo francés, y una restauración como gran potencia con una política económica mercantilista más agresiva.
  • GORROS (mössorna), partidarios de Horn, compuestos por nobleza terrateniente, dignatarios del clero y clase media. Apoyados por Gran Bretaña, Dinamarca y Rusia.

Predominio de los sombreros (1738-1765)

Suecia se enfrentó con Rusia (1741-43) dentro de la Guerra de Sucesión de Austria, al término de la cual hubo de cederle parte del sur de Finlandia y la sucesión de la Casa de Holstein-Gottorp, emparentada con los Romanov. Adolfo Federico I (1751-71) fue el primero de esa familia y el ultimo de la Era de la Libertad. Intentó un fallido golpe de estado en 1756 para aumentar su limitado poder. Tras su alineamiento con Prusia en la Guerra de los Siete Años, los sombreros salen del poder y entran los gorros.
 
Predominio de los gorros (1765-1769 y 1771-1772)
 
Política menos mercantilista y más centrada en la agricultura, la iniciativa privada, la libertad de prensa y la eliminación de privilegios. Esto alarmó a la nobleza y no obtuvo resultados, trayendo de nuevo a los sombreros al poder en 1769. Tras su victoria electoral en 1771, los gorros plantearon la igualdad de nobles y plebeyos en el acceso a las funciones públicas.


Gustavo III (1771-92)
 
A la muerte de Adolfo Federico I subió al trono Gustavo III, que dio dos golpes de estado (en 1772 y 1789) acabando con la Era de la Libertad. El primero le permitió asumir totalmente el poder ejecutivo y la dirección de gobierno, compartiendo el legislativo con el Parlamento. En los años siguientes, hasta 1786, los rusos favorecieron la oposición al rey y el separatismo finlandés, y hubo varias reformas: libertad del comercio de grano, tolerancia religiosa, abolición de la tortura, orden y eficacia en la administración... Pese a que la política fue en general favorable a la nobleza, el Rey no logró su apoyo, deseosa de un mayor poder y descontenta por la postergación del Riksdag, que no fue convocado hasta 1778.
 
En 1789, la nobleza censuró en el Parlamento al rey por haber entrado en guerra con Rusia sin su autorización.
 
Gustavo III reaccionó haciendo que el Riksdag aprobara en 1789 el Acta de Unión y Seguridad, que le otorgaba plenos poderes, iniciando una etapa más absolutista. Los privilegios nobiliarios se redujeron, aboliéndose los derechos feudales del campo; los campesinos pudieron acceder a la propiedad de la tierra y sus representantes tuvieron acceso al Comité Secreto. Esto, unido a las malas finanzas por la guerra llevó a varios nobles a asesinar al rey en 1792 → regencia de su hermano menor, el duque Carlos (1792-96), hasta que subió al trono su hijo Gustavo IV Adolfo (1792-1809), que sería depuesto por un golpe de estado, poniendo fin al absolutismo en Suecia.

Gustavo III (1771-92)
 
El fortalecimiento de Rusia
 
Pedro I (1689-1725)
 
En el siglo XVIII Rusia y Prusia serían los grandes poderes emergentes europeos. Para ello fue esencial el reinado de Pedro I. Realizó un viaje de incógnito por Europa que fue fundamental para su formación, e hizo que apostara por la occidentalización y se interesara por la construcción naval. Hubo de interrumpirlo por la conjura de los streltsi (cuerpo militar de élite que pretendía el retorno de su hermanastra Sofía), con cuya derrota afianzó su poder, asumiendo el título de emperador en 1721. Consiguió una salida al Mar Negro en Azov y en el norte fundó San Petersburgo y la cercana base de Kronstadt, que le permitía una salida al Báltico.

Su política reformista pretendía superar los atrasos del país, apoyado en su gran poder autocrático, de base sagrada. Debió afrontar resistencias, sobre todo de los Antiguos Creyentes, y del pueblo contra las reformas occidentales (calendario juliano, ropa, afeitado, etc.), la fiscalidad, las prestaciones forzosas de mano de obra o el reclutamiento. Afrontó también revueltas como la de los cosacos de Bulavin en el Don o Iván Mazepa en Ucrania.
  • REFORMAS ADMINISTRATIVAS Y POLÍTICAS: Disminuyó el poder de la Duma con la creación en 1700 de una Cancillería dependiente del Zar, formada por 8 prikazy y encargada de dirigir el gobierno y las finanzas. Estos fueron convertidos en colegios al estilo sueco tras la creación de un Senado en 1711. El Reglamento General de 1720 organizaba el territorio en varios gubernii, y estos en provincias.
  • REFORMAS MILITARES: Fortaleció el ejército a imagen de los occidentales, y creó una marina de guerra, lo cual estimuló el desarrollo de la siderurgia de los Urales y de diversas manufacturas estatales, arsenales, astilleros, etc.
  • REFORMAS RELIGIOSAS: La oposición del patriarca Adriano a su política absolutista lo llevó a dejar vacante el patriarcado a la muerte de aquel, aboliéndolo finalmente en 1721. Dio un nuevo estatuto a la Iglesia ortodoxa, situando a su frente al Santo Sínodo (14 eclesiásticos elegidos por el zar), sometiendo la Iglesia al poder real, situación que duraría hasta la Revolución de 1917.
  • REFORMAS SOCIALES: Introdujo el principio de primogenitura (1714) (similar al mayorazgo castellano) y la Tabla de Rangos (1722), que mantenía la preeminencia de las antiguas familias de boyardos, convertía el servicio al rey en la única vía posible de ascenso social y que iba en la dirección de crear una élite burocrática, civil y militar, profundizando su separación respecto a la masa popular.
  • REFORMAS EDUCATIVAS: Se creó el Colegio de Matemáticas y Náutica de Moscú, tanto para la armada como para la sociedad civil y, posteriormente, varias academias militares. Para la enseñanza primaria ordenó la creación en cada provincia de escuelas de números (por la importancia que se le daba las matemáticas), y escuelas episcopales vinculadas a la iglesia. En 1718 financió la academia de Ciencias, que se inauguraría poco después de su muerte.
Pedro I (1689-1725)

Período de inestabilidad (1725-1762)
 
El enfrentamiento de Pedro I con su hijo Alexis (encarcelado y muerto en prisión en 1718) lo dejó sin heredero. Cambió el sistema sucesorio para que el zar pudiera elegir su sucesor, pero no llegó a hacer uso de tal prerrogativa, y al morir 3 años después se inició un periodo de inestabilidad con varios zares y zarinas intrascendentes, con poder de la nobleza y las camarillas, durante el que se suprimieron algunas reformas (primogenitura, e.g.). Los dos únicos periodos de cierta estabilidad fueron los de las zarinas:
  •  ANA (1730-40): hija de Iván V y duquesa de Curlandia. Dominio político de la nobleza del Báltico.
  • ISABEL PETROVNA (1741-61): hija de Pedro I, restableció la administración central frente al incremento de autonomía de provincias y municipios, abolió las aduanas interiores, creó el Banco de Empréstitos de la Nobleza y avanzó en la occidentalización de la cultura rusa. Nombró sucesor a su sobrino Pedro, duque de Holstein-Gottorp, que se casaría con la princesa alemana Sofía Federica Augusta de Anhalt, Catalina al convertirse al cristianismo ortodoxo.
 


Catalina la Grande (1762-96)

Pedro III fue obligado a abdicar en su esposa por una facción de la nobleza, esperando que ella proclamara zar a su hijo Pablo y se quedara como regente. Pero esta decidió reinar, rodeándose de aliados como los hermanos Orlov. Pedro III e Iván VI fueron asesinados. Catalina sería uno de los monarcas europeos más importantes del s. XVIII.
 
Continuó con la centralización y engrandecimiento de Rusia basándose en los principios del despotismo ilustrado autocrático. Su reinado tuvo dos etapas: unos primeros años de proyectos reformistas, que se abandonaron en su mayoría tras la revuelta de Pugachov, para reforzar la unión con la nobleza en la que se apoyaba su poder →Absolutismo ruso = equilibrio entre nobleza, burocracia y trono.

Pretendió crear una especie de absolutismo constitucional, basado en El Manifiesto (1762), en que animaba a extranjeros a asentarse en Rusia, y la Instrucción (1767) para la codificación del derecho por parte de una Comisión Codificadora, demasiado heterogénea en su composición, que se disolverá a los 2 años. Concentró el poder en el Senado formado por 25-30 dignatarios, a costa del Consejo Imperial, y creando seis departamentos que se repartían los asuntos de gobierno. En 1758 creó el Consejo de la Alta Corte con gentes cercanas a ella, como Potemkin. En lo religioso, acabó con la poca autonomía de la Iglesia, suprimiendo conventos y quedándose con sus bienes.
 
En el terreno religioso su política fue una clara continuación de la de Pedro I, pues no solo acabó con los resquicios de autonomía de la Iglesia, sino que suprimió conventos y utilizó los bienes de la Iglesia para financiar su política.
 
No obstante, con ella cesaron las persecuciones a los disidentes ortodoxos y acogió a jesuitas expulsados.
 
Asimismo, permitió que los musulmanes de los territorios conquistados a los turcos mantuvieran sus mezquitas.
 
Tras los repartos de Polonia, varios millones de súbditos católicos, tanto de rito latino como rutenos, es decir, de rito bizantino, pasaron a depender de Rusia. Aunque en menor medida, también las iglesias de rito latino padecieron la intolerancia rusa, si bien en 1783 la zarina creó para todos los católicos de Rusia la archidiócesis de Moguiliov en la actual Bielorrusia.
 
Tras la rebelión de Pugachov, ejecutado en 1775, avanzó en la centralización de la administración y la elevación del número de gobernaciones a 50, con gobernadores dotados de amplios poderes, divididas en distritos, al frente de los cuales puso a la nobleza local. Su política social fue favorable a la nobleza que formaba parte del aparato burocrático. La Carta de la Nobleza (1785) reafirmaba su autonomía, dignidad y privilegios; dándoles el monopolio de la posesión de tierras con siervos y el dominio del subsuelo y las actividades industriales y mercantiles. Todo ello en detrimento del campesinado. También promulgó una Carta de las Ciudades que reglamentó el gobierno urbano y los derechos de sus habitantes.
 
Favoreció el libre comercio, las manufacturas y la industria, liquidando monopolios y basándose en ideas de la fisiocracia → Gran crecimiento económico. También favoreció las instituciones y sociedades científicas y culturales, así como el teatro y la música. Inició la colección artística que decoraría el Palacio de Invierno, origen del museo del Hermitage. Promovió la enseñanza elemental estableciendo una escuela pública principal en cada ciudad cabecera de los guberniya (1786, Estatuto de Escuelas Públicas).
 
Los ecos de la Revolución Francesa frenaron el reformismo y originaron un cierto aislamiento y represión.

Catalina la Grande (1762-96)

El final de Polonia
 
El fracaso de Polonia se debió a su incapacidad de crear un poder político centralizado, debido a su enorme extensión (850.000 km2), la carencia de fronteras naturales y sobre todo a la resistencia de la nobleza a aceptar un poder monárquico fuerte. Polonia era de hecho una república aristocrática sometida al poder de las grandes familias, que contaban con ejércitos privados y dominaban la media y pequeña nobleza, slachta. El poder de veto de cualquiera de los miembros de las dos cámaras de la Dieta (sejm) era la demostración de la ineficacia del sistema que conduciría a la desaparición de Polonia a finales del siglo. El gobierno provincial estaba en manos de las asambleas de nobles (dietinas).
 
Augusto II (1697-1733) y Augusto III (1733-63)

Tras la muerte de Juan III Sobieski, la Dieta eligió rey al elector de Sajonia Federico Augusto I, que reinaría como Augusto II.
 
Los primeros años de su reinado estuvieron marcados por los desastres económicos y políticos ocasionados por la Gran Guerra del Norte, con la nobleza dividida entre los partidarios de Suecia y de Rusia. De hecho, Suecia le depuso y entronizó a Estanislao Leczinski (1704-09), y sólo pudo recuperar el trono tras la Batalla de Poltava. Tras la paz, Rusia mantuvo guarniciones en Polonia, confirmando su dependencia, y respaldó a la Dieta para debilitar aún más el poder del rey. A la muerte de Augusto II, la guerra de sucesión, y la intervención extranjera volvió a poner de manifiesto la dependencia polaca, y aun más con la entronización de Augusto III apoyado por Rusia.
 
Augusto III demostró escaso interés por el poder, permaneciendo en Dresde, la capital de su electorado de Sajonia.
 
Curiosamente la economía agraria y latifundista polaca vivió una fase positiva a partir de los años 30 por la buena coyuntura y la poca intervención en las guerras.

Augusto II y Augusto III
 
Estanislao II (1764-95)
 
Al morir Augusto III, accedió al trono el candidato apoyado por Rusia, el noble polaco Stanislas Augusto Poniatowski, como Estanislao II. Fue un monarca ilustrado que trató de frenar la anarquía y el declive exterior con medidas del absolutismo ilustrado, pero su poder estaba muy lejos del absolutismo, lo que frustró muchas de sus iniciativas. En sus primeros años creó una especie de Gabinete, con ministros dependientes de él, eliminó el veto de la Dieta sustituyéndolo por el voto de la mayoría y restringió las atribuciones de esta a la economía y administración.

Estanislao II (1764-95)
 
La Dieta aceptó la libertad de culto y acceso de los no católicos a cargos públicos, pero los desórdenes internos contra Rusia llevaron a la intervención militar de Catalina II en 1767 y Rusia pasó a tutelar Polonia, deshaciendo las reformas absolutistas. Federico II propuso el primer reparto de Polonia (1772), entre Rusia, Prusia y Austria, por el que Polonia perdió el 30% de su territorio y el 35% de su población.
 
En lo siguiente fue la nobleza la que impulsó reformas, a través de la Dieta de la Partición (1773-75), tratando de reorganizar el poder en beneficio propio, para lo que se creó un Consejo Permanente, encargado del gobierno y dividido en 5 ministerios. Pero la oposición interna conservadora y la intromisión del embajador ruso limitaron su éxito.

Una última iniciativa reformista, con el objetivo desesperado de salvar el país de la crisis, fue impulsada por el Partido Patriota en la Gran Dieta (1788-1792), aprovechando la guerra de Rusia con Suecia y Turquía. Se elaboró la Constitución de 1791, que establecía la soberanía nacional, la separación de poderes y el carácter hereditario del poder real, que reforzaba. Al mismo tiempo se reunía un ejército de 65 mil hombres. Despertó una reacción interna conservadora y pro-rusa, la contrarrevolución de Targowica, y provocó que las tropas de Catalina II invadieran Polonia y anularan la Constitución.
 
En 1793 Rusia y Prusia impusieron un nuevo reparto por el que se apoderaron de 3/5 de lo que quedaba de Polonia, dejándola en un pequeño protectorado ruso. La reacción fueron una serie de revueltas, que trataron de aglutinar el general Tadeus Kosciusko, quien proclamó el Acta de Insurrección, estableciendo una especie de jacobismo radical confuso que sirvió de excusa para que Austria, Rusia y Prusia invadieran el país y procedieran al tercer y último reparto, y a la desaparición de Polonia (1795)