INTRODUCCIÓN
Lejos de fijar una
frontera entre periodismo y literatura, nos situamos en unos textos donde esta
frontera aparece difuminada. Son trabajos que coinciden con las exigencias del
periodismo pero difieren en las normas de estilo periodístico.
Nos encontramos con reportajes, entrevistas, perfiles y crónicas en cuya redacción se utilizan las técnicas de la narrativa. En palabras de Tom Wolfe "son textos parecidos a la novela pero sin ser novela".
Nos encontramos con reportajes, entrevistas, perfiles y crónicas en cuya redacción se utilizan las técnicas de la narrativa. En palabras de Tom Wolfe "son textos parecidos a la novela pero sin ser novela".
En esos momentos, ya existe un grupo de periodistas que
traspasan los límites convencionales de la profesión, recogen el material y
realizan una labor de investigación muy detallada entrando en la historia con
la obsesión de narra esa historia desde dentro: el periodista literario no es
un comunicador improvisado, sino que es un periodista con experiencia ha
indagado en el mundo de la literatura. Por tanto, son periodistas y literatos: Los periodistas del género escriben sus reportajes para que
se lean como si fueran relatos, utilizando diálogos de gran realismo,
descripciones muy detalladas, caracterizaciones y un lenguaje urbano. Asimismo,
el periodista asume mayor protagonismo que en el periodismo convencional, ya
que da su visión personal de los acontecimientos, aunque intenta hacerlo de la
forma más objetiva posible.
El Nuevo Periodismo es criticado por su
subjetividad y por la creación del llamado "periodismo militante".
Paradójicamente, este periodismo militante deriva en el periodismo de
investigación, periodismo donde el periodista asume el papel de perro guardián
vigilando a los poderes políticos.
Uno de esos autores es Michael
Herr, corresponsal de guerra durante la Guerra de Vietnam. Pero ¿quién era
Michael Herr? Y ¿por qué su obra ha pasado a la historia habiendo miles de
historias anónimas de miles de soldados
que combatieron en la Guerra de Vietnam?
SOBRE
EL AUTOR: MICHAEL HERR
Michael
Herr (nacido el 13 de abril 1940 en Syracuse, Nueva York) es un escritor
estadounidense y ex corresponsal de guerra, más conocido como el autor de
Dispatches ( Despachos de Guerra)(1977),
un libro de memorias de su tiempo como corresponsal para la revista Esquire (1967-1969)
durante la guerra de Vietnam. El libro narra los testimonios del autor, sus
vivencias, sus miedos y su experiencia en la guerra de Vietnam. La crítica ha
alabado el libro: Para The New York Times Book Review es lo mejor " que se
han escrito sobre la guerra de Vietnam ", el novelista John Le Carré lo
llamó "el mejor libro que he leído sobre los hombres y la guerra en
nuestro tiempo. " El propio Herr ha pasado a la historia como uno de los
pioneros en el género literario de la novela de no ficción ( El Nuevo
Periodismo), junto con autores como Truman Capote, Norman Mailer y Tom Wolfe.
De 1971 a 1975 no escribió ninguna publicación. En
1977 se puso en contacto con el rockero Ted Nugent y escribió sobre la
experiencia en un artículo de portada para la revista Crawdaddy en 1978.
Herr coescribió el guión de La chaqueta metálica,
con su íntimo amigo el director Stanley Kubrick y el autor Gustav Hasford. La
película se basa en la novela de Hasford corto temporizadores y el guión fue
nominado para un premio de la Academia. También contribuyó a la narración de
Francis Ford Coppola Apocalypse Now. Colaboró con Richard Stanley por escrito
el guión original de la adaptación de la novela de HG Wells, La isla del Dr.
Moreau 1996. Sin embargo, Stanley afirma que las reescrituras posteriores
cuestan Herr su haber escrito, omitiendo la mayor parte del material creado por
los dos escritores. La omisión probablemente trabajó a su favor, sin embargo,
ya que la película fue criticada por los críticos y escritores acreditados
ganados Stanley y Ron Hutchinson un Premio Razzie al Peor Guión de 1997.
Herr escribió un par de artículos para la revista
Vanity Fair sobre Stanley Kubrick , que más tarde se incorporaron en el pequeño
libro de Kubrick , una biografía muy personal del director. Sin embargo, se
negó a editar el guión de la película de Kubrick Eyes Wide Shut.
EL
CONTEXTO DEL LIBRO: LA GUERRA DE VIETNAM
La guerra de Vietnam (1962-1975) ha sido, por
ahora la guerra más larga en la que ha entrado Estados Unidos. La guerra se
vendió como un intento de frenar el comunismo en el mundo, y fue propiciada
tras el fracaso de la invasión de la Cuba de Fidel Castro (el llamado
desembarco en la Bahía de Cochinos) quien adoptó el comunismo en 1962 y transformó
Cuba en un sistema socialista.
Anteriormente, Vietnam pertenecía (junto
a Camboya y a Laos) a la Indochina francesa, la cual había conseguido su
independencia en 1954 dividiéndose en cuatro países:
- · Vietnam del Norte
- · Vietnam del Sur
- · Camboya
- · Laos
Hubo sobre todo dos
grupos de personas cuyas ideas se enfrentaron y fueron los demócratas y los
comunistas. Sus ideales se enfrentaron y pelearon con frecuencia. Esto condujo
a una brecha grave del país que lleva a la formación de dos países - Vietnam del
Norte y Vietnam del Sur.
Vietnam del Norte fue creada por los comunistas, liderados por Ho Chi Minh, y Vietnam del Sur fue formado por asesores militares estadounidenses para evitar que los comunistas de Vietnam del Norte se adueñaran del país, siguiendo así la Doctrina Truman. Sin embargo, el gobierno de Vietnam del Sur estaba dirigido por un dictador proestadounidense llamado Ngo Dinh Diem. Los Estados Unidos decidieron apoyar a Vietnam del Sur a pesar de la naturaleza de Diem: Estados Unidos le dio gran importancia a la supervivencia del Estado survietnamita, puesto que se creía que la victoria de los comunistas propiciaría la sucesiva caída en la esfera chino-soviética de los demás países de la zona, según el llamado efecto dominó.
Vietnam del Norte al ser un país comunista fue apoyado por Rusia y otros países comunistas como China. El principal problema de los Estados Unidos fue la fuerte resistencia de Vietnam del Norte y su guerrilla (el Vietcong) creada en 1960. Para los Estados Unidos, el territorio era desconocido y aviones o helicópteros no funcionó bien en los terrenos. Sin embargo, la guerra duró 13 años y cuando llegó a su fin, el primer ministro Diem fue asesinado a tiros y que es lo que liberó a los vietnamitas en el final. El país se unificó en 1975 y se convirtió en la República Popular de Vietnam.
Michael Herr cuenta en
su libro que
los soldados hablaban de lo poco que les gustaba la “película” de Vietnam.
Criados en una cultura de cine y televisión, machacados durante años por
películas bélicas, algunos de ellos, aun después de las primeras escaramuzas,
se lo montaban de tal manera que actuaban ante las cámaras. Hasta el propio
Herr reconoce que en sus primeros combates no se sintió especialmente mal. Era
las mismas cosas que había visto en televisión, trasladadas a otro medio. Luego
se dio cuenta que había escenas sin cortes ni montajes, y que los muertos no
eran actores.
Estábamos
ya rodeados de marines, había unos quince, y uno de ellos, un chaval bajo y
fornido, de cara oscura y lisa, que parecía un enano gigante, se plantó delante
y nos miró con clara hostilidad.
–Así
que vosotros sois corresponsales. No hacéis más que liar las cosas, amigos
–dijo–. Mi viejo me manda cosas de los periódicos, y, según él sólo escribís
mierda.
Un
par de marines le abuchearon, la mayoría rieron. También Lengle se echó a reír.
–Bueno,
chaval, qué quieres que te diga. Nosotros hacemos lo que podemos.
–¿Pero
por qué no contáis las cosas como son?
–Este
jodido Krynskli –dijo uno, dándole al chaval un golpe en la nuca.
Según
su casco, era el Vengador en persona, y había venido a ayudarnos, justo a
tiempo. Parecía un estudiante de primer curso de teología, ojos azul claro,
nariz respingona, pelo como barbas de maíz y una expresión que indicaba tal
confianza e inocencia que enseguida pensaba que ojalá hubiese siempre alguien
que se cuidase de él. Parecía muy molesto por lo que acababa de decirnos.
–No
le hagáis caso a ese gilipollas –dijo–. Maldita sea, Krynski, no sabes qué coño
dices. Estos tíos son de primera, lo digo en serio.
–Gracias,
hombre –dijo Langle
–Era
una broma –dijo Krynski.
–No
te preocupes, hombre.
Pero
el Vengador no estaba dispuesto a dejar así las cosas.
–Estos
tíos se arriesgan mucho, entiendes, comen lo mismo que nosotros y duermen
también en el barro. No tienen obligación de estar aquí oyendo tus chorradas.
¡No tienen siquiera obligación de estar aquí, en esta guerra!
–Oye,
¿qué quieres decir con eso? –dijo Krynski, completamente desconcertado–. ¿Vas a
decirme que estos tíos vinieron aquí voluntarios?
–¿Pues
qué creías, soldado de mierda? –dijo el Vengador–. ¿Creías que eran unos
soldados de mierda como tú?
169 HERR, Michael. Op.cit. Pág. 24.
SOBRE DESPACHOS DE GUERRA
El título del libro
hace referencia a la manera en que recibían la información bélica los
periódicos en caso de conflicto: el ministerio de defensa emitía un comunicado
que luego la prensa se encargaba de difundir sin objeciones. Michael Herr con
este título quiere denunciar la forma en que vendía Estados Unidos la guerra de
Vietnam como una cruzada contra los comunistas, deshumanizándola, ocultando a
la opinión pública la otra cara de las guerras: los heridos, los muertos, las tragedias…
El libro recopila una
serie de crónicas de Michael Herr para la revista Squire entre 1967 y 1969. Su autor analiza la contienda desde un punto de vista poco
ortodoxo (utiliza el punto de vista del narrador testigo), lo que permite
acercar la guerra a la opinión pública, situar en el mapa un lugar tan lejano para los estadounidenses como es
Vietnam y, a través del periodismo militante acerca el tema a los lectores a
través de la subjetividad y las experiencias del autor, firmando una de las grandes obras del Nuevo Periodismo.
En Vietnam, los militares dejaron manos libres a la
prensa, como había ocurrido en aquel período entre 1865 y 1914, hasta la
Primera Guerra Mundial, conocido como la edad de oro del corresponsal de
guerra. Con la Segunda Guerra Mundial llegarían la estrecha censura y el
alejamiento del periodista de los frentes. Pero esa niebla se levantaría en
Vietnam y tanta libertad pasó su factura: Podía dejarte que siguieras pensando que
todos nosotros éramos valerosos, ingeniosos, apuestos y vagamente trágicos, que
éramos una especie de grupo sin igual, un comando supercojonudo, los Peligrosos
Chi, amantes del peligro, sabios y sensibles. Podría haberlo utilizado yo
mismo, la película habría sido mucho más vistosa, pero habría que aclarar bien
lo que significaba este “nosotros”.
Las crónicas de Michael
Herr
no entran en
debates moralizantes sobre la participación de Estados Unidos, ni en
explicaciones oficiales: son crónicas sobre la experiencia
americana en Vietnam y sobre los hombres que combatieron
en aquella guerra. Los que estaban al final de la cadena, los soldados
anónimos, los nadie, los verdaderos protagonistas de la contienda. Jóvenes
que no sabían muy bien lo que hacían allí, que no sabían lo que era el
comunismo ni lo que significaba el mundo libre del que tanto hablaban los
gobernantes de su país, chicos poco cualificados, de clase baja en su mayoría,
porque los hijos de la gente rica no solían ir a Vietnam y se pegaban la
vida padre sirviendo en la Guardia Nacional. Entre combate y combate escuchaban
a Jimmy Hendrix, a The Doors y a The
Rolling Stones, y se ponían ciegos de cerveza,
bourbon, marihuana y heroína mientras el
enemigo les esperaba agazapado en
la jungla, resistiendo a base de agua y arroz. Muchos murieron, otros muchos acabaron mutilados, muchos
se volvieron locos o drogadictos, muchos fueron incapaces de digerir el
horror que habían vivido y no consiguieron readaptarse a la vida civil.
Esto es lo que cuenta Michael
Herr en Despachos de guerra, y lo hace con una
libertad, una ironía y una elocuencia que asombran. El libro está envuelto en
esa atmósfera tan propia de la juventud estadounidense de aquellos años;
cargada de psicodelia, drogas y rock and roll.
Despachos de Guerra no sólo describe a los combatientes y a las víctimas,
también describe a una generación de periodistas independientes que iniciaron
un nuevo modo de contar las cosas alejados de los grandes medios de
comunicación. Herr se centra sobremanera en la figura de tres fotoperiodistas
legendarios: Tim Page, Sean Flynn y Dana Stone.
La contribución más brillante al
cine de Herr fue la autoría del guión de “La Chaqueta Metálica” (Full Metal Jacket, 1987) junto a su amigo, Stanley Kubrick y al periodista Gustav Hasford, quien fue corresponsal
de los marines en Vietnam. De hecho, el protagonista de la película (el sargento James T. Davis, el recluta bufón) está basado
en la figura de Michael Herr.
La obra permite a los lectores acercar un paisaje
tan lejano como Vietnam. La guerra de Vietnam es uno de los temas del Nuevo
Periodismo: Michael Herr a través de Despachos
de guerra narra miles de
historias personales humanizando un conflicto bélico (por eso, el libro exige el uso de la
primera persona y de la subjetividad).
El libro es el testimonio de uno de
los tantos soldados americanos que fueron reclutados (forzosamente) para ir a
la Guerra de Vietnam: Michael Herr convivió con los soldados americanos, siendo
uno más, preguntando, haciendo fotos, humanizando un conflicto bélico.
Despachos de guerra es
todo un clásico, una obra maestra del periodismo, de la época dorada en la que
los corresponsales extranjeros tenían libre acceso al frente, un error que
políticos y militares norteamericanos no volvieron a cometer y que llevó al
control estricto en la guerra de Irak.
Herr no era de aquellos enviados —y hubo muchos— que
solo se arriesgaban en visitas al frente organizadas por el mando y con fuertes
garantías de seguridad, que se quedaban la mayor parte del tiempo en Saigón,
trasegando whisky en el hotel, releyendo en busca de
referencias cultas a
Graham Greene, Joseph Conrad y tal vez Marguerite Duras, fagocitando
experiencias de los colegas que volvían de primera línea y escribiendo con
buena pluma y mayor desvergüenza vibrantes y heroicas crónicas sobre batallas
que no habían presenciado.
Herr formaba parte de ese gremio de
periodistas militantes, como el fotógrafo Sean Flynn —hijo de Errol,
desaparecido en Camboya—, que mostraron con su trabajo la crueldad sin sentido del conflicto, que le metieron
con toda su crudeza en los cuartos de estar de los hogares de clase media y en
los campuses universitarios de su país, y que alimentaron así las protestas
ciudadanas que contribuyeron a acabar, hace casi 40 años, con una guerra
absurda e imperialista que se cobró más de 50.000 vidas estadounidenses y
millones de vietnamitas.
La estructura es caótica
y entremezcla muy rápidamente distintas situaciones geográficas y temporales,
ya que el ritmo del relato parece asemejarse a la propia experiencia de Herr.
Como el propio Michael Herr reconoce “Tardé un mes en perder aquella sensación
de ser un espectador de algo que era en parte caza y en parte espectáculo”
La obra está situada entre 1967- 1968, es decir, en plena guerra de Vietnam. A medida que avanzan
las páginas, las confesiones sobre su estado de ánimo, sus miedos, y sus
depresiones, van dejando paso de forma sutil al relato del día a día de
los soldados, auténticos protagonistas.
Despachos de guerra está
estructurado a partir de seis capítulos construidos a base de fragmentos o
notas de lo que parece un diario personal de Herr, patentado así por el empleo
constante de la segunda persona del singular que dota al relato de un tono
confesional, intimo, revelador. La escritura de Herr está tejida por párrafos
largos a través de un encadenamiento de oraciones a base de conjunciones y una
yuxtaposición de puntos de vista. Herr escribe por ejemplo por momentos desde
el punto de vista del frente americano: una primera persona del plural,
incluyente pero nada complaciente porque se desmarca del patriotismo y el
espíritu heroico haciendo de eso una crítica implícita a la tendencia
intervencionista de la nación a la que pertenece.
En esa yuxtaposición de puntos de
vista, Herr fundamenta el relato en planos discursivos que incluyen la síntesis
explicativa o el resumen, lejos del ensayo explícito sobre las causas y los
efectos del conflicto; y la descripción y la acción de las escenas vividas de
primera mano o reconstruidas a través de puntos de vista en tercera persona.
Esto me lo contó Bob Stokes, de
Newsweek: En el gran hospital de la Infantería de Marina de Danag, tienen lo
que llaman el “pabellón de la mentira blanca”, donde llevan algunos de los
casos más graves, aquellos que pueden salvarse, aunque nunca volverán a ser los
mismos. Allí llevaron a un joven marine medio inconsciente y lleno de morfina,
que había perdido las piernas. Cuando le metían en el pabellón, volvió en sí
unos instantes y vio a un capellán católico a su lado.
–Padre –dijo–, ¿estoy bien?
El capellán no sabía qué decir.
–Tendrás que hablar de eso con los médicos, hijo.
–Padre, ¿tengo las piernas bien?
–Sí –dijo el capellán–. Claro.
Pero a la tarde siguiente, había pasado la conmoción y el
muchacho se había enterado ya de todo. Estaba tumbado allí en su cama cuando
pasó el capellán.
–Padre –dijo el marine–. Me gustaría pedirle una cosa.
–¿Qué, hijo?
–Me gustaría tener esa cruz.
Señaló la pequeña cruz de plata de la solapa del capellán.
–Por supuesto –dijo el capellán–. ¿Pero por qué?
–Bueno, fue lo primero que vi ayer cuando desperté, y me
gustaría tenerla.
El capellán se quitó la cruz y se la dio. El marine la apretó
con fuerza en el puño y miró al capellán.
–Mentiste, padre –dijo–. Sí, soplapollas, mentiste
Forma
parte del llamado “periodismo militante”; periodismo que a través de la subjetividad y la primera
persona acercan el tema a los lectores y lo dotan de verosimilitud; y permiten informar verazmente sobre una guerra o un
conflicto. También Herr muestra la hostilidad de algunos soldados con los
corresponsales de guerra y con la prensa: En ese momento, los periódicos de
Estados Unidos se habían volcado a favor de la intervención en Vietnam,
convenciendo a una gran parte de la opinión pública de la necesidad de combatir
en Vietnam para frenar el comunismo. Sin embargo, los testimonios de Herr
muestran la realidad de los soldados, la realidad de la guerra: aquello que el
gobierno estadounidense no quiería que la opinión pública supiese.
Había
un par de marines hablando con Flynn y con Wheeler de sus cámaras, cuál era el
mejor sitio para comprar lentes, la velocidad adecuada para determinada toma,
yo no podía seguir la cosa. Los soldados sabían lo suficiente de los medios de
difusión como para tomarse más en serio a los fotógrafos que a los
corresponsales, y llegué a encontrar oficiales que se negaban a creer que yo
fuese un corresponsal de verdad porque nunca llevaba cámara.
Estábamos
ya rodeados de marines, había unos quince, y uno de ellos, un chaval bajo y
fornido, de cara oscura y lisa, que parecía un enano gigante, se plantó delante
y nos miró con clara hostilidad.
–Así
que vosotros sois corresponsales. No hacéis más que liar las cosas, amigos
–dijo–. Mi viejo me manda cosas de los periódicos, y, según él sólo escribís
mierda.
Un
par de marines le abuchearon, la mayoría rieron. También Lengle se echó a reír.
–Bueno,
chaval, qué quieres que te diga. Nosotros hacemos lo que podemos.
–¿Pero
por qué no contáis las cosas como son?
169 HERR, Michael. Op.cit. Pág. 24
La Guerra de Vietnam fue el último
conflicto bélico donde el ejército estadounidense permitió total libertad de
prensa: sin embargo, esa libertad de la que gozaban los periodistas se
convirtió en un problema para los políticos, que habían vendido la guerra como
una cruzada contra el comunismo, cuando la opinión pública estadounidense observaba
que la guerra de verdad poco tenía que ver con heroicidades y mucho con la peor
de las miserias humanas: a diferencia de las guerras actuales, las cuales se
han convertido en un elemento propagandístico más de los Estados Unidos ( las
dos Guerras del Golfo, la invasión en Libia…), Despachos de Guerra humaniza un conflicto, transmitiendo las
verdades de los soldados, la situación en el frente de batalla, dotando a la
obra de verosimilitud, verosimilitud que ha desaparecido con la cobertura
mediática de las actuales guerras, en las que se observa la doble moral del
lenguaje bautizando como “guerras humanitarias” a invasiones de la OTAN o
Estados Unidos o utilizando la palabra “pacificación de los conflictos”,
palabra que siempre ha sido la máscara de las guerras imperialistas.
Así la guerra se convierte en un escenario exclusivo
para el ámbito del espectáculo en directo. La inmediatez con que se transmite
la información, relajándose los controles de verificación, y la competencia
entre los medios, hacen todavía de la cobertura de guerra un escenario propicio
para la mentira y la manipulación con que se envuelve un escenario bélico que
creemos imposible pero cierto. Eso parece inevitable, como la muerte. Y es la
muerte para el periodismo.
La obra de Herr inspiró la película
La Chaqueta Metálica de Stanley Kubrick,
de la que Michael Herr fue coautor del guión y su figura está retratada en el
protagonista, el “recluta bufón”, el sargento James
T. "Joker" Davis.
CONCLUSIONES: LA RELEVANCIA DE DESPACHOS DE GUERRA
Despachos de Guerra se ha
convertido en una obra de vital
importancia para entender la Guerra de Vietnam: es cierto que se han hecho
muchos más libros y películas sobre este conflicto, pero Despachos de Guerra
Ante la competencia por la
exclusiva, a costa de la veracidad, Herr nos dice también que la mejor noticia
no es la que se da primero, sino la que se da mejor. Es ésta una condena que
libera y que permite que los relatos merezcan una lectura con perspectiva
histórica, como memoria o testimonio. Despachos de Guerra es, ya lo decía, una
obra abstracta por el profundo acercamiento en los planos, periférica en el
abordaje de episodios al margen de la oficialidad y marginal en cuanto al
relato como resultado de la experiencia de un hombre solo en medio de un
ejército de soldados y corresponsales.
En los escenarios bélicos, el
peligro es algo imprevisible y es inevitable que el reportero esté a punto de
morir alguna vez. Es esa la incertidumbre de lo que está fuera de control, de
lo que no depende de ti. Herr asumió los riesgos y una actitud para poner en
marcha con intuición un procedimiento periodístico por excelencia: permanecer
el mayor tiempo posible en el escenario por describir y establecer contacto con
los informantes, haciendo preguntas de manera insistente y observando hasta lo
indebido.
Yo estaba allí para observar [...]. Yo fui a cubrir
informativamente la guerra y la guerra me cubrió a mí; una vieja historia, a
menos, claro está, que nunca la oyeras. Yo fui allí con la ingenua pero honrada
creencia de que uno debe ser capaz de mirar cualquier cosa, honrada porque la
asumí y pasé por ella, ingenua porque no sabía, tenía que enseñármelo la
guerra, que eres tan responsable por todo lo que vieses como por todo lo que
hicieras.
Un artículo muy extenso, y debo confesar que no leí todo, pero sí lo suficiente como para reafirmar esa frase que dice: "Si la historia la cuentan los que ganan, eso quiere decir que hay otra historia"
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