miércoles, 24 de diciembre de 2014

SALMO DE UN ATEO

Padre Nuestro, de todos nosotros
De los sin techo y de los ricos y poderosos
De los desheredados, de los sin voz y los olvidados
de los ateos, agnósticos y creyentes 

De aquellos, de unos y de otros
todos insignificantes a tus ojos
nunca en tus plegarias, siempre despreciados
siempre ignorados, nunca presentes

¿Cuál es tu Reino? ¿El Vaticano? ¿la alta política? ¿la Banca? ¿el olvido?
Mi reino es el lugar de las injusticias, cada lugar que existe en el mundo
Baja a la tierra y verás la obra de tus hijos, todos descarriados y perdidos
Baja de tu cielo y verás tu Tierra Prometida, tu Edén hundiéndose cada vez más profundo

Mientras nos das el pan nuestro de cada día  que son
migajas de violencia, guerras, enfermedades, miseria, y muerte
¿Qué haces por nosotros cuando rezamos? ¿escuchas cada oración?
Si lo haces ¿por qué toleras las injusticias y nos abandonas a tu suerte?

Terminaré este salmo renegando de ti, dejando de ser un hijo de Abel
siempre leal, siempre creyente, siempre fiel
prefiero ser un hijo de Caín, dotado de inteligencia y dudas, un renegado 
Padre ciego, sordo, mudo y desalmado

jugaste el mundo y nuestra vidas a una partida de dados
y la suerte te abandonó y nosotros sufrimos las consecuencias de tu error
padeciendo muerte, sufrimiento, desprecio, angustia y dolor
Padre, nunca presente, siempre ausente ¿por qué nos Nos has abandonado?

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