sábado, 30 de noviembre de 2024

NOSOTROS

Te estaba esperando al final de la calle empapado bajo la lluvia. El tiempo pasaba y los segundos se convertían en minutos y en horas, lentamente observa su metamorfosis mientras la gente se convertía en  fugaces imágenes ante mis ojos, espejismo de la realidad que desaparecen cuando parpadeas por un instante. Las imágenes se difuminan hasta convertirse en meras sombras, dejando solo un foco de luz que ilumina nuestra presencia, estando solo nosotros, siendo sólo nosotros.

Me pierdo en tu mirada: un río metafísico que nadas como esa golondrina está nadando en el aire, girando alucinada en torno al campanario, dejándose caer para levantarse mejor con el impulso.Yo describo y defino y deseo esos ríos, tú los nadas. Yo los busco, los encuentro, los miro desde el puente, tú los nadas. Y no lo sabes, igualita a la golondrina. No necesita saberlo como yo, puedes vivir en el desorden sin que ninguna conciencia de orden te retenga. Ese desorden que es tu orden misterioso, esa bohemia del cuerpo y el alma que te abre de par en par las verdaderas puertas. Tu vida no es desorden más que para mí, enterrado en prejuicios que desprecio y respeto al mismo tiempo. Yo, condenado a ser absuelto irremediablemente por la Maga que me juzga sin saberlo. Ah, déjame entrar, déjame ver algún día como ven tus ojos.

Todo el mundo tiene su historia de amor. Todo el mundo. Puede haber sido un fiasco o no, puede haberse quedado en agua de borrajas, hasta puede ser que ni siquiera haya existido, que haya sido puramente mental, pero no por eso es menos real. A veces, ves a una pareja que parece morirse de aburrimiento juntos y no te imaginas que puedan tener algo en común o por qué siguen viviendo juntos. Es porque en su día tuvieron su historia de amor. Todo el mundo la tiene. Es la única historia.

Cogido de tu mano, vamos sorteando la lluvia camino a casa. sin embargo, no importan las gotas que caen sobre nuestra piel y la ropa mojada. No importa la humedad en el ambiente y el ruído de los autos en la calle oscura.  El tacto de tu piel calienta mi alma, resguardándome del frío y la humedad que impregnan el ambiente. una sensación mágica que me hace creer estar en un sueño, en una ilusión.

Aceleramos el ritmo de nuestros pies mientras intentamos en vano no empaparnos, buscando resguardarnos bajo un portal pero no es necesario porque nuestra casa está cada vez más cerca. la lluvia deja de ser una preocupación ya, y solo quede este momento.

Momentos de frenesí, de sentimientos encontrados, de intimidad, de besos robados, de besos apasionados. De besos que a veces, arrancan el alma. De los besos que nos dimos. Momentos de lujuria desatada por sentir al otro sobre ti, momentos en los que no lo tienes, y fantaseas con volver a poseerlo, superando tus expectativas cuando de nuevo, esa fantasía se materializa.

Momentos en los que quieres tanto, que casi, no puedes respirar. Momentos de tocar el cielo un minuto, para después descender a los infiernos durante días.

El amor a menudo, está hecho de esos momentos por los que pasamos de puntillas, casi sin darnos cuenta y de los que sólo somos conscientes cuando los vemos alejarse, desprendiéndose de nuestras manos, rozando despacio las puntas de nuestros dedos, queriendo aferrarse a nosotros.

Quizá todos nuestros amores no sean más que simples ilusiones y símbolos; lenguaje errático mal escrito sobre vallas y pavimentos a lo largo del fatigoso camino que tantos y tantos han pisoteado antes que nosotros. Quizá tú y yo no seamos más que meros paradigmas, y esta tristeza que a veces nos envuelve nazca de la desilusión de nuestra búsqueda, cada uno a través y más allá del otro, vislumbrando momentáneamente, y de vez en cuando, la sombra que dobla la esquina un paso o dos antes que nosotros.

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