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miércoles, 30 de mayo de 2018

LOS CHINOS Y SUS APORTES A LA CIVILIZACIÓN

Es verdad, que resulta muy difícil determinar quienes son los autores auténticos de muchos inventos, porque, muy a menudo, tanto por modestia como por desinterés, los inventores de otros tiempos no permitían que sus nombres se difundieran entre el pueblo. Pero, según los numerosos testimonios de que se dispone actualmente, no parece dudoso que se deba atribuir estas dos invenciones al pueblo chino.

La imprenta era conocida en China desde hacía largo tiempo, aunque la perfección de su técnica solo se alcanzó hacia el siglo VI de nuestra era, cuando los emperadores chinos de esos años, ordenaron imprimir, entre otros, los cuatro libros de Confucio y algunos clásicos para su uso en la educación de jóvenes.
La técnica empleada por los chinos era la xilografía que se imprimía en planchas de maderas. Pero hacia el siglo X, los chinos ya emplearon, también, separadas, letras de cobre para hacer la composición del texto. El uso de estas letras de cobre pasó en 1205 de la China al Japón.
El descubrimiento del imán por los chinos se remonta a épocas muy antiguas. En el diccionario etimológico Tchuwen, compilado por Hiu-kiun. hacia el año121 d.C., se encuentra ya el término imán y la explicación que lo describe, dice "Nombre de una piedra con la cual se da la dirección a una aguja".
Un pasaje análogo, pero más detallado y preciso, se encuentra en un gran diccionario Pei-wen-yun-fú compuesto en el siglo IX. Se dice allí que ya bajo la dinastía de los Tsin (265-419 d.C.) los marinos habían encontrado la dirección del sur valiéndose del imán.

La brújula utilizada por los chinos estaba constituida por una aguja imantada que reposaba por intermedio de una chapita de cobre sobre una punta situada en el interior de una caja de madera, la cual estaba cerrada por una lámina de mica. La división del limbo de la brújula no estaba unificada. Según se tratase de brújulas náuticas, geográficas, astronómicas o astrológicas, el limbo estaba dividido en 4-8-12-16-24 partes.

Los chinos no solamente sabían que la aguja imantada se dirige aproximadamente según la línea norte-sur, sino que sabían también que no toma exactamente esta dirección, pero que se separa muy poco de ella. Conocían, por lo tanto, la declinación magnética. En la obra de Ken-tsung-chi escrita hacia el siglo XII, se encuentra una descripción de la declinación magnética: (Si se frota la punta de una aguja con la piedra magnética, señala en seguida el sur, pero no muy exactamente, desviándose un poco hacia el este).

La brújula fue empleada por los arquitectos chinos para orientar los edificios. A causa de las condiciones climáticas, las casas de habitación en China están generalmente orientadas hacia el sur; lo mismo ocurre con ciertos monumentos. Así los muros de la ciudad de Pekín, reconstruida en tiempos de los Ming (1368-1644), tienen la forma de un rectángulo cuyos dos lados menores, están dirigidos según la línea norte-sur, no exactamente en el meridiano geográfico, sino desviándose hacia el este 2° 30'. Ahora bien, las medidas de declinación magnética, hechas primeramente por los misioneros europeos del siglo XVIII y después por el observatorio imperial de Pekín, muestran que la declinación magnética de la ciudad no ha experimentado variaciones de más de un cuarto de grado y que la declinación conserva el valor 2° 30' desde hace dos siglos. La concordancia de este valor con el de la orientación de las murallas de la ciudad, nos proporciona una información muy preciosa sobre la constancia de la declinación magnética en la región de Pekín.

La brújula fue también empleada para los viajes terrestres. Las obras históricas escritas en la época de los Han (202 a.C.-220 d. C.) habían mencionado ya coches provistos de brújulas que los emperadores empleaban en sus expediciones a través de su inmenso imperio. Se les llamaban carrozas magnéticas. Estas carrozas magnéticas eran coches de dos ruedas: delante del asiento se encontraba una pequeña estatua móvil alrededor de un pivote y con un brazo extendido en que se encontraba una pequeña barrita imanada, gracias a la cual el brazo indicaba siempre la dirección del sur. Al lado de esta estatua, hay otra que indica la distancia recorrida: cada vez que el vehículo había recorrido una milla china, la segunda estatua hacia sonar una campana. Se puede decir que realmente en aquella época estaba ya inventado el odómetro.

El empleo de la brújula para la navegación probablemente vino después que las carrozas magnéticas. No obstante, se sabe que los chinos habían emprendido ya bajo la dinastía Tang (siglos VI y VII d.C.) viajes muy largos por mar. Partiendo de Cantón, atravesaban el estrecho de Malaca para ir a Ceilán, a la costa de Malabar y aun hasta la desembocadura del Indo y del Eufrates. Tales viajes no podrían haberse hecho sin brújula.


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