viernes, 27 de mayo de 2016

LA GUILLOTINA ES LA MADRE DE LA DEMOCRACIA

La historia de la guillotina siempre es relacionada con la Revolución Francesa, pero la guillotina como tal, ya existía varios siglos antes y era usada por muchos países en la Europa Medieval. Existen pruebas de que ya existían aparatos similares con distintas denominaciones como el Fallbeil alemán o el gibbet de Halifax en Inglaterra. También son conocidos en Escocia y los estados pontificios artilugios que pueden ser considerados iguales a la guillotina. Pero la guillotina como tal es “inventada” en Francia en 1.792.

Cuando cogió fama y nombre, fue durante la revolución francesa. Un diputado de la Asamblea llamado Joseph Ignace Guillotin propuso el uso de la guillotina para agilizar y evitar el sufrimiento de los condenados a muerte, hasta entonces sólo los miembros importantes de la sociedad tenían una muerte rápida bajo el hacha o la espada, el resto agonizaba colgado en la horca. Parece que en un primer momento su idea no gusto, por lo que pidió ayuda a la Academia de cirugía. El Doctor Antoine Louis fue el creador de un prototipo funcional, que paso diferentes pruebas usando animales y cadáveres. Finalmente la Asamblea acepto su uso, empezando a emplearse a partir de mayo de 1.792.

La palabra guillotina se originó en el apellido del autor de la iniciativa, el médico francés José Ignacio Guillotin, que el 10 de octubre de 1789 presentó a la Asamblea de los Estados Generales un proyecto de ley para humanizar —valga la paradoja— la pena capital y abolir los antiguos métodos de ejecución; el ahorcamiento para los villanos, la decapitación para los nobles y el infamante de la rueda aplicado a los asesinos, por sustentarse el principio de igualdad de pena para todos, sin distinción de clases y para evitar sufrimientos innecesarios al reo.


Guillotin y una máquina para amenguar el sufrimiento en las ejecuciones. Un humanista incomprendido 

El 28 de mayo de 1738 en Saintes, nace Joseph Ignace Guillotin. Hijo de Joseph Alexandre Guillotin y de Catherine Agathe Martin, Joseph Ignace fue un niño prematuro. Su infancia transcurrió tranquila, y pronto se reveló como un alumno aventajado con una cierta vocación religiosa. No obstante, la vocación religiosa le duró poco y se trasladó a París para estudiar Medicina. En 1770 se licenció y rápidamente adquirió fama de buen médico. En 1789 fue elegido como diputado por el Tercer Estado, lo que le convirtió automáticamente en un hombre de la Revolución que estalló ese mismo año.

El proyecto del Dr. Guillotin, que al principio no despertó interés, tuvo aprobación en marzo de 1792, pero su diseñador no fue el autor de la idea, sino el Dr. Louís, de la Academia de Cirugía de Francia. A un alemán constructor de clavicordios llamado Schmidt, se le encargó la fabricación de la máquina, que, terminada, fue experimentada con cadáveres y animales.

Por tanto, aunque la fama del invento fue siempre para Guillotin, el invento de la guillotina “moderna” puede ser atribuido sin dudas a Antine Louis. Una de sus más famosas ejecuciones fue la de Maria Antonieta, reina de Francia, el 18 de febrero de 1.875.

La guillotina ha seguido usándose en varios países a lo largo de los años, uno de los momentos más oscuros en su historia, fue su uso para las ejecuciones masivas de judíos y otras etnias por los nazis en la Segunda Guerra Mundial.. En Francia la última ejecución usando este método no fue hace tanto tiempo, ya que en 1.977 fue usada por ultima vez para ejecutar a Hamida Djandoubi. Pocos años después, en 1.981, el presidente Miterrand abolía ejecutivamente la pena de muerte en Francia y con ella el uso de la guillotina.

Su primer uso

A las 10:20 de la mañana del 21 de enero de 1793, en una concurridísima plaza de la Revolución de París (actual plaza de la Concordia), fue guillotinado el ex rey de Francia Luis XVI tras haber sido juzgado y condenado a muerte por los diputados de la Convención. Tras la supresión de la monarquía el 21 de septiembre de 1792 la Convención Nacional (órgano legislativo) debatió qué hacer con el rey depuesto y su familia, presos en la cárcel del Temple. Finalmente, tras el hallazgo de documentos personales que le incriminaban, la Convención decidió dar el paso y el 11 de diciembre inició el proceso. Aquel día el ciudadano Luis Capeto escuchó los cargos que se le imputaban: organización de la contrarrevolución, conspiración con los “emigrados” (aristócratas contrarrevolucionarios huidos del país) y responsabilidad en las matanzas de “patriotas” (partidarios de la revolución). El 17 de enero los diputados votaron mayoritariamente a favor de su culpabilidad y su condena a muerte. El episodio, uno de los más significativos de la Revolución francesa, fue celebrado por los habitantes de la capital.




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