Las cosas que son importantes en la vida llegan sin que una se dé cuenta; no las esperamos, dado que se han formado en la mente. Las reconocemos una vez han aparecido. Eso es todo.
Del anochecer a la noche cerrada, por caminos de palabras que iban y venían, de manos que se encontraban un instante sobre el mantel antes de una risa y otros cigarrillos, quedaría un viaje en taxi, algún lugar que tú o yo o ambos conocíamos, una habitación, todo como fundido en una sola imagen instantánea resolviéndose en una blancura de sábanas y la casi inmediata, furiosa convulsión de los cuerpos en un interminable encuentro, en las pausas rotas y rehechas y violadas y cada vez menos creíbles, en cada nueva implosión que los segaba y los sumía y los quemaba hasta el sopor, hasta la última brasa de los cigarrillos del alba. A veces, la vida se comporta como el viento: desordena y arrasa. Algo susurra, pero no se le entiende pero la vida tiene valor siempre que se valore la vida de los otros, a través del amor, la amistad, la indignación y la compasión. La vida está hecha de días que no significan nada y de momentos que significan todo.
Caminando bajo la noche estrellada o viendo juntos el amanecer, cualquier lugar era perfecto para pasar el tiempo: no importaban las horas ni los minutos ni siquiera las palabras. ¿Para qué seguir escribiendo si las palabras llevaban ya una hora resbalando sobre esa negación, tendiéndose en el papel como lo que eran, meros dibujos privados de todo sostén? Las palabras se agolpaban torpemente en la mente y los labios intentando salir sin ningún orden ni cohesión intentando describir lo que había pasado pero era imposible. el tiempo parecía haberse detenido al llegar a un punto que ya no era importante el quien o el qué, el recuento se había vuelto cotidiano, presente utilitario sin recuerdos ni sueños, la pura vida sin más y sin menos. Había querido seguir y que también las palabras aceptaran seguir adelante hasta llegar al hoy nuestro de cada día, a cualquiera de las lentas jornadas en el estudio , pero entonces me había acordado del sueño de la noche anterior, las palabras habían vuelto a llenarse de vida y aunque mentían, aunque nada era cierto, había seguido escribiéndolas porque te nombraban viniendo por la calle, tan hermoso seguir adelante aunque fuera absurdo, escribir que había cruzado la calle con las palabras que me llevarían a encontrarte y dejarme conocerte, la única manera de reunirme por fin contigo y decirte la verdad, llegar hasta tu mano y besarla, escuchar tu voz y ver tu pelo azotándote los hombros, irme contigo hacia una noche donde las palabras irían llenando de sábanas y caricias, para seguir adelante, para comenzar desde cero y empezar desde esa noche una vida contigo.
Sentados en un banco, me perdí en tu abrazo y me arrullaste. Mientras mis ojos se cerraban lentamente, mis pensamientos me llevaban a paisajes idílicos, arcadias desconocidas, Ítacas deseadas... lugares perfectos gracias a que tú estabas a mi lado. Entonces, en ese momento te das cuenta de que de eso se trata el amor, de lecciones, de libertad, de aprender y enseñar. De eso se trata, de coincidir con gente que te haga ver cosas que tú no ves, que te enseñe a mirar con otros ojos. Eso es lo verdaderamente importante.
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ResponderEliminar¡Me encanta!
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