miércoles, 27 de julio de 2016

EL RACISMO EN ESTADOS UNIDOS

Desde la fundación de los Estados Unidos, esta nación ha tenido presente (y tiene) un gran problema latente: la discriminación y el racismo hacía las minorías étnicas que componen la sociedad. La conquista del oeste, el sistema económico basado en la esclavitud (tanto en el norte como el sur de Estados Unidos), el racismo inherente de las 13 colonias, la mentalidad imperialista de los norteamericanos… son algunos de los motivos que rompen con la propaganda del estado que vende a América como “la tierra de las oportunidades y de la integración”.

Estos fallos sociales se agudizaron a principios del siglo XX (con la aparición de las mafias italiana e irlandesa, sociedades que servían para cohesionar a los migrantes evitando así el aislamiento y manteniendo su cultura).

La cuestión racial resurgiría coincidiendo con el período de mayor bienestar general a partir de la segunda mitad de los cincuenta. Una prosperidad mal repartida y la negación legalizada de la igualdad racial fueron los detonantes del estallido negro en el segundo mandato de Eisenhower y sobre todo en los años de la administración Kennedy – Jonhson.

El movimiento black power sufrirá una transformación: a lo largo del siglo XX, este se organizará como una herramienta político-social para reivindicar una igualdad de derechos como afroamericanos y los sectores más radicales buscarán dar un paso más allá: reivindicar el nacionalismo negro para crear su propia nación dentro de Estados Unidos.



Etapas del racismo
  • Desde el nacimiento de Estados Unidos hasta la guerra civil
Después de la independencia (1776) las leyes estadunidenses de 1790 garantizaban la ciudadanía a las “personas blancas libres”, los caucásicos.

La situación de discriminación, racismo y esclavismo se mantuvo por un largo periodo de tiempo incluso después de la Guerra Civil Americana (1861-1865), tras la cual Abraham Lincoln promulgó la abolición de la esclavitud.

La esclavitud en Estados Unidos fue hasta su abolición el motor de la economía. Los estados del norte industrializados y los sureños dedicados al cultivo del algodón basaban su producción de riqueza a través de la esclavitud con unas ganancias del 100%. En un momento de expansión industrial, la pugna entre los intereses del Norte y del Sur (la industria del Norte necesitaba el algodón, la materia prima cultivada en el Sur, para producir manufacturas) necesitaba cohesionar al país. La venta propagandística de Abraham Lincoln del abolicionismo para justificar la Guerra de Secesión generó la imagen de Estados Unidos como una tierra de nuevas oportunidades, donde cualquiera sin distinción de raza o nacionalidad podía triunfar en la vida: comenzaba la idea del sueño Americano.

La definición genérica del término aparece en un libro de historia de James Truslow Adamsonm titulado American Epics (La épica estadounidense), de 1931.

Para algunos, es la oportunidad de lograr más riqueza de la que ellos podrían tener en sus países de origen; para otros, es la oportunidad de que sus hijos crezcan con una buena educación y grandes oportunidades; por último, hay quien lo ve como la oportunidad para ser un individuo sin restricciones impuestas por motivo de raza, clase, religión, etcétera.
  • Movimientos desde el final de la guerra civil hasta la década de los sesenta
Después de la Guerra Civil (1861-1865) los estados del sur redactaron una serie de leyes para discriminar a los hombres de color. Comienza la segregación racial. Se usa el término de segregación con el concepto de Separated but Equal (Separados pero iguales). La idea era que mientras las oportunidades ofrecidas a ambas razas fueran iguales, la segregación era legal. La segregación surge a raíz de las Leyes de Jim Crow (1876).

Estos son algunos ejemplos:
  1.  En los autobuses estaba prohibido para los negros ocupar los asientos delanteros, que estaban reservados para las personas de raza blanca. Rosa Parks fue arrestada por ocupar un asiento y negar el sitio a un blanco, volviéndose así uno de los iconos de la lucha por los derechos civiles.
  2. Muchas estructuras como fuentes, aseos y otros, eran reservados exclusivamente para los negros, para diferenciarlos de los blancos. Normalmente dichas estructuras eran más pequeñas, viejas y llevaban puesto un cartel con la palabra “colored”, para acentuar la discriminación y la inferioridad de la raza negra.
  3. Había una ley marcial para negros. Para evitar luchas nocturnas entre blancos y negros se obligaba a los negros a entrar en casa a las diez de la noche.
  4. Había una segregación territorial y laboral. En las grandes ciudades industriales del norte, como Chicago, Detroit o Nueva York, se confinaban los negros en barrios específicos sin que existiesen leyes que así lo obligasen, salvo la del dinero. Asimismo, por una cuestión de imagen, ningún propietario o inmobiliaria vendía su casa a un negro en los años cincuenta o sesenta en alguno de los barrios más selectos de estas ciudades.
  5. Aparece el Ku Klux Klan. Esta sociedad racista fundada por veteranos confederados en 1865, retomó su vigor en los cincuenta y sesenta, oponiéndose a todas las causas a favor de los derechos civiles. Varios de sus miembros fueron condenados por asesinatos y linchamientos perpetrados en estas fechas. En el transcurso del siglo XX, una facción del KKK llamada la Legión Negra tenía una gran actividad en el Midwest de los Estados Unidos. La Legión Negra usaba uniformes negros, en vez de las túnicas blancas características, en recuerdo de las camisas negras fascistas. Este grupo fue la facción más violenta del Klan, y adquirió notoriedad por asesinar socialistas y comunistas.
  • La masacre de Tulsa
La masacre de Tulsa, en 1921, fue real. Entre las 19.30 horas del 31 de mayo y las 9.15 horas del 1 de junio de 1921 se calcula que 300 personas perdieron la vida en los violentos disturbios que se produjeron en el barrio de Greenwood, en Tulsa, Oklahoma, Estados Unidos, como consecuencia de la agresión racista de grupos organizados de vigilantes blancos a la población de origen afroamericano afincada en la ciudad detonada por un artículo de prensa en el que se juzgaba y se sentenciaba a un joven de origen afroamericano por un delito que la Historia ha demostrado que nunca cometió. 

En mayo de 1921, el ambiente estaba especialmente crispado por dos motivos: el Verano Rojo de 1919, con diversos incidentes raciales que dejaron miles víctimas mortales, y el arresto de Dick Rowland, un afroamericano de 19 años acusado de atacar a una adolescente blanca. El día 31 de ese mes, una multitud de hombres blancos tomaron las calles para exigir el linchamiento del detenido y fue entonces cuando la población afroamericana, y sobre todo veteranos de la IGM, salió a defender la inocencia del joven.

Tras un incidente con disparos, los habitantes blancos de la ciudad decidieron atacar Greenwood, destruyendo más de 1.000 hogares y negocios a su paso, e incendiando escuelas, iglesias, bibliotecas, cines... Los disturbios provocaron la movilización de tropas, con un centenar de soldados procedentes de Oklahoma City. El asalto duró 16 horas y dejó 800 heridos, más de 6.000 detenidos y unos 10.000 afroamericanos desalojados.

En cuanto a fallecidos, el número oficial según el departamento de estadísticas de Oklahoma fue de 39 personas, aunque otras estimaciones realizadas por la comunidad negra apuntan a cerca de 300 víctimas. No hubo juicios por lo ocurrido, tampoco ayudas para todos aquellos que habían perdido sus casas.
  • La década de los sesenta y el black power
Los década de los sesenta retomó el conflicto racial en Estados Unidos, que había estado silenciado por la labor del comité Creel, encargado de romper el aislamiento de Estados Unidos entrando en la IGM, los felices años 20, una década de prosperidad económica, el New Deal de Rooselvelt y la participación en la IIGM. La segregación racial fue practicada hasta mediados del siglo XX, pero los años 60 volvieron a sacar a luz este conflicto.

Entre 1955 y finales de los sesenta, los disturbios raciales, las reivindicaciones sociales y el movimiento para el reconocimiento de los derechos civiles, dieron a conocer a la opinión internacional las diferencias y los odios internos del tejido social de la nación más rica del mundo. De los 162 millones de norteamericanos de 1955, no menos de 16 eran negros, a los que había que añadir otras minorías de origen hispano, asiático, indios autóctonos, etc.

Estados Unidos, bajo el término “civilización”, impuso su hegemonía: desarraigando a la población negra de sus tradiciones y costumbres para imponerles una nueva cultura. Este proceso se llama neocolonialismo.

Sin embargo, el neocolonialismo tenía sus carencias: Nueve de cada diez negros pertenecían a la clase obrera, mientras el resto constituía una minoría ilustrada o aburguesada, pero que sufría la misma situación de rechazo social.

La toma de conciencia es fundamental para cualquier cambio político. Antonio Gramsci, escribe esto, en sus" Cuadernos desde la cárcel ": "La supremacía de un grupo social se manifiesta de dos maneras, como " dominación" y como" dirección intelectual y moral ".Un grupo social ejerce su dominio sobre grupos adversos a los que tiende a liquidar o a someter, incluso por la fuerza de las armas, y dirige a los grupos que le son próximos o aliados. Un grupo social puede, e incluso debe, ser dirigente, antes de conquistar el poder gubernamental y esta es una de las primeras condiciones para la conquista del poder misma. Después, cuando ejerce el poder incluso si lo detenta con firmeza, se convierte en el grupo dominante, pero debe de seguir siendo el grupo dirigente". A.Gramsci Cuadernos desde la cárcel

Este paso previo cristalizó el movimiento black power y los acontecimientos históricos de la década de los 50: líderes como Martin Luther King o Malcom X denunciaron las carencias del sistema estadounidense, sistema que defiende unas ideas liberales y aspiraciones democráticas de las cuáles pretendían ser defensores universales.

La segregación racial se mitigó con la participación de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial: La incorporación de las colonias europeas y americanas en las tareas de la economía de guerra y en el ejército propició una nueva concepción de la realidad. La participación igualitaria en el esfuerzo, como sucedía en los países colonizados por los europeos, prometía una mejor regulación en las oportunidades económicas y sociales con la llegada de la victoria.

Legalmente, la segregación racial en Estados Unidos pervivía. Los Estados del Sur, a pesar de su derrota en la Guerra de Secesión, mantenían una política discriminatoria aplicando medidas y métodos violentos contra las leyes igualitarias.


LA FIGURA DE ROSA PARKS

En 1955, Rosa Parks tenía 42 años. Afroamericana, natural de Montgomery, Alabama, e hija de un carpintero y una maestra de escuela. El 1 de diciembre de 1955, cogió un autobús público para volver a su casa. Por entonces, los vehículos estaban segregados: los blancos adelante y los negros detrás. Así, la gente de color subía al autobús, pagaba al conductor, se bajaba y subía de nuevo por la puerta trasera. La negativa de Rosa Parks a ceder un asiento en un autobús a un blanco y su posterior detención fue el detonante para impulsar el movimiento black power.

Este hecho generó la solidaridad inmediata de la población afroamericana, alentada por los pastores Martín Luther King y Ralph Abernathy. Comenzó un boicot a la empresa de ómnibus de Montgomery (Alabama) en donde se había originado el conflicto y luego de 381 días el Tribunal Supremo de Estados Unidos reafirmó su doctrina decretando la inconstitucionalidad de las segregaciones practicadas en el sur.


lunes, 18 de julio de 2016

LA NARANJA MECÁNICA Y LA VIOLENCIA

La película sugiere que la violencia no sólo se presenta en calles o en un simple robo, sino en la familia, política y la parte judicial. en la primera explica que la familia también puede hacer daño a uno de sus miembros, como en el caso de Álex, quien al ser liberado de la cárcel no fue aceptado por sus padres en su propio hogar. sobre la política enseña que la violencia se utiliza como un medio para detener la violencia y un ejemplo de la película sería el tratamiento fuerte de Ludóvico que le aplicaron a Álex. en el aspecto judicial muestra que el cumplimiento de las leyes se las controla con violencia y por lo tanto también se presenta ésta en ella. un ejemplo es los compañeros del grupo de Álex, quienes a pesar de haber sido asesinos en serie, pudieron entrar en la policía y quisieron meterse debido a que estando en ella podían generar violencia “legalmente”.

La Naranja Mecánica fue revolucionaria por presentar una crítica real a un sistema que es base para nuestra sociedad, y por mostrarnos una cara de nosotros mismos que no queremos ver y que escondemos, pero que está siempre presente: la de la violencia, la de la marginalidad de un hombre que es más humano que aquellos que forman parte del sistema enfermo, despiadado y cruel, es decir, que es más humano que nosotros.


LA NARANJA MECÁNICA Y LA VIOLENCIA

La violencia se ha convertido es una constante en nuestras vidas: A través de los Medios De Comunicación, vemos miles de actuaciones violentas: manifestaciones, cargas policiales, barricadas... o través de los videojuegos, que han ido incorporando una violencia más generalizada, más directa y más cercana a la realidad o el mundo del cine americano: películas relacionadas con la delincuencia juvenil, las masacres más grandes de la historia, la violencia familiar, etc.

Estas han generado una audiencia acostumbrada a los videojuegos y las películas violentas y que además les exige contenido cada vez más violento. Se vuelven dependientes de una violencia que les genera adrenalina y cortisol: la presión sanguínea se dispara, el corazón late con fuerza y el nivel de energía aumenta. El cortisol eleva la concentración de azúcar en la sangre y además detiene las funciones que no sean precisas en una situación de lucha o huida. No obstante, una descarga excesiva de adrenalina y cortisol resulta perjudicial para el cuerpo y para la salud mental de la persona que la padece. Si la liberación de adrenalina se produce sin ninguna razón aparente, cuando no se halla en una situación de peligro, es posible que este experimentando un ataque de pánico.

En el caso particular de los videojuegos, desde su introducción en el mercado en los años 70 su presencia ha aumentado en los hogares de gran número de países. La simplicidad de los contenidos y de las imágenes cuando aparecieron los primeros videojuegos, no podía hacer sospechar que en la actualidad los juegos más demandados incluirían temática violenta, que además, en ciertas ocasiones, se dirige hacia las mujeres. Esta circunstancia, unida al elevado realismo alcanzado en las simulaciones, ha multiplicado los debates e investigaciones acerca de los posibles efectos perniciosos de estos juegos y de sus posibles efectos sobre el comportamiento violento de los usuarios. En este sentido, prestigiosos psicólogos sugirieron que los efectos de los videojuegos sobre la conducta violenta y de agresión son mucho mayores que los que ejercen la televisión y las películas. Esta afirmación la sustentan en el hecho de que en los videojuegos se reproducen diversas condiciones que facilitan el aprendizaje, entre las que destacan las siguientes:

  • Los juegos requieren mucha implicación e interacción.
  • Los juegos refuerzan la conducta violenta.
  • Los niños y jóvenes practican una y otra vez este tipo de conductas violentas en el transcurso del juego.
  • Son muy llamativos y requieren que el jugador se identifique con el agresor.


Estamos educados en un mundo violento: día a día, estamos expuestos a los Medios de Comunicación que nos muestran los horrores de las guerras, las cargas policiales en las manifestaciones, en los desahucios, las barricadas en las calles entre grupos antisistemas contra las fuerzas policiales o en los grupos de trabajadores que, hastiados de su precaria situación, deciden tomar la violencia como último recurso.

Por tanto, no sorprende (o no debería sorprender) las actuaciones desesperadas de algunas personas que, perdiéndolo todo, recurren a métodos violentos para defender sus derechos o sus posesiones cuando pierden el trabajo o las desahucian de sus casas.

Recibimos diariamente dosis de violencia que nos drogan, que nos hacen insensibles a imágenes violentas y desagradables gracias, en parte, al continuo bombardeo por parte de los Medios de Comunicación: violencia mediática, violencia política, violencia machista, violencia verbal, violencia antisistema.... vivimos en un desierto de violencia donde, de vez en cuando, podemos encontrar un oasis de paz y tranquilidad.


viernes, 15 de julio de 2016

ANTÓN CHEJOV

"La medicina es mi esposa legitima y la literatura es mi amante."

Una de las pequeñas ironías que ofrece la historia de la literatura es que Antón Paviovich Chejov, que amaba el elemento cómico de la vida y fue conocido por la mayor parte de sus compatriotas como autor de incontables narraciones humorísticas, sea celebrado en la actualidad como un escritor que fundó una nueva literatura de incertidumbres que no se resuelven, literatura escrita en tono menor y con colores amortiguados, que daba expresión a la dolorosa sensación de aislamiento del hombre y a su incapacidad para comprender al prójimo.

Su vida

Chejov nació el 16 de enero de 1860 en la población de Taganrog, a orillas del Mar de Azov. Sus antepasados fueron de condición inferior a la plebeya, pues su abuelo paterno fue un esclavo que, gracias a sus hábiles manejos, pudo comprar la libertad. El padre de Chejov, Pavel, tendero de escasos recursos, era hombre vano, mezquino y padre tiránico; su madre fue hija de un comerciante en paños. Hubo seis hijos en la familia; Antón, el tercero, tuvo dos hermanos mayores y dos menores, a más de una hermana. No fue un hogar feliz. "El despotismo y las mentiras desfiguraron nuestra niñez a tal grado -recordaba- que me repugna y horroriza pensar en ella". Fanático de las prácticas religiosas, el padre golpeaba a los niños por cualquier infracción de las reglas, hasta que éstos consideraron con recelo cualquier clase de relaciones humanas íntimas. "Cuando niño -escribía Chejov a los veintinueve años- fui tratado con tan poca benevolencia que ésta me parece algo extraordinario. Me gustaría ser bondadoso con la gente, pero no sé cómo." Antes de llegar a la edad adulta, los dos hermanos mayores, Alejandro y Nicolás, bebían, jugaban y rehuían toda obligación. A Antón le tocaría hacerse cargo de todas las responsabilidades; a las ocho de la mañana se encontraba ya trabajando en la tienda familiar. No obstante, era alegre por naturaleza, amante de los placeres modestos. Niño hermoso, agradaba a las gentes -especialmente a las mujeres- sin proponérselo. Como él mismo decía, fue "iniciado en los secretos del amor a la edad de trece años".

Cuando tenía dieciséis, su padre, cuyos negocios habían fracasado, huyó para escapar de los acreedores. Toda la familia siguió a Pavel a Moscú, con excepción de Antón, quien se quedó en Taganrog para terminar sus estudios viviendo con un amigo de la familia a cuyo hijo daba lecciones a cambio de techo y comida. Aunque no fue un estudiante sobresaliente, porque salió mal en un examen, ingresó en una escuela de oficios para estudiar sastrería; obtuvo un número suficiente de lecciones para ahorrar algún dinero, cuya mayor parte enviaba a su familia, que pasaba hambre. Cuando tenía casi diecisiete años se vio atacado por una enfermedad grave, por lo que se interesó en la Medicina y resolvió estudiar para médico. A pesar de todo, no se extinguió su natural alegría, que se desbordaba en bromas, anécdotas y obras ligeras que enviaba a su hermano Alejandro, quien trabajaba para algunos periódicos cómicos de Moscú. Su hermano logró que algunos de sus articulillos fueran publicados, lo que significó que ganara algunos rublos más para los Chejov.

Tenía diecinueve años cuando por fin salió con bien en el examen, obtuvo una beca para la Escuela de Medicina y persuadió a otros dos estudiantes para que se alojaran con su familia, a la que se unió en Moscú. Los dos hijos mayores habían abandonado la casa, y el resto de la familia, apiñada en un piso de los arrabales, luchaba por sobrevivir. Chejov se hizo cargo de ellos; "su voluntad -decía Miguel, uno de los hermanos menores- era la que dominaba". No fue sólo el apoyo económico, sino también moral; amonestó al errabundo Nicolás y firmó la carta "tu hermano severo, pero justo". Se entregó por igual a sus estudios médicos y a escribir sátiras ligeras, parodias y otras obras hechas de prisa para ganar algún dinero. Tenía sólo veinte años cuando vendió su primera viñeta, pero comprendió que carecía de valor literario y la firmó con su nombre de letras; "Antoshe Chejonte".

Los cuentos fueron adquiriendo colorido gradualmente y su tono se hizo más grave. Comenzaron por ser críticos; la protesta era más importante que el argumento. Pero, cuando-tenía veintisiete años, a tiempo que trabajaba como médico interno y terminaba un enredo amoroso para iniciar otro, había escrito ya unos seiscientos cuentos cortos. Aunque era un hombre de gran estatura y de aspecto vigoroso, las continuas privaciones minaron su salud y contrajo la tuberculosis antes de los treinta años. Desde un principio reconoció los síntomas, pero ocultó a su familia la naturaleza de la enfermedad y él mismo procuró no dar importancia a su mal, sabiendo que le sería imposible pagar la atención necesaria y que el prolongado tratamiento le significaría renunciar a la medicina y a la literatura.

Comenzó a practicar la medicina como médico particular a la edad de veinticuatro años. Bien adaptado, interesado en el Arte y en la Ciencia, poseedor de un gran anhelo de vivir, se consideraba un hombre "útil". Contradiciendo lo que afirman algunos críticos, no existió conflicto entre sus dos vocaciones. Gustaba de decir que la medicina era su esposa legítima y la literatura su amante. "Cuando me canso de una, paso la noche con la otra -escribía a Suvorin, su editor-. Esto quizá no sea respetable, pero me salva del hastío... y, además, ninguna de las dos pierde nada con mis infidelidades alternadas". Suvorin, que era mayor que Chejov más de veinticuatro años, se convirtió en el amigo proverbial, el filósofo y el guía. Gracias a su influencia comenzó a modificarse el tono de las obras de Chejov. Su primera colección de cuentos cortos, publicada cuando tenía veintiséis años, le advirtió que tenía un público lector; Suvorin contribuyó a que adquiriera conciencia de su responsabilidad como artista. Intentó escribir una novela que, siguiendo la tradición rusa, sería más educativa que entretenida; pero no estaba capacitado para una obra que sería una vasta culminación de Historia, Filosofía y Sociología. Se ha pensado que su fracaso como novelista asumió proporciones trágicas en la vida de Chejov, pero no se entregó a los titubeos. En vez de ello, escribió un drama, Ivanov, que fue todo un éxito. Se le concedió el premio Pushkin por sus cuentos -un honor extraordinario para un autor que aun no cumplía los treinta años-, pero Chejov era demasiado modesto para creer que merecía ocupar un lugar perdurable en la literatura. Tenía la esperanza de que nadie recordaría sus primeras obras: "Chejonte escribió muchas cosas -decía con sequedad- que Chejov no puede aceptar".

Al igual que todos los escritores de su época, Chejov quedó subyugado por el resplandor de Tolstói. En realidad, se sentía más atraído por el espíritu mortal de Tolstói que por su fe mística. "Chejov era un radical y un agnóstico -dice David Magarschack en "Chejov: una vida"- y continuó siendo radical y agnóstico durante toda su vida. Su aceptación temporal de la filosofía de Tolstói no modificó su actitud hacia la religión, pues fue la doctrina moral de Tolstói, y no la religiosa, así como su dogma de la no resistencia al mal, lo que por un tiempo ejerció una poderosa influencia sobre él". Chejov amaba al hombre y reverenciaba al artista; pero, discrepando del filósofo, desconfiaba del moralista. Finalmente tuvo que repudiar al Tolstói que consideraba al sexo incompatible con el amor cristiano.

Decía Chéjov :-"Lo más importante en la vida familiar es el amor, el deseo sexual, la unidad de la carne".

Su reputación literaria era tan grande antes de cumplir los treinta años, que Suvorin lo instó a que renunciara a su carrera médica. Pero, a pesar de que su salud empeoraba continuamente, comprendió que necesitaba de ambos recursos. Lo atormentaban tanto los eternos problemas económicos, que no tenía descanso. El cuidado de su madre y de los hermanos menores agotó las energías que le restaban; en cierta ocasión se refirió a ellos como a su "tumor benigno", pero nunca pensó en extirparlo. Por algún tiempo, cuando conoció a Lidia Avelova, pareció que su carga emocional se aligeraba. Pero era mujer virtuosa, casada y madre de familia; y lo que hubiera podido ser un episodio romántico y frívolo se convirtió en una pasión desesperada. Para escapar de ella y para disciplinarse, Chejov emprendió un largo y tedioso viaje a la conocida colonia penal de la Isla Sakhalin, donde permaneció por tres meses. Describió la vida entre los prisioneros más como hombre de ciencia que como artista. "La tierras del Señor está llena de cosas bellas, pero hay algo que no es bello: nosotros"

Trabajaba cada día con mayor intensidad. La alegría de escribir se perdía en la continua premura y la creciente amenaza del tiempo. El discurso del autor Trigorin en La gaviota es un reflejo de lo que pensaba Chejov: "Día y noche me acosa la necesidad de escribir, escribir, escribir. Apenas he terminado un libro, algo me impulsa a escribir otro, y luego un tercero, y un cuarto. Escribir sin cesar... No puedo escapar de mí mismo, aunque siento que estoy acabando con mi vida... Apenas el libro ha salido de la prensa, se me vuelve odioso. No es lo que yo quería; incurrí en un error al escribirlo. Me siento irritado y desanimado... Luego el público lo lee y dice: "Sí, es muy hábil, muy bonito, pero ni remotamente tan bueno como Tolstói". Yo también amo a mi patria y a su pueblo. Siento que, como escritor, tengo el deber de hablar de sus pesares, de su futuro, de la Ciencia y de los derechos del hombre. Por eso escribo sobre todos los temas y el público me acosa por todos lados, algunas veces lleno de ira, y corro y me escabullo como una zorra perseguida por los perros".

Chejov no podía detenerse. A pesar de que había sufrido algunos ataques de lo que, al parecer, era una afección cardiaca, se negó a tomar en serio los síntomas. Sin embargo, ya no se sentía a gusto sino en la compañía de sus amigos íntimos. "Sería embarazoso -decía con una mueca- caer muerto en presencia de extraños". Recordando el éxito de su primer drama, escribió otro. El demonio del bosque, en el que cifraba grandes esperanzas y que fue un fracaso. Descorazonado, pero resuelto todavía a no abandonar el drama, escribió un tercero, La gaviota. Cuando la leyó a sus amigos, la respuesta fue débil, y el auditorio la siseó y abucheó la noche del estreno. Chejov, cuyas ideas no habían sido comprendidas por el empresario y que había presenciado la representación lleno de angustia, huyó del teatro. Por algún tiempo abjuró de la escena, pero volvió a ella y lo persuadieron de que debía colaborar en la formación de una organización nacional que más tarde se conocería con el nombre de Teatro de Arte de Moscú. Aunque no simpatizaba con el director, accedió a que reviviera La gaviota; con la pulcra escenificación de Stanislavsky, la obra fue un éxito inesperado y rotundo.

No es posible clasificar los dramas de Chejov en las categorías acostumbradas. "Tenues, apagadas, frágiles en todos sus aspectos, se desenvuelven en la atmósfera de relámpagos cálidos de un mundo incoherente que agoniza -decía Walter F. Kerr en el New York Heraid Tribune al hacer la reseña de La gaviota-, El dramaturgo tradicional presenta los sucesos en primer plano, bosquejando tan sólo el fondo necesario para darles un colorido local. Chejov invierte el procedimiento. El colorido local, el movimiento indefinido de los personajes preocupados, se apoderan del centro y de los flancos de la escena convirtiéndose en la textura misma de la obra. Los acontecimientos se escuchan en las alas, como un susurro". El crítico del New York Times, Brooks Atkinson, hizo eco a Kerr: "Bajo la superficie, Chejov se ha apoderado de las grandes verdades de la vida -la indiferencia, el egoísmo, el hastío de la existencia civilizada-, la cándida verdad de la sociedad humana, cómica en su incapacidad para comprender los hechos fundamentales de la vida social, trágica en sus consecuencias". La gaviota es un ejemplo particularmente adecuado de una obra entretenida y conmovedora a la vez, un drama con tonalidades dolorosas y final trágico. Es también una refutación al reproche de que "nada sucede" en un drama de Chejov. Bajo las conversaciones casuales y aparentemente sin objeto se desenvuelven situaciones intolerables y crisis violentas. El tema, implícito, pero nunca expresado, es la reversión del aceptado tributo sentimental a la magia redentora del amor; es, por el contrario, un desenmascaramiento del poder funesto del amor. Una muchacha del campo, vehemente y atraída por la celebridad, huye del hogar, es seducida, da a luz un niño que muere, se ve abandonada por el novelista en cuyos brazos se arrojó y termina como miserable cómica de la legua. Otra joven, enamorada sin esperanzas del hombre al que no puede unir su destino, se casa con un maestro de escuela al que desprecia, arruinando así su vida y la del marido. Un joven escritor, al que eclipsa su madre, célebre estrella enamorada de sí misma, es desdeñado por la muchacha a quien ha dedicado su vida y su obra, destruye sus manuscritos y se suicida. Chejov no sufre con las cuitas de sus personajes. Los amantes neuróticos, la madre narcisista, el poeta experimental fracasado, el autor famoso, pero ya agotado, y la falta general de todo propósito en su sociedad provocan más ironía que piedad. Chejov muestra cierto apego a sus personajes mal adaptados, pero de ninguna manera se apasiona por los individuos que se abandonan y engañan a sí mismos, los "inútiles" que sólo cometen torpezas en el mundo.

La voz de Chejov se deja oír en La gaviota, en la quejumbrosa protesta de Constantino Treplev contra las convenciones: "Tengamos nuevas formas o renunciemos a ellas". Pensando en esas nuevas formas, Chejov revisó El demonio del bosque, al que dio el nuevo nombre de El tío Vania, que fue aplaudido con delirio. Había penetrado en la agitada vida interior que bulle bajo los aspectos superficialmente tranquilos de la realidad. Ya para esta época se encontraba ligado al teatro por lazos personales y literarios.

Se había enamorado de Olga Knipper, actriz alsaciana del grupo del Teatro de Arte de Moscú, diez años mayor que él, y era evidente que ella también lo amaba. Pero Chejov no podía hablar de matrimonio. Obligado a vivir lejos por el estado precario de su salud, casi todo el amorío se desarrolló durante sus viajes o por correo. Chejov se sentía ligado a una familia a la que había dejado que se apoderara de él; estaba enfermo sin esperanza; sabía que lo más que podría hacerse sería .retardar su muerte. Pero si Chejov estaba condenado a sufrir, Olga se negó a dejarlo sufrir a solas. Necesitó casi dos años para persuadirlo -Olga tuvo que hacer la proposición de matrimonio, y se casaron el 25 de mayo de 1901. Chejov era todavía tan enfermizamente tímido y medroso, que el matrimonio se mantuvo en secreto. La mayor parte de los que, como Tolstói, lo conocieron sin conocerlo bien, consideraron a Chejov como a un hombre sencillo y bueno. Pero David Magarshack hace notar que "ni siquiera su esposa, quien durante los últimos años de su vida supo hacer manar el hondo manantial de ternura y afecto en él, pudo romper el impenetrable muro que había levantado entre él y el mundo exterior".

Sus últimos años

Sólo le quedaban tres años de vida, que serían a la vez de recompensa y agonía. Fue elegido miembro de la Academia Rusa a los treinta y nueve años; dos años más tarde contribuyó a que su amigo Máximo Gorki fuera también elegido. Poco después las autoridades censuraron las opiniones políticas de Gorki, y la Academia, servilmente, invalidó su elección. Chejov confirmó su oposición al régimen autocrático renunciando como protesta. Escribió otros dos dramas que resultaron ser los más populares: Las tres hermanas, inagotable y siempre vibrante, y El jardín de los cerezos. Chejov había querido que la obra fuese una comedia benévola aunque irónica sobre las normas antiguas y los nuevos valores, mas Stanislavsky la presentó como un amargo conflicto, la derrota de una aristocracia agonizante por un materialismo naciente e implacable, una tragedia de vana elegancia y arrepentimientos inútiles.
Poco después del estreno de El jardín de los cerezos se hizo evidente que la condición de Chejov era desesperada. "Debilitándose físicamente, pero fortaleciéndose en espíritu -escribía su esposa- adoptó una actitud sencilla, discreta y hermosa hacia la disolución de su cuerpo, porque decía:" Dios ha puesto un bacilo en mí". Con la última esperanza de que el fresco aire de los pinos de la Selva Negra pudiera retardar el final inevitable, fue conducido al sanatorio de Badenweiler. Cuando yacía en su lecho de muerte, uno de los médicos intentó animarlo con engañosas esperanzas, pero Chejov era un médico demasiado hábil para dejarse engañar. "Me estoy muriendo", dijo con tono tranquilo, y expiró. Era el 2 de julio de 1904. Seis meses después habría cumplido cuarenta y cinco años.

Sin redactar un manifiesto o anunciar un programa, sin siquiera tener conciencia del papel que desempeñaba, Chejov inició una revolución contra el drama artificial y pulido y contra el atildado cuento corto. Sus adictos subrayaron y definieron su objetivo: decir "la verdad absoluta y honrada" en lugar de urdir una obra plausible de fantasía. Su primera discípula inglesa, Katherine Mansfield, dio nuevas tonalidades al cuento corto; en los Estados Unidos, la voz de Chejov se deja oír en casi todas las obras de imaginación que aparecen en The New Yorker, así como en toda compilación anual de cuentos premiados. Chejov se ocupaba más de las personas que de los argumentos; sus dramas y sus cuentos se precipitan de inmediato en una situación vivida y, generalmente, complicada. El autor se preocupa, ante todo, por proyectar la realidad, un estado de conciencia casi dolorosamente sensible, la creación de un carácter y no sólo de un personaje.

Queda por determinar si Chejov se negó a continuar las normas del drama bien hecho y del cuento cuidadosamente tramado como una reacción consciente contra ellos o simplemente porque el tiempo apremiaba y tenía demasiada conciencia de la incalculabilidad de la vida para dar explicaciones artificiales. En lugar de las-fórmulas favoritas -la iniciación ligera, el medio dramático y el final limpio y sorprendente-, Chejov comenzaba por el medio y, generalmente, dejaba que el lector imaginara el final. Rechazó los artificios, despreció las pretensiones y alcanzó sus efectos más dramáticos con el vocabulario más inocente y familiar. Los momentos culminantes de sus obras terminaban con frases comunes, como "No importa", "Si pudiéramos saber", frases cuya misma falta de sabor sugiere que el conflicto es tan hondo que no puede expresarse. En su Historia de la literatura rusa dice D. S. Mirsky que sus dramas y cuentos cortos, como "Un día en el campo", "El duelo", "La sala número seis", "El doctor", "Mi vida" y "Kashtanka" -para sólo citar seis de los miles que escribió en menos de veinte años- revelan "los rasgos esenciales de un estilo maduro... la biografía de un estado de ánimo... un estado de ánimo que se desenvuelve bajo los triviales alfilerazos de la vida, pero que debe su sustancia a una causa profunda, fisiológica y psicológica".

El hecho de que esa causa permanezca desconocida hace aún más misteriosos los triunfos de Chejov en detalles aparentemente insignificantes, los dramas indirectos, la forma en que se levanta una taza de té o se contiene un gesto. Realizó pequeños pero continuos milagros en minucias tremendas, en la fusión de lo insustancial y lo inexplicable, el humor perdido, la zozobra reprimida y la angustia acallada. Fue el genio de un estilo, la "biografía de un estado de ánimo", la "rebanada de la vida", que dio nacimiento a una nueva literatura de la sensibilidad.

ANTÓN CHEJOV 


lunes, 4 de julio de 2016

LA DESCOLONIZACIÓN DEL ÁFRICA NEGRA

La década de los sesenta es sin duda una de las épocas más recordadas del pasado siglo XX. La guerra de Vietnam, el racismo, la opresión dentro de la educación, el avance del comunismo y otros factores, marcaron el nacimiento de un sinnúmero de movimientos sociales contraculturales, como la corriente hippie o la progresista. El “Mayo Francés” había dejado deseos de libertad en la juventud europea, pero también en Latinoamérica, especialmente en Chile donde en 1970 un gobierno socialista llegaría al poder por la vía democrática.

A pesar de haberse constituido en 1963, la Organización para la Unión Africana (OUA) para evitar los conflictos entre los nuevos estados africanos por cuestiones limítrofes, estos se siguieron suscitando con frecuencia, sobre todo, por problemas étnicos.

La descolonización del África negra. Antecedentes

A finales del siglo XIX, con la ocupación efectiva de África por los europeos, se trazaron las zonas de influencia de las potencias que competían en el reparto del territorio africano. Se firmaron tratados de amistad o protección con los jefes de tribus africanas, que conducían a tomas de inmensas regiones.

En 1885 Otto Von Bismark, canciller del imperio alemán, celebró la Conferencia de Berlín. Las potencias que participaron en el reparto fueron: Gran Bretaña, Portugal, Alemania, Francia, Holanda, Austria-Hungría, Bélgica, Dinamarca, Italia, Rusia, Suecia- Noruega, España, Turquía y los Estados Unidos.

Durante el proceso de colonización africana se crearon formas de gobierno, e instituciones que acabaron con las tradiciones culturales y la autonomía de los imperios y reinos africanos.

Los territorios del África negra, al sur del Sahara fueron colonizados por Gran Bretaña, Francia, Bélgica y Portugal. Estas potencias intentaron por todos los medios pero tras la independencia varios países vivieron una serie de conflictos internos, provocados por la población blanca que hacía imposible que la población negra, conflictos étnicos y una equivocada limitación de fronteras.

El reparto colonial de África entre las potencias europeas se completa entre 1885 y 1904, dando por resultado el establecimiento y la consolidación de todas las colonias occidentales en el continente, a lo largo de un proceso en que se producen cuatro tipos de hechos interrelacionados: las ocupaciones territoriales, las resistencias africanas a estas invasiones, las rivalidades y enfrentamientos que resultan de tales ocupaciones europeas, y los tratados que regulan las citadas rivalidades, con lo que se configura el definitivo mapa colonial de África.

La colonización francesa en África del Norte inició con el envío de una expedición militar contra el Dey de Argelia en 1830.

En 1847 conquistaron Argelia, centro del poder francés en el noroeste del continente. 

Francia comenzó la conquista de lo que se conoció como el Congo francés en 1880, a través de un protectorado que paulatinamente integró Cabinda, Camerún y el Estado Libre del Congo. Un año después controló Túnez. 

En el año 1898 se apoderaron de Madagascar, pero tras la crisis de Fachoda con los británicos Francia abandonó el proyecto de unir los extremos este y oeste del continente, que le hubiesen permitido conectar los océanos Atlántico e Índico a través de Sudán.

El Dato: En la crisis de Fachoda los gobiernos de Francia y Reino Unido decidieron construir líneas de comunicaciones destinadas a conectas sus colonias africanas.

 En 1904 surge oficialmente el África Occidental Francesa (AOF), que comprendía una federación de ocho territorios: Mauritania, Senegal, Guinea, Sudán Francés (hoy Mali), Guinea, Costa de Marfil, Alto Volta (hoy Burkina Faso) y Dahomey (hoy Benín). 

Más tarde se incorporará el territorio de Mauritania, y poco después el territorio militar de Níger.

En 1905 estableció un protectorado en Marruecos a pesar de la oposición de Alemania y la amenaza de un conflicto bélico internacional con su vecino europeo. 

Inglaterra llegó al sur del continente ocupando el Cabo, territorio que originalmente había sido un asentamiento de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales desde 1652. A principios del siglo XIX los ingleses también comenzaron a formar colonias provocando enfrentamientos con los Boers (colonos holandeses), antagonismo que se agravó en cuanto se tuvo conocimiento de las riquezas de diamantes y oro de esas tierras, el conflicto terminó con la expulsión de los Boers; Orange y Transvaal se apoderan de ella. Sudáfrica logró una independencia limitada en 1910 y se formó un gobierno blanco, conocido como el Apartheid, cuyas leyes estaban basadas en la discriminación racial.

La política colonial del Imperio Británico no siempre fue bien vista por sus ciudadanos, que criticaban los altos costos que implicaban las conquistas, dinero, argumentaban algunos, que de invertirse internamente podía aliviar la situación crítica que vivían las clases trabajadoras. El Ministro de las Colonias, Joseph Chamberlain, fue un ferviente defensor de la política imperialista inglesa y dictó numerosas conferencias para promover la expansión colonial, conozcamos la ideología imperialista británica en sus propias palabras:    

(…) en tiempos muy recientes la autoridad inglesa ha sido establecida en Uganda y ha sido declarada una zona de influencia inglesa. Uganda es un país más fértil. Tiene todas las variedades de clima; en una gran parte de ella la colonización europea es perfectamente posible.

El desarrollo de los mercados libres es factible; los productos son de la mayor riqueza; no hay casi nada que sea de valor o utilidad para nuestro comercio que no se pueda cultivar allí (…) Pero voy a ir más lejos que eso. Este rico país debe desarrollarse. En la actualidad tiene 800 millas de mar y si no podemos llegar un país por el mar no podremos obtener sus productos a un costo que fuera de utilidad para nosotros y no podremos llevarles nuestros productos (…) Lo que queremos es dar a este país los medios de comunicación con un ferrocarril de la costa que traería a la población que es más inteligente que la población común en el corazón de África – nuestro hierro, nuestros paños y nuestro algodón, e incluso nuestras joyas, porque creo que los salvajes no son del todo insensible a los encantos de adorno personal. Eso traería a estas personas los bienes que ellos quieren y que no pueden fabricar, y nos daría a nosotros las materias primas, de las cuales debemos ser capaces de hacer un uso posterior. Chamberlain, J. (1987). Want of Employment and the Development of Free Markets. Foreign & Colonial Speeches, p. 135-136. London: George Routledge & Sons Limited. Recuperado de https://archive.org/details/cihm_00750 (octubre, 2015).

A finales de la Segunda Guerra Mundial solo existían cuatro estados independientes en África: Egipto, Etiopia, Liberia y Unión Sudafricana. Treinta años más tarde, no quedaba una sola colonia. Este rápido proceso de descolonización se vio estimulado por los movimientos independentistas asiáticos y por el Movimiento Panafricano.

La rápida descolonización asiática influyó en la acelerada toma de conciencia de los pueblos de África.

Después de 1945 son los intelectuales africanos quienes dirigen la emancipación de África, sobre la que influirá la Conferencia de Bandung y, sobre todo, la creación, en 1963, de la Organización de la Unidad Africana (OUA). Los objetivos de esta organización son:
  • Reforzar la unidad y solidaridad de los estados africanos.
  • Coordinar e intensificar su colaboración.
  • Defender su soberanía.
  • Eliminar el colonialismo  de África.
  • Favorecer la cooperación internacional sobre la base de la Carta de las Naciones Unidas y de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre.
Las etapas más importantes de la descolonización se cumplieron entre 1956 y 1962; estos pocos años bastaron para terminar con una forma de dominación que llevaba establecida, en ocasiones, hasta un siglo.

La descolonización del África negra

A partir de 1945, el proceso de descolonización adquirió un ritmo frenético. Los últimos reductos del colonialismo cayeron a mitad de los años setenta, a través de importantes movimientos nacionales revolucionarios. Pero la ruptura con el colonialismo no significó la pacificación de África.
La mayoría de los territorios del África británica alcanzaron la independencia de una manera pactada, a excepción de Kenia.

Ghana fue el primer país africano en alcanzar su independencia en 1957 bajo el mandato de Nkruma creador de un régimen socialista y presidente de la República desde 1960.
Posteriormente lo hicieron Nigeria (1960), Sierra Leona y Tanganika (1961), Uganda (1962), Tanzania (1963), Zambia y Malawi. (1964)

En el África francesa, en 1958, el general De Gaulle propuso un referéndum por el cual las colonias podían elegir entre la autonomía o una independencia. Tan sólo Guinea votó la independencia. El resto de los países (Costa de Marfil, Senegal, Gabón, Mali, Chad...) aceptaron las condiciones de los franceses. Pero el proyecto de la Comunidad Francesa jamás llegó a funcionar y en 1960 estos países accedieron a la independencia.

En 1958, el Movimiento Nacional del Congo, dirigido por Patrice Lumumba, reclamó la independencia, aceptada por Bélgica en 1960. El 30 de junio de 1960 El Congo Belga alcanza la independencia de Bélgica bajo el nombre de República Democrática del Congo. 

Leopoldo II de Bélgica (1835-1909) pasará a la historia como uno de los mayores genocidas que ha conocido la humanidad. Además de su función como gobernante, este monarca fue un hombre de negocios sin escrúpulos. En la conferencia de Berlín de 1885, donde se decidió el reparto entre las potencias europeas de África, el monarca recibió, a título personal, el Estado Libre del Congo.

Leopoldo II de Bélgica explotó durante varios decenios el país. Aunque durante los primeros años la mayoría de los ingresos provinieron del marfil, la extracción de caucho se consolidó como la mayor fuente de divisas, ya que a partir de 1896 la demanda de este polímero de disparó en los mercados internacionales.

Poco importaban la vida o la salud de los congoleños, que día y noche, bajo unas condiciones de esclavitud inhumanas, sacrificaban su existencia para el enriquecimiento personal del monarca. Secuestros de menores, cortes de extremidades como castigo, violaciones, asesinatos masivos…fueron algunas de las horrendas técnicas que aplicaron las unidades de La Force Publique para someter la población local.

En un contexto donde el cumplimiento de la cuota o la sumisión significaban la delgada línea que separaba la vida de la muerte, el horror y la impunidad se convirtieron en norma. Se calcula que en unas 10.000.000 de personas fueron asesinadas bajo el reinado de Leopoldo II. El monarca, que nunca vio el terror en directo porque jamás puso un pie en su único territorio de ultramar, exterminó a la mitad de la población en 23 años.

El poder aplicado sobre la vida misma, así se podría definir la política de genocidio llevada a cabo por los belgas en la época del Estado Libre del Congo. Los congoleños, al ser clasificados como meros sujetos biológicos que aportaban mano de obra, se convirtieron en engranajes de un sistema de esclavitud aplicado a escala industrial.

Fueron numerosos los escritores, periodistas, activistas y hombres de negocios tanto estadounidenses como británicos que descubrieron y denunciaron públicamente las atrocidades cometidas en el Estado Independiente del Congo. La presión nacional e internacional sobre Leopoldo fue de tal envergadura que en 1908 se vió obligado a renunciar a la colonia. Según señalan los historiadores Ramón Villares y Ángel Bahamonde, en 1908, el Congo pasó, “como donación”, a titularidad del Estado Belga. La época colonial duró hasta la década de los 60, cuando el país logró su independencia.

Sin embargo, para conservar los intereses de sus compañías mineras, los belgas dieron apoyo al movimiento secesionista. Días después estallará una revuelta y Bélgica enviará tropas sin consentimiento del nuevo Gobierno con el objetivo de restaurar el orden público y proteger a los ciudadanos belgas que aún permanecen en el país. El asesinato de Lumumba en 1961 por los secesionistas desencadenó una guerra civil en la que tuvo que intervenir la ONU. En 1965, el general Mobutu dio un golpe de Estado e instauró su poder; en 1966, el antiguo Congo Belga tomó en nombre de Zaire.

Patrice Lumumba

Las potencias que más tardaron en conceder la independencia a sus colonias africanas fueron España y Portugal. La República de Guinea Ecuatorial alcanzó su independencia en 1968, cuando los guineanos aprobaron su constitución y eligieron como presidente de la nueva república a Francisco Macías. En 1975 se celebró en Madrid un acuerdo tripartito entre Marruecos, España y Mauritania por el cuál España se comprometió que dejaría a la colonia antes de 1976 y así de este modo el territorio se repartiría entre Mauritania y Marruecos. La independencia de las colonias portuguesas, Angola, Mozambique, Santo Tomé, Príncipe y Cabo Verde tuvo lugar en 1975 debido a una revolución democrática que puso fin a la dictadura portuguesa a finales de 1974.

Todos estos jóvenes estados se agruparon en la Organización para la Unidad Africana (OUA), fundada en 1963. Su principal preocupación fue evitar los conflictos fronterizos y secesionistas que daban lugar a brutales guerras civiles como la de Katanga o la de Biafra que asoló Nigeria en 1966-1970. Uno de los grandes problemas africanos es que las fronteras fueron decididas en Londres o París, sin tener en cuenta la realidad tribal existente previamente. Tras la descolonización, los conflictos entre estados que no responden a realidades nacionales o las guerras civiles entre grupos étnicos o tribales dentro de un mismo estado.
Nelson Mandela


La plena soberanía alcanzada por las naciones tras la independencia no ha supuesto para la inmensa mayoría de ellas una mejora en las condiciones de vida de sus habitantes. La evolución de muchos países se ha visto frenada por conflictos que son consecuencia de una inestabilidad estructural. A menudo se han sucedido enfrentamientos y golpes y contragolpes de estado, fruto de los partidos políticos que sirvieron en su momento de catalizadores de la independencia. La tendencia al “partido único” ha sido algo a lo que pocos países se han sustraído, justificando así las dictaduras militares y los gobiernos revolucionarios. Los ejércitos han desempeñado frecuentemente un papel protagonista, aunque frecuentemente se ha visto dividido entre una mayoría de soldados analfabetos y una minoría de oficiales aculturados y ligados a la modernidad. Conflictos fronterizos y étnicos como los presentes de Centro-África vienen a completar este panorama.