domingo, 27 de julio de 2014

ANTONIO MACHADO

Este poeta sevillano nacido en 1875 dejó un gran legado dentro del Modernismo español y formó parte de la denominada Generación del 98, siendo elegido miembro de número de la Real Academia Española. Algunos de sus libros publicados más importantes fueron "Soledades", "Campos de Castilla" y "La Guerra".

Resumió su infancia como «recuerdos de un patio de Sevilla / y un huerto claro donde madura el limonero». Poco duró aquella primera etapa andaluza. Su familia se trasladó a Madrid cuando Antonio tenía ocho años. Allí estudió en la Institución Libre de Enseñanza junto a su hermano Manuel, un año mayor. Deslumbrados por la vida bohemia de la capital, participaban en tertulias literarias y acudían a cafés y tablaos. Entablaron relación con intelectuales y artistas y comenzaron a escribir, primero en algunas revistas de la época, como Helios o Blanco y Negro, y luego como autores teatrales. Firmaron a cuatro manos obras dramáticas como 'La Lola se va a los puertos', antes de que las diferencias ideológicas abrieran un abismo insalvable entre ambos.

Realizó sus estudios en la Institución Libre de Enseñanza y posteriormente completa sus estudios en los institutos San Isidro y Cardenal Cisneros. En 1893 publicó sus primeros escritos en prosa, mientras que sus primeros poemas aparecieron en 1901. Las penurias económicas familiares por la muerte de su padre, primero, y de su abuela paterna -doña Cipriana Álvarez-, después, lo llevaron a una vida bohemia y disipada de teatro, tertulias de café… no acabó el bachillerato hasta el año 1900. Viajó a París en 1899,donde conoció a Oscar Wilde y descubrió la obra de Verlaine, cuyo influjo simbolista zarandeó sus cimientos como poeta emergente. ciudad que volvió a visitar en 1902, año en el que conoció a Rubén Darío, del que será gran amigo durante toda su vida.

En Madrid participó del mundo literario y teatral, formando parte de la compañía teatral de María Guerrero y Fernando Díaz de Mendoza. En 1907 obtiene la cátedra de Francés en Soria. Tras un viaje a París con una beca de la Junta de Ampliación de Estudios para estudiar filosofía con Bergson y Bédier, fallece su mujer - con la lleva casado tres años - y este hecho le afecta profundamente. Pide el traslado a Baeza, donde continúa impartiendo francés entre 1912 y 1919, y posteriormente se traslada a Segovia buscando la cercanía de Madrid, destino al que llega en 1932. Durante los años que pasa en Segovia colabora en la universidad popular fundada en dicha ciudad.

En 1927 ingresó en la Real Academia y un año después conoció a la poetisa Pilar de Valderrama, la "Guiomar" de sus poemas, con la que mantiene relaciones secretas durante años. Nunca llegó a pronunciar el discurso de ingreso. Durante los años veinte y treinta escribió teatro en compañía de su hermano, también poeta, Manuel, estrenando varias obras entre las que destacan La Lola se va a los puertos, de 1929, y La duquesa de Benamejí, de 1931. En 1932 recibe un homenaje en su querida Soria ). Cuando estalló la Guerra Civil española estaba en Madrid. Posteriormente se trasladó a Valencia, y Barcelona, y en enero de 1939 se exilió al pueblo francés de Colliure, donde murió en febrero

Durante los años veinte y treinta escribió teatro en colaboración con su hermano Manuel.

“Aquellas horas, Dios mío, tejidas todas ellas con el lino más puro de la esperanza, cuando unos pocos viejos republicanos izamos la bandera tricolor en el Ayuntamiento de Segovia!…” A. Machado

Con las primeras hojas de los chopos y las últimas flores de los almendros, la primavera traía a nuestra República de la mano"
A. Machado

Con estas palabra, seis años después y en plena guerra, recordará Antonio Machado lo que para él significo la proclamación de la República.

Afiliado desde el año 1926 a Acción Republicana y posteriormente a Izquierda Republicana en aquella fusión promovida desde el republicanismo por D. Manuel Azaña, D. Antonio dedicó los años que le quedaban de vida a luchar con su pluma y su verso por el desarrollo y mantenimiento de la República.

RECUERDO: EL 14 DE ABRIL EN SEGOVIA 

Era un hermoso día de sol. Con las primeras hojas de los chopos y las últimas de los almendros llegaba, al fin, la segunda y gloriosa República Española. ¿Venía del brazo de la primavera? La canción infantil que yo oía cantar, o soñé que se cantaba en aquellas horas, lo decía de este modo:

La primavera ha venido
y don Alfonso se va.
Muchos duques lo acompañan 
hasta cerca de la mar.
Las cigüeñas de las torres
quisieron verlo embarcar.
Fue un día profundamente alegre, muchos que éramos viejos no recordábamos otro más alegre, un día maravilloso en que la naturaleza y la historia parecían fundirse para vibrar juntas en el alma de los poetas y en los labios de los niños. 

Mi amigo Antonio Ballesteros y yo alzamos juntos la bandera tricolor en el Ayuntamiento. Se cantó la Marsellesa, sonaron los compases del Himno de Riego. La Internacional no había sonado todavía. Era muy legítimo nuestro regocijo. La República había venido por sus cabales, de un modo perfecto, como resultado de unas elecciones. Todo un régimen caía sin sangre, para asombro del mundo. Ni siquiera el crimen profético de un loco, que hubiera eliminado a un traidor, turbó la faz de aquellas horas. 
La República salía de las urnas acabada y perfecta, como Minerva de la cabeza de Júpiter".

Así recuerdo yo el 14 de abril de 1931.

Desde aquel día –no sé si vivido o soñado- hasta el día de hoy, en que vivimos demasiado despiertos y nada soñadores, han transcurrido seis años repletos de realidades que pudieran estar en la memoria de todos. Sobre esos seis años escribirán los historiadores del porvenir muchos miles de páginas, algunas de las cuales, acaso, merecerán leerse. Entre tanto, yo los resumiría con unas pocas palabras.

Unos cuantos hombres honrados, que llegaban al poder sin haberlo deseado, acaso sin haberlo esperado siquiera, pero obedientes a la voluntad progresiva de la nación, tuvieron la insólita y genial ocurrencia de legislar atenidos a normas estrictamente morales, de gobernar en el sentido esencial de la historia, que es del porvenir. Para estos hombres eran sagradas las más justas y legítimas aspiraciones del pueblo; contra ellas no se podía gobernar, porque el satisfacerlas era precisamente la más honda razón de ser de todo gobierno.

Y estos hombres, nada revolucionarios, llenos de respeto, mesura y tolerancia, ni atropellaron ningún derecho ni desertaron de ninguno de sus deberes. Tal fue, a grandes rasgos, la segunda gloriosa República española, que terminó, a mi juicio, con la disolución de las Cortes Constituyentes. Destaquemos este claro nombre representativo: Manuel Azaña..

Extracto de sus escritos en Rocafort en abril de 1937 (ver foto 4) en los que el poeta recuerda la proclamación de la República en Segovia y analiza los seis años de la II República.

Es uno de los impulsores de las Misiones Pedagógicas, iniciativa lanzada en mayo de 1931 por el Gobierno Provisional. El 7 de abril de 1934 encabeza la firma de un manifiesto “Contra el terror nazi” y a favor del excarcelamiento del dirigente comunista alemán Thaelmann, preso e incomunicado por el régimen. “A partir de estos momentos, consciente del peso de su nombre y de la obligación moral de ponerlo al servicio de la democracia, Machado no dudará en firmar todos los manifiestos antifascistas que se le pongan por delante. Quizás ningún intelectual de la República hará tanto en este sentido.”

A principio de 1935 se produce la invasión de Abisinia por la Italia fascista y el 6 de noviembre Machado firma una enérgica protesta contra la acción italiana. Hechos de esta índole se suceden a lo largo de los años hasta febrero de 1939. Nada más comenzar la guerra se funda en Madrid la Alianza de Intelectuales Antifascistas. Machado se adhiere a ella enseguida.

En la Guerra Civil permanece en Madrid participando en las publicaciones republicanas y haciendo campaña literaria. En 1939 es evacuado a Valencia, donde colabora en Hora de España y participa en el Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura, y de allí a Barcelona, desde donde cruza los Pirineos hasta Coillure. Allí fallece al poco tiempo de su llegada.

Fue un 22 de febrero, frío y lluvioso, en Colliure, el pequeño pueblito del sur de Francia, cuando cansado y desgastado por la enfermedad y el dolor de una España asesinada, (como años después, en 1973, le ocurriera a otro poeta viejo y hundido como él por saber a su país traicionado y vendido por otro dictador, el general felón Pinochet), en que muere Antonio Machado tal y como había predicho mucho antes en su poema Retrato:

“Y cuando la hora llegue del último viaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.”

3 comentarios:

  1. Mi poeta preferido un hombre sabio y honesto que no le gustaba n las alabanzas ni las academias por eso nunca termino el discurso de ingreso ;siempre en mis recuerdos.

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  2. Mi referenci, no sólo poética o literaria. Con él,siento a mi pueblo.

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  3. Gracias por tan importante publicación, un gran poéta,muy humano, luchador al servicio de su pueblo ."Caminante no hay camino se hace camino al andar".Saludos cordiales.

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