La vida está llena de pequeños momentos, pequeños instantes fugaces que dejan mellan y se convierten en recuerdos agridulces. Fotografías que recuerdan en instantáneas esos pequeños momentos de felicidad mientras el tiempo va lamiendo poco a poco el retrato dejando trazas amarillas, recuerdos de un pasado más feliz, de una época mejor. Tempus fugit, vita brevis... Cuando era joven tenía toda la vida por delante, entonces todo me parecía urgente. Ahora, en cambio, cuando el tiempo vuela, no tengo prisa. He aprendido a esperar, ahora sólo encuentro sentido en la espera. Solo hay una forma de ver las cosas hasta que alguien nos muestra cómo mirarlas con otros ojos. Una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.
Pasamos demasiado tiempo tratando de alcanzar la felicidad. Demasiado... o tal vez simplemente consiste en mirar el mar, contemplar con asombro el poderoso bosque y su grandeza; ver la flor y disfrutar de su sencillez mientras sigue volando e hiriendo el filo afilado del tiempo, volviendo amarillas nuestras instantáneas.
Espero que podamos ser lo suficientemente tercos como para seguir creyendo contra toda evidencia que la existencia humana tiene un propósito porque hemos hecho un mal trabajo, pero aún no hemos terminado...
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