miércoles, 10 de julio de 2024

ELAM. MEDIA. PERSIA

Generalidades geográficas 

Con los nombres de Irán y Persia se conoce en la Historia a la región comprendida entre el mar Caspio y el océano Índico. La región, habitada por elamitas, medos y persas, se extendía de los Zagros y el Tigris a las cordilleras Hindukush y el Indo y del mar Caspio al Golfo Pérsico. La parte norte, con un clima riguroso, la formó Media, con Ecbatana como capital. En la zona central estuvo Elam, con  Susa  por capital y en la parte  sur Persia,  con un clima  más  benigno y  con ciudades como Persépolis.


 Rasgos etnográficos 

Hasta Asia central llegaron gente indoeuropea que en el III milenio. Tras asentarse y mezclarse con población nativa, volvieron a desplazarse en dos direcciones, una de las cuales fue hacia Irán, que  ocuparon dando lugar a medos y persas. Antes ya  había en la zona una población autóctona, los elamitas, cuyo origen desconocemos. Elam Evolución histórica elamita Es complicado seguir la evolución histórica de Elam debido a la escasez de fuentes. El nombre en acadio significa país del dios o del señor. Sus períodos históricos La  historia  de  Elam  puede  dividirse  en  varios  periodos  históricos  que,  a  su  vez,  pueden subdividirse. Estos son: 

  • Periodo proto-elmaita (4000-2500 a.C.): 

Elam empezó siendo habitada por grupos nómadas que acabarían sedentizándose. Los progresos técnicos, el comercio y la fijación de aldeas sirvieron de precedente al nacimiento de Susa como primera ciudad elamita cuyos habitantes poseían estructuras económicas y política complejas y que extendieron sus progresos a regiones vecinas. Con los siglos la influencia mesopotámica se hizo muy fuerte. Este periodo se caracteriza por la existencia de  escritura  propia  y  la  construcción  de  las primeras  torres  escalonadas, por  una importante  actividad  económica  y  por  la  falta  de  unidad  política.  Los  protoelmaitas  fueron capaces  de  extender  su  influencia  por  amplias  zonas,  llegando  a  ciudades  del  sur  de Mesopotamia en las que dejaron una fuerte huella en su arte y postulados mitológicos. 

  • Paleo-elamita (2500-1500 a.C.): 

primera etapa de la historia elamita en la que el territorio se dividió en unidades política sin cohesión sobre las que los reinos mesopotámicos ejercieron su influencia. En este momento nacieron dinastías incapaces de constituir un reino unitario y que estuvieron en conflicto constante con los reyes de Akkad y Sumer, llegando el país a controlar la Baja  Mesopotamia. No  obstante,  esta  situación  fue  revertida  y  de  nuevo  vivió  Elam  bajo  la influencia mesopotámica. Cuando comenzó a decaer el Imperio de Akkad, la dinastía de Awan consiguió mantener un poderoso reino. Los siguientes reinos elamitas estuvieron marcados por la relación con la dinastía III de Ur, con quien alternaron conflictos y periodos de paz. Tras la caída de la dinastía III d Ur un reino elamita consiguió hacerse con el control de los territorios, si bien Larsa acabó derrotando a las tropas elamitas, lo que acabó propiciando la aparición de una nueva dinastía que se mostró continuadora con las anteriores y que consiguió un gran poderío para Elam 

  • Medio-elamita (1500-1000 a.C.): 

en este periodo Elam alcanzó el apogeo más importante de su historia. Se sucedieron hasta tres dinastías cuyos monarcas ostentaron el título de rey de Susa y Anshan.  El primer monarca de la segunda dinastía llegó al poder gracias al rey de babilonia, con lo que empezó una fructífera relación entre las dos potencias rota cuando los últimos reyes de esta dinastía atacaron Babilonia. Con la tercera dinastía, de reyes guerreros, se eliminó la dinastía cassita de Babilonia y se convirtió Susa en verdadera capital imperial. Uno de los reyes de esta dinastía llegó a invadir Mesopotamia y parte de Akkad, llevándose a Susa las obras d arte que encontró a su paso y secuestrando de Babilonia, como castigo por un levantamiento, la estatua de Marduk. El dominio elamita fue vencido por Nabucodonosor I, que alcanzó Susa recuperando la estatua de Marduk. 

  • Neo-elamita (1000-539 a.C.):

 se subdivide en tres etapas. Una primera de decadencia y crisis económica en la que pueblos pastores, persas y medos, se asentaron en la zona occidental de Irán, consiguiendo los primeros capturar Anshan y fundar una dinastía. Una segunda etapa de luchas con Asiria, en la que los elamitas participaron en coaliciones contra los asirios, y en la que estos atacaron constante y ferozmente a Elam, finalizando con el saqueo y la destrucción de Susa por estos y el fin de Elam como entidad política. Por último, en la tercera fase Elam estaba dividida en  pequeños  reinos  y  se  produjo la  llegada definitiva de  varios pueblos,  entre ellos medos y persas. Los primeros se asentaron en los Zagros y estaban divididos en tribus. Los persas se establecieron al sur y entablaron contacto con los elamitas. Uno de sus reyes, Ciro II, formo un  imperio  al  tomar  los  reinos  medo,  lidio  y  babilonio,  integrando  también  los  últimos principados elamitas.  Instituciones políticas Los elamitas se organizaron en diferentes reinos a la cabeza de los cuales estaba un rey que controlaba la marcha del Estado desde du palacio. Este utilizó, entre otros, el título de Rey de Anshan y de Susa con el que mostraba su dominio sobre las dos regiones más importantes de Elam. Algunas notas económicas Los fértiles valles cultivados por los primeros pobladores dieron buenos rendimientos agrícolas. La  base  de  la  riqueza  estuvo,  en  principio,  en  la  economía  pastoril.  El  comercio  de  bienes naturales (piedras comunes y semipreciosas) también fue muy destacado, sobre todo. Las vegas de la meseta irania dieron excelentes praderas y cultivos, si bien siempre amenazadas por la sequía  y  la  salinización,  a  lo  que  hicieron  frente  los  elamitas  con  la  irrigación  del  suelo construyendo canales subterráneos, lo que se reflejó en una producción agrícola individual. Otro  elemento  económico  importante  fue  la  metalistería  de  armas  y  utensilios  de  bronce fundido. Durante el control acadio debieron pagar tributo y productos a sus dominadores. En el periodo de crisis en Mesopotamia Elam fue un país muy rico con cuyas riquezas se construyeron ciudades,  templos  y  se  restauraron  edificios.  En  la  etapa  neoelamita  se  vivió  un  gran empobrecimiento a raíz de saqueos y ataques asirios.

La lengua elamita no tiene origen semítico ni indoeuropeo. Vivió cuatro periodos con sus propias singularidades. Parece segura la existencia de dialectos hablados. El acadio fue la lengua de la administración  oficial  hasta  el  periodo  neoelamita,  presentando  particularidades  propias.  El texto más antiguo en elamita es un tratado de paz de un rey desconocido con Naram-Sim de Akkad. Creencias religiosas, culto y personal sagrado La  religión  se  basó  en  numerosas  divinidades,  lugares  de  cultos  y  sacerdotes.  La  influencia mesopotámica fue fundamental y se observan diferencias según la zona geográfica. Al principio no hubo panteón organizado, ya que no había unidad política ni cultural. Durante el II milenio las principales divinidades fueron los dioses tutelares de Anshan y Susa. También se honraba  a  deidades  mesopotámicas.  Los  dioses  recibían  culto  por  parte  de  personal especializado en templos. El principal oficiante era el rey, que se encargaba de los gastos del culto religioso. Al frente del sacerdocio había un Gran sacerdote, asociado al rey en la etapa neoelamita. También existió un sacerdocio femenino encabezado por una Gran sacerdotisa.  Los elamitas creían en un juicio post mortem en el Más Allá. Civilización de Jiroft Gracias al descubrimiento de materiales arqueológicos en el mercado negro con características propias podemos hablar de una civilización a finales del cuarto milenio con centro en torno a la ciudad de Jiroft que conectaba al oeste con Mesopotamia y Elam y al este con el valle del Indus. Sus habitantes llegaron de Asia central y se dedicaron a la agricultura y al comercio. Aparecen aquí torres escalonadas que pudieron ser el origen de los zigurats mesopotámicos, pasando allí vía Elam.  Media Orígenes de los medos Media fue la región noreste de Irán habitada por los medos, pueblo de origen indoeuropeo. Estos llegaron organizados en seis tribus en torno al II milenio a.C. junto a otros pueblos que se asentaron en otras zonas. Migración y asentamiento de los medos Los  medios  llegaron  a  Media  de  forma  no  violenta  y  escalonada,  sin  organización  política unificada de militar, en tribus encabezadas por un jefe. Su llegada coincidió con la de los persas.  Historia de media. El asirio, enemigo endémico Los enfrentamientos entre asirios y medos fueron constantes desde el siglo IX a.C. La política expansionista de los primeros provocó mayoritariamente estos choques, que se salaron con la victoria de estos e imposición de tributos a los segundos. Dejocés, elegido rey Dejocés fue elegido rey en el año 701 a.C. por una asamblea para hacer frente a los ataques que soportaba su tribu de otros jefes y de los asirios. Sobre su capital, Ecbatana, empezó a organizar le nuevo reino y a intentar organizar a las tribus medas. Los pueblos autóctonos empezaro entonces una política de acercamiento, si bien algunos jefes medos se mantuvieron indecisos. Algunos  años  después,  tras  una  rebelión  de  varios  pueblos  de  los  Zagros,  entre  los  que  se incluían los medos, las tribus medas consiguieron independizarse del yugo asirio. La dinastía de los medos El fundador fue Fraortes II quien unificó las tribus medas y sometió algunos jefes persas. Hubo de enfrentarse a los nómadas escitas, que fueron acogidos por los asirios e incorporados a su ejército. Estos consiguieron vencer a los medos y apoderarse de Media. A Fraortes lo sucedió su hijo, que centró su política en deshacerse de los escitas, lo que consiguió al cabo de tres décadas. Tras eliminarlos reorganizó el ejército, incluyendo grupos de zapadores expertos.  Junto  a  los  babilonios  se  lanzó  contra  Asiria,  en  un  momento  de  inestabilidad, marchando contra Assur y tomando definitivamente Nínive en el 612 a.C., marcando el final de Asiria y  repartiéndose su  territorio y  quedándose los medos con las tierras altas al norte de Assur, territorios que intentó  ampliar posteriormente  este monarca. Se produjeron también choques con los lidios que se solventaron finalmente con la fijación de sus fronteras, y aumentó más sus dominios hacia oriente. Muerto este, el nuevo rey, Astiages, se fijó dos prioridades: ampliar  su  territorio  y  reformar  el  imperio,  paro  lo  que  aplicó  una  política  centralista  y unificadora de las instituciones, lo que chocó con los intereses de la nobleza media. Se produjo asimismo un acercamiento a los persas con una boda real de la que nacería Ciro II y el Imperio aqueménida. Los últimos tiempos de Media El reinado de Astiages llegó a su fin con la sublevación de su nieto Ciro II. Este contó con la simpatía de parte de la nobleza meda, que en la batalla definitiva y tras varios enfrentamientos de resultado diverso se pasó al lado de  Ciro. Este no se consideró un usurpador al reclamar derechos  como  nieto  de  Astiages.  Tras  su  victoria,  Media  pasó  a  formar  parte  del  Imperio aqueménida. Instituciones medas No  se  conocen  apenas,  pero  puede  que  fuesen  casi  copias  de  las  asirias.  El  reino  medo  no constituyó una gran potencia unificada, basándose en tribus en contacto que permitían adoptar estructuras casi monárquicas gracias al prestigio personal de los reyes, al cobro de tributos y al temor  de  sus  armas.  Los  enclaves  más  antiguos  eran  de  población  autóctona  dedicada  a  la agricultura y la ganadería que se mezclaron con los medos tras su invasión. Aunque fueron tribus independientes  lo  vínculos  unitarios  de  la  lengua,  la  ocupación  territorial  o  la  religión  les permitieron mantenerse confederadas. Categorías sociales Los medos estaban socialmente estratificados, estando a la cabeza la aristocracia superior, de las que habrían surgido los jefes locales como Dojecés, elegido por una asamblea de hombres libres, y los sacerdotes, que sin formar estructuras clericales tenían gran peso económico y que realizaban ceremonias religiosas o interpretación de sueños. Su dios principal era Zerván, cuya religión reformó Zoroastro y que se convirtió en religión oficial de los medos. 

Las satrapías, ¿creación de los medos?

Se considera a los medos creadores de las satrapías, que eran unidades administrativas a cuya cabeza estaba un sátrapa, título que ya existía previamente a los medos y que designaba a jefes independientes. Aspectos económicos Durante su etapa nómada practicaron una economía pastoril que siguió siendo fundamental tras su  asentamiento  y  dedicada  a  la  cría  caballar  y  del  camello.  También  se  desarrolló  una agricultura de subsistencia que solo se hizo extensiva en determinadas zonas. La parte central de Media era un desierto salado. También fueron importantes las rutas comerciales para efectuar un comercio de larga distancia, siendo también intermediarios entre Asia central y Mesopotamia. Destacaron asimismo en el trabajo del hierro Problemas de la escritura meda Se sabe muy poco de él, pero parece que el acadio sirvió de prototipo para esta. Persia Asentamientos de los persas Los persas llegaron junto a los medos a finales del segundo milenio a la meseta iraní, si bien de sus primeros asentamiento estuvieron que moverse hacia el sur durante el siglo VIII a.C. para situarse definitivamente en la región de Fars. La implantación de la dinastía aqueménida Mientras  los  persas  descendían  a  su  lugar  de  asentamiento  definitivo  irían  dirigidos  por Aquemenes, que participó en una coalición anti asiria. Le sucedió su hijo, que dividió el territorio en dos a su muerte, Fars para uno de su hijos y Anshan para el otro, Ciro I. Este, controlado por los medos, tuvo que someterse a los asirios y pagar un fuerte tributo. Tras él pasó el poder a su hijo, que casó a su hija con el hijo del rey medo Astiages, naciendo de ese matrimonio Ciro II el Grande.  Ciro II el Grande Los historiadores griegos rodean su nacimiento y juventud de leyendas. Tras derrotar a su abuelo Astiages, continuó con sus conquistas, haciéndose con casi toda Asia Menor y estableciendo un gobernador en Uruk. De vuelta asaltó y conquistó Babilonia en el 539 a.C., liberando a los judíos deportados por Nabucodonosor II. Murió en combate en el 530 a.C. Cambises II En vida de su padre fue asociado al trono de Babilonia. Asesinó en secreto a su hermano y se hizo con el trono, tras lo que marchó contra Egipto al chocar el poderío persa con las ansias expansionistas egipcias. Venció al último faraón de la dinastía XXVI, fundando la dinastía XXVII y haciéndose  llamar  Señor  de  las  dos  Tierras.  Controló  todo  Oriente  en  un  enorme  imperio. Aprovechando  su  ausencia,  un  mago  se  hizo  pasar  por  el  hermano  difunto  del  rey  y  fue reconocido como tal por las provincias persas. Ante esto, el rey volvió sus pasos hacia Persia, muriendo en el camino. A su muerte se sucedieron luchas intestinas de la que saldría vencedor Darío I. Darío I y la consolidación del Imperio

Darío I llegó al trono tras asesinar al usurpador y hacer frente a otros pretendientes, a los que combatió por cinco años. Una vez controlado el territorio lo dividió en satrapías que dotó de autonomía  y  unió  con  buenas  vías  de  comunicación.  Empleó  el  arameo  como  lengua  de cancillería, acuñó moneda y fundó Persépolis. Hubo  de  hacer  frente  a  levantamientos  de  las  ciudades  griegas  de  Jonia  por  la  situación económica, dando lugar a las Guerras Médicas. Esta revuelta fue duramente reprimida, si bien las represalias fracasaron en el 493 a.C. en la batalla de Maratón. Otra revuelta en Egipto hizo que se alejara de Grecia, falleciendo poco después sin haber sido capaz de controlar ninguna de las dos. Jerjes I y la decadencia imperial Tras subir al trono hubo de hacer frente a varias revueltas. Dirigió una expedición contra Grecia en el 480 a.C., venciendo en las Termópilas e incendiando Atenas, si bien encadenó después varias  derrotas  que  significaron  el  inicio  de  la  decadencia  persa.  Reprimió  una  rebelión  en Babilonia y se dedicó a hacer obras en la capital, muriendo asesinado e iniciándose un nuevo periodo de intrigas palaciegas. De Artajerjes I a Darío III Jerjes I fue sucedido por su hijo Artajerjes I, que tuvo que hacer frente a un levantamiento en Egipto  que  tardó seis años  en  controlar. También se  enfrentó  a  los  atenienses,  con  quienes acabó firmando un tratado de paz. Tras una serie de intrigas y asesinatos llegó al trono Darío II, cuyo reinado empezó con rebeliones de medos y sátrapas apoyados por los atenienses, lo que hizo  que  se  decantase  por  los  espartanos  en  las  Guerras  del  Peloponeso,  ayudando  a  los espartanos contra los atenienses. Sus hijos se disputaron el poder, siendo vencedor el nombrado por él para sucederle, Artajerjes II, que hubo de hacer frente a una rebelión de las ciudades jónicas  y  a  la  expansión  de  los  dominios  de  los  rebelados egipcios. No  logró  acabar  con  los egipcios y vio cómo se debilitaba grandemente el poder central del Imperio. Lo sucedió tras varias intrigas Artajerjes III, que afrontó la rebelión egipcia y la situación en Asia Menor  y  reorganizó  las  satrapías  deponiendo  a  sus  responsables  y  licenciando  a  las  tropas mercenarias que estas poseían. A continuación, se dirigió a Egipto, haciendo huir al faraón a Nubia  e  iniciando  la  dinastía  XXXI.  Llegó  a  preparar  un  enfrentamiento  contra  Filipo  II  de Macedonia, pero  fue asesinado, al igual que su oponente, situándose en el  trono  de ambos imperios Darío III y Alejando III.  La presencia de Alejandro Magno Alejandro tomó para sí los planes de su padre y se adentró en territorio persa, venciendo a Darío III en Issos. Este se retiró y Alejandro se encaminó a conquistar territorios de la costa y Egipto, fundando una nueva dinastía y la  ciudad  de  Alejandría.  Tras  cruzar  el  Tigris  y  el  Éufrates  se produjo un nuevo combate que de nuevo se saldó victorioso para le rey macedonio, que fue tomando las principales ciudades de su enemigo. Darío III fue finalmente asesinado y Alejandro se dedicó durante dos  años a  pacificar y ejercer su control sobre estos territorios. Tras esto continuó sus conquistas hasta el Indo, teniendo que volver a Babilonia por la negativa de sus tropas a seguir, muriendo en esa ciudad en el 323 a.C. Los reinos orientales

La muerte de Darío III puso fin al Imperio aqueménida, y la de Alejandro Magno sumió a los territorios en una inestabilidad al no haber acabado su obra helenizadora. 

Organización política de los persas 

El Imperio se organizó bajo la figura del rey, considerado superior a los reyes de otros reinos y llamado  Rey  de  Reyes.  Era  el  elegido  por  el  pueblo-guerrero  de  una  determinada  familia considerada  poseedora  del  carisma  real.  SU  persona  era  sagrada  y  se  le  consideraba descendiente de los dioses, pero no era adorado como divinidad. Era a un tiempo sacerdote, sacrificador, juez supremo y legislador. Al coronarse elegía un nuevo nombre real, y era tradición que el primer hijo nacido tras esta ceremonia fuese el heredero. Los reyes contaron con un gran harem desde tiempos de Ciro I. No era raro que se casasen con sus hermanas o sus hijas. Las mujeres de la familia real eran muy activas en todos los ámbitos.  

La sociedad y los cortesanos 

Los  persas  se  dividían  en  numerosas  tribus,  formadas  por  varios  clanes  y,  estos,  por  varias familias, que eran la base de la sociedad. Disponían de un territorio conquistado por las armas y a su cabeza se situaba un jefe que evolucionó al sátrapa. Algunas tribus formaron verdaderas cortes en torno a su sátrapa, siendo estos cortesanos más o menos leales al Gran rey o a la familia del sátrapa. La estructura social se dividía en dos bloques: el dominante, de origen iranio e improductivo (nobleza) y el dominado, que eran las poblaciones conquistadas que formaban una masa laboral de carácter servil que soportaba el sustento de los dominadores. Estos podían agruparse en grupos de trabajadores de distinta índole. Jurídicamente la mayoría eran ciudadanos libres con plenitud de hechos o solo parte, existiendo también los esclavos, con algunos derechos y que podían ser manumitidos. Técnicamente, todos los  súbditos  del  Gran  Rey  eran  considerados  esclavos  de  este.  También  existieron  hombres semilibres. Ante las rebeliones los habitantes de un territorio podían ser esclavizados o deportados.  Bajo los primeros reyes existió la figura del portavoz del rey, el jefe de los Mil, un antiguo cargo militar que añadió las funciones propias de la jefatura de la cancillería central del Imperio. En  la  corte  convivían  gobernantes  locales  y  sátrapas.  Los  príncipes  reales  podían  ser gobernadores o altos funcionarios en palacio. El Gran Rey no podía hacer con sus súbditos lo que quisiera, ya que tenía que responder ante el dios Ahura Mazda, dispensador de la monarquía y guía en lo bueno del rey. La Corte no tuvo residencia fija, lo que se explica en respuesta a las necesidades políticas de las distintas regiones del Imperio, que requerían la presencia del rey.  La  administración  palacial  necesitó  de  una  numerosa  burocracia  especializada  que  debía mantener informado al rey de todo lo que sucedía. Un tipo muy importante fueron los escribas, así como los Ojos y Oídos del Rey, auténtico servicio policial del monarca. Caminos y comunicaciones La gran red de caminos, vigilados por patrullas, y el servicio postal perfectamente organizado de carácter  gubernamental  agilizaron  el  comercio  y  el  intercambio  de  productos,  así  como  la conexión entre las ciudades del Imperio. Un ejemplo es el Camino Real, que unía Sardes y Susa. las cinco capitales reales también estaban conectadas entre sí. El mantuvieron de los caminos corría a cargo de los sátrapas. En Mesopotamia se aprovecharon los caminos locales. Todos los caminos contaban con áreas de  mantenimiento  y  descanso.  En  ocasiones,  era  necesaria  la  autorización  real  o  de  algún funcionario para transitar por algunos caminos. 

El Derecho y la Justicia Existieron diferentes sistemas legales de carácter local. El Derecho se entendía por arreglar, lo que nos lleva a presuponer que el derecho descansaba sobre el derecho familiar o tribal siendo el rey el juez supremo y existiendo tribunales para dirimir los pleitos. Hubo jueces reales, locales y de instrucción, siendo los primeros elegidos entre la nobleza que contaba, junto a la familia real y altos dignatarios, con su propia administración de justicia.  Los persas enviaban jueces a los territorios conquistados y eran muy rígidas en su aplicación. Un monarca que se ocupó mucho del derecho fue Darío I. Las satrapías Fueron divisiones administrativas de las que no sabemos mucho. Estaban gobernadas por un sátrapa,  nombrado  directamente  por  el  monarca  por  tiempo  ilimitado  y  cercano  a  él,  que defendía  y  representaba  los  intereses  del  Estado  persa  en  la  provincia  y  ejercía  la  máxima autoridad  aglutinando poderes civiles y militares. Podían  acuñar  moneda  de  plata y cobre y estaba obligado a vivir en la capital de la satrapía que gobernaba. La organización militar: el ejército y la marina El ejército fue fundamental para el control del Imperio. Al principio cualquier persa podía formar parte del mismo para defender el lugar donde vivía. Durante las luchas entre Ciro el Joven y Artajerjes II se empezó a enrolar a mercenarios. Los persas eran instruidos en el uso de armas ofensivas y en equitación entre los cinco y lo veinte años, siendo después reclutados para el servicio militar obligatorio. Los soldados mercenarios contaron con una soldada, mientras los autóctonos fueron pagados en especies.  El ejército lo formaban regimientos basados en el sistema decimal, de forma que la unidad más numerosa era de mil hombres bajo control del jefe de los Mil, a partir de ahí iban reduciéndose decimalmente.  Las  tropas  se  organizaban  en  tres  tipos,  lanceros,  arqueros  y  caballería,  y subdivididas según  las  nacionalidades de  los soldados. Una  unidad especial  de élite eran  los Inmortales, llamados así por la rapidez para sustituir a los soldados que causaban baja. Iban vestidos con llamativos uniformes y formaban la guardia personal del Gran Rey. Otras unidades destacadas eran las de carros, verdadera fuerza de choque del ejército. Los oficiales y soldados podían ser recompensados con títulos y objetos de paradas.  En cuanto al equipamiento militar, fue tan variado como las nacionalidades que formaban el ejército. Las armas nunca fueron de gran calidad o efectividad. En  lugares  estratégicos  o  conflictivos  para  las  satrapías  los  reyes  situaron  guarniciones permanentes. A la cabeza de las tropas aliadas siempre se situaba un pers

El ejército se dividió territorialmente en toparquías militares, a cuya cabeza estaba un toparca que controlaba a los jefes militares de varias satrapías. Anualmente las tropas eran revisadas por el Gran Rey o por un enviado suyo. Las provincias por las que pasaban tenían que mantener a las tropas. La conquista de Chipre y las luchas con Egipto y Grecia obligó a los persas a armar una escuadra, y a construir astilleros reales, si bien nunca fue esta muy destacada.

 Datos económicos. Tributos y regalos. La moneda. 

La  riqueza  descansaba en  la  tierra  que,  junto  con  los  canales  de  agua  que  posibilitaban  las cosechas, eran propiedad del rey, que la alquilaba a sus súbditos. En régimen cercano al feudo podía  entregar  tierras  a  sus  servidores,  administrando  muchos  sus  dominios  a  través  de administradores. Los soldados recibían también tierras tras dejar el servicio.  El resto de tierras entregadas estaban sujetas a impuestos que se fijaban antes de las cosechas. Darío I instituyó un impuesto anual a cada satrapía en base al tipo de cultivo y su producción media, si bien algunos territorios quedaron exentos del mismo, enviando en este caso regalos al rey.  Negocios, funciones, animales y personas también fueron gravados con impuestos, siendo el encargado de recaudarlos y enviarlos al Tesoro real el sátrapa, que se quedaba con los impuestos suplementarios. Además de la tierra, fue una importan fuente de ingresos la ganadería, la pesca y la caza, así como los bosques por sus recursos naturales y la minería, explotada siempre en beneficio del Estado.  Las Tesorerías reales, los templos y la banca privada podían facilitar capitales. Se acuñó moneda en plata y oro a partir de Darío I, siendo posible acuñarlas de este último material solo por el monarca. Las ciencias. La lengua persa En Persia se cultivaron las ciencias de Egipto, Fenicia y Babilonia. La medicina fue importante, encontrándonos con tres tipos de médicos: los cirujanos, los médicos y los encantadores. La cartografía y las guías geográficas, así como las matemáticas, tuvieron un gran impulso.  Los persas utilizaron el sistema cuneiforme en sus textos, contando su escritura con treinta y seis  caracteres, cinco ideogramas y  siete símbolos  numéricos.  El  arameo  fue  desplazando al persa, convirtiéndose en idioma oficial durante el reinado de Darío I. La religión y el culto. La figura de Zoroastro Los primeros persas y medos tenían una religión politeísta donde distinguían entre los ahuras (señores celestes) y daevas (demonios). Frente a esta concepción surgió una nueva creada por Zoroastro.  Poco  se  sabe  de  su  bibliografía.  Creó  una  doctrina  recogida  en  el  Avesta  que  defiende  la existencia del bien y el mal dentro de un monoteísmo presidido por Ahura Mazda, que dio origen a dos elementos: la Verdad (Espíritu Santo) y la Mentira (Espíritu Destructor). Las doctrinas y ritos zoroástricos fueron acogidos poco a poco por los persas.

El  Avesta  consta  de  tres tratados: Vendidad (leyes  sagradas contra  los  demonios  e  historias mitológicas), Visperad (colección de letanías en honor a dioses diversos) y Yasna (invocaciones y oraciones que forman el centro de la liturgia). Esta nueva doctrina acabó con el politeísmo con Ahura Mazda como dios único enfrentado al mal, pero con el tiempo volvieron las prácticas politeístas. Los reyes fueron tolerantes en aspectos religiosos, si bien ante un ataque contra la integridad del Estado no dudaron en destruir templos. Las creencias escatológicas parece que se inclinaron por creer en la resurrección y la venida de un Salvador. Los magos fueron discípulos de  Zoroastro que  formaron  una  verdadera casta  y expandieron la religión dualista. Eran pagados en especie y tenían un Jefe sacerdotal. Tuvieron la costumbre de exponer los cuerpos para que los animales se los comieran antes de enterrarlos, lo que choca con las costumbres de los reyes aqueménidas, que fueron sepultados en roca, lo que contradecía los ritos zoroástricos, por lo que parece que una cosa fue la religión zoroástrica y otra la de los aqueménidas.

Algunas de las principales características del Imperio persa fueron:

  • Existió entre 550 y 330 a. C. y dominó Asia Central, Mesopotamia, Palestina, Egipto, Anatolia y parte de Grecia.
  • Su organización política se basó en la figura del emperador y combinó una administración central fuerte con un el de la flexibilidad y la tolerancia.
  • Estuvo liderado por la dinastía Aqueménida, representada por: Ciro II, Cambises II, Darío I, Jerjes, Artajerjes I, Darío III, entre otros.
  • Su capital estaba instalada en Persépolis, considerada uno de los máximos emblemas de la civilización persa.
  • Su territorio estaba dividido en satrapías, que permitían una administración ordenada de la política y la economía imperial.
  • Se destacó en el comercio y en el desarrollo de rutas comerciales que permitieron conectar todos los territorios del imperio.
  • Su cultura tomó rasgos y tradiciones propias de los territorios conquistados y se caracterizó por el desarrollo de la arquitectura y el arte.
  • En cuanto a la religión, los persas profesaban el zoroastrismo, religión que había sido revelada por el profeta iraní Zoroastro y que planteaba la adoración a un dios supremo: Ahura Mazda.

El Imperio persa se caracterizó por respetar la cultura y las tradiciones de las regiones dominadas y, en muchos casos, incorporó varias de estas costumbres.

  • Arquitectura. Los persas se destacaron en la construcción de palacios, grandes edificaciones amuralladas que solían ser la vivienda de emperadores o nobles. El palacio de Persépolis, ubicado en el este del país, fue uno de los más reconocidos y funcionó como la capital del imperio. Los palacios persas se repartieron por los diferentes terrenos conquistados y estaban decorados con frescos, mosaicos y esculturas.
  • Arte. Las clases altas de cada región tomaron el estilo artístico persa en la producción de joyas y bienes de lujo. Adoptaron sus estilos decorativos y sus vestimentas para posicionarse socialmente como parte de la elite.
  • Ejército. El ejército persa estaba formado por arqueros, caballería, infantería y una gran flota naviera. A medida que el imperio se agrandó, el ejército incorporó otras técnicas locales.
  • Sepulturas. Los persas se destacaron por su ritual de sepultura. Tras morir un ser querido no lo enterraban porque consideraban que los cuerpos contaminaban la tierra. Los cadáveres, entonces, quedaban sobre estructuras de piedra situadas en altura. A los emperadores, les construían tumbas elevadas sobre el suelo. La decoración de la tumba era sencilla, pero en su interior el ajuar funerario consistía en un sarcófago de oro, vestimentas de lujo y joyas con piedras preciosas.
  • Economía: Fuente principal de riqueza, la tierra. Sistema impositivo sobre la producción agraria de cada satrapía en tiempos de Darío I aunque algunas estuvieron exentas como Persis, zonas del sur de Palestina… que en su lugar enviaban regalos. No solo se tributaba por los rendimientos agrícolas, también se aplicaban impuestos a multitud de oficios y negocios.Pagos de impuestos en especie o en metálico, por ejemplo, la satrapía de Media enviaba al Tesoro Real central espadas, pulseras y paños. Uso de moneda inventada por los lidios y adoptada por los persas en tiempos de Darío I (dáricos o arqueros de oro) que tenía derecho exclusivo de acuñación aunque también acuñaban los sátrapas y algunas ciudades. 
  • Religión: El zoroastrismo es una fe monoteísta fundada por el profeta persa Zoroastro (también llamado Zaratustra o Zatosht), entre alrededor del 1500 y el 1000 a. C. Sostiene que hay una deidad suprema, Ahura Mazda (Señor de la Sabiduría), creador y mantenedor de todas las cosas, y anima a sus adeptos a expresar su fe a través del principio de Buenos Pensamientos, Buenas Palabras y Buenas Obras. El zoroastrismo fue adoptado por el Imperio persa aqueménida (c. 550 - 330 a. C.) y el Imperio parto (247 a. C. - 224 d. C.), y encontró su máxima expresión durante el Imperio sasánida (224 - 651 d. C.).


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