viernes, 18 de octubre de 2013

EVOLUCIÓN LITERARIA



Hay miles y miles de escritores que saben que, salvo algunos elegidos, no se puede vivir de la literatura, y esto no es nuevo. En el siglo XVIII el público lector era muy escaso; de ahí que la mayor parte de los escritores provenían de familias acomodadas por lo que no tenían necesidad de trabajar; también, es necesario saber que, para escribir, Boileau dictó las reglas del buen gusto, que fueron aceptadas por la Academia y había que ceñirse a ellas. Ya en el siglo XIX se produjo una especie de revolución en la organización de la prensa, se editaron revistas mensuales y La Revue des Deux Mondes, empezó a publicar novelas y poesías; se crearon gabinetes de lectura donde los jóvenes iban a leer las obras recién editadas. Se publicaron más periódicos y se crearon "bibliotecas de préstamo" (Alemania), e imitando a Inglaterra, apareció el primer periódico con anuncios pagados; también, el público pudo comprar ejemplares sueltos. Los libreros se habituaron a observar los gustos de los lectores para calcular la cantidad de ejemplares al editar una novela. Por lo dicho al comienzo, Lamartine, vendió parte de sus obras antes de haberlas escrito. En 1823, le escribía a un amigo: "Acabo de vender en 14.000 francos, al contado, mi último tomo de las Meditaciones y tuve que escribirlo", pero, su Viaje a Oriente le produjo cerca de 100.000 y la Historia de los Girondinos los 400.000 francos que necesitaba para cubrir sus deudas. Alejandro Dumas, empleaba escritores jóvenes para cumplir con la entrega de novelas que le pedía su librero, con las que ganó muy cerca de 1.000.000 de francos.

Los periódicos pusieron de moda los folletines - que eran trozos de novelas - que llevaban al final su marca de fábrica "continuará". Por otra parte, se dictaron leyes sobre los derechos de autor y se firmaban contratos entre autores y editores o directores de teatro. Es decir, la profesión de escritor llegó a ser un medio de ganar una subsistencia regular. Se publicaron más libros y obras de teatro, aumentó el número de lectores y de espectadores: la literatura y el teatro pasaron a ocupar un lugar en la vida de la sociedad y la literatura misma cambió dando paso al romanticismo.

El romanticismo había empezado en los países del norte; pero los escritores más celebres fueron franceses. Chateaubriand, nacido en 1768, de una familia noble de Bretaña, quiso combatir la filosofía del siglo XVIII y buscar la inspiración literaria en la religión cristiana. Escribió novelas poéticas, Átala, en la que empezó a describir paisajes de América, luego René, en la que apareció por primera vez en Francia el tipo de joven melancólico y desesperado. Se hizo célebre con Los mártires, la primera novela histórica francesa. Con él comenzó una nueva forma de literatura, el romanticismo francés.

Los grandes poetas aparecieron en tiempos de la Restauración. Fue primeramente Lamartine, nacido en 1790, en Macón, de familia noble. Se hizo célebre de pronto por su primera publicación, Las Meditaciones, serie de composiciones líricas en que expresaba sus sentimientos.
Víctor Hugo, nacido en 1802, hijo de un general del Imperio, comenzó de estudiante a escribir versos y novelas. Antes de cumplir los dieciocho años fundó con algunos amigos una revista anexa a un periódico realista. Escribió primeramente Odas dedicadas a la familia real, se dio a conocer entre la juventud por el Prólogo de Cromwell , luego por su colección de poesías, las Orientales, que le convirtió en el poeta de moda. Se transformó en un personaje célebre después de 1830, a la vez por la serie de sus dramas y por su gran novela histórica Nuestra Señora de París. El último de sus dramas. Los burgueses, fue mal acogido por el público, y no volvió a escribir para la escena.
Al mismo tiempo aparecía un poeta lírico cuya fama fue menos brillante, Alfred de Vigny (1793-1863), autor de poesías filosóficas y de una novela histórica, Cinco de Marzo. Alfredo de Musset (1810-1857) se dio a conocer muy joven con poesías líricas en las que expresaba sus tristezas. Luego escribió en prosa sus Comedias y Proverbios, colección de obras cortas de teatro imitadas sobre todo de las comedias de Shakespeare, en un lenguaje de una elegancia y gracia muy raras entre los románticos.

Fueron también muy admiradas en aquel tiempo las obras líricas de Casimiro Delavigne (1792-1843), sobre todo las Mesenianas, y más tarde los Yambos, de Barbier (1805-1882), escritos en honor a la Revolución de 1830.
Teófilo Gautier, amigo de Víctor Hugo, comenzó con poemas románticos, pero se dio a conocer sobre todo con Viajes en prosa y novelas históricas.
.Al mismo tiempo los románticos transformaban la novela y hacían de ella el principal género literario en prosa del siglo XIX, Chateaubriand había empezado con Los mártires y Los Natchez. Los poetas mismos, Lamartine, Víctor Hugo, Alfredo de Vigny, Musset, todos escribieron novelas. Pero el público se había apasionado principalmente con las novelas históricas inglesas de Walter Scott. Alejandro Dumas escribió entonces para el lector menos exigente una serie de novelas (la más célebre fue Los tres mosqueteros), relatos de aventuras muy divertidos, pero faltos de estilo. Los grandes novelistas fueron los que intentaron representar la sociedad de su tiempo: Mérimée, y sobre todo Jorge Sand y Balzac.

Aurora Dudevant, nacida en 1804, había dejado a su marido para establecerse en París con sus dos hijos. Escribía para ganarse la vida, con el seudónimo de Jorge Sand. Se hizo célebre por una novela, Indiana, enteramente romántica. Vivió luego algunos años con socialistas y escribió novelas humanitarias. Más tarde, en una serie de novelas campestres, que han seguido siendo las más célebres, representó los aldeanos del Berry, su país (1844-1852). Lo que pintaba con preferencia era el amor, la humanidad y la naturaleza y no le gustaba representar más que la belleza. "El espíritu humano, decía, no puede dejar de embellecer y elevar el objeto de su contemplación".
Balzac (1799-1850) comenzó con malas novelas históricas, luego fundó una empresa de librería que fracasó y le dejó cargado de deudas, para pagar las cuales hubo de escribir toda la vida. Puso en sus novelas personajes de su época, describiendo su aspecto exterior y todos los actos de su existencia con todo pormenor, y fijándose principalmente en los tipos más antipáticos, ambiciosos, bandidos, estafadores, gentes malas y mezquinas de la burguesía.

En esta misma generación, la Historia cambió de forma. Los historiadores románticos trataron de interesar a la masa general, refiriendo el pasado con pormenores pintorescos de color local, escenas violentas, y hasta dando cabida a sus sentimientos particulares, de modo que pareciera, un drama o una novela. Agustín Tierry (1795-1856) fue inducido por una novela histórica de Walter Scott a escribir su obra principal: Historia de la conquista de Inglaterra. Michelet (1798-1874), profesor de Historia, quiso hacer de esta ciencia "una resurrección". Emprendió una Historia de Francia, luego otra de la Revolución que le ocuparon hasta el final de su vida.

En tiempo de la Restauración el público se apasionó por los profesores que daban las enseñanzas públicas: Guizot, profesor de Historia; Cousin, de Filosofía; Villemain, de literatura. Aquellos profesores, que hablaban para un público numeroso y muy ignorante, empleaban formas oratorias que transformaron el discurso público en un género literario.

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