Sin lugar a dudas, la Guerra Civil Española ha sido el acontecimiento más importante acaecido en este país durante la primera mitad del siglo XX. Mucho se ha escrito sobre este tema: son innumerables las referencias a ella en novelas, libros y el cine español. Pero, sin embargo, en mi humilde opinión lo mejor que se ha escrito sobre este tema viene de la mano de Arturo Barea y su obra La forja de un rebelde.
La figura de Arturo Barea
Arturo Barea nació en Badajoz el 20 de septiembre de 1897. Tras la muerte de su padre a los 34 años, Barea se traslada a Madrid junto a su madre y sus hermanos. Barea tuvo la oportunidad de estudiar y tener una educación gracias a unos tíos acomodados mientras su madre y sus hermanos siguieron con su vida humilde. Tras la muerte de su tío, abandonó los estudios a los trece años y empezó a trabajar de aprendiz en un comercio, donde demostró su talento y su gran inteligencia, terminando en un banco hasta 1914. En 1920 le enrolaron en la Guerra de Marruecos, donde conoció a Millán Astray y a Franco y vivió la derrota de Annual en 1921.
Tras la caída de la dictadura de Primo de Rivera y la proclamación de la Segunda República, Arturo Barea muestra su compromiso con el nuevo régimen y las esperanzas que conlleva: se afilia a la UGT y, durante la Guerra Civil Española, realiza diversas misiones culturales y propagandísticas: fue responsable del servicio de censura de la prensa extranjera en el Ministerio de Estado el cuál operaba desde el edificio de la Telefónica de la Gran Vía madrileña. Fue allí donde vivió el asedio fascista y los bombarderos contra la ciudad republicana. Participó en la radio bajo el pseudónimo de La Voz desconocida de Madrid.
En 1938 se casó con la periodista austriaca Ilse Kulcsar, figura clave para la traducción de sus obras al inglés. Tras la victoria fascista el 1 de abril de 1939, Barea parte al exilio hacía Inglaterra donde continuó su obra literaria hasta su muerte el 24 de diciembre de 1957. La lápida de su tumba fue colocada por Olive Renier tras la muerte de Ilse en Viena en 1972. Renier escribió sobre Barea:
"Yo erigí la lápida, pero fuí incapaz de encontrar palabras que expresaran mis sentimientos por aquellas cuatro personas, cuya causa (aunque ellos decían encontrarse entre los afortunados), era el símbolo de las enormes causas perdidas de nuestra generación- la causa de España, la de los judíos, la de la socialdemocracia en Alemania, en Italia, en fin, en toda Europa."
Allí trabajó para la BBC en español. Desgraciadamente no se conservan los programas pero se puede escuchar su voz en una entrevista en el espacio Ondas del ayer de Radio 5. En noviembre de 2017 una iniciativa popular nombró una plaza con su nombre en Lavapiés.
La obra de Barea: La Forja de un rebelde
Todos sus libros fueron publicados, primero en inglés y después en castellano, a excepción de los 20 cuentos de guerra Valor y Miedo: relatos, publicados en Barcelona en 1938. Posiblemente, su obra más importante es la trilogía La forja de un rebelde, publicada en 1951. Esta obra es una demostración de su control creativo, con una gran veracidad y realismo, como queda demostrado en las descripciones de los personajes, los ambientes y las ideas que rodearon su juventud y su madurez.
Esta obra autobiográfica fue escrita en Inglaterra entre 1940 y 1945. La primera parte (la Forja) narra la infancia de Barea, donde tuvo la oportunidad de aprender gracias a unos tíos acomodados. Demostró una gran inteligencia y avidez desde pequeño, donde observó también las contradicciones de clases entre sus compañeros, entre aquellos que tenían una vida humilde y aquellos que tenían dinero y poder. La Forja es la toma de conciencia de Arturo Barea, de la observación de la cruda realidad, de la distinción entre clases sociales que le marcaron su compromiso con la búsqueda y la lucha por un mundo más humano y más justo.
En la Segunda parte (La Ruta) Barea fue llamado para el servicio militar, donde le aceptaron como dibujante y tuvo la esperanza de aprender una especialidad, pero entonces le mandaron a África como topógrafo: Estuvo en Ceuta, en la construcción de la pista de Hámara, en Tetuán, y en las operaciones de Beni-Arós, al igual que en las de Melilla, donde cayó enfermo de tifus, y tras 2 meses de permiso volvió a África. Después le ofrecieron ir a las líneas de fuego o sustituir al Sargento Cárdenas, tras ser ascendido a suboficial. En la oficina había varios compañeros, el Cabo Surribas, Romero el Sargento de almacén, Oliver el Sargento de caja y Fernández Sargento de Coronela.
En todo el tiempo que Barea está en las oficinas, reflexiona sobre qué hacer cuando acabe el año de servicio militar que le queda, no sabe si seguir en el ejército y así tener algo que comer, o dejar el ejército e irse a Madrid y con lo que tiene ahorrado podría vivir 2 o 3 meses hasta que encontrase trabajo, Barea tenía ya 24 años, así que no le resultaría fácil encontrar trabajo. A Barea le entran las ganas de escribir un libro, ya que era una de sus ilusiones el ser escritor.
En Ceuta se encontró con Chuchin, una mujer guapa, y con ella se le convirtió la vida en una cosa tranquila y pacífica, a quien después tiene que dejar a su regreso a España tras licenciarse. En uno de los bares de Ceuta hace amistad con el pianista Alcalá-Galiano.
Más tarde, el Capitán Sancho era jefe de la comunicación en Morse. Le ofrece a Barea un puesto como telégrafo, pero Barea no acepta. Los reclutas analfabetos estaban condenados a resistir el choque brutal contra los ataques de los moros que aumentaban, fue el periodo de victorias de Abb-el-Krim.
Placa dedicada a Arturo Barea en Oxford |
Llegó un nuevo Coronel que procedía del Tercer Regimiento de Zapadores de Valencia, ya que el coronel había alcanzado el límite de edad y paso a la reserva. Barea se presenta ante él como el Sargento de mayoría. Este coronel revoluciona a toda la ciudad, ya que arresta a casi todos los soldados, cabos, sargentos...Tras los diversos hechos ocurridos en la operación contra Raisuni, el General Berenguer dimitió, y el General Burguete le sucedió como alto comisario de Marruecos, Millán Astray fue destituido tras el nombramiento de Franco como jefe de la Legión.
Raisuni se había aliado con Abd-el-Krim, por lo que el General Burguete entablo negociaciones inmediatas con Raisuni. De un día a otro estaba cercado en Tazarut a merced del Gobierno Español. Al Raisuni se le restauraron sus honores principescos, le pagaron una importante indemnización y las tropas se retiraron del yébel Alam. El General Burguete estaba despidiendo gente de acuerdo con la lista que el Raisuni le había ofrecido, Franco al igual que todos los demás estaban furiosos, y por ello la Legión quería levantarse.
Al mismo tiempo tenían negociación con Abd-el-Krim para el rescate de los prisioneros que tenia. Durante la Gran Guerra en Madrid tuvieron grandes problemas, estaban al borde de una revolución, la plebe se las había manejado para hacerle al Rey responsable de lo sucedido en Marruecos. Intentan proclamar la República y hacerles abandonar Marruecos.
A Barea le quedaba poco tiempo de servicio militar, se puso enfermo y le recomienda volver a Madrid. El mismo día que Barea marcha a Madrid, también lo hace el Sargento Manzanares porque le dieron un tiro. A su llegada a Madrid le esperaban en las estación de Atocha su madre y su hermano, su hermana estaba ya casada. Al día siguiente Barea se va a la Puerta del Sol a esperar cruzarse con Don Agustín, quien le da un trabajo. Se encuentra con su amigo Antonio Calzada. Y otro día se encuentra con el Comandante Tabasco, quien le cuenta que en España todo va a cambiar.
Todos esperaban algo grave y violento hasta que en los días del 12 al 13 de Septiembre de 1923 el General Primo de Rivera se proclamó a sí mismo dictador de España tras dar un golpe de Estado. El Gobierno dimitió, algunos miembros huyeron al extranjero, y el Rey dio la aprobación, y España se convirtió en una dictadura. Primo de Rivera quería terminar con la guerra de Marruecos, pero por ello tendría problemas, ya que había gente que opinaba que no podía dejar Marruecos hasta que no estuviera completamente conquistado, ya que Marruecos era un Protectorado Español, y por otro lado estaban los cientos de personas del ejército español que estaban allí, que vivían de aquella guerra.
En 1925 las tropas de Abd-el-Krim y las del Raisuni se habían unido para echar a las tropas españolas de Xauen, quienes después se pelearon por el territorio. Abd-el-Krim hizo prisionero al Raisuni, y este murió. Mientras tanto Mohammed, hermano de Abd-el-Krim, fue a Londres para publicar unas declaraciones en las que prometía la paz en cuanto las naciones europeas reconocieran la República del Rif. Tras este hecho se volvieron más frecuentes las incursiones y emboscadas a la zona francesa, y estos comenzaron una ofensiva en Abril. En Mayo Primo de Rivera negocio un armisticio de 3 meses con Abd-el-Krim.
Raisuni se había aliado con Abd-el-Krim, por lo que el General Burguete entablo negociaciones inmediatas con Raisuni. De un día a otro estaba cercado en Tazarut a merced del Gobierno Español. Al Raisuni se le restauraron sus honores principescos, le pagaron una importante indemnización y las tropas se retiraron del yébel Alam. El General Burguete estaba despidiendo gente de acuerdo con la lista que el Raisuni le había ofrecido, Franco al igual que todos los demás estaban furiosos, y por ello la Legión quería levantarse.
Al mismo tiempo tenían negociación con Abd-el-Krim para el rescate de los prisioneros que tenia. Durante la Gran Guerra en Madrid tuvieron grandes problemas, estaban al borde de una revolución, la plebe se las había manejado para hacerle al Rey responsable de lo sucedido en Marruecos. Intentan proclamar la República y hacerles abandonar Marruecos.
A Barea le quedaba poco tiempo de servicio militar, se puso enfermo y le recomienda volver a Madrid. El mismo día que Barea marcha a Madrid, también lo hace el Sargento Manzanares porque le dieron un tiro. A su llegada a Madrid le esperaban en las estación de Atocha su madre y su hermano, su hermana estaba ya casada. Al día siguiente Barea se va a la Puerta del Sol a esperar cruzarse con Don Agustín, quien le da un trabajo. Se encuentra con su amigo Antonio Calzada. Y otro día se encuentra con el Comandante Tabasco, quien le cuenta que en España todo va a cambiar.
Todos esperaban algo grave y violento hasta que en los días del 12 al 13 de Septiembre de 1923 el General Primo de Rivera se proclamó a sí mismo dictador de España tras dar un golpe de Estado. El Gobierno dimitió, algunos miembros huyeron al extranjero, y el Rey dio la aprobación, y España se convirtió en una dictadura. Primo de Rivera quería terminar con la guerra de Marruecos, pero por ello tendría problemas, ya que había gente que opinaba que no podía dejar Marruecos hasta que no estuviera completamente conquistado, ya que Marruecos era un Protectorado Español, y por otro lado estaban los cientos de personas del ejército español que estaban allí, que vivían de aquella guerra.
En 1925 las tropas de Abd-el-Krim y las del Raisuni se habían unido para echar a las tropas españolas de Xauen, quienes después se pelearon por el territorio. Abd-el-Krim hizo prisionero al Raisuni, y este murió. Mientras tanto Mohammed, hermano de Abd-el-Krim, fue a Londres para publicar unas declaraciones en las que prometía la paz en cuanto las naciones europeas reconocieran la República del Rif. Tras este hecho se volvieron más frecuentes las incursiones y emboscadas a la zona francesa, y estos comenzaron una ofensiva en Abril. En Mayo Primo de Rivera negocio un armisticio de 3 meses con Abd-el-Krim.
En verano Barea recibió una carta de Córcoles desde Marruecos, donde le cuenta que Franco ha presentado su dimisión y que todos los oficiales han declarado su solidaridad con él. Días después Barea leyó en un periódico que la guerra en Marruecos había comenzado de nuevo, el desembarco había sido hecho por el Coronel Franco a la cabeza de sus legionarios.
En la Tercera parte (la Llama) Arturo Barea describe el ambiente de la Guerra Civil española, donde el protagonista residente en el pueblo toledano de Novés observa la impunidad de los caciques frente a los campesinos. Estamos en pleno Bienio Negro: La república está en manos de Lerroux y la CEDA de Gil Robles quienes están destruyendo todas las reformas del gobierno republicano-socialista de Azaña y acaban de reprimir la Revolución Asturiana enviando al ejército. La situación social, política y económica es explosiva. Con la llegada de las elecciones generales del 36, Barea conseguirá organizar un mitin en el pueblo que devolverá por algunos momentos a sus habitantes más humildes la dignidad perdida.
El autor describe muy bien el ambiente de los primeros días de guerra en Madrid: en principio la vida cotidiana continua: hay una verbena en el Paseo del Prado, la gente sale el domingo a comer en el campo... Pero bien pronto los tiroteos callejeros y los bombardeos nocturnos avisan a los madrileños de que la guerra va en serio.
Si bien al principio el protagonista está convencido de querer colaborar con la República desde su puesto de censor de la prensa , los bombardeos indiscriminados, la falta de disciplina de los milicianos, el abandono de los refugiados y las disputas en mismo seno del bando republicano van a ir minando su moral y sus nervios.
La crónica de Barea es el fiel reflejo de las crudezas de la Guerra Civil: de la lucha contra la miseria de los que están atrapados en medio de una guerra cruel y amarga. Sus simpatías siempre son para un pueblo que consigue su dignidad luchando y haciéndose matar por quienes les han oprimido durante siglos.
El final de Arturo Barea es el de los perdedores, el de los muchos españoles que salieron del país por la puerta de atrás del exilio, solo que él supo dejarnos estás crónicas sinceras, uno de los mejores testimonios de nuestro desastre colectivo:
"Le hablé de la guerra, repugnante porque enfrentaba a hombres de la misma sangre unos contra otros, en una guerra de dos Caínes. Una guerra en la cual sacerdotes eran fusilados en las afueras de Madrid y sacerdotes daban su bendición al fusilamiento de pobres labradores. (...) Millones como yo, que amaban sus gentes y su pueblo, estaban destruyendo, o ayudando a destruir, aquel pueblo y aquellas gentes tan suyas. Y lo peor es que ninguno de nosotros tenía el derecho de permanecer neutral".
Ver más: http://ensenadaderiazor.blogspot.com.es/2014/07/trilogia-la-forja-de-un-rebelde_9.html
ResponderEliminarUna joya de la literatura histórica. Me ha encantado como desde una óptica sensible y comprometida narra sus vivencias en una época de convulsiones sociales como pocas se vivieron en España
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