viernes, 30 de abril de 2021

AGONÍA

Lloraba. Grandes lágrimas caían como dagas plateadas, rasgando el paisaje desolador y oscuro de su habitación. El dolor era insoportable. Las lágrimas formaban un pequeño charco, iluminado por la tenue luz de la luna que observaba, impotente, el rastro de esa miseria.
Gotas rojas manaban de sus innumerables cortes en sus brazos. Las cicatrices no acaban nunca de desaparecer: las exteriores se pueden cubrir con ropajes, con crema y vendas; pero otras rasgan el corazón, son invisibles a los ojos, cicatrices internas que van royendo los órganos y los huesos, dejando una cáscara, un envoltorio hueco y vacío.
Estaba en una gran sala llena de libros. Grandes volúmenes decoraban la habitación. Necesitaba buscar consuelo entre las hojas y las palabras para obviar el terrible dolor que se agolpaba en su costado. Libros de todo tipo: cuentos, novelas, poesía… inundaban las estanterías. buscar consuelo entre sus páginas y sus versos podía ayudarle: cantos a la muerte, canto al dolor, descripciones precisas sobre la pérdida, cuentos sobre el más allá... miles de narraciones que pueden ayudarle a describir cómo se siente. Cogió un gran libro de tapas negras.
Cogió el volumen, lo hojeó. Era una pequeña novela de su padre. Él había muerto hace unos años a causa de un cáncer. Pese a aquella enfermedad, su padre no perdió su aire juvenil y su gran sonrisa.
El recuerdo de su padre muerto le hizo sollozar. El dolor nunca había desaparecido y volvía siempre en los momentos de desesperación. Un dolor recurrente, que dejaba huella y cicatriz, una herida abierta que siempre estaba allí y a pesar del paso del tiempo, reaparecía una y otra vez. Sabía que era difícil mantenerse en equilibrio, caminando por la cuerda floja de la razón, mientras el dolor se convertía en un peso que amenazaba con precipitarlo al vacío y al abismo.
Lanzó con furia aquel tomo que chocó contra la pared. Todo lo aprendido no le había servido para nada. ¿Qué importaban aquellos libros que lo único que hacen es evadirte de la realidad como si fuera una droga? Los músculos del cuerpo en tensión, los dientes apretados, la sangre hirviendo, mirada congelada, dispuesto a todo y el arrepentimiento que llega tarde, eran fases que ya había experimentado antes pero que volvían una y otra vez, una tras otra cabezada contra la pared.
Se hallaba en la iglesia, solo. El párroco se acercó al ver que sollozaba.
- ¿Qué te pasa, hijo mío?
- Mi padre está muy enfermo- contestó.
- No te preocupes- le consoló el religioso- Después de esta vida hay una vida mejor, donde todos los hombres se dirigen a la casa de Dios, que ha sido quien los ha criado y salvado gracias a su hijo Jesucristo.
- Pero yo no quiero que se muera- dijo, llorando.
- La vida es efímera, pero siempre nos espera un lugar mejor.
¿Un lugar mejor? ¿Qué lugar mejor? Su padre se hallaba metido en una maldita caja de pino, muerto y enterrado. ¿Ese era un lugar mejor? ¡Maldita sea el ser humano que cree tener respuestas para todo¡ La muerte puede ser un nuevo camino, pero eso no alivia el dolor ni la pérdida: el miedo, la impotencia... todo ello se transforma en rabia que ayuda a aliviar toda esa ira que supone el darse cuenta de tu partida y de mi inmensa soledad. sermones de otras vidas, de otros lugares nunca ayudan.
Se dirigió a la biblioteca. Descargando su furia, cogió volúmenes de libros, rompiendo las páginas, arrancando encuadernaciones, derribando estanterías… La lectura nunca consuela la pérdida de un familiar cuando la rabia y el dolor se agolpan en tu costado. No hay suficientes palabras para describir lo que significa una pérdida tan grande. La tristeza deja paso a la rabia, a la impotencia, ala desesperación, al miedo a las nueva situación que surge ante tus ojos.
Lograr el consuelo no es una tarea sencilla ¿Acaso iba a encontrar consuelo leyendo a Unamuno, a Larra, a Quevedo, a Santa Teresa, a los grandes místicos…? ¡Qué se fuera al carajo! Esos eran los intelectuales, personas que tratan de imponer sus ideas al resto de la humanidad, criticando todo aquello que es contrario a sus dictámenes, creyéndose una especie de salvadores de la humanidad, pero que desconocían cómo se sentía en ese momento. Quizás luego los leyera, pero en ese momento la rabia dominaba su ser y necesitaba salir, brotar para dejar paso al dolor y la tristeza.
Alzó los ojos. La furia se desbordaba por sus órbitas. La pena había sido ahogada, pero de ella había brotado una llama roja de odio, rabia y dolor. Esa llama iba extendiéndose como una llamarada que necesitaba yesca seca para prender y arrasar todo a su paso. Como un incendio voraz y hambriento. Luego llegarían las lluvias para eliminar toda huella de su existencia y convertir en humo y cenizas todas su obra, pero en ese momento las llamas necesitaban devorarlo todo para purgar y limpiar todos los matojos y yesca seca. La herida de la culpa se abrió y volvió a recordar el dolor, volviéndose a sentirte mal, sintiéndose un error humano.
Iba a pasar, independientemente de lo que él quisiera, independientemente de lo que sintiera: Ni siquiera ahora era capaz de decirlo. Ni aunque hubieran hablado. Ni aunque lo hubiera sabido todo el tiempo. Porque claro que lo sabía, claro que lo había sabido, por mucho que hubiera querido creer que no era verdad, claro que lo sabía. Pero aun así no podía decirlo. ¡Ya no puedo soportarlo más! ¡No puedo soportar saber que se ha ido! ¡Quiero que pase ya! ¡Quiero que todo esto se acabe! Él seguía vivo. Lo cual era lo peor que podía haber pasado.
Arrancó con furia las páginas de los libros esparcidos por el suelo. Los papeles arrancados formaban grandes montones que, lentamente, iban creciendo más y más, formando una alfombra de historias olvidadas y dolor que iba creciendo poco a poco en el suelo de la habitación.
El sudor brillaba en su rostro, las manos estaban sangrando de los cortes de las hojas arrancadas y no brotaban ya más lágrimas de sus cuencas secas. Ríos de sudor, sangre y lágrimas  corrían por su cuerpo y el suelo eliminando toda su rabia y dolor y se convertían en un pequeño charco. Cansado de la rabia, del sufrimiento y del dolor, lanzó un grito que resonó en toda la habitación:
Dios, dios, dios. ¿Dónde estás? ¿por qué te escondes?¿Por qué te has llevado a mi padre?


lunes, 26 de abril de 2021

SAMUEL MORSE

Hijo de un pastor protestante de ideas sumamente conservadoras, el joven Samuel Finley Morse manifestó muy pronto su carácter independiente y sus inclinaciones artísticas. Su padre, teólogo de cierto relieve, trató de dar al hijo una educación esmerada, pero más bien antiliberal. Aunque nació cerca de la Universidad de Harvard, Morse no se educó en ella, porque ya había adquirido una reputación de radical, lo que asustaba al padre. A los 14 años pasó a la Universidad de Yale, que se mantenía fiel a la ortodoxia puritana y calvinista. En Yale, el joven estudiante empezó a interesarse vivamente acerca de un tema que resultaba en aquella época sumamente exótico y misterioso: la electricidad. A base de las primitivas pilas eléctrica de Volta y Cruishank, sus profesores ejecutaban experimentos y trucos que causaban la admiración de Morse y que. no habían de olvidársele jamás.

Samuel Morse

Desde muy niño, Morse, había dibujado; su inclinación hacia el arte resultaba irresistible; dibujaba retratos de sus compañeros y les cobraba. Hacia fines de sus estudios cobraba un dólar por un retrato al lápiz y cinco por una miniatura sobre marfil. Al terminar sus estudios tomó, repentinamente, y con gran indignación de sus padres, la decisión de seguir la carrera artística para la que su talento parecía destinarle. Entusiasta admirador del pintor Washington Alisten, viajó con él a Londres, en 1811, donde permaneció cerca de cuatro años, sumergido en un torbellino de actividades: estudios académicos, febril esfuerzo por terminar a tiempo los numerosos retratos que se le encargaban, amables veladas pasadas con los amigos fumando habanos, bebiendo vino de Madera y tocando el piano, porque Morse era un músico entusiasta, descubrió el mundo del teatro y adoptó las ideas democráticas de Jefferson y de los jacobinos franceses, que hallaban eco en el círculo de norteamericanos residentes en Londres.

A los cuarenta y un años de edad se hallaba en el punto culminante de su carrera artística; había progresado notablemente como pintor, adquiriendo una fluidez y un dominio técnico que le permitían rivalizar con los mejores retratistas de su tiempo. A su regreso a Nueva Inglaterra, en 1815, el pintor llegaba lleno de esperanzas y con un sólido bagaje artístico; en Londres se había distinguido y había aprendido todos los trucos del oficio; había ganado una medalla de oro en un concurso de escultura, contaba con amigos, admiradores y mecenas. Pero durante el viaje de regreso, ocurrió un incidente que interrumpió casi por completo su carrera artística y que hizo que Samuel recordara la admiración que despertaron en él las clases de sus profesores de Yale, sobre la electricidad. Cierta noche, durante la cena, el Dr. Jackson, habló de los recientes descubrimientos en materia de electromagnetismo y los experimentos de Ampére, y mencionó la longitud del alambre en la bobina de un magnetoimán que se usaba; entonces, uno de los pasajeros quiso saber si no se frenaba la velocidad de la electricidad dada la longitud del alambre. Y el doctor explicó que el fluido pasaba instantáneamente a lo largo de cualquier longitud de alambre, citando los experimentos del propio Benjamín Franklin. Samuel Morse comentó que "si la presencia de la electricidad podía hacerse visible en cualquier parte del circuito, ello haría posible transmitir mensajes instantáneamente por medio de la electricidad.". La conversación pasó a otro tema, pero nadie pudo imaginar esa observación del pintor Morse contenía el germen de uno de los más importantes inventos de la historia.

El caso es que Morse, ya en Nueva York, tras unos cuantos días de intenso trabajo, completó un esquema del aparato que había imaginado, pero es sabido que, con frecuencia, las dificultades de un inventor no hacen sino empezar cuando la idea central se establece en su mente; y la aplicación práctica de un nuevo descubrimiento, junto con su triunfo en la aceptación del público en general. Samuel se pasó doce años perfeccionando el diseño del aparato que había concebido. Durante todos esos años dejó de pintar y tal cosa resintió su economía. Y aunque no poseía los conocimientos técnicos necesarios, él mismo hubo de proyectar y construir las distintas partes del primer transmisor telegráfico, la famosa llave- que era un conmutador eléctrico. Ya había resuelto el modo de hacer los tendidos de los alambres que aislaran la corriente eléctrica (postes de madera y barras transversales también de madera en que ubicaban aislantes de porcelana) Pero surgió un problema crucial ¿Cómo hacer para que el terminal recibiera un mensaje y lo descifrara? No le quedó más remedio que inventar el llamado Código Morse, que consistía en señales cortas y largas para representar las letras del alfabeto y algunos signos de puntuación. Además, en sus transmisiones experimentales descubrió que solo podía cubrir 32 kilómetros; para solventar este hecho, debía instalar relays para acoplarlos a línea telegráfica y hacer avanzar la señal otros 32 kilómetros y, así, sucesivamente para cubrir mayores distancias.

En 1836, tuvo listo su primer aparato telegráfico y solicito una patente para su invento y ayuda económica al gobierno para hacer una instalación y viajó a Europa para obtener patente en diversos países; fracasó en Inglaterra y en Francia, su gobierno declaró que el invento era de utilidad nacional y se apropió de la patente. Por fin, en 1843, el Congreso aprobó la suma de 30.000 dólares para construir la primera línea telegráfica entre Baltimore y Washington, que inaugurada el 24 de mayo de 1844. Y quien ha visto una película de la conquista del oeste sabe que este invento unió el país en todas sus direcciones; sin embargo, Samuel Morse, el pintor del célebre retrato de Lafayette, debió pleitear para mantener los derechos de su patente.

Morse, además, ensayó diversos procedimientos para la instalación de un cable submarino y consiguió introducir los daguerrotipos, primeros intentos de fotografía que Daguerre y Niepce habían introducido con éxito en Francia. En 1858 los gobiernos de Austria, Bélgica, Francia, Holanda, el Piamonte, Rusia, el Vaticano, Suecia, Toscaza y Turquía, como compensación por el uso de su sistema y sus aparatos, le asignaron una cantidad de 400.000 francos para que resolviera sus problemas financieros y viviera con tranquilidad y relativa prosperidad.

El 2 de abril de 1872, el telégrafo difundió al mundo que, rodeado de su familia, había muerto Samuel Morse.
***
La telegrafía se amplió al tipo dúplex y, en 1874, Edison inventó la cuádruplex, que permitía enviar, simultáneamente, dos mensajes en cada dirección, en 1915 se implantó la múltiple, que permitía enviar ocho o más mensajes y, a mediados de los años 20, apareció la máquina de teletipo y, años después, este procedimientos fueron sustituidos por los métodos inalámbricos de transmisión por ondas. 

miércoles, 14 de abril de 2021

14 DE ABRIL

He escrito miles de canciones entonando tu nombre,
te he buscado en cada mirada, en cada eco y en cada garganta silenciada
República, libertad hecha palabra, última esperanza para el hombre
llama de la libertad siempre encendida, nunca apagada

esperanza para que el hombre pueda vivir en libertad
y no tenga que preocuparse por el trabajo y llevar a casa pan y sustento
esperanza para que sea tratado con respeto y dignidad
esperanza tan necesaria como el aire y el pan como alimento

enarbolamos la bandera tricolor de la libertad
en cada lucha, en cada batalla, en cada frente
donde combatimos hasta caer heridos gravemente
en una guerra sin cuartel y sin piedad

pues eres nuestras esperanzas y nuestros sueños hechos realidad
querida república, dama de la libertad, la igualdad y la fraternidad
por la que siempre hemos luchamos hasta conocer la derrota
porque aunque portemos como arma la razón la ilusión quedó rota


sábado, 3 de abril de 2021

LAS TESIS DE ABRIL DE LENIN

El triunfo de la revolución permitió a miles de exiliados políticos, incluido Lenin, volver a Rusia. Poco después de su regreso a Rusia, Lenin publicó sus Tesis de abril, una continuación de su obra el imperialismo, estado supremo del capitalismo. En sus tesis, Lenin abogó por la destrucción del sistema capitalista creado por la burguesía en la primera oleada revolucionaria del siglo XIX y de la propia burguesía, que, tras haberse asentado en el poder, había abandonado la ola revolucionaria del pasado.
La crisis económica y la continuación en la guerra fueron claves para que los bolcheviques fueran captando apoyos entre las clases populares.


1. En nuestra actitud ante la guerra, que por parte de Rusia sigue siendo indiscutiblemente una guerra imperialista, de rapiña, también bajo el nuevo Gobierno de Lvov y Cía., en virtud del carácter capitalista de este Gobierno, es intolerable la más pequeña concesión al "defensismo revolucionario" (Lenin en este punto defiende que la única lucha permitida es la lucha de clases)

2. La peculiaridad del momento actual en Rusia consiste en el paso de la primera etapa de la revolución, que ha dado el poder a la burguesía por carecer el proletariado del grado necesario de conciencia y de organización, a su segunda etapa, que debe poner el poder en manos del proletariado y de las capas pobres del campesinado....

3. Ningún apoyo al Gobierno Provisional; explicar la completa falsedad de todas sus promesas, sobre todo de la renuncia a las anexiones. Desenmascarar a este gobierno, que es un gobierno de capitalistas, en vez de propugnar la inadmisible e ilusoria "exigencia" de que deje de ser imperialista... ( la renuncia a las anexiones será clave para la firma del tratado de Brest-Livstok con Alemania en 1918 al permitir a los territorios europeos controlados por el imperio ruso independizarse creándose los estados de Polonia, Letonia, Estonia, Lituania y Finlandia)

4. Reconocer que, en la mayor parte de los Soviets de diputados obreros, nuestro partido está en minoría y, por el momento, en una minoría reducida, frente al bloque de todos los elementos pequeñoburgueses y oportunistas -sometidos a la influencia de la burguesía y que llevan dicha influencia al seno del proletariado-, desde los socialistas populares y los socialistas revolucionarios hasta el Comité de Organización (Chjeídze, Tsereteli, etc.), Steklov, etc., etc.
Explicar a las masas que los Soviets de diputados obreros son la única forma posible de gobierno revolucionario (...).

5. No una república parlamentaria -volver a ella desde los Soviets de diputados obreros sería dar un paso atrás- sino una república de los Soviets de diputados obreros, braceros y campesinos en todo el país, de abajo arriba.
Supresión de la policía, del ejército y de la burocracia.

6. En el programa agrario, trasladar el centro de gravedad a los Soviets de diputados braceros. Confiscación de todas las tierras de los latifundios. Nacionalización de todas las tierras del país, de las que dispondrán los Soviets locales de diputados braceros y campesinos (...). (A pesar de haber promulgado la nacionalización de las tierras, Lenin en la Nueva Política Económica (NEP) permitiría la propiedad privada de los campesinos. Sería Stalin quien promulgaría la nacionalización de las tierras por parte del estado)

7. Fusión inmediata de todos los bancos del país en un Banco Nacional único, sometido al control de los Soviets de diputados obreros. (Economía planificada por el Estado)

8. No "implantación" del socialismo como nuestra tarea inmediata, sino pasar únicamente a la instauración inmediata del control de la producción social y de la distribución de los productos por los Soviets de diputados obreros (...)."

Tesis de Abril