El cartelismo político es la vertiente del cartelismo que se enfoca a la propaganda política. El cartel político es un instrumento gráfico y visual eficaz para la transmisión de las ideologías. Ha sido definido como "un grito en la pared" que atrapa la atención y obliga a percibir un mensaje. Durante todo el siglo XX se ha utilizado como herramienta de propaganda política de cualquier régimen político, democrático o autoritario; pero sobre todo destacó su uso en las dos guerras mundiales y durante el periodo de entreguerras, cuando los soviéticos, fascista y nazi lo utilizaron con profusión y eficacia, al igual que ambos bandos de la guerra civil española.
Con el paso del tiempo, los carteles políticos han traspasado su finalidad: de dar un mensaje claro se han convertido en el reflejo de una época y de una historia reciente, convirtiéndose en obras de arte. En el caso español el ejemplo más claro son las composiciones de la Guerra Civil. Montadores como Renau, artistas como Picasso o Miró pusieron su arte al servicio de la república y de la defensa de la democracia. Pero también pintoras e ilustradoras como Juana Francisca Rubio, Paquita.
Juana Francisca Rubio
Todo el mundo la conocía como “Paquita”, pero su nombre completo era Juana Francisca Rubio, y, a pesar de ser una de las mejores cartelistas de su época, la Dictadura la silenció. Nació en Madrid, el 27 de diciembre de 1911 y murió también en Madrid, el 28 de enero de 2008 a los 96 años, y sin que nadie recordara su labor artística como era debido. Su posicionamiento del lado de la República supuso el borrado de su nombre de libros y museos, hasta hace bien poco.
Descubrió que le gustaba el dibujo cuando era una niña y, a la salida del colegio, se fijaba en los carteles de Federico Ribas, que eran los que anunciaban los productos de Gal. Luego ella trataba de imitarle. También le gustaba Rafael Penagos y Méndez Bringa, que para ella, 'era un plato fuerte', según sus propias palabras.
Juana Francisca Rubio García |
De su taller salió una gran parte importante de los carteles que se pegaron por las calles de España durante la Guerra civil. El taller se llamaba La Gallofa, pertenecía a las Juventudes Socialistas Unificadas (la agrupación que surge de la unión de las juventudes socialistas y comunistas) y al frente de él se encontraba el marido de Paquita, el también pintor José Bardasano. Aunque ni José ni ella eran cartelistas sino pintores, decidieron poner su maestría en el dibujo al servicio de la República y muchos de los carteles que producían eran estrechas colaboraciones de la pareja. En un primer momento, la sede del taller estaba en la Gran Vía. Y la imprenta, en la cuesta de San Vicente. Más tarde, La Gallofa se trasladó al palacio March, un edificio pegado a la actual fundación que lleva ese nombre, en pleno barrio de Salamanca. En aquellos tiempos, se había convertido en la sede del Partido Comunista.
En 1930 se incorporó a la sección de Archivos y Bibliotecas del Ministerio de Instrucción Pública en calidad de técnico. Paralelamente inició su formación artística, que hasta ese momento había sido autodidacta, con el pintor José Francés. Cinco años después, Paquita inauguraba su primera exposición en el Liceum Femenino de Madrid. Ese mismo año también expuso en el Patronato de Turismo de París.
Además de ser de las Juventudes Socialistas Unificadas, Paquita estaba vinculada a la Unión de Muchachas, perteneciente a las Juventudes Socialistas Unificadas, y a la Unión de Mujeres Antifascistas. Muchos de sus carteles iban dirigidos a la mujer, para animarlas frente a la Guerra.
Aquella época de La Gallofa fue muy intensa. Trabajaban sin descanso, produciendo hasta un cartel diario. La Gallofa se trasladó a Valencia junto al Gobierno de la República. Allí fue también el matrimonio Bardasano que ya tenía una niña. En Valencia, Paquita siguió trabajando y encontramos colaboraciones para la Unión de Muchachas de Valencia. Sin embargo el compromiso antifascista de Paquita y José, les llevó a volver a Madrid para seguir trabajando en La Gallofa. Tras dejar a su hija a salvo en Valencia, el matrimonio volvió a su ciudad natal para seguir produciendo carteles. Paquita realizó ilustraciones para ilustraciones para el álbum Mi Patria sangra, el periódico Frente Universitario, organizaciones como Muchachas de Madrid, o publicaciones de guerra, como Espartacus o Companya. Cuando Madrid cayó en manos de los sublevados, La Gallofa se reubicó en Valencia y con ella, Paquito y José, que se reunieron allí con su hija.
Decidieron exiliarse a Francia, cruzando los Pirineos, tras desplazarse a Barcelona en tren. Un camino duro y lleno de amenazas, pero aún así era su única oportunidad. Por desgracia, fueron detenidos mientras intentaban cruzar la frontera. Los datos no están claros y hay quien afirma que Paquita y su hija fueron enviadas a un campo de concentración, otros que lograron escapar hasta llegar a París. Lo que sí se sabe con certeza es que José fue internado en el campo de concentración de Argelès sur Mer. Paquita comenzó a luchar por la liberación de su marido, que finalmente consiguió. Inmediatamente se embarcaron en el buque Sinaia, en una travesía de casi un mes, que les llevaría a México.
En México, Paquita siguió trabajando como cartelista y también como ilustradora para cuentos infantiles así como para diseños de moda y productos de belleza. También se dedicó a la docencia y dio clases de pintura.
En México estuvieron veinte años, hasta que en la década de los 60, y estando José con salud delicada, decidieron volver a Madrid. En la capital, Paquita comenzó a exhibir su obra discretamente hasta que, tras la muerte de José en 1979, decidió no mostrar más sus trabajos públicamente.
En 1964, se le concedió la Cruz al Mérito de Sciences et Letres de Francia y en 1966, la Primera Medalla de Dibujo y Pintura del Salón de Otoño de Madrid.
Paquita Rubio, como la llamaban familiarmente, era una gran mujer por su carácter accesible y cercano, por ser una artista con un estilo propio, era y sigue siendo, una ilustradora y cartelista comprometida con su época y sus ideas políticas de izquierdas; defensora de los derechos de las mujeres. Republicana luchadora en defensa de la libertad de los españoles contra el golpe de Estado y el franquismo autoritario y dictador. Sus carteles son la expresión de sus ideas políticas, siempre en nombre de la República y por la defensa de la mujer frente a la opresión católica fascista, impuesta por los golpistas. Su nombre es decisivo en la reconstrucción de los años de la Guerra Civil en España y del exilio que también Juana Francus a Rubio y su marido, el conocido pintor, ilustrador y carterlista de la Republica, José Bardasano Baos, tuvieron que sufrir en una huida hacia la frontera con Francia, después de diversas penalidades llegaron en barco a México, donde el gobierno del presidente Cardenas y los exiliados españoles del partido comunista de España, les acogieron con gran alegría y les prestaron la ayuda necesaria para rehacer sus vidas en Ciudad de México durante 24 años antes de volver a Madrid y fijar su residencia a pesar de la vigilancia del franquismo.
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