Feliz #DiaDelLibro, en el que erróneamente se celebra la muerte de Cervantes y Shakespeare, que en realidad fallecieron el 22 de abril y el 3 de mayo. 🤷 Cervantes murió el 22 de Abril, aunque su muerte no quedó registrada hasta el día siguiente. Shakespeare sí que murió el 23 de Abril, pero según el calendario Juliano que se regía por aquella aún en Inglaterra, calendario que llevaba once días de desfase, con respecto al calendario gregoriano, implantado ya en España en 1616.
Lo cierto es que su origen está en la costumbre barcelonesa de regalar libros por el día de san Jorge, patrón de Barcelona.
Reivindicar el Día del Libro es una obligación moral como periodista y como proyecto de escritor. La literatura no deja de ser un reflejo de nuestra realidad, ya sea a través de la dicción o la ficción, y una válvula de escape que da rienda suelta nuestra imaginación y nos permite jar sin la necesidad de movernos de casa.
EL HOMBRE Y LA LITERATURA
El hombre tiene unas necesidades expresivas y comunicativas y uno de los vehículos que utiliza para satisfacerlas es el lenguaje, por el cuál expresamos nuestros sentimientos, conocimientos, ideas... con el fin de enseñar, emocionar, persuadir, entretener, etc. a nuestros semejantes.
La lírica, la épica, la dramática y la didáctica son modos de expresarse naturales al hombre cuyas características se han ido desarrollando y codificando según las funciones que han ido ejerciendo y las necesidades que han ido cubriendo. No son simples convenciones formales o estilísticas sino que existen como respuesta a necesidades humanas distintas, por eso se dice que los géneros literarios tienen un fundamento antropológico de gran trascendencia social.
Así establecemos más lazos comunicativos y más variados con el lector que ningún otro género. Es sintomático: El poeta quiere llevar a vivir al otro y a los otros, una vivencia lo más semejante a la suya. El lector tiene que colaborar “dejándose llevar”. Tiene que implicarse íntimamente, romper su aislamiento, como lo hace el poeta al revelar su interior.
El hombre necesita evadirse de la realidad y la literatura es la vía de escape de la realidad. A través de la poesía creamos momentos de lucidez e intensidad emotiva y estética, de clarividencia y éxtasis, centrándonos en fragmentos de la realidad, objetos, momentos, ideas, imágenes, recuerdos, anhelos, sueños, visiones, atisbos, etc que transformamos mediante la palabra, creando ritmos, sonoridades, tonos, imágenes y sensaciones que provocan vivencias profundas, de naturaleza sensible y emotiva e intelectual a un tiempo.
La lírica es expresión
de lo que se contempla, piensa y siente; la épica, narración de lo que se observa, fabula o fantasea; la dramática, representación de lo que se observa, imagina
o inventa; la didáctica, demostración
de lo que se cree verdadero y bueno. A la lírica le interesa la veracidad, la
emoción y la belleza; a la épica, la verosimilitud, la fabulación y la
sorpresa; a la dramática, la verosimilitud, la invención y la extrañeza; a la
didáctica, la verdad, la verificación y la persuasión.
EL PLACER DE LA LECTURA
Leer se convierte en un placer terrenal: podemos viajar sin necesidad de movernos de casa, sentir lo que otros han sufrido en sus propias carnes y en su alma, descubrir miles de puntos de vista sobre multitud de ideas que nos enriquecen como personas, a conocer otras vidas y otros lugares.
Cuando leemos aprendemos, disfrutamos, viajamos y soñamos. El amor por la lectura se encuentra tras las obras de grandes intelectuales, eruditos, científicos y literatos, y podemos afirmar que la lectura es la llave del conocimiento y de la cultura escrita.
Leer es
viajar. Y las bibliotecas son un lugar abierto a imaginación donde miles de
aventuras y viajes esperan pacientemente a ser descubiertos, a ser navegados
por los lectores que se convierten en inesperados protagonistas y compañeros de
andanzas junto a los personajes de los libros.
Es
difícil encontrar un placer comparable al creado por la lectura. Te da todo sin
arriesgar nada. Sólo imaginar los libros que me esperan para ser leídos los
próximos días y semanas produce tal goce y disfrute que sólo es comparable al
que uno puede sentir preparando un viaje a un lugar bellísimo.
Es el mismo
placer primario, animado y animal, que uno siente ante un manjar exquisito,
cuando lo contempla. Leer un libro es, antes que nada, una forma de vivirlo. De
gozarlo. Delicioso es siempre el placer de la lectura. Nos da vida. Vivimos
otras vidas, otras sensaciones, viajamos sin necesidad de desplazarnos de donde
estamos.
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