Siguiendo a la corte, en 1606 se instaló en Madrid, donde continuó los estudios de teología e inició su relación con el duque de Osuna, a quien Francisco de Quevedo dedicó sus traducciones de Anacreonte, autor hasta entonces nunca vertido al español. En 1613 Quevedo acompañó al duque a Sicilia como secretario de Estado, y participó como agente secreto en peligrosas intrigas diplomáticas entre las repúblicas italianas.
De regreso en España, en 1616 recibió el hábito de caballero de la Orden de Santiago. Acusado, parece que falsamente, de haber participado en la conjuración de Venecia, sufrió una circunstancial caída en desgracia, a la par, y como consecuencia, de la caída del duque de Osuna (1620); detenido, fue condenado a la pena de destierro en su posesión de Torre de Juan Abad (Ciudad Real).
Sin embargo, pronto recobró la confianza real con la ascensión al poder del conde-duque de Olivares, quien se convirtió en su protector y le distinguió con el título honorífico de secretario real. Pese a ello, Quevedo volvió a poner en peligro su estatus político al mantener su oposición a la elección de Santa Teresa como patrona de España en favor de Santiago Apóstol, a pesar de las recomendaciones del conde-duque de Olivares de que no se manifestara, lo cual le valió, en 1628, un nuevo destierro, esta vez en el convento de San Marcos de León.
Pero no tardó en volver a la corte y continuar con su actividad política, con vistas a la cual se casó, en 1634, con Esperanza de Mendoza, una viuda que era del agrado de la esposa de Olivares y de quien se separó poco tiempo después. Problemas de corrupción en el entorno del conde-duque provocaron que éste empezara a desconfiar de Quevedo, y en 1639, bajo oscuras acusaciones, fue encarcelado en el convento de San Marcos, donde permaneció, en una minúscula celda, hasta 1643. Cuando salió en libertad, ya con la salud muy quebrantada, se retiró definitivamente a Torre de Juan Abad.
Como literato, Quevedo cultivó todos los géneros literarios de su época. Se dedicó a la poesía desde muy joven, y escribió sonetos satíricos y burlescos, a la vez que graves poemas en los que expuso su pensamiento, típico del Barroco. Sus mejores poemas muestran la desilusión y la melancolía frente al tiempo y la muerte, puntos centrales de su reflexión poética y bajo la sombra de los cuales pensó el amor.
A la profundidad de las reflexiones y la complejidad conceptual de sus imágenes, se une una expresión directa, a menudo coloquial, que imprime una gran modernidad a la obra. Adoptó una convencida y agresiva postura de rechazo del gongorismo, que le llevó a publicar agrios escritos en que satirizaba a su rival, como la Aguja de navegar cultos con la receta para hacer Soledades en un día (1631). Su obra poética, publicada póstumamente en dos volúmenes, tuvo un gran éxito ya en vida del autor, especialmente sus letrillas y romances, divulgados entre el pueblo por los juglares y que supuso su inclusión, como poeta anónimo, en la Segunda parte del Romancero general (1605).
En prosa, la producción de Francisco de Quevedo es también variada y extensa, y le reportó importantes éxitos. Escribió desde tratados políticos hasta obras ascéticas y de carácter filosófico y moral; una de sus mejores obras es La cuna y la sepultura (1634), un tratado moral de fuerte influencia estoica, a imitación de Séneca.
Sobresalió con la novela picaresca Historia de la vida del Buscón, llamado don Pablos, obra ingeniosa y de un humor corrosivo, impecable en el aspecto estilístico, escrita durante su juventud y desde entonces publicada clandestinamente hasta su edición definitiva. Más que su originalidad como pensador, destaca su total dominio y virtuosismo en el uso de la lengua castellana, en todos sus registros, campo en el que sería difícil encontrarle un competidor.
Temas y obra
Quevedo escribió mucha poesía y prosa y se caracterizó por los contrastes propios de la época. Su lenguaje es culto y popular y hace uso de un tono grave y burlesco. Pese a que fue famoso antes de su muerte – sus composiciones se transmitían en manuscritos – la publicación de sus obras se produjo con posterioridad.
Dentro de su obra destacan por una parte los temas graves y por otra la poesía como juego de ingenio:
La poesía grave
- Poemas metafísicos sobre el Sentido de la vida, la muerte o el paso del tiempo
- Poemas morales que versan sobre el poder o la fortuna
- Poemas amorosos en los que combina tópicos petrarquistas y su apasionamiento personal logrando así una expresividad increíble
La poesía como juego de ingenio
Poemas satíricos que destacan por la experimentación lingüística, su visión crítica de la sociedad y la perspectiva burlesca y disparatada
Los temas son de lo más variado y son en su mayoría sátiras sobre Góngora
Poesía amorosa
En sonetos, romances y canciones, Quevedo recoge los tópicos amorosos del petrarquismo, vistos a través del velo de angustia que produce la brevedad de la vida y la
obsesiva presencia de la muerte. Ello da lugar a magníficas piezas que versan sobre el motivo del amor más allá de la muerte. El autor considera el amor como un sentimiento apasionado que produce insatisfacción y tormento.
Poesía satírica y festiva
Este tipo de poemas, compuesto de sonetos, romances y letrillas, es el que muestra una mayor elaboración conceptual al criticar costumbres, personajes, grupos sociales y usos literarios. Abundan las composiciones sobre el poder del dinero, los oficios y la mitología. Se trata de poemas de gran libertad expresiva.
El conceptismo barroco de Quevedo
El conceptismo barroco de Quevedo da más importancia al fondo que a la forma. Esto lo consigue con un léxico racionalista que es contrario al de las emociones. Asimismo, pretenden transmitir vivencias o imágenes de orden intelectual y conceptual, de ahí toma el nombre esta corriente barroca.
- Versatilidad. Utiliza diferentes tipos de estrofas, entre las que sobresale el soneto, cuya estructura es adecuada para sus frecuentes reflexiones.
- Tendencia al conceptismo. Se aprecia sobre todo en la poesía de tipo satírico, y se manifiesta a través de comparaciones, hipérboles, juegos de palabras, metáforas, neologismos, paradojas, paronomasias, personificaciones, etc.
- Vocabulario sencillo. Recurre en ocasiones a la frase coloquial o la expresión popular, especialmente en las composiciones satíricas y festivas.
- Rigurosidad. El autor revisa y enmienda lo que escribe.
- Tono de advertencia. En las composiciones metafísicas es habitual que utilice un tono de advertencia dirigido al lector y que se dé en ellas una mayor complejidad sintáctica. En todo caso, la obra de Quevedo refleja en su contenido y en su estilo el cambiante mundo que el poeta tiene a su alrededor, por lo que lo bello y lo grotesco, lo burlesco y lo serio aparecen tratados con maestría en sus composiciones
La poesía de Quevedo, o parte de ella, también muestra un contenido profundamente moral o ideológica con una cierta tendencia e buscar la concisión y la precisión. También es cierto que esta corriente busca operar especialmente sobre el pensamiento abstracto, para lo cual se sirve de ingeniosos juegos de palabras para producir impresiones intelectuales.
Diestro con la espada y con la pluma,
Tanto en verso como en prosa,
Tanto en castellano como en latín
Crítico de la España de Olivares
Azote contra los gongorinos
atacando en román paladino
a todos sus seguidores y juglares
Amante de los duelos de espada
y de versos y poesías
escritos con lengua y pluma afilada
entonando al amor canciones y melodías
con la Cruz de Santiago bordada
roja llamarada en su negro jubón
era una voz que no se callaba
una voz que criticaba sin distinción
Con reverso de espada y pluma afilada
no comulgó con ruedas de molino
gritando con fuerza: Muerte a los gongorinos
D.FRANCISCO...MARAVILLOSO. QUE VEO DON QUEVEDO Y VILLEGAS,QUE CORTA..LLEGA Y DEJA EL FILO DE SU ESPADA...
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