Primer periodo intermedio (2160-2055 a.C.)
Los periodos intermedios son etapas de transición en la historia egipcia en la que el poder central pierde fuerza en favor de los poderes locales, lo que genera la disgregación del reino. Las dinastías están poco definidas y podían superponerse unas a otras, como sucedía con los monarcas. El Primer periodo intermedio se inicia tras la muerte de Pepi II y el inicio de las luchas entre sus sucesores por el poder, toda vez que aumentó el poder de los nomarcas y se dieron repetidas hambrunas, lo que acabará provocando la desintegración del poder central. Dos centros de poder, que rivalizaron hasta la imposición de uno de ellos sobre el otro, surgieron en esta época: Heracleópolis en el Bajo Egipto y Tebas en el Alto.
Fue un periodo de inseguridad, de saqueos y destrucción de templos. La crisis económica se acentuó en las dinastías VII y VIII, lo que provocó, junto a la inseguridad, recurrentes guerras civiles. Heracleópolis intentó durante las dinastías IX y X imponerse infructuosamente, siendo la Tebas la que pacificó y reunificó el país durante la dinastía XI.
Aunque esta es la situación general, la real no fue tan clara, conociéndose que la mayoría de los gobernadores independientes estaban en torno a Menfis, desconociéndose la situación del Bajo Egipto.
Este periodo se puede dividir en tres fases: la primera con las dinastías VII y VIII en la que un buen número de monarcas gobernó en poco tiempo y de los que se duda su autonomía con respecto a la nobleza; una segunda con la ascensión de Heracleópolis durante las dinastías IX y X, logrando el control del delta, y una tercera durante los primeros monarcas de la dinastía XI que lograron la reunificación del país.
Los monarcas
Primera fase: dinastías VII y VIII (2181-2160 a.C.)
Son muy mal conocidas, llegando a dudarse de la existencia real de la VII dinastía. Sea como fuere, la capital estuvo en Menfis, lo que se mantuvo en la dinastía VIII. El poder de los monarcas de las dos dinastías no debió superar la región de Menfis, encontrándose el delta invadido por poblaciones extranjeras.
Segunda fase: dinastías IX y X (2160-2025 a.C.)
Los príncipes de Heracleópolis fueron imponiéndose poco a poco, toda vez que mantenían intercambios con Nubia y no recibieron más invasiones extrajeras. La relación con el Imperio Antiguo seguía siendo evidente, manteniéndose, según parece, la necrópolis real en Saqqara. El primer rey de la dinastía IX se debió imponer sin oposición a los gobernantes de los nomos cercanos. De la dinastía X conocemos a Merikare por las Enseñanzas de Merikare, instrucciones para el buen gobierno.
Tercera fase: el ascenso de Tebas. Dinastía XI (2125-2065 a.C.)
A la vez que en Heracleópolis gobernaban las dinastías IX y X, en Tebas surgió la dinastía XI, dándose un continuo enfrentamiento entre ambas por el control de los nomos del Egipto Medio. El final de estas luchas sucedió cuando Tebas amplió sus dominios hacia el sur y el norte y derrotó a Heracleópolis, proclamándose su rey unificador de las dos tierras y dando inicio al Imperio Medio.
Tebas |
Civilización del Primer Periodo Intermedio
En el plano económico se mantuvieron los intercambios comerciales y se produjo una mayor distribución de la riqueza, si bien la población más desfavorecida tendió a residir en las ciudades.
Hubo hambrunas provocadas por las irregulares crecidas del Nilo que provocaron el avanza de la aridez sobre las tierras fértiles.
En el ámbito cultural, la Literatura conoce gran riqueza, destacando la literatura sapiencial, las lamentaciones, que reflejan la anarquía y la inseguridad de la época, o los textos de sarcófagos, que conocen un gran desarrollo y que tiene por finalidad asegurar la vida de ultratumba. que a partir de ahora será accesible para toda la población.
En la religión también hubo grandes cambios. EL culto al monarca decayó, ya que se los relacionó con el abandono del pueblo por los dioses, señalando a esta como la causa de la inestabilidad del periodo. Este culto pasó a ser tributado a los dioses, especialmente a los locales y a los de la fertilidad como consecuencia de las crisis alimentarias.
En cuanto a la moral, como todos podían acceder a la otra vida, cobraron gran importancia la justicia y la caridad, indispensables para que las acciones en la vida terrenal permitieran el paso al Más Allá.
Por último, el ejército cobro gran protagonismo. Los nomarcas se encargaron de velar por su manteniendo, ya que fue indispensable para conservar el poder. Lo formaban jóvenes egipcios y mercenarios.
Imperio Medio (2055-1650 a.C.)
Supone el inicio de la Época Clásica egipcia. Sus inicios, oscuros, se sitúan en el reinado de Mentuhotep II, que unifica el país. Serán las dinastías XI y XII las que tradicionalmente se engloben en este periodo, si bien hay corrientes que lo alargan hasta mediados de la XIII, pues no se produce ni un cambio de capital ni de las formas de gobierno.
Los soberanos
Dinastía XI
Compartió gobierno con la dinastía X en el norte, que se dedicó a expulsar a los invasores extranjeros del Delta y a reorganizar las provincias. Mientras, en el sur, los monarcas de la dinastía XI se dedicaron a restaurar templos y poner las bases para la unificación, que se dio tras una serie de combates entre los tebanos y los heracleopolitanos. Se considera a Mentuhotep II reunificador de Egipto. Tras esto, la inseguridad permaneció un tiempo, pero poco a poco el rey consolidó las fronteras y reestableció las relaciones diplomáticas existentes en el Imperio Antiguo.
Reanudó también la costumbre de enviar expediciones, una de ellas a Nubia, consiguiendo imponerles tributo a sus habitantes. Allí edificó una fortaleza cerca de Elefantina para asegurarse el control de la zona. Asimismo, intentó recuperar la deificación de los monarcas, para lo que usó símbolos divinos. También retomo la política de construcción de obras públicas.
Durante los últimos años de la dinastía el ambiente en el Egipto medio se hallaba enrarecido, lo que sumado a las luchas entre los aspirantes al trono abocó al fin de la dinastía.
Dinastía XII
Fue una de las más importantes de la historia de Egipto. Se recuperaron tradiciones del Imperio Antiguo, se volvió a implantar el sistema burocrático de las primeras dinastías y se reinstauró el culto al monarca.
El fundador de la dinastía fue Amenemhat I, que buscó que su reinado fuera visto, a la vez, como continuador de la tradición y como el inicio de una nueva era. Para ello, trasladó la capital a un nuevo centro administrativo en las proximidades de Menfis con el fin de ejercer mejor el control en el Bajo Egipto, hacer frente a posibles invasiones asiáticas y desposeer de parte de su poder a los funcionarios. También instauró un sistema de corregencia para la sucesión.
Legitimó su ascensión al trono con una profecía, y dio gran importancia al ejército, formado por ejércitos privados proporcionados por los nomarcas, toda vez que creó un amplio sistema de defensas en el Delta. Las campañas militares fueron especialmente destacadas en Nubia convertida en un objetivo militar en el que había de establecer asentamientos permanentes. Tras ser asesinado, fue sucedido por su hijo Sesostris I, que había sido asociado al trono siguiendo el sistema de corregencia y que castigó a los asesinos de su padre. Su reinado fue de los más fructíferos de la historia egipcia, consiguiendo recuperar el prestigio de la monarquía, impulsar la economía, ampliar las fronteras y dar estabilidad al reino.
Así, mantuvo buenas relaciones comerciales con distintas zonas, convirtió la Baja Nubia en una especie de provincia egipcia, puso en marcha una política de construcciones y restauraciones con un claro trasfondo propagandístico. Entre otros, restauró el templo de Ra en Heliópolis para atraerse el favor de su clero y legitimarse como continuador del Imperio Antiguo. En política interior, continuó el camino marcado por su padre.
El reinado de los siguientes monarcas fue pacífico y continuador hasta la llegada de Sesostris III. Este llevó a cabo una activa política militarista, centrada sobre todo en Nubia, Sudán y Palestina. En Nubia trasladó la frontera más allá de la segunda catara, para lo que construyó un canal para poder remontar el río con sus barcos y numerosos fuertes en los que alojar tropas y estaciones comerciales. En política interior, redujo notablemente el poder de los nomarcas, a los que quitó sus privilegios.
Al final de la dinastía Egipto se sumerge en el Segundo Periodo Intermedio de forma paulatina.
Administración y sociedad
Amenemhat I puso a personas fieles al frente de los nomos, algunos de los cuales mantuvieron cierta autonomía hasta el reinado de Sesostris III, fruto posiblemente de las alianzas con los monarcas tebanos. Algunos estudiosos sostienen que los nomos fueron sustituidos como unidades administrativas por las ciudades, gobernadas por un funcionario.
La elección de Tebas como capital fue muy importante por su situación para controlar Egipto. Se recuperando cargos administrativos como el de visir, del que no sabemos si fue solo uno o varios y que perdió importancia en el reinado de Sesostris I; el de canciller, que tuvo más importancia que anteriormente; el de gobernador del Alto Egipto y creó el de gobernador del Bajo Egipto, con poderes análogos
Se reconstruyeron las sedes de los órganos administrativos y los cuadros y servicios administrativos, para lo que hubo de recuperar el cuerpo de funcionarios.
A la nueva capital administrativa se trasladaron todos los servicios estatales y casi todos los funcionarios, si bien Tebas permaneció como capital dinástica.
Sesostris III llevó a cabo un gran cambio en la administración provincial, poniendo fin al poder de los nomarcas y dividiendo Egipto en tres departamentos, supervisados por el visir y al frente de los cuales había un funcionario ayudado de otros de menor grado.
La Religión del Imperio Medio
NO sufre grandes variaciones. Durante el Primer Periodo Intermedio se dio un retroceso en algunas concepciones religiosas, perdiéndose el elemento unificado en favor de las divinidades locales. Amón, dios tebano, tendrá un importante papel como dios oficial de la dinastía XII asociado a Ra. Al ser accesible la vida al más allá para todo aquel que pudiese pagarse lo necesario para ello, los cultos y ritos funerarios evolucionaron, jugando un papel importante el mito de Osiris.
La economía
No sufrió grandes cambios. La propiedad de la tierra siguió estando dividida y el cobro de impuestos, normalmente en grano, fue muy controlado por los monarcas.
Se produjo un aumento considerable de la riqueza del rey y los funcionarios.
La base económica continuó siendo la agricultura, muy próspera en todo el curso del Nilo. Sumada a esta prosperidad, la estabilidad política y las conquistas de Sesostris III permitieron a los monarcas centrarse en problemas económicos como la obtención de materias primas, la explotación de las minas del Sinaí o mejoras en la irrigación de los campos de cultivo.
Las instituciones
Se produjo un cambio en el ejercicio del poder. Amenemhat I instauró un sistema de corregencia para la sucesión con el fin de evitar conflictos sucesorios. Esto implicaba una serie de problemas religiosos que consiguió superar, no obstante, parece que no se mantuvo por mucho tiempo este sistema. También buscó restaurar el prestigio de la realeza y hacer ver más humanos a los reyes, en lo que jugó un papel importante la religión osiriaca y los cambios morales que se produjeron con nuevos ideales de justicia y caridad.
La literatura
Fue una época de esplendor literario, considerada le época clásica de la literatura egipcia. La narrativa, las obras religiosas y filosóficas alcanzaron gran desarrollo, estando basadas. en algunas ocasiones, en hechos reales.
Unos de los más famosos relatos es la Historia de Sinuhé, que posiblemente tenía por finalidad exaltar la figura de Sesostris I.
La abundancia de obras ha llevado a pensar a algunos egiptólogos que también pudo existir una especie de teatro popular. También se crearon obras técnicas, principalmente tratados de medicina y matemáticas.
El Segundo Periodo Intermedio (1650-1550 a.C.)
El final del Imperio Medio no es comparable al del Imperio Antiguo. Con el paso de los monarcas la situación se fue deteriorando progresivamente marcada por una creciente inestabilidad política.
Podemos establecer tres fases en este periodo: uno primero de paulatino deterioro de las instituciones hasta la llegada de los Hicsos (D. XIII y XIV), un segundo dominado por los Hicsos (D. XV y XVI) y un tercero en el que Tebas se impone y expulsa a los invasores (D. XVII).
Primera fase: Egipto hasta la llegada de los Hicsos
XIII dinastía
Los monarcas de esta dinastía estuvieron poco tiempo en el poder, mientras que hubo visires que se mantuvieron durante varios reinados, lo que inclina a algunos a pensar que estos fueran quienes realmente detentaban el poder. A pesar de la pérdida de poder real la administración mantuvo su funcionamiento y, al principio, se observaron pocos cambios en la situación de Egipto. Los monarcas, que se legitimaban mediante el nombre, eran mayoritariamente tebanos, lo que pueda indicar alguna relación familiar con la dinastía XII.
Se produce una introducción de extranjeros en la administración al servicio de altos funcionarios.
Los últimos monarcas de esta dinastía casi no pueden controlar el Bajo Egipto y los Hicsos se hacen con Avaris
XIV dinastía
Estos monarcas convivieron y sobrevivieron a los de la dinastía XIII. Se desconocen más datos sobre ellos y por qué los reyes de la dinastía XIII les permitieron ser independientes. Solo es seguro que estaban en la zona oeste del Delta.
Segunda fase: los hicsos
La visión tradición muy negativa de los Hicsos no se corresponde con la realidad. El origen de este pueblo es desconocido, sabiéndose solo que eran asiáticos.
Desde la dinastía XII se fueron infiltrando en la región, siendo a finales de esta dinastía cuando llegó la gran masa de población asiática, lo que culminó con conquista de Avaris.
La consolidación de su poder en el Delta requirió varias décadas, hasta llegar a Menfis, desde donde se hicieron dueños de todo Egipto estableciendo su capital en Avaris. Respetaron la zona oeste del Delta, controlada por la dinastía XIV.
Establecieron dos dinastías, la XV o hicsos mayores y la XVI o hicsos menores que conviven. Para gobernar se apoyaron en las estructuras administrativas del Imperio Medio, manteniendo la estructura funcionarial egipcia y posibilitando una transición suave del poder. Combinaron con estas sus tradiciones de gobierno, entre las que estaba el estado disgregado en pequeños núcleos de poder con gran autonomía y autogobierno bajo la autoridad de un líder más poderoso.
Dinastía XV
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