jueves, 26 de enero de 2012

Soy un devoto del hombre - Al Pacino - Pactar con el Diablo

Aclarando términos que han sido tomados como sinónimos y son diferentes:

1. Demonio: Del latín "daemon", significa "aquel que mucho sabe"
2. Diablo: Del griego "diabolos", significa "a través de, o entre"
3. Lucifer: Del latín Lux-Ferre, que significa "portador de luz"
4. Satanás: Del hebreo antiguo que significa "adversario"

Lucifer fue el primer pensador entre los ángeles. Por cuestionar a dios se fue al infierno.

Lucifer (del latín lux "luz" y fero "llevar": "portador de luz") es, en la mitología romana, el equivalente griego de Fósforo o Eósforo (Έωσφόρος) ‘el portador de la Aurora; Este concepto se mantuvo en la antigua astrología romana en la noción de la stella matutina (el lucero del alba) contrapuesto a la stella vespertina o el véspere (el lucero de la tarde o véspero), nombres éstos que remitían al planeta Venus, que según la época del año se puede ver cerca del horizonte antes del amanecer o después del atardecer.

En la tradición cristiana, Lucifer representa al ángel caído, ejemplo de belleza y sabiduría a quien la soberbia condujo a los infiernos, transformándose en Satanás.

La religión nos ha metido en la cabeza que estos 4 términos son lo mismo y más encima entidades "malvadas", y no es así, hace muy bien darse el trabajo de ir a la etimología de las palabras para en parte salir del engaño en el que a través del lenguaje nos han metido, pues no estamos en una guerra entre el bien y el mal, es entre miedo y amor, la absoluta ignorancia contra la suprema conciencia.

Según el cristianismo, Lucifer se convirtió en Satán y su propósito, tal como lo plantean las escrituras, es seducir a los que guardan los mandamientos de Dios y conducirlos hacia sus propias tinieblas. Es por esto que cuando hablamos de qué significa Lucifer, nos referimos al personaje que representa la ideología del mal, la tentación, la avaricia, la soberbia y la instigación del lado oscuro que reposa en el alma de los hombres.

Para el judaísmo Satanás y Lucifer son dos entidades diferentes. Esta vertiente contempla a Lucifer como el ángel caído y soberbio que comanda a los descarriados, y que gracias a su orgullo y ambiciones logró su definitiva expulsión del cielo. Pero Satanás, que en hebreo quiere decir «adversario», representa al que se opone a Dios, el personaje que jamás fue un ángel, sino que por el contrario, implica la esencia pura de toda la maldad que pueda existir sobre la tierra.


EL LIBRE ALBEDRÍO

Pese a la gran capacidad de persuasión del diablo, las reglas del libre albedrío dictaminan que al final el paso definitivo para vender su alma, deba ser decisión de Kevin. Y aunque la soberbia le haga sentirse tentado por el éxito que Satán le ofrece, tal y como hace Narciso en su mito, Kevin finalmente decide acabar con su vida como vía de escape. Esto le ofrece una segunda oportunidad y le permite volver atrás en el tiempo, al juicio que desencadenó todo. Y aunque esta vez decida hacer lo correcto y no seguir representando a un hombre claramente culpable de sus crímenes, cuando el diablo disfrazado se le presenta una vez más clamando a su soberbia, una vez más desde esa escalera descendente, Kevin cae de nuevo en la tentación. Por tanto, no es que Kevin no tenga la capacidad de tomar decisiones por sí mismo, sino que él en su propio libre albedrío decide una vez más pecar ante la tentación del diablo.

NUESTRA DECISIONES NOS DEFINEN

La teoría de la decisión consiste en un tipo de análisis aplicable a diversas áreas como la sociología, la economía, las ciencias en general (especialmente en el método científico) y, por supuesto, la filosofía. Sin embargo, en esta última la teoría de la decisión no es solamente algo aplicable a la disciplina,
sino que es también objeto de análisis y examen. Como primera definición habría que señalar que la teoría de la decisión tiene como finalidad analizar una situación determinada de modo que su resultado sea la acción más racional. El problema que ésta arroja es que hay cierta equivocidad en el término “racional”.

Por esto es que existen definiciones que destacan los aspectos pragmáticos de la teoría, como el principio de Bayes, según el cual la mejor decisión (o la más racional) es “elegir el acto que se estime máximamente deseable” .

Hagamos lo que hagamos, debemos decidir constantemente, dado que no hacer nada es también una opción que hemos elegido al encontrarnos ante una encrucijada de posibles acciones a realizar.
Las decisiones no se limitan a las acciones observables; también hay algunas que tienen un marcado carácter moral. Es por eso que debemos elegir entre lo justo y lo que nos da placer.

John Milton, el papel de Al Pacino

Pactar con el diablo es la adaptación cinematográfica de la novela del mismo título que escribió Andrew Neiderman. El novelista estadounidense, junto a Jonathan Lemkin y Tony Gilroy, participó en la elaboración de un guion que llegó a manos de Taylor Hackford para llevar esta historia judicial a la gran pantalla.

El nombre del personaje no es casual. John Milton fue un poeta y ensayista inglés, conocido especialmente por su poema épico El paraíso perdido, donde  narra la trama representada en la película: el libre albedrío y cómo las decisiones influyen en nuestros actos. Al igual que muchos filósofos de la historia, Milton se hizo la pregunta de por qué existen el mal y el sufrimiento en el mundo si Dios, todo bondad y poder, podría eliminarlo fácilmente. Este es el gran enigma que trata de resolverse en la obra, que el autor enlaza con un concepto de especial relevancia: el libre albedrío. El mal y el bien son dos caras de la misma moneda; no puede existir uno sin el otro. Por su parte, el mal es una consecuencia directa de nuestra libertad, otorgada por Dios. Ser libres es una gracia divina que, no obstante, tiene una serie de contrapartidas, como son el mal, el dolor, el sufrimiento y el pecado. Dios, sabiéndolo, nos hizo libres, pues prefería que lo fuéramos a vivir una existencia feliz, pero encadenada.

Este es un fragmento del poema:

-En resumen, ¿Qué es lo que nos prohíbe conocer? ¿Nos prohíbe el bien, nos prohíbe ser sabios?... Semejantes prohibiciones no deben ligarnos... Pero si la muerte nos rodea con las últimas cadenas, ¿de qué nos servirá nuestra libertad interior? El día en que lleguemos a comer de ese hermano fruto moriremos; tal es nuestra sentencia... ¿Ha muerto, por ventura, la serpiente? Ha comido, y vive, y conoce, y habla, y raciocina, y discierne, cuando hasta aquí era irracional. ¿No habrá sido inventada la muerte más que para nosotros solos? ¿O será que ese alimento intelectual que se nos niega esté reservado solamente a las bestias? Pero el único animal que ha sido el primero en probarlo en lugar de mostrarse avaro de él, comunica con gozo el bien que le ha cabido, cual consejero no sospechoso, amigo del hombre e incapaz de toda decepción y de todo artificio. ¿Qué es, pues, lo que temo? ¿Acaso sé lo que debo hacer en la ignorancia en que me encuentro del bien y del mal, de Dios o de la muerte, de la ley o del castigo? Aquí crece el remedio de todo; ese fruto divino, de aspecto agradable, que halaga el apetito, y cuya virtud comunica la sabiduría. ¿Quién me impide que lo coja y alimente a la vez el cuerpo y el alma? Diciendo esto, su mano temeraria se extiende en hora infausta hacia el fruto: ¡lo arranca y lo come! La Tierra se sintió herida; la naturaleza, conmovida hasta sus cimientos, gime a través de todas sus obras y anuncia por medio de señales de desgracia que todo estaba perdido. La culpable serpiente se oculta en una maleza, y bien pudo hacerlo; porque Eva, embebecida completamente en la fruta, no miraba otra cosa. Le parecía que hasta entonces no había probado nada tan delicioso; ya porque su sabor fuera realmente así, o porque se lo imaginara en su halagüeña esperanza de un conocimiento sublime; su divinidad no se apartaba de su pensamiento. Ávidamente y sin reserva devoraba la fruta ignorando que tragaba la muerte. Satisfecha al fin, exaltada, cual si lo fuera por el vino, alegre y juguetona, plenamente satisfecha de sí misma, habló de esta suerte: -¡Oh, rey de todos los árboles del paraíso, árbol virtuoso, precioso, cuya bendita operación es la sabiduría!


DIÁLOGO DE LA PELÍCULA

¿Por qué tienes que cargar con ese maldito saco de piedras? ¿por Dios? ¿Por que si? Por Dios… Está bien, te daré información de primera mano acerca de Dios.

A Dios le gusta observar, es un bromista. Piensa, dota al hombre de instintos, os da esta extraordinaria virtud, ¿y que hace luego? Los utiliza para pasárselo en grande, para reírse de vosotros al ver como quebrantáis las reglas.

Él dispone las reglas y el tablero, y es un auténtico tramposo.
Mira, pero no toques. Toca, pero no pruebes, prueba pero no saborees. Y mientras os lleva como marionetas de un lado a otro, ¿qué hace él? ¡Se descojona, se parte el culo de risa, es un payaso! ¡Es un sádico! ¡Es el peor casero del mundo!…¡¿y adoráis eso?! Nunca.

- Mejor reinar en el infierno que servir en el cielo, ¿verdad?

- ¿Por qué no? Yo tengo los pies sobre el mundo desde que comenzó este puto juego. He alimentado todas las sensaciones que el hombre ha querido experimentar, siempre me he ocupado de lo que quería y nunca le he juzgado, ¿por qué? Por que nunca le he rechazado, a pesar de todas sus imperfecciones. ¡Soy un devoto del hombre! Soy un humanista…puede que el último humanista. ¡Quién en su sano juicio, Kevin, podría atreverse a negar que el siglo XX ha sido mío por completo, todo mío Kevin! Todo mío…mío…estoy pletórico. Ha llegado mi oportunidad, nuestro momento…

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