La
comunicación oral y escrita siempre han ido de la mano, de hecho la
comunicación escrita nace por la necesidad de transmitir el mensaje hablado y
perpetuarlo para futuras generaciones sin alterar su contenido.
La
escritura surge en el año 5000 A.C en Mesopotamia en forma de escritura
pictográfica, donde se distinguen dos signos: los pictogramas (dibujos
concretos de la realidad) e ideogramas (símbolos abstractos). La creación de la
fonética, en la que cada signo se asocia con un sonido, y del primer alfabeto
en el año 1000 A.C ayudaron a plasmar la realidad.
Los
egipcios utilizaron la escritura jeroglífica con dos fines: un fin económico
debido al desarrollo del comercio, que obligó a crear un lista de precios, y un
fin religioso que explicara los método medicinales, la explicación de la muerte
y el derecho divino que explica los castigos y las recompensas.
Los
pueblos griegos tenían dos maneras muy distintas de ver la escritura: para los
espartanos, un pueblo volcado en la guerra y estructurado de forma militar, la
escritura no era necesaria para la guerra y quedó relegada al ámbito de la
política. Mientras que los atenienses utilizaron la escritura con dos fines: un
fin económico dirigido a los metecos (extranjeros) y un fin político dirigido a
formar a los miembros de la democracia ateniense en al arte de la retórica a
través de una educación transmitida de forma oral.
En la
antigua Atenas, la aparición de la democracia conlleva una formación
especializada para los futuros
gobernantes, donde adquieren conocimientos y practican el arte de la retórica,
además de crear una cultura de ocio basada en el teatro trágico, un teatro con
dos fines: entretener y formar políticamente. El enriquecimiento de los metecos
conlleva la aparición de maestros denominados sofistas, que usarán libros de
texto para educar a sus alumnos, extendiendo el uso del libro y creando las
primeras editoriales. La aparición de la República de Platón y su modelo de
sociedad será utilizada para dividir el poder político y cultural que pasará a
manos de la nobleza y el sacerdocio, respectivamente, con el fin de aislar a
los metecos.
Los
romanos utilizaron las formas de comunicación a través de su sistema educativo
para garantizar la división social entre los patricios (la antigua aristocracia
romana que gobierna y combate) y los plebeyos (mercaderes, banqueros, etc.).
Se
crean las actas senatoriales, un resumen anual de los acontecimientos más
importantes del imperio romano, que poco a poco reducen su periocidad. Es el
inicio de la propaganda donde el césar o el procónsul dictaba el contenido del
anal que era copiado por 300 dionistas, que elaboraban 10 copias cada uno. Esas
copias eran distribuidas en un sistema de relevos y se difundía a la población
mediante las tabernas librarias y las lecturas públicas en los foros, los
centros políticos y propagandísticos de las ciudades, y las escrituras en los muros de las ciudades,
apareciendo por primera vez el graffitti, una forma de comunicación horizontal
entre miembros de una misma clase social. En los muros también se publicaban
lista de productos y epitafios de las tumbas.
Los
temas tratados son los prodigios, el nombramiento de magistrados, discursos
importantes, edictos, espectáculos, nacimientos extraordinarios, mortandades,
condenados, gestas militares, juegos públicos, rivalidades entre bandas,
grandes eventos del foro de Roma… la difusión de estas actas por todos los
rincones del imperio romano ayudó a la cohesión y la creación de una identidad
romana.
A
medida que se asienta el imperio romano, aparece el fenómeno de la
romanización: una imposición cultural del modo de vida romano a los pueblos
conquistados a través del ocio y del culto al emperador.
Tras la
división del imperio romano en el año 395, la caída del imperio romano de
occidente en el 476 y la aparición del feudalismo en siglo XI, la cultura pasó
a manos del clero, utilizando la Biblia como unidad cultural, bajo un férreo
control de las Sagradas Escrituras por parte del Magisterio de la Iglesia.
Se
crean dos escuelas que se encargan de transmitir el legado cristiano a la
población y de formar monjes copistas en los monasterios que se encargarían de
evangelizar a los pueblos invasores (Los principales fueron en Egipto y Próximo
Oriente, en Irlanda con San Patricio y en la península itálica con los
benedictinos).
El auge
del imperio carolingio llevó consigo un intento de mejorar la formación del
clero, creando un nuevo enfoque histórico desde una perspectiva cristiana.
Sin
embargo, aparece una cultura popular de tradición oral que pronto sería
utilizada por el poder para transmitir la cultura oficial a través de
espectáculos, obras cómicas y un vocabulario familiar y grosero. Un ejemplo es
el carnaval.
La
aparición de las ciudades y de la burguesía, además de la reforma gregoriana,
crea nuevas formas de comunicación en la Baja Edad Media. Aparece la figura del predicador y se crean
nuevas formas de comunicación como el sermón o la propaganda. En las ciudades,
vuelven a parecer las universidades donde se imparte teología, filosofía,
derecho o medicina y aparecen las
escuelas de traductores de textos clásicos.
La comunicación oral es y ha sido el tipo de comunicación
más extendida a largo de la historia debido a que solo se necesitaba conocer la
lengua y el sistema de signos por los diversos emisores y receptores para
transmitirse información.
La comunicación escrita fue utilizada por las élites
culturales como un rasgo distintivo, como una forma de superioridad cultural,
permitiendo un control de la cultura y del legado de los pueblos: ellos se
encargaban de dirigir y censurar los contenidos tratados.
Pero la comunicación
escrita no logra su difusión total hasta nuestra época actual, donde tras una
serie de acontecimientos históricos revolucionarios como la aparición de la
imprenta en el siglo XV, que permite una gran difusión de los textos escritos
entre la población, y los sucesivos cambios culturales, políticos y sociales
que empezaron con la reforma protestante de Lutero, la contrarreforma católica,
el movimiento de la ilustración del siglo XVIII, los sucesivos movimientos
obreros desde el siglo XIX y XX y que continúan hasta nuestros días.
Todas estas revoluciones provocaron cambios en la mentalidad
de la población, permitiendo, entre otras cosas, un mayor acceso a la cultura y
a la alfabetización de la sociedad provocando el incremento de textos escritos
que tratan de diversas materias.
Además, la comunicación escrita
permite mantener la estructura intacta del mensaje, sin omitir ningún dato que
pueda ser olvidado a la hora de transmitir dicho mensaje. Siempre puedes acudir
a las fuentes escritas donde, si no hay rectificaciones del texto original,
estará toda la información que se desee transmitir.
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