La importancia del primero de Mayo en la clase obrera consiste, por tanto, en la manifestación pública de la clase social productora internacional, con los mismos problemas y que lleva implícita la semilla de una sociedad sin clases, una concepción de la vida distinta a la actual dónde domina el dinero y los grandes negocios, que implica una organización de la vida humana enfocada a satisfacer sus necesidades y no a buscar el máximo beneficio.
Las luchas obreras consiguieron eliminar el trabajo infantil de las fábricas, el campo y las minas, se crearon los sindicatos y los partidos políticos socialistas que reivindicaban mejoras en las condiciones laborales, salariales y sociales de la clase trabajadora.
Las luchas obreras consiguieron eliminar el trabajo infantil de las fábricas, el campo y las minas, se crearon los sindicatos y los partidos políticos socialistas que reivindicaban mejoras en las condiciones laborales, salariales y sociales de la clase trabajadora.
El papel de las huelgas
Una huelga tiene como uno de sus objetivos el causar un daño a las ganancias obtenidas por la patronal para forzarla a aceptar una serie de exigencias de los trabajadores, pero no solamente eso. La huelga sirve para que la clase trabajadora visualice su situación como clase explotada, caiga en la cuenta de su poder y se facilite su capacidad de organización. Para todo eso, para acentuar la lucha de clases, es para lo que sirve, o debería servir, una huelga.
Una huelga general supone la paralización de todos y cada uno de los sectores de la producción. Sin embargo, no toda la clase trabajadora participa directamente en estos sectores. Algunos trabajadores permanecen en paro para evitar que crezca el precio de la fuerza de trabajo que contratan los patronos. Otros se encuentran en formación, para asegurar mano de obra cualificada o especializada. Otros están ya jubilados. Otros trabajan en sectores relacionados con los servicios. Estas actividades son reproductivas del sistema capitalista, pues aunque no son productoras contribuyen a mantener en funcionamiento el proceso de producción y explotación.
“La huelga es un derecho conquistado a base de esfuerzo, de lucha y de sangre por parte de los trabajadores, los patronos siempre se opusieron”,
Los empresarios rechazaron de inicio que los trabajadores pudieran asociarse. La formación de sindicatos y buena parte de las luchas en forma de huelga tuvieron como objetivo el derecho de asociación, que se consiguió, a duras penas, a lo largo del siglo XIX y en la primera mitad del XX, no sin algunas idas y vueltas.
Los logros de los trabajadores fueron la prohibición del trabajo infantil, el derecho a un permiso de maternidad, la indemnización del trabajador en caso de accidente laboral y la reducción de la jornada laboral a 8 horas diarias.
El papel de los sindicatos
La concentración de un elevado número de trabajadores en las fábricas y en los barrios obreros facilitó la movilización del proletariado y la creación de organizaciones para defender sus derechos.
Las asociaciones de trabajadores se formaron muy pronto; de hecho, algunas fueron transformaciones de los viejos gremios a la nueva situación industrial, pero todas las organizaciones estaban prohibidas, pues se consideraba que iban contra la libertad de empresa y de contrato. En Inglaterra se dieron las Combination Acts de 1799 y 1800, que prohibían explícitamente las organizaciones de trabajadores. En Francia se aprobó la famosa Ley Le Chapelier, por el nombre de su autor, en 1789, y que establecía el fin de los gremios y la libertad de poder ejercer cualquier trabajo u oficio y la libertad de empresa. También prohibía que se creasen organizaciones o asociaciones de empresarios, artesanos u obreros.
En el resto de Europa y Estados Unidos, el proceso de creación de sindicatos fue posterior. Los sindicatos nacionales aparecen en la segunda mitad del siglo XIX: en Alemania estaría la Asociación General de Trabajadores Alemanes de 1863, en Estados Unidos se crea en 1886 la AFL (American Federation of Labour), y en 1895 nace la CGT (Confédération Générale du Travail) francesa.
A finales del siglo XIX, la fuerza del sindicalismo es evidente, como lo demuestran su lucha por la jornada de ocho horas y la celebración reivindicativa en grandes manifestaciones del Primero de Mayo.
A finales del siglo XIX Chicago era la segunda ciudad en número de habitantes de EE.UU. Del oeste y del sudeste llegaban cada año por ferrocarril miles de ganaderos desocupados, creando las primeras villas humildes que albergarían a cientos de miles de trabajadores. Además, estos centros urbanos acogieron a emigrantes venidos de todo el mundo a lo largo del siglo XIX.
Una de las reivindicaciones básicas de los trabajadores era la jornada de 8 horas. El hacer valer la máxima: «ocho horas para el trabajo, ocho horas para el sueño y ocho horas para la casa». En este contexto se produjeron varios movimientos, en 1829 se formó un movimiento para solicitar a la legislatura de Nueva York la jornada de ocho horas. Anteriormente existía una ley que prohibía trabajar más de 18 horas, salvo caso de necesidad. Si no había tal necesidad, cualquier funcionario de una compañía de ferrocarril que hubiese obligado a un maquinista o fogonero a trabajar jornadas de 18 horas diarias debía pagar una multa de 25 dólares.
La American Federation of Labor (Federación Estadounidense del Trabajo) había resuelto que desde el 1 de mayo de 1886 la duración legal de la jornada de trabajo debería ser de ocho horas, yéndose a la huelga si no se obtenía esta reivindicación y recomendándose a todas las uniones sindicales que tratasen de hacer promulgar leyes en ese sentido en sus jurisdicciones. Esta resolución despertó el interés de las organizaciones, que veían la posibilidad de obtener mayor cantidad de puestos de trabajo con la jornada de ocho horas, reduciendo el paro.
A pesar de que el gobierno estadounidense se había comprometido a cumplir las reivindicaciones obreras, muchos estados no aplicaron la reducción de la jornada laboral provocando que el 1° de mayo de 1886, 200.000 trabajadores iniciaron la huelga mientras que otros 200.000 obtenían esa conquista con la simple amenaza de paro. Esta acción fue menospreciada por la prensa, la cual realizó una campaña de descrédito y difamación a los trabajadores, calificándolos de "antipatriotas", vagos y maleantes.
LOS MÁRTIRES DE CHICAGO
En Chicago los enfrentamientos entre esquiroles y huelguistas provocaron la intervención de la policía, cuya intervención mató a seis trabajadores e hirió a otros cuantos.
El redactor del Arbeiter Zeitung Fischer corrió a su periódico donde redactó una proclamaque terminaba convocando un acto de protesta para el día siguiente, el cuatro, a las cuatro de la tarde, en la plaza Haymarket. Dicha proclama era:
Trabajadores: la guerra de clases ha comenzado. Ayer, frente a la fábrica McCormik, se fusiló a los obreros. ¡Su sangre pide venganza! ¿Quién podrá dudar ya que los chacales que nos gobiernan están ávidos de sangre trabajadora? Pero los trabajadores no son un rebaño de carneros. ¡Al terror blanco respondamos con el terror rojo! Es preferible la muerte que la miseria. Si se fusila a los trabajadores, respondamos de tal manera que los amos lo recuerden por mucho tiempo. Es la necesidad lo que nos hace gritar: ¡A las armas!. Ayer, las mujeres y los hijos de los pobres lloraban a sus maridos y a sus padres fusilados, en tanto que en los palacios de los ricos se llenaban vasos de vino costosos y se bebía a la salud de los bandidos del orden... ¡Secad vuestras lágrimas, los que sufrís! ¡Tened coraje, esclavos! ¡Levantaos!
Se concentraron en la plaza de Haymarket más de 20.000 personas que fueron reprimidas por 180 policías uniformados. Un artefacto explosivo estalló entre los policías produciendo un muerto y varios heridos. La policía abrió fuego contra la multitud matando e hiriendo a un número desconocido de obreros.
Se declaró el estado de sitio y el toque de queda deteniendo a centenares de trabajadores que fueron golpeados y torturados, acusados del asesinato del policía.
El 21 de junio de 1886, se inició la causa contra 31 responsables, que luego quedaron en 8. Las irregularidades en juicio fueron muchas violándose todas las normas procesales de forma y de fondo, tanto que ha llegado a ser calificado de juicio farsa. Los juzgados fueron declarados culpables. Tres de ellos fueron condenados a prisión y cinco a la horca.
Una huelga tiene como uno de sus objetivos el causar un daño a las ganancias obtenidas por la patronal para forzarla a aceptar una serie de exigencias de los trabajadores, pero no solamente eso. La huelga sirve para que la clase trabajadora visualice su situación como clase explotada, caiga en la cuenta de su poder y se facilite su capacidad de organización. Para todo eso, para acentuar la lucha de clases, es para lo que sirve, o debería servir, una huelga.
Una huelga general supone la paralización de todos y cada uno de los sectores de la producción. Sin embargo, no toda la clase trabajadora participa directamente en estos sectores. Algunos trabajadores permanecen en paro para evitar que crezca el precio de la fuerza de trabajo que contratan los patronos. Otros se encuentran en formación, para asegurar mano de obra cualificada o especializada. Otros están ya jubilados. Otros trabajan en sectores relacionados con los servicios. Estas actividades son reproductivas del sistema capitalista, pues aunque no son productoras contribuyen a mantener en funcionamiento el proceso de producción y explotación.
“La huelga es un derecho conquistado a base de esfuerzo, de lucha y de sangre por parte de los trabajadores, los patronos siempre se opusieron”,
Los empresarios rechazaron de inicio que los trabajadores pudieran asociarse. La formación de sindicatos y buena parte de las luchas en forma de huelga tuvieron como objetivo el derecho de asociación, que se consiguió, a duras penas, a lo largo del siglo XIX y en la primera mitad del XX, no sin algunas idas y vueltas.
Los logros de los trabajadores fueron la prohibición del trabajo infantil, el derecho a un permiso de maternidad, la indemnización del trabajador en caso de accidente laboral y la reducción de la jornada laboral a 8 horas diarias.
El papel de los sindicatos
La concentración de un elevado número de trabajadores en las fábricas y en los barrios obreros facilitó la movilización del proletariado y la creación de organizaciones para defender sus derechos.
Las asociaciones de trabajadores se formaron muy pronto; de hecho, algunas fueron transformaciones de los viejos gremios a la nueva situación industrial, pero todas las organizaciones estaban prohibidas, pues se consideraba que iban contra la libertad de empresa y de contrato. En Inglaterra se dieron las Combination Acts de 1799 y 1800, que prohibían explícitamente las organizaciones de trabajadores. En Francia se aprobó la famosa Ley Le Chapelier, por el nombre de su autor, en 1789, y que establecía el fin de los gremios y la libertad de poder ejercer cualquier trabajo u oficio y la libertad de empresa. También prohibía que se creasen organizaciones o asociaciones de empresarios, artesanos u obreros.
En el resto de Europa y Estados Unidos, el proceso de creación de sindicatos fue posterior. Los sindicatos nacionales aparecen en la segunda mitad del siglo XIX: en Alemania estaría la Asociación General de Trabajadores Alemanes de 1863, en Estados Unidos se crea en 1886 la AFL (American Federation of Labour), y en 1895 nace la CGT (Confédération Générale du Travail) francesa.
A finales del siglo XIX, la fuerza del sindicalismo es evidente, como lo demuestran su lucha por la jornada de ocho horas y la celebración reivindicativa en grandes manifestaciones del Primero de Mayo.
CONQUISTAS OBRERAS: "Los derechos no se mendigan se conquistan"
El internacionalismo proletario es uno de los principios fundamentales de la ideología de la solidaridad internacional de los proletarios y de los trabajadores de todo el mundo. Las luchas obreras están interconectadas y las victorias en una parte del mundo se vuelven mundiales. Estos son algunos de los derechos conquistados:
- Sufragio universal: Una de las contribuciones más importantes de los partidos obreros ha sido la extensión del sufragio, convirtiendo los estados liberales en estados liberales democráticos.
- Eliminación del trabajo infantil
- Derecho a la baja por maternidad y paternidad
- Derecho al descanso
- Vacaciones anuales pagadas
- Derecho a una pensión llegado el momento de la jubilación
- Derecho a cobrar el desempleo si nos quedamos sin trabajo
- Jornada de 8 diarias
- Convenios colectivos
- Participación política: Creación de sindicatos y de partidos obreros (socialistas, comunistas)
- Aprobación de leyes que garantizan la seguridad en las fábricas.
Estos derechos están reconocidos por la Declaración de Derechos Humanos de 1948, en su artículo número 23 que los sintetiza en cuatro apartados:
DERECHOS DE LOS TRABAJADORES
Derecho Humano n.º 23
Derechos de los trabajadores
- Toda persona tiene derecho al trabajo, a la libre elección de su trabajo, a condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo y a la protección contra el desempleo.
- Toda persona tiene derecho, sin discriminación alguna, a igual salario por igual trabajo.
- Toda persona que trabaja tiene derecho a una remuneración equitativa y satisfactoria, que le asegure, así como a su familia, una existencia conforme a la dignidad humana, y que será complementada, en caso necesario, por cualesquiera otros medios de protección social.
- Toda persona tiene derecho a fundar sindicatos y a sindicarse para la defensa de sus intereses.
A finales del siglo XIX Chicago era la segunda ciudad en número de habitantes de EE.UU. Del oeste y del sudeste llegaban cada año por ferrocarril miles de ganaderos desocupados, creando las primeras villas humildes que albergarían a cientos de miles de trabajadores. Además, estos centros urbanos acogieron a emigrantes venidos de todo el mundo a lo largo del siglo XIX.
Una de las reivindicaciones básicas de los trabajadores era la jornada de 8 horas. El hacer valer la máxima: «ocho horas para el trabajo, ocho horas para el sueño y ocho horas para la casa». En este contexto se produjeron varios movimientos, en 1829 se formó un movimiento para solicitar a la legislatura de Nueva York la jornada de ocho horas. Anteriormente existía una ley que prohibía trabajar más de 18 horas, salvo caso de necesidad. Si no había tal necesidad, cualquier funcionario de una compañía de ferrocarril que hubiese obligado a un maquinista o fogonero a trabajar jornadas de 18 horas diarias debía pagar una multa de 25 dólares.
La American Federation of Labor (Federación Estadounidense del Trabajo) había resuelto que desde el 1 de mayo de 1886 la duración legal de la jornada de trabajo debería ser de ocho horas, yéndose a la huelga si no se obtenía esta reivindicación y recomendándose a todas las uniones sindicales que tratasen de hacer promulgar leyes en ese sentido en sus jurisdicciones. Esta resolución despertó el interés de las organizaciones, que veían la posibilidad de obtener mayor cantidad de puestos de trabajo con la jornada de ocho horas, reduciendo el paro.
A pesar de que el gobierno estadounidense se había comprometido a cumplir las reivindicaciones obreras, muchos estados no aplicaron la reducción de la jornada laboral provocando que el 1° de mayo de 1886, 200.000 trabajadores iniciaron la huelga mientras que otros 200.000 obtenían esa conquista con la simple amenaza de paro. Esta acción fue menospreciada por la prensa, la cual realizó una campaña de descrédito y difamación a los trabajadores, calificándolos de "antipatriotas", vagos y maleantes.
LOS MÁRTIRES DE CHICAGO
En Chicago los enfrentamientos entre esquiroles y huelguistas provocaron la intervención de la policía, cuya intervención mató a seis trabajadores e hirió a otros cuantos.
El redactor del Arbeiter Zeitung Fischer corrió a su periódico donde redactó una proclamaque terminaba convocando un acto de protesta para el día siguiente, el cuatro, a las cuatro de la tarde, en la plaza Haymarket. Dicha proclama era:
Trabajadores: la guerra de clases ha comenzado. Ayer, frente a la fábrica McCormik, se fusiló a los obreros. ¡Su sangre pide venganza! ¿Quién podrá dudar ya que los chacales que nos gobiernan están ávidos de sangre trabajadora? Pero los trabajadores no son un rebaño de carneros. ¡Al terror blanco respondamos con el terror rojo! Es preferible la muerte que la miseria. Si se fusila a los trabajadores, respondamos de tal manera que los amos lo recuerden por mucho tiempo. Es la necesidad lo que nos hace gritar: ¡A las armas!. Ayer, las mujeres y los hijos de los pobres lloraban a sus maridos y a sus padres fusilados, en tanto que en los palacios de los ricos se llenaban vasos de vino costosos y se bebía a la salud de los bandidos del orden... ¡Secad vuestras lágrimas, los que sufrís! ¡Tened coraje, esclavos! ¡Levantaos!
Se concentraron en la plaza de Haymarket más de 20.000 personas que fueron reprimidas por 180 policías uniformados. Un artefacto explosivo estalló entre los policías produciendo un muerto y varios heridos. La policía abrió fuego contra la multitud matando e hiriendo a un número desconocido de obreros.
Se declaró el estado de sitio y el toque de queda deteniendo a centenares de trabajadores que fueron golpeados y torturados, acusados del asesinato del policía.
El 21 de junio de 1886, se inició la causa contra 31 responsables, que luego quedaron en 8. Las irregularidades en juicio fueron muchas violándose todas las normas procesales de forma y de fondo, tanto que ha llegado a ser calificado de juicio farsa. Los juzgados fueron declarados culpables. Tres de ellos fueron condenados a prisión y cinco a la horca.
- Samuel Fielden, inglés, 39 años, pastor metodista y obrero textil, condenado a cadena perpetua.
- Oscar Neebe, estadounidense, 36 años, vendedor, condenado a 15 años de trabajos forzados.
- Michael Schwab, alemán, 33 años, tipógrafo, condenado a cadena perpetua.
- Georg Engel, alemán, 50 años, tipógrafo.
- Adolf Fischer, alemán, 30 años, periodista.
- Albert Parsons, estadounidense, 39 años, periodista, esposo de la mexicana Lucy González Parsons aunque se probó que no estuvo presente en el lugar, se entregó para estar con sus compañeros y fue juzgado igualmente.
- August Vincent Theodore Spies, alemán, 31 años, periodista.
- Louis Lingg, alemán, 22 años, carpintero para no ser ejecutado se suicidó en su propia celda.
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