martes, 17 de octubre de 2017

LA OSCURIDAD

"La culpa es como un saco de ladrillos: solo hay que descargarlo.” Es una de las frases que me repetía a mí mismo más de una vez. Sin embargo, qué fácil parecía decirlo y qué difícil era ponerlo en práctica.

Mientras camino por calles oscuras, la oscuridad de la noche me acompaña como una vieja amiga. Una eterna amante que nunca me abandona, apagada a mi alma ya mi vida como el aire que respiro. Nuestra vida siempre tiene luces y sombras y en esos claroscuros comienza la función.

Nuestra vida está construida en base a nuestras acciones. Como una pequeña ciudad los edificios van creciendo poco a poco cambiando el paisaje, modelando la desnuda silueta de nuestra vida dando forma a una pequeña city que saluda a los visitantes y que parece impasible y eterna  ante los ojos del mundo y de la gente, hasta que se que convierta en polvo besado por el tiempo y el clima y vuelva ser un ligero parpadeo de la mirada de Cronos en una película que tiene demasiados remakes.

Como todas las obras de teatro y como todas las películas, todo tiene una duración. Todo pasa y todo llega, pero lo nuestra es pasar. esa es la única verdad indiscutible. mientras escribimos nuestra historia, nos observan. A los dioses les gusta observar, y jugar con nuestras vidas y nuestros destinos. son una panda de bromistas:  nos dotan  de instintos, nos dan esta extraordinaria virtud, y ¿qué hacen luego? Nos utilizan para pasárselo en grande, para reírse de nosotros, para ver como quebrantamos las reglas. Ellos disponen las reglas y el tablero y son una panda de tramposos: mira, pero no toques; toca, pero no pruebes; prueba, pero no saborees. Y mientras nos llevan como marionetas de un lado a otro, ¿qué hacen? Se descojonan, ¡se parten el culo de risa! son una panda de sádicos y de manipuladores que nos manejan en sus hilos.

Pero ya ha llegado la hora de romper el tablero y de librarnos de su yugo. Pensar es dudar y nada más que dudar. Y esa duda es la semilla del cambio, de un mundo nuevo, de la rebelión. Los demonios me asaltan. La mayoría de las veces, nuestros demonios continúan ahí, agazapados en la sombra. Acechando infatigablemente el momento en que bajemos la guardia. Intentan acabar con nosotros, con nuestra mente, atacando con la duda, sembrando la semilla del rencor y del dolor, haciéndonos vagar por el desierto del mundo como un Caín desterrado lleno de odio.

Venimos de la nada; Tenemos hijos, que se encuentran atados a este infierno al igual que nosotros, y volvemos a la nada. No hay nada más. La existencia es algo fortuito. No hay ningún patrón salvo el que imaginamos cuando nos quedamos mirando fijamente durante mucho tiempo. No tiene ningún sentido, salvo el que decidimos imponer.

Entonces renaceré, libre de garabatear mi propio diseño sobre el lienzo en blanco, en cuestiones morales, que es este mundo. Solo el hombre es dueño de su destino.

Pero ¿y si estoy equivocado? Soy humano, a veces me confundo... Así empieza todo, la duda, la fiebre, la ira, la sensación de impotencia total  que nos infunde crueldad. Y mientras me hundo en mis pensamientos, la oscuridad sale de la tumba y se eleva en el aire. La vida es sólo una pequeña luz entre dos grandes oscuridades.

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