martes, 16 de junio de 2015

LA NUEVA RETÓRICA DE PERELMAN


Chaim Perelman publica en 1958 su tratado de la argumentación con el subtítulo “La nueva retórica”. En este tratado Perelman propone lo que el llama una filosofía regresiva, algo que se oponía a lo que él denominaba filosofías primeras. Dentro de estas filosofías primeras incluye todos los sistemas occidentales desde Platón hasta Geiderguer. Todos estos sistemas fueron considerados por Perelman de dogmáticos y cerrados. Pues según él se fundamentaba en principios absolutos y valores, y verdades primeras, es decir, prácticamente incuestionables. Frente a esta filosofía cerrada Perelman propone una nueva filosofía abierta, es decir, inconclusa. Con el acento puesto en los argumentos que por definición son siempre revisables. En este momento con esta nueva aportación de Perelman es necesario revisar los límites de la persuasión.

La persuasión es un fenómeno inductivo, que consiste en defender o sostener determinadas tesis con la finalidad de lograr una adhesión no violenta por parte de mis interlocutores. Es un mecanismo ideológico. La persuasión es psicológica y se mueve en el ámbito de las ideologías. La única herramienta de la persuasión es el lenguaje. De tal modo que aquel que sepa construir buenos argumentos tendrá el poder de persuadir a los demás. Por este motivo, podemos definir la persuasión como un arte político, periodístico y judicial. Perelman sostiene además, que en la persuasión hay algo más que convencimiento del otro. En esa persuasión él subraya un elemento muy importante, la emoción. El componente emocional de esa forma de argumentar.

Aunque persuasión y convencimiento son conceptos cuyas fronteras no están muy definidas, no ocurre lo mismo con la manipulación, ya que la frontera entre persuasión y manipulación tiene unos límites.

En la manipulación hay una intencionalidad previa que nada tiene que ver con la persuasión o el convencimiento. Esto se debe a que no se respeta la capacidad del interlocutor para razonar su elección de adherirse o no a mis argumentos. De todas las manipulaciones posibles la periodística es la más sutil. Pues normalmente no se recurre a la mentira para manipular, sino a la ocultación de datos o informaciones, a la creación de pseudoacontecimientos que ocultan otras cuestiones importantes, se manipula también a los receptores con el exceso de información y con la tergiversación de argumentos. En periodismo estas manipulaciones tiene un propósito claro, utilizar un hecho informativo para ponerlo al servicio de una ideología o una política determinada. Así la interpretación interesada de los acontecimientos noticiosos y la falta de claridad en el lenguaje son formas comunes de manipular a la audiencia.

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