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miércoles, 28 de mayo de 2025

LA GOLONDRINA

Las golondrinas, esas acróbatas del cielo, parte indispensable de nuestra literatura, de nuestra cultura. Este ave sigue despertando nuestra imaginación cuando alza el vuelo, cuando la vemos difuminarse en el horizonte con la fragilidad de su tamaño y su velocidad. Nuestros ojos escrutan el horizonte buscándolas, intentando averiguar su paradero cuando en su batir de alas desaparecen de nuestra vista.

Las golondrinas parecen haber cautivado la imaginación de la gente a lo largo de los años. Son atractivas, acrobáticas, migrantes de larga distancia y una de las aves más voladoras. Aristóteles las observó alrededor del año 363 a. C. y estipuló que, dado que las golondrinas desaparecían de Europa, específicamente de Grecia, durante el invierno y luego reaparecían volando sobre masas de agua la primavera siguiente, las aves debían haberse sumergido en el lodo para pasar los meses fríos. Este mito, perduró durante 1800 años, hasta bien entrado el siglo XIX . En realidad, nadie lo comprobó. Los pescadores contaban historias de atrapar golondrinas en sus redes y de cómo las golondrinas, cubiertas de lodo, despertaban y volaban alrededor de los barracones de pescadores.

Durante muchos años, la golondrina fue considerada el símbolo de la llegada de la primavera. El clima se predecía según su comportamiento. Si volaban bajo, significaba lluvia; si volaban alto, buen tiempo. Hay algo de cierto en esto, ya que los centros de baja presión, que traen mal tiempo, dificultan el vuelo de las aves. Los agricultores acogieron con satisfacción la llegada de las golondrinas, ya que se creía que traían buena suerte a las granjas y protegían a los animales de las enfermedades.

En la antigüedad, las golondrinas se asociaban con los dioses, así como con las almas de los muertos. En la antigua Grecia, la golondrina se asociaba con Afrodita, la diosa del amor, y se creía que traía buena suerte y felicidad. En la mitología griega y romana, las deidades podían cambiar de forma y metamorfosearse en golondrinas . Las madres en duelo consideraban sagrada al ave, ya que se creía que transportaba el alma de sus hijos fallecidos; matar una golondrina se consideraba de mala suerte. Los cristianos modernos ven a la golondrina como un símbolo de sacrificio y renacimiento, así como un símbolo de nuevos comienzos.

Se dice que la golondrina elige una pareja para toda la vida y regresa al mismo nido año tras año. Esto se considera un símbolo de amor y devoción, y muchas parejas optan por incorporarla como decoración de su boda como símbolo de su compromiso mutuo.

lunes, 19 de mayo de 2025

KATI HORNA

Fotógrafa nacida en Hungría en 1912. En 1933 comenzó a trabajar como fotógrafa en París y cinco años más tarde viajó a Barcelona donde trabajó como jefa de redacción de la revista Umbral. El mismo año fue comisionada por el gobierno de la República Española para realizar un álbum sobre la guerra civil y fotoreportajes que sirvieron como propaganda exterior.

Kati Horna era una experta estratega de la visión y sabía cómo organizar el material a su disposición para comunicar un mensaje determinado. Lo había aprendido de los mejores artistas de su tiempo como el pintor, escultor y fotomontador László Moholy-Nagy, quien exaltaba la potencialidad creativa de la fotografía e invitaba a la experimentación. Pero también lo aprendió a lo largo de los viajes que emprendió desde Hungría, su país de origen, cuando era tan solo una adolescente. En Budapest se formó como fotógrafa junto a su amigo de infancia Andre Friedman, alias Robert Capa. En Berlín entró en el círculo del Bauhaus y de Bertold Brecht. En París, ciudad en la que había buscado refugio tras las persecuciones raciales sufridas en Alemania, empezó a trabajar de fotógrafa para Agence Photo al tiempo que se iba empapando de los últimos vestigios del movimiento surrealista. Fue en aquel período cuando recibió el encargo del Ministerio de Propaganda Exterior español para realizar un álbum de fotografías sobre el bando republicano.

Katy Horna

Una mirada anarquista sobre la Guerra de España

Kati Horna viajó a España al igual que otros muchos intelectuales, escritores, pintores y fotógrafos. El país llevaba ya un año sumido en una guerra civil que pedía a gritos ser representada. Era necesario dar a conocer al mundo lo que estaba pasando. Cada uno a su manera y con los recursos del que disponía, los artistas se ponían en juego y se comprometían con la causa antifascista. Kati Horna pertenecía a esas personas. Su afinidad ideológica con el bando anarquista hizo que empezara una colaboración con dos revistas gráficas de la época: Libre Studio y Umbral.

Con una "Rolleiflex" que se adecuaba sobre todo a los primeros planos y retratos, Kati Deutsch Blau captó el día a día de las colectividades en Aragón, la resistencia popular en Madrid, la Barcelona revolucionaria, la retaguardia en Valencia o las iglesias y edificios ocupados. Recorrió con su cámara la España en guerra del periodo 1937-1939. Ella se consideró una "obrera de la fotografía", que nunca publicó en las grandes revistas internacionales de la época. No quiso grandes exposiciones, y concedió muy pocas entrevistas. Eligió en cambio, para sus fotos y carteles, las revistas de ideología anarquista como "Umbral", "Libre Studio", "Tierra y Libertad" o "Mujeres Libres".


Horna, que todos los días durante dos años documentó con sus reportajes los horrores de la guerra, entendió que a veces una sola imagen no era suficiente. ¿Cómo contar la destrucción? ¿Cómo mostrar la muerte sin caer en el estereotipo del reportero en busca de fama? ¿Cómo relatar las condiciones infrahumanas que las mujeres vivían en las cárceles franquistas? Y finalmente, ¿cómo explicar que la guerra ya había sobrepasado cualquier límite tanto físico como moral? Recogiendo los trozos de un mundo en pedazos, adjuntándolos visual y temporalmente y disponiéndolos para que de sus divergencias y contrastes nazca el dinamismo que la imagen necesita para enviar su mensaje


En 1939 llegó con su esposo José Horna a México, estableció amistad con el grupo de artistas surrealistas y retrató a las figuras más destacadas de los círculos del arte y la farándula. Colaboró en diversas revistas mexicanas como Nosotros, Mujeres, y Perfumes y modas. En 1962 participó en la formación de la revista S.nob, junto con Leonora Carrington, Jorge Ibargüengoitia y Alberto Gironella, bajo la dirección de Salvador Elizondo y Juan García Ponce. Para esta revista realizó series fotográficas como Fetiches, y cuentos fantásticos en secuencia fotográfica como Oda a la necrofília, Sacramentalia y Vampiro. Horna tuvo una gran labor educativa, impartió clases en la Escuela Nacional de Artes Plásticas y tuvo un taller abierto en la Academia de San Carlos desde 1973; donde dio clases a fotógrafos como Flor Garduño, Elsa Chabaud, Manuel Monroy, Estanislao Ortíz y Sergio Carlos Rey, entre otros. Fue también maestra de fotografía en la Universidad Iberoamericana.

Kati Horna colaboró en diversas revistas anarquistas como ‘Libre Studio’, ‘Mujeres Libres’, ‘Tierra y Libertad’, ‘Tiempos Nuevos’ y ‘Umbral’, de la que fue redactora gráfica y donde conoció a José Horna, su esposo, pintor español que también colaboró en la mencionada publicación.

El hallazgo de más de más de 6.000 negativos de celuloide y más de 200 en placas de cristal en buen estado de conservación, permitirán conocer imágenes y relatos asociados a la vida cotidiana: «El hallazgo abre el encuadre de los años españoles de Horna, considerada hasta el momento como la retratista de retaguardia y de la cotidianidad femenina, cuyo icono es una mujer dando el pecho a su hijo, en la casa de la maternidad de Vélez Rubio (Almería). La foto fue la portada del número 12 de la revista anarquista Umbral e ilustraba un reportaje titulado La maternidad bajo el signo de la Revolución».

Se trata de la localización de «[…] en 48 cajas de madera que contenían los archivos de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT). El sindicato anarquista los sacó de Barcelona en abril de 1939 y tras un largo viaje —con paradas en París y en las ciudades inglesas de Harrogate y Oxford— llegaron en 1947 a su destino: el Instituto Internacional de Historia Social (IIHS), en Ámsterdam. En las cajas reposan más de 500 negativos tomados entre 1937 y 1938 por la fotógrafa, que llegó a España durante la Guerra Civil para ponerse a las órdenes del servicio de propaganda exterior de los anarquistas y anarcosindicalistas de la CNT y de la Federación Anarquista Ibérica (FAI). Se trata de un hallazgo extraordinario que completa la historia que cuentan los 250 negativos que Horna vendió por dos millones de pesetas en 1983 al Estado español y que se conservan en el Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca».

Se le asocia con la fotografía surrealista, sin embargo, al preguntarle si se consideraba una artista surrealista ella contestó que no, que probablemente la asociaban al movimiento por haber sido amiga de artistas surrealistas mexicanos, pero que en la época ella ni siquiera sabía lo que esa palabra significaba (Horna en Lápiz I, 2001). Muchas de sus fotografías son acercamientos de rostros o ángulos de edificios en ocasiones irreconocibles, a veces notamos que sus imágenes están fuera de foco intencionalmente para producir un efecto de remembranza sin sensación completa de reconocimiento. En sus retratos, el rostro del modelo es el punto central y el resto de la imagen proporciona un ambiente que enfatiza el carácter del personaje. Kati Horna murió en la ciudad de México el año 2000.

jueves, 8 de mayo de 2025

RECUERDO DE LA GUERRA PATRIA

Te recuerdo, muchacha, siempre camarada
codo con codo, hombro con hombro siempre en la trinchera, combatiendo, 
pasamos juntos los días más felices y más terribles de nuestras vidas
En la barricada principal, en el blanco paisaje, miramos juntos a la muerte.

Compartimos una frontera. La línea del frente. La línea de la vida. Una frontera helada
Soñamos con la otra, Esto es todo lo que nos queda ahora. Seguimos resistiendo.
Y comenzó la guerra. y la muerte llegó a nuestras puertas, esperanza perdida
los nombres de los héroes se escribieron con sangre en la historia, recordando su suerte

Nuestros campos de amapolas silvestres, del color de la pluma, se regaron con sangre de los caídos
Y las trincheras como cinta negra recuerdan como cicatrices en un rostro lo acontecido
Y el cuerpo del soldado se convierte en  una fotografía en blanco y negro en unas manos ancianas
que recuerdan el dolor y lo sufrido.Se convirtió en un héroe. Una roja página en la historia.

eran nuestros soldados, nuestros hijos, nuestros esposos, nuestros camaradas, aquellos que perdimos
son los que apuntan al enemigo, los que resisten las heladas, la peste, la sangre, el dolor y han vencido
Hay muerte en sus ojos a la luz de sus pupilas dilatadas, mirando al horizonte, recordando época lejanas
para algunos que han olvidado lo acontecido, pero las cicatrices siguen marcadas en nuestra memoria

Día de la victoria. Qué lejos estaba de nosotros, inalcanzable, a cada paso que dábamos se alejaba
en un invierno eterno con vientos helados, como una brasa escondida en la fogata apagada
Recorrimos kilómetros, quemados y polvorientos siguiéndola como una estrella que nos guía
por nuestros camaradas, amigos, y los que cayeron. Hicimos lo que pudimos por apresurar este día.