viernes, 31 de diciembre de 2021

PARTISANOS

La mañana despuntaba fría. Las gotas de rocío aún podían verse en las hojas de los árboles. Atravesando campos, recorriendo carreteras, por sobre los espinos, por entre los guijarros, la boca seca por la sed devoradora; así avanzaba una larga fila de personas que rompían el silencio y la monotonía del paisaje. el camino era duro y largo, pero seguían adelante: “¡Adelante!,  voz misteriosa que parece arrancar de lo más íntimo de su ser, espuela para todos aquellos que cansados, abrumado el espíritu, hinchados y desangrados los pies por lo largo y duro del camino, impulsaba sus pasos y los guiaba  hacia su destino.

Arenga que les ayudaba a caminar y hacer camino con cada paso, sembrando legado y futuro para aquellos que venían detrás, futuras generaciones o simplemente viandantes que observaban su caminar. Caminaban hacía delante. Sin prisa pero sin pausa. Condenados a seguir adelante porque así lo exigía su temperamento.  Seguían caminando, sin prisa pero sin pausa y a cada paso que daban más gente se les unía, creando una larga marcha de personas que buscaban nuevos brotes de esperanza,  brotes que darían más calor a la tierra y alimento para los frutos que allí habitan escondidos. Semillas de rebeldías. Simiente santa que dará fruto tarde o temprano si germina en tierra y pensamiento fértil, pensamiento rebelde que cuestiona y duda, llama que prenderá algún día y arrasará con todo la cizaña y mala hierba que habita la tierra.

Los comandantes, que no tenían ilusiones en la víspera de la caída, habían ordenado a los partisanos permanecer absolutamente en las colinas, pero los partisanos hicieron caso omiso a sus órdenes y bajaron a las ciudades con sus fusiles. La población les recibió con banderas italianas y claveles rojos en los balcones. Las partisanas desfilaron con los hombres, vestidos de hombre, y aquí alguien entre la gente comenzó a murmurar - ¡Ah, pobre Italia! ”, porque estas chicas tenían caras y andar que los ciudadanos llevaron a todo el mundo a guiñar el ojo. Todos juntos como gaules, luchando contra el mismo opresor. Una eterna primavera que florece.

Brotes de esperanza que surgían con la primavera. Como ocurre con todo brote, es necesario amor y cariño para que cualquier planta germine y crezca fuerte y sana. eso hará que la planta crezca vigorosa y dure en el tiempo, a pesar de las inclemencias climáticas y el paso del tiempo. Esa hierba había germinado en cada de las mentes y los corazones de las personas iban caminando por los pueblos y poblaciones que les recibían con flores y vítores a su paso. Saludos, flores, canciones, besos y abrazos era lo que les aguardaba a su llegada, pero seguían adelante.

La primavera les daba la bienvenida y anunciaba con sus olores y colores una nueva era y un nuevo amanecer para ellos y su tierra. Cada paso que daban es una liberación, un camino nuevo hacia un destino mejor, camino marcado por la explotación y la miseria, terreno fértil para la siembra de un mundo mejor y de una utopía que les guiaba.

Era 25 de abril y el fin del tirano estaba cerca.

viernes, 24 de diciembre de 2021

REFLEXIONES

Entre escombros y basura yace, decrépita, caduca y marchita
La voluntad del hombre, bandera rota por el viento que tirita
Soportando su peso está Atlas, quien carga con la moralidad humana
Tantas veces cerca, Tantas veces lejana

Atlas carga con nuestras culpas, piedras que le arrastran al vacío 
y en sus hombros sostiene todo el peso de nuestros lamentos y disculpas
Con su sabiduría y ejemplo nos transmite un mensaje para soportar tan odiado peso
y hacer nuestra vida más dulce, menos dolorosa y más placentera

Aceptación de nuestras culpas y dolores para una carga más ligera y llevadera
¡dolor que se agrupa en el costado, en al alma y tirita de frío!
llanto por lo que perdimos y que descarga nuestro dolor y nuestra culpa
paso a paso aceptación y aprendizaje de nuestros errores en el proceso



martes, 30 de noviembre de 2021

ALMUDENA GRANDES

Un golpe inesperado, un rayo que golpea en el costado
y hace que anide el dolor que oprime nuestro pecho
y nos ahoga cada día, robando a Inés su alegría
dejándonos el corazón helado

entre novelas y libros te busco como el lector de Julio Verne 
bailando ese tango eterno llamado Malena
en las tres bodas de Manolita intentando olvidar
esa herida perpetua que supone tu partida

Te recuerdo entre versos y novelas ¡nada ni nadie será olvidado! 
Almudena, mujer comprometida entre las grandes ¡Ahí están los hechos!
activista de la pluma y de la calle que luchaba por y perseguía utopías
por un mundo mejor, tu palabra es tu legado

La vida es una estación de paso, herida perpetua que viene a verme
en los peores momentos dejando cicatriz ¡eterna y maldita pena!
dolor que nunca abandona, que hace mella, que obliga recordar
episodios de una guerra interminable, guerra eterna que nunca termina

Almudena Grandes

lunes, 29 de noviembre de 2021

ZOYA KOSMODEMYANSKAYA

El 29 de noviembre de 1941 durante la invasión de la URSS, los nazis ejecutaban a la joven resistente soviética Zoya Kosmodemyanskaya.

Nació el 13 de septiembre de 1923 en la aldea de Osino-Gay a unos 500 km de Moscú en el seno de una familia religiosa. Estudiante brillante en la escuela 201 de Moscú. Ingresó en el Komsomol en 1938.
En octubre del 41 cuando los nazis pisaron Moscú se ofreció voluntaria para la unidad partisana de la Juventud Comunista. Antes de marchar le dijo a su madre: “¿Qué puedo hacer cuando el enemigo está tan cerca?”

Stalin da la orden para impedir que se aloje al ejército nazi en los pueblos soviéticos. Junto con otros 2000 voluntarios la unidad especial partisana a la que fue destinada Zoya realiza labores de sabotaje y reconocimiento en los alrededores de Moscú en la retaguardia alemana.

Zoya y sus camaradas son los encargados de incendiar esos poblados que dan cobijo a los nazis. Tras una de esas acciones en Petríshevo es delatada por un colaboracionista que recibe una botella de vodka como recompensa (Stalin ordenaría posteriormente su fusilamiento).

Zoya fue sometida a un martirio indescriptible, torturas, vejaciones, reconoció ser la responsable y que su objetivo era acabar con los nazis. Arrancaron sus uñas y recibió 200 latigazos pero se mordió los labios causándose graves heridas antes de dar información útil a los nazis.

La sacaron fuera de la cabaña desnuda con -20 º en varias ocasiones. Finalmente fue ahorcada el 29 de noviembre. No sin antes ser paseada y humillada con un cartel colgado que rezaba “incendiaria”. Le arrojaron agua sucia y golpearon sus piernas diciendo ¿quién te hizo daño a ti?

Antes de ser ahorcada se dirigió a quienes estaban presenciando la ejecución para pedirles que no se rindieran, que no lloraran por ella y continuasen luchando, que estaba orgullosa de morir por su pueblo. Un oficial alemán trato de hacerla callar pero se revolvió y concluyó:

“Ahora me ahorcáis, pero no estoy sola. Hay otros 200 millones de compatriotas y no podréis colgarnos a todos”. Tenía 18 años. Su cuerpo estuvo colgado durante un mes y siguió siendo objeto de bromas y humillaciones por parte de los nazis.

El Ejército Rojo liberó la aldea en enero de 1942. Zoya fue enterrada en el cementerio donde yacían Gogol y Chéjov. Stalin condecoró póstumamente a Zoya en febrero como la Primera Heroína de la URSS. Su hermano Alexander (también héroe de la URSS) cayó en combate con 19 años.
Honor y gloria a los héroes y heroínas de la URSS.

Tanto sufrimiento y dolor que padecisteis
y, sin embargo, no bajasteis la mirada
ni hincasteis la rodilla frente al invasor
que trató de sembrar de sal y muerte vuestra tierra

Y ,sin embargo, no pudieron doblegaros y resististeis
el embiste del enemigo, rodilla en tierra, creando barricadas
que frenaron el avance de la bestia que sembró muerte y dolor
por donde pasaba galopando en el caballo rojo de la guerra

No contó con la resistencia y endereza
del pueblo soviético, pueblo forjado por el frío y el acero
pueblo resistente a toda adversidad, corazón caliente, fría cabeza
pueblo valiente y fuerte, más fuerte que la piedra, el frío y el hielo

Tantos que caísteis y sufristeis en vuestras carnes el sadismo de los invasores
No te quedes ahí, no mires, ¡necesitas ayudar al ejército a luchar! ¡A las barricadas!
Vuestra muerte por la Patria es un logro en la vida.  La victoria será nuestra, camaradas
Recordadlo, no lo olvidéis: Resistencia y unidad para que salgamos al final vencedores

Zoya Kosmodemyanskaya

jueves, 11 de noviembre de 2021

JOSEP RENAU

Sabiendo que el arte no es solo un espejo
que refleja la realidad sino que muestra sueños y deseos
de un mundo nuevo que sustituye al viejo
Renau plasma verdades y realidades entre pinturas y óleos

Gritos en las paredes que rompen los muros de la censura
gritos que muestran verdades a los pueblos y a los trabajadores
muestras populares de la realidad y de la cultura
gritos que traspasan fronteras, épocas, regiones y valores

murales que reflejan la realidad pero que la transforman
con el cincel que cincela y el martillo que golpea 
los muros y piedras y les da forma
dándole sentido, transmitiendo un mensaje y una idea

arte necesario como el pan de cada día 
arte que alimenta al hombre y da sustento a su alma
arte que grita, proyectil que impacta, disparo de arma
arte que refleja realidades, sueños, deseos y utopías

Josep Renau, obra creada por Javier Parra

martes, 9 de noviembre de 2021

LAS 17 ROSAS DE GUILLENA

#TalDíaComoHoy fusilaban a las 17 rosas de Guillena.
#NoOlvidamos, #NoPerdonamos

Las 17 rosas de Guillena fueron encarceladas, vejadas, rapadas y paseadas por su pueblo para escarnio público. Luego, los falangistas las acarrearon en un camión, como animales, y se las llevaron al vecino municipio de Gerena, también en la provincia de Sevilla. Allí, estuvieron 17 mujeres de entre 24 y 70 años fueron asesinadas en noviembre de 1937 y arrojadas a una fosa común del cementerio.

Hoy no vamos a contar la historia de una sola mujer, si no que hoy traemos la historia de 17 mujeres. Ellas son Eulogia, Ana María, Antonia, Granada Garzón, Granada Hidalgo, Natividad, Rosario, Manuela Liánez, Trinidad, Ramona Manchón, Manuela Méndez, Ramona Navarro, Dolores, Josefa, Tomasa, Ramona Puntas y Manuela Sánchez. Todas, menos Antonia, que era de Loja, habían nacido en Guillena, una pequeña población sevillana. 

Todas ellas estaban criando a sus hijos, la mayoría en edades que comprendían entre los dos años y los diez años, aunque también alguna era más mayor, como Ganada Hidalgo, que tenía 70 años cuando fue fusilada, cuando varios hombres irrumpieron en sus hogares.

Ana María contaba con 29 años y dos hijos, y era madre soltera. Sacaba adelante a sus hijos como podía, cosa que no era fácil en aquellos tiempos, con una hambruna que se cebaba con los más pobres. Además, ambos tenían el apellido de la madre, algo que no se pasaría inadvertido en el pueblo.
Trinidad había parido ocho hijos y cuando los hombres entraron en su casa para llevársela, una de sus hijas se ofreció a ir en su lugar, pues sabía el destino que correría su madre. De hecho, estuvo en la puerta del cementerio hasta que su madre fue asesinada. Manuela Méndez tenía dos hijos, de cinco y tres años, y ella solo contaba con 24 años, la misma edad que Ramona Navarro, solo que esta tenía dos hijas. Tomasa tenía 61 años y cinco hijos criaos gracias al sueldo que podían conseguir en el campo. Antonia había nacido en Loja y muy jovencita conoció a su marido, que era de Ronda, luego marcharon a vivir al pueblo sevillano, esperando una vida mejor, junto con sus tres hijos. A Granada Garzón la conocían como “la gitana” y había tenido a sus nueve hijos en el mismo pueblo donde ella había nacido, en Guillena. Granada Hidalgo era la más mayor, y también la única que sabía leer. Natividad y Rosario eran vecinas, ambas vivían en la c/ Pablo Iglesias. Manuela Liénez, “la esterona”, se quedó en Guillena cuando su marido huyó debido a la entrada de las tropas franquistas en el pueblo. A Ramona Manchón le asesinaron a su marido, igual que al de su tocaya, Ramona Puntas, pero ellas salían adelante por sus hijos. Dolores tuvo nueve hijos, mientras que Josefa solo dos. Gracias a Manuela Sánchez, su marido pudo sobrevivir a la guerra y nunca fue represaliado por el bando nacional. 

Todas ellas vivían en Guillena cuando, en el otoño del 37, la columna del bando nacional de Sevilla entró en el pueblo, deteniendo a 19 mujeres. Allí no encontraron resistencia ninguna, y no fue difícil apresarlas, a pesar de los gritos de los niños y las niñas, de las hijas o de los bebés. 

Pero ¿Quiénes eran? ¿Qué delitos habían cometido? Fueron interrogadas y torturadas, pero ninguna supo o quiso contestar a las preguntas que se les hacía, sobretodo aquella en la que preguntaban por el paradero de sus maridos, hijos o amigos republicanos. La mayoría de ellas tenían a sus esposos en el frente, luchando contra el golpe de estado franquista, pero también había algunos resistiendo en la sierra sevillana. Granada Garzón tenía, además de a su marido en el frente, a un hijo de diecinueve años. Ambo fueron asesinados a lo largo de la guerra. Y Granada Hidalgo, a varios hijos. Buscaban con ahínco al marido de Manuela Sánchez, que había sido un miembro destacado de la Unión Republicana Local. A Ana María se la había visto con algunos soldados republicanos. 

Pero ninguna de ellas era activista, ni participaba en ninguna organización política o de resistencia del pueblo. Nunca habían dado un mitin, ni se metían en esos temas. 

Nada de eso les sirvió. Después de los interrogatorios, fueron condenadas por “ser sujetos peligrosísimos de afiliación marxista”, dado que, según un telegrama enviado al cuartel de Franco, habían aportado comida a varios huidos en la sierra. 

Después del veredicto (del que dos detenidas más salieron inocentes) las mujeres fueron rapadas y humilladas, obligadas a hacer el paseillo por el pueblo, para que el resto de los habitantes aprendieran la lección. Tras eso, las subieron a un camión  y las trasladaron a Gerena, un pueblo cercano, llevándolas directamente al cementerio. Allí, el comando de Falange de Genera, todos con nombres y apellidos, las apuntaron y comenzó la primera ráfaga de disparos. Los testimonios dicen que había una embarazada, cercana a dar a luz ya. Todas corrieron a intentar protegerse, pero no fue posible. Una a una, cayeron las 17 mujeres, las rosas de Guillena. Su único delito fue ser madres, esposa o conocidas de soldados del bando republicano. 

El 23 de enero de 2011, se inició en el cementerio de Gerena la exhumación de los cuerpos de las personas fusiladas que allí había, que concluía en febrero de 2012. Fue posible recuperar los 17 cuerpos de las rosas de Guillena, proceder a su identificación y entregárselos a sus familiares. Se descubrió, además, que no había una, sino dos mujeres embarazadas. Aún no está cerrado el caso, pues en 2015, algunos familiares denunciaron los hechos en el juzgado de Sevilla, para que se investigue realmente qué ocurrió y quiénes fueron los culpables de todos estos asesinatos. El 15 de diciembre de 2012 se realizó el entierro de sus restos en el cementerio de Guillena.

Cada año vuelven a florecer en mi memoria
como rosaledas que vuelven cada año
aquellas olvidadas por la historia
recuerdos sangrientos de antaño

recuerdos cercanos por la mayoría ya olvidados
cicatrices en los pueblos y tierras andaluzas ¡Recordad!
que todavía llora en silencio, gritos apagados
en las gargantas de los perdedores ¡Prohibido olvidar!

Tanta sangre derramada, tanto dolor y tanta represión
por aquellos que vencieron y con la fuerza lo demostraron
masacrando a un pueblo que clamó libertad y revolución,
respeto, pan y trabajo ¡Cuánto daño y muerte sembraron!

Diecisiete mujeres, diecisiete rosas
todas revolucionarias, todas hermosas
mujeres que tienen nombres y apellidos.
Que nunca queden en el olvido

Rosas sepultadas en fosas comunes que darán con más calor
y en su transformación de mañana a la tierra tras su muerte,
pasado mañana, brotes de esperanza, recordando lo que ocurrió
lo que sufrimos, padecimos y cómo maldecimos nuestra mala suerte

fosas comunes que claman a gritos historias olvidadas por la sociedad
semillas de esperanza que germinan diecisiete rosaledas 
cada año, cada primavera limpiando de la amnesia la polvareda
refrescando la memoria, clamando Justicia, Reparación y Verdad



lunes, 4 de octubre de 2021

LOS BRIGADISTAS CHINOS EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA

La Guerra Española, que estalló en 1936, fue el preludio de la Segunda Guerra Mundial. El gobierno de la república española sufrió un golpe de estado de militares rebeldes apoyados por las potencias fascistas internacionales. Abandonada por las democracias occidentales, los trabajadores de todo el mundo acudieron a su auxilio: más de 40000 voluntarios de 54 países formaron las Brigadas Internacionales. Trabajadores y antifascistas llegaron de todas partes, incluso de lugares tan alejados como China. Un centenar de chinos vivieron a defender la libertad en España desde todo el mundo, integrándose en las Brigadas Internacionales y en el ejército republicano, ganándose el respeto y la admiración de sus camaradas de armas y del pueblo español.

Los voluntarios chinos procedían de todos los orígenes, algunos de familias de funcionarios públicos, otros habían sido los más humildes de los trabajadores manuales y agricultores analfabetos. Como su número había sido relativamente pequeño, no hubo una brigada china oficial en España, y lucharon en batallones de otras naciones, generalmente elegidos en función de sus habilidades lingüísticas.

Tras el fin de la contienda, muchos de ellos se retiraron a Francia donde fueron recluidos en campos de concentración como el resto de los exiliados republicanos. Allí se organizaron y continuaron su lucha creando periódicos y revistas clandestinas, organizando actividades conmemorativas e intentando rescatar a otros camaradas víctimas del hambre, el abuso y la persecución.  Solamente ocho de ellos volvieron a China para combatir al Kuomintang y vieron el nacimiento de la Republica Popular de Mao Zedong.

Las semillas sembradas por estos voluntarios germinarán con el tiempo, recordar su labor y su papel es menester para las nuevas generaciones.



La internacionalización de la Guerra española en el mundo

La lucha contra el fascismo no conoce frontera ni distingue entre pueblos: el terror fascista afecta por igual a todos los pueblos del mundo y a la clase obrera.  El proyecto de profundización del saqueo capitalista se apoya en todos los pilares de odio fascista. El fascismo no es un “espontáneo miedo al otro”; al contrario, es fomentado a consciencia por la clase explotadora y sus medios. El aparato cultural y mediático del capitalismo intensifica su promoción del racismo, del machismo, del anticomunismo, y de todo paradigma de discriminación, con la finalidad de dividir a la clase explotada. La clase explotadora suple, a través de sus medios de alienación masiva, exutorios de rabia: de la rabia que genera la explotación y empobrecimiento. El aparato cultural crea las figuras de “chivos expiatorios” sobre los que dirigir la rabia; fomenta la visceralidad desprovista de análisis y el fanatismo religioso; explota todo suceso para hacerle propaganda a las fuerzas y estructuras represivas. La clase explotadora sabe del descontento social y la rabia que genera su explotación: por ello encauza esa rabia de los expoliados hacia direcciones equivocadas. 



Sin embargo, toda acción tiene una reacción opuesta:  Los trabajadores y los demócratas dieron un paso al frente y tomaron partido. No tomar partido es tomar partido siempre; si las reglas del juego defienden y respaldan a un grupo sobre otro, dejar que el grupo opresor haga activismo y proselitismo, solo es apoyar al opresor. 

En el caso de España, la reacción contra el golpe de estado y a favor de la democracia y el pueblo llegó a todas partes del mundo, hasta una región tan alejada como China:  El Partido Comunista de China envió al destacamento chino de las Brigadas un enorme pendón rojo con el siguiente texto en chino y en inglés: "¡Uníos, pueblos de España y China! ¡Abajo con el fascismo, enemigo común de la humanidad!".  Antes del traslado, los trabajadores hicieron una bandera de seda roja con una poesía manuscrita dedicada a los combatientes chinos que estaban en España. Xie Weijin la recibió en marzo a través de Zhao Jiansheng. El poema decía:

Frente de Oriente, frente de Occidente. Miles de li os separan, y en vosotros renace y muere la cultura.
¡Esforcémonos por hacer frente a la invasión,
Por llevar a la realidad nuestra defensa de la democracia!
Habéis sido heridos por la causa del gran pueblo español:
La sangre que derramáis es la luz roja del descenso a la tierra del dios de la libertad.
La noticia de vuestra valentía colma nuestro corazón como el sol de invierno.
Vuestra victoria es la nuestra.
Estad tranquilos, nosotros cargaremos con las responsabilidades de la patria.
¡Adelante, y hacedlo posible! Cuando se extinga el fascismo y el pueblo sea rey, cuatrocientos millones de compatriotas os darán la bienvenida en vuestro regreso a la tierra natal.
Mas, ¿para qué volver a la tierra natal? Mirad, el cielo azul es el techo, la gran tierra el suelo, las veintiocho constelaciones los muros.
Hermanos y hermanas somos la humanidad, y el mundo es nuestro hogar


Para el Destacamento Chino de la Brigada Internacional. ¡Unión de los Pueblos de España y China! Acabemos con el enemigo común de la Humanidad -LOS FASCISTAS! Chou-yen, Chow En-la, Peng Teh-Hwei


El propio Mao, por entonces jefe militar del Ejército Rojo, publicó una carta dirigida "al pueblo español y a los camaradas armados" el 28 de septiembre de 1937. «Si no fuera por el hecho de que tenemos el enemigo japonés frente a nosotros», escribió Mao, «seguramente nos uniríamos a sus tropas». "La causa por la que os esforzáis es también la nuestra. Hemos leído con emoción que las Brigadas Internacionales están formadas por ciudadanos de todos los países y nos hemos alegrado mucho al saber que entre ellos hay chinos y japoneses”. Y en una carta abierta al pueblo español de 15 de mayo de 1937 escribe: “Muchos camaradas del Ejército Rojo de China están dispuestos a ir a España para participar en vuestra lucha; no hay día que no hablen de vuestra lucha y la situación general de España. De no ser por que tenemos enfrente al enemigo japonés, iríamos con toda seguridad a integrarnos en vuestras tropas”.

China también estaba en una situación muy severa por la invasión de fascismo japonés en esa época en la que surge un grupo de guerreros chinos, quienes, sin tener en cuenta lo que ocurría en su propio país, e incluso sin miedo a la muerte, pensaron que ayudar a los españoles era un deber irrenunciable.

En octubre de 1937, el general Yang Hucheng 杨虎城 (en el centro de la fotografía superior, con gafas) visitó España para conocer de primera mano la resistencia republicana a la sublevación franquista

Uno de aquellos combatientes decididos fue Zhang Ruishu que no dudó después de una vida errante a venir a luchar contra el fascismo al sur de Europa. “Llegaría a España junto Liu Jingtian. Ambos decidieron ir juntos a España para incorporarse a las Brigadas Internacionales y luchar contra los fascistas”. El 28 de noviembre de 1936 se presentaron en el cuartel general de las Brigadas Internacionales en Albacete. Y “solicitaron incorporarse a una compañía de ametralladores, pero después del examen físico” fueron destinado a otras tareas.

España y China están separadas por 1.000 cordilleras y 10.000 ríos, pero en aquel momento se hallaban unidas por el mismo mal y el mismo destino: En aquel tiempo se puso de moda en China la canción Defended Madrid (Baowei Madeli), gestada en la Asociación de Estudios Internacionales (Guoji Yanjiuhui), una modesta organización cuyos jóvenes miembros tuvieron la idea de componer una canción para ofrecérsela al pueblo español. Uno de ellos, el compositor Mai Xin, de 22 años, escribió la letra a partir de las noticias que aparecían en la prensa: “Empuñad las fieras granadas y apuntad a Franco, al incendiario criminal. ¡En pie! ¡En pie! Marcha presto al frente, pueblo de España, por la libertad y la independencia patrias, al frente que lucha por la paz. ¡En pie! ¡En pie! ¡Luchad a muerte contra los lacayos traidores! ¡Defended Madrid! ¡Defended del mundo la paz!”.

La figura de Zhang Ruishu

El camino de Zhang hacia Europa comenzó en 1917, cuando, en el apogeo de la Primera Guerra Mundial, Gran Bretaña y Francia reclutaron a más de 100.000 chinos para trabajar en fábricas cuya fuerza laboral regular ahora luchaba en el frente. Nacido en la pobreza extrema en 1893, Zhang, huérfano desde que era adolescente, desempleado, analfabeto y desesperado, se inscribió y abordó un barco repleto de casi 2000 hombres chinos con destino a Marsella.

Después de 70 días agotadores en el mar, Zhang fue puesto a trabajar en una fábrica de papel francesa. Sin embargo, en menos de un año, Alemania se rindió, la guerra terminó y los trabajadores chinos sobraron para las necesidades francesas. La mayoría fueron enviados a casa. Sin familia y sin perspectivas en China, Zhang decidió quedarse y probar suerte, asumiendo los trabajos desagradables y peligrosos (desenterrar cadáveres y detonar bombas de gas sin explotar, por ejemplo) que los franceses evitaban.

Zhang Ruishu llegó a España en noviembre de 1936 con el objetivo de defender la causa de la libertad en un país atacado por poderosas fuerzas nazifascistas. Enrolado en las Brigadas Internacionales, pidieron convertirse en ametralladores pero debido a su edad fue destinado a los servicios sanitarios, donde desarrolló una valerosa e ingente labor hasta que, en la primavera de 1937, fue herido en la Batalla del Jarama.se les asignó a equipos médicos como camilleros, a menudo encargados de rescatar a soldados heridos mientras estaban bajo fuego. Tal como se describe en Estampa, Zhang resultó herido en el pecho, los hombros y las manos mientras cumplía con sus funciones. Una fotografía dramática del fragor de la batalla que muestra a Liu rescatando a un soldado herido fue publicada en el periódico español Frente Rojo, y fue elogiado por su heroísmo.

En el otoño de ese mismo año su comandante le obligó a tomarse un día de vacaciones y visitar la capital asediada. En la Gran Vía, Zhang se paró ante un gran cartel que rezaba: “Madrid será la tumba del fascismo”. Muy cerca, en un puesto de periódicos se exhibía la edición de la revista de noticias Estampa que, en portada completa, mostraba el rostro de un chino con la cabeza rapada.

De pronto alrededor de Zhang empezó a congregarse una pequeña multitud que le señalaba con el dedo, le estrechaban las manos y le abrazaban. Aquel hombre nacido en la provincia de Shandong hacía 44 años comprendió de pronto que se trataba de su propia imagen y que a más de diez mil kilómetros de su casa unos madrileños le aclamaban como un héroe en un idioma que no comprendía.

Zhang Ruishu en el cartel de la revista La Estampa

Casi 20 años después de haber pisado por primera vez suelo europeo, el humilde hombre de 44 años de la provincia de Shandong, ahora médico de las fuerzas republicanas que luchan contra el fascismo en la guerra civil española, estaba siendo aclamado como un héroe en un país a casi 10.000 km de casa.

La figura de Ching Siu Ling

Xie Weijin se unió al llamamiento internacional de los compatriotas chinos de ultramar desde un campo de internamiento francés. Nació en la provincia de Sichuan y como miembro del partido comunista, llegaría a España en abril de 1937 para combatir en la guerra civil bajo un seudónimo que ocultara su identidad Ching Siu Ling.

Kin tien Liou (izquierda) y Ching Siu Ling
en el Frente de Brunete

Xie Weijin desempeñaba el cargo de comisario político del batallón de artillería de las Brigadas Internacionales. Xie Weijin conservó objetos de alto valor histórico que han permanecido décadas ocultos como el pendón de seda que le envió Zhou Enlai desde la lejana China con un marinero.  Xie Weijing emprendió camino hacia la frontera francesa el 25 de enero de 1939. El grupo de combatientes que lo acompaño hasta la frontera terminó junto a Weijin en el campo de Argelès, a orillas del Mediterráneo. También pasaría por el campo de Gurs donde vivió en condiciones infrahumanas en barracones de madera. En el campo vivían junto a unos 16.000 refugiados. Los refugiados chinos estaban en el barracón número 16. Xie fue uno de los cientos de miles de refugiados republicanos que huyeron a Francia, donde fueron confinados en el famoso Campo de Concentración de Gurs durante ocho meses antes de regresar a China a través de Singapur, Hong Kong y Vietnam. Xie luchó con el Ejército Rojo contra los japoneses. Con el tiempo de trabajo como ingeniero para la fuerza aérea china en la década de 1950 y principios de los años 60. En 1965, sin embargo, Xie fue expulsado del Partido Comunista y etiquetado como revisionista debido a su relación con los extranjeros en Europa. Murió de cáncer en 1978, sin haber sido nunca rehabilitado.

Xie Weijin contaba historias sobre las fotos que conservaba de la guerra repitiendo “sin cansarse quién era tal o cual persona, quién había muerto en tal o cual batalla o cómo Dolores Ibárruri había ido al frente a dar ánimo a los soldados”... En esa ocasión le oyeron decir: “Aunque perdimos la guerra, gentes de varias decenas de países y de todas las razas fueron a España para tomar parte en ella, un hecho sin precedentes en el mundo”.

Aking Chang, un brigadista en el Frente Norte

Aking Chang fue un líder sindical huido de la policía del entonces poderoso Kuomingtan, el partido nacionalista chino enfrentado a los comunistas en su guerra civil. Amenazado, por tanto, en 1937 se embarcó a toda prisa en un barco que partía rumbo a Europa. Un cocinero vietnamita  le habla de la lucha de los republicanos contra el fascismo en España y eso al parecer le entusiasma lo suficiente como para querer luchar en las Brigadas Internacionales.

Aking Chang fue integrado en una de las escuadras del frente Norte en un batallón minero. Al poco de llegar al frente asturiano fue capturado en Mieres por tropas franquistas y encarcelado en el campo del monasterio de San Pedro de Cardeña, a 10 kilómetros de Burgos. Con la caída del Frente Norte en 1937, ese campo de reclusión y trabajos forzados fue utilizado para internar a prisioneros, sobre todo asturianos, vascos y cántabros, así como unos 1.000 brigadistas internacionales desde abril de 1938, donde sufrieron un trato extremadamente duro.

Aking Chang lo llevaron a campos de trabajos forzados de Santander, Burgos, Belchite, Palencia y Miranda. Estuvo preso seis años y salió en libertad en 1943. Sufrió durísimas penalidades y castigos severos: frío, hambre, higiene deplorable, desatención médica...  Recibió golpes y humillaciones y fueron obligados a cantar, proclamar y escribir temas fascistas.  En el documental franquista Prisioneros de Guerra (1938) filmado y dirigido por el exlegionario García Viñolas en el antiguo convento de San Pedro de Cardeña y otros lugares, se ve a miembros de las Brigadas Internacionales y republicanos que estaban allí recluidos. En San Pedro ocupa parte de este reportaje Chang, que escribe caracteres en chino: su nombre y procedencia. Pero el realizador aprovechó para traducir libremente el texto como «Viva España, arriba España».

Aking Chang en el campo de San Pedro de Cardeña (Burgos)
tras ser detenido en Asturias en 1937

Dong Hong Yick, un voluntario chino en la Brigada Lincoln

Dong Hong Yick, cuyo verdadero nombre era Chen WenRao (陈文饶), nació el 13 de noviembre de 1913 en la ciudad rural de Taishan, China. Asistió a una escuela pública en China, donde recibió entrenamiento militar básico antes de emigrar a los Estados Unidos alrededor de los 20 años para trabajar. Como la mayoría de los inmigrantes, es posible que se haya ido de China en busca de más oportunidades. Vivía en 258 W. 55th Street en el Upper West Side y trabajaba como mesero y cocinero. A partir de ahí, se unió a la Guerra Civil Española el 30 de junio de 1937 y sirvió en la XV Brigada (Brigada Abraham Lincoln). 

Después de unirse a la guerra, se dio cuenta de que no había muchos soldados chinos. Solo ha visto a otros ocho soldados chinos, y ninguno de ellos estaba en su escuadrón. En una carta a otro soldado, dice que le gustaría tener a alguien con quien hablar en chino. Para muchos soldados chinos que se ofrecieron como voluntarios para luchar, creían en el dicho "四海一家", que se traduce directamente como "cuatro mares, una familia", que algo en el otro lado del mundo también era algo de lo que él puede ser y es parte.

La batalla de Belchite, en la que Dong Hong Yick participó, fue extremadamente feroz, hubo muchos caídos de ambos bandos y el pueblo acabó en ruinas. El 4 de noviembre de 1937 hubo un relato de él mencionado en La Vanguardia. Yick recibió un disparo en el pie derecho y en un dedo del pie y fue hospitalizado en Benicassim. Después de quitarse el dedo gordo del pie, dijo que estaba decidido a volver al campo de batalla y unirse al frente. Desapareció en la batalla de Gandesa, y se dio por muerto el 3 de abril de 1938 a la edad de 24 años.

Dong Hong Yick


La figura de Chi Chang

Asistió a la Universidad de California durante 2 años, luego de 1918 a 1923, se graduó del programa de Mineralogía e Ingeniería de la Universidad de Minnesota en 1923. En marzo de 1937, Chi Chang abordó el SS Paris en Nueva York y se dirigió a España.

La llegada de Chi Chang a España fue una respuesta al llamamiento del Partido Comunista de los Estados Unidos de América para luchar contra los fascistas en España en 1936. Como estaba soltero y sin la responsabilidad de las cargas familiares, se había inscrito con mucho gusto. Al  llegar a España el 14 de abril de 1937, Chang escribió en su formulario de registro: “Mi intención original era encontrar un lugar donde mi formación técnica y mi experiencia fueran valiosos en esta lucha, pero no tengo ninguna objeción a estar con la Brigada Internacional, siempre que pueda hacer algunas contribuciones concretas para la victoria final del Gobierno español”.  Inicialmente fue asignado a una unidad de transporte con la XV BDE.  Asistió a OTS y permaneció en el personal para impartir un curso sobre topografía militar.

Durante ese tiempo, el  «Cancionero de las Brigadas Internacionales» se hizo muy popular en España. Eran canciones revolucionarias de España, Italia, Francia, la Unión Soviética y Alemania… Chang había firmado el cancionero del brigadista estadounidense Harry Fisher. Firmó su nombre en inglés en la portada como «Chi Chang, Changsha, China». También firmó su nombre en el cancionero del brigadista inglés Sam Walters como «Chi Chang, China, CPUSA.», indicando claramente su pertenencia al Partido Comunista Americano.

Chang regresó a China en 1939 y sirvió con las guerrillas maoístas en el norte de China. Durante su estancia en Hong Kong en 1939, Chi Chang publicó “Viñetas españolas”, una memoria de sus experiencias en la Guerra Civil española.

Chi Chang


El fin de un conflicto y la continuación de otro

El 28 de octubre de 1938 el gobierno republicano despedía a los brigadistas en un multitudinario desfile en Barcelona.  Además de los fallecidos en combate, algunos como Chen Agen fueron capturados por las fuerzas sublevadas e internados en un campo de concentración, en su caso en el de San Pedro de Cardeña (Burgos) junto a otros brigadistas de diferente origen. Por lo tanto, no todos regresaron en octubre de 1938.

Otros muchos consiguieron cruzar la frontera francesa de nuevo, acabando en campos de internamiento franceses junto a más de 40 000 personas exiliadas españolas. Destaca el caso de Xie Weijin, Li Fengning, Zhang Shusheng, Zhang Zhangguan y Yang Chungrong, que acabaron residiendo en el mismo barracón en el campo de Argèles, previo paso por el de Gurs . Allí, permanecieron todos juntos en un barracón durante seis meses, hasta octubre de 1939, después de diversas gestiones con el consulado chino. Ocho brigadistas chinos embarcaron en el Aeneas, junto con "cuatro médicos españoles" y dos enfermerasTodos partieron desde Marsella a China, pero la guerra no había acabado. La invasión japonesa y la persecución nacionalista china les acompañaron. Esta historia demuestra que, en tiempos de crisis, cómo para combatir al fascismo, los pueblos del mundo vinieron a España a defender la democracia, incluyendo chinos desde tierras muy lejanas que también sufrían el fascismo. Ni siquiera sabían español, pero fueron a luchar con los españoles por la democracia y la libertad. Esta solidaridad sin fronteras da esperanzas para superar crisis en el futuro.

Las experiencias de los voluntarios chinos, que lucharon -y en algunos casos murieron- por sus creencias internacionalistas en el otro lado del planeta de su tierra natal, no son solo mera historia, sino ejemplos brillantes en un mundo regularmente azotada por tormentas políticas y una creciente intolerancia.

Desde el otro extremo del mundo respondisteis a la llamada
para combatir contra el fascismo, amigos y camaradas
Desde Oriente saludasteis con los fusiles y los puños levantados
rodilla en tierra para defender al pueblo frente al invasor desalmado 

Frente de Oriente, frente de Occidente. Distintas tierras, mismo pueblo combativo
Miles de kilómetros nos separan, y en vosotros renace y muere la cultura
La sangre que derramáis es la luz roja del descenso a la tierra del dios de la libertad.
Vuestra victoria es la nuestra. Hermanos y hermanas somos la humanidad, y el mundo es nuestro hogar

Pueblos separados por la distancia, pero unidos por un mismo objetivo:
acabar con el fascismo que a nuestro pueblo asesina y tortura
ancla que nos arrastra al fondo y nos ahoga en un océano de muerte, sangre y tempestad
Luchemos contra la bestia. Por los pueblos, por los trabajadores, por la humanidad

quieren convertir nuestra tierra en un enorme camposanto
donde miles de voces ahogadas claman por su libertad 
entremezcladas con el polvo, la sangre, los gritos roncos y enmudecidos cantos
mientras vierten sobre ellas toneladas de amnesia, olvido y maldad

En sepultura sin memoria yacen, sin ningún boato, sus canciones en el olvido,
camaradas, compañeros, partisanos, quienes con fabulosas hazañas lograron una victoria extraordinaria
pero nada ni nadie será olvidado mientras sigan vivas las memorias del internacionalismo de la clase proletaria
vidas anónimas, pobres del mundo, sal de la tierra, soldados en los libros de historia desconocidos

pero siempre en nuestra memoria y nuestros corazones
¡Salud camaradas y compañeros! estrellas fugaces de oriente
que brillan en las noches más oscuras, en la historias y en los frentes
de guerra recordando épocas lejanas de esperanza, solidaridad y revoluciones



jueves, 16 de septiembre de 2021

ALFONSO SASTRE. ESCRITOR PROSCRITO

Hoy Guillermo Tell vuelve a tener los ojos tristes, ahogando su pena
y numerosas lágrimas aparecen por su rostro sabiendo de tu suerte
te has ido abandonando la tierra roja entre versos, cuentos y dramas; literario legado
reflejo de una época, de una tierra, de una historia, de un cercano pasado 

Brindamos recordándote en la taberna fantástica, eterna penitencia y condena,
escondiendo nuestro dolor como Celestina, yendo a la batalla como escuadra hacia la muerte
mientras la sangre y la ceniza se mezclan con el dolor que se agrupa en nuestro costado
mientras una lluvia de ángeles cae sobre París, un suicidio pactado

por el dolor y la pena; un drama del que hablan los intelectuales que siguen 
buscando la utopía en el cubo de la basura como el pan para todos que siempre quisiste
y ahora como a Miguel Servet colocarán flores rojas para recordarte 

mientras rezan el evangelio de Drácula intentando revivirte pero no lo consiguen
pasaste tus últimos días como Kant y, como Sancho Panza, el viaje infinito recorriste
mientras la sangre de Dios cae a la tierra alimentando tu obra, tu literatura y tu arte



domingo, 12 de septiembre de 2021

LA NOCHE DE LOS LÁPICES

El 16 de septiembre de 1976 diez estudiantes secundarios de la Escuela Normal Nro 3 de la Plata son secuestrados tras participar en una campaña por el boleto estudiantil. Tenían entre 14 y 17 años. El operativo fue realizado por el Batallón 601 del Servicio de Inteligencia del Ejercito y la Policía de la Provincia de Buenos Aires, dirigida en ese entonces por el general Ramón Camps, que calificó al suceso como lucha contra "el accionar subversivo en las escuelas". Este hecho es recordado como "La noche de los lápices".

En la madrugada de ese día, entre las 12:30 y las 5 hs fueron secuestrados de los domicilios donde dormían los estudiantes secundarios y militantes de la UES: Claudia Falcone, María Clara Ciocchini, Claudio de Acha, Daniel Racero, Horacio Ungaro y Francisco López Muntaner. Hoy continúan desaparecidos.

Muchas veces los muros escriben las verdades
cuando la mentira es hegemónica e impera
en todas partes, rincones y ciudades
repitiendo una y mil veces la misma cantinela

en la noche fría y oscura
la memoria renace y no olvida lo que allí pasó
todo lo que sufrimos, lo que nunca se olvidó
voces que se alzan frente a mordazas y torturas

en la época más larga, en su noche oscura
envuelta entre lágrimas secas y gritos mudos de dolor
caminan los estudiantes dibujando con lápices de color
lo que allí pasó, lo que intentó ocultar la dictadura

dibujos y escritos por lápices que nunca borrarán sus trazos
en la memoria colectiva de aquellos que sufrieron y fueron perseguidos
aquellos que no volvieron a sentir el calor de sus besos y sus abrazos
aquellos que siguen recordando lo allí acontecido

aquellos que no olvidan todo lo sufrido
aquellos que llevan la fotografía de los desaparecidos
evitando que se olviden sus nombres y apellidos
aquellos que claman justicia, gritando ni perdón ni olvido

jueves, 29 de julio de 2021

LA HUELGA

La mañana despuntaba fresca. Un día normal. Un día monótono más para las miles de personas que se levantaban temprano para acudir a su jornada laboral. Un día más como otro cualquiera. Nada indicaba qué iba a pasar.

Como cada día, me desperté y me preparé para ir al trabajo. Un día más ¿o no? Algo pasaba, algo no iba bien, aunque no sabía qué. Me sentía agobiado por un presentimiento de que algo terrible había ocurrido o estaba a punto de ocurrir. Pero ¿de qué se trataba? No lo sabía: no sabía era un mal sueño y o una premonición. O simplemente paranoias mías.

El camino hacia la fábrica era largo y monótono. Un viaje aburrido donde una interminable fila de edificios y calles vacías me recibían soñolientas, despertándose con mi llegada y el lento eco de mis pisadas en el frío suelo. Un recorrido ya conocido, recorrido realizado desde hace años. Un día más.

Llegué por fin a mi destino. Un gran edificio gris, tristón y pagado que llevaba recibiéndome durante más de veinte años. Un día más. Otra jornada más.

Dentro me recibieron  mis  compañeros con indiferencia. Miradas vacías y huecas, más de autómatas que de seres humanos; puede que el trabajo nos haga libres pero acaba convirtiéndose en una monotonía larga que lentamente vacía nuestro espíritu hasta dejar solo una cáscara de lo que fuimos. Tantos años, tanto tiempo haciendo lo mismo que se nos distingue entre el mobiliario y la maquinaria, pero es necesario, es una obligación. Vender nuestro trabajo por la supervivencia, trabajar para sobrevivir, para comer, pagar las deudas y volver al ciclo eterno  que mes a mes se repite haciendo nuestra existencia una agonía que lentamente nos deshumaniza y al final no ningún observador neutral puede distinguir entre maquinaria y operario, siendo ambos eslabones de una cadena de producción que nunca termina.

Iba a ser un día más. Otra jornada más. Como alguien dijo alguna vez: Cuando el trabajo es un placer, la vida es una alegría. ¡Cuando el trabajo es un deber, la vida es esclavitud! No recuerdo a su autor pero después de tantos años la monotonía acaba convirtiéndose en tu única compañera, siempre te acompaña, es una eterna compañera de viaje que siempre está allí, pero, bueno, debo prepararme para rendir al máximo este día. Voy a tomar un café  a ver si me despejo. Tomo tanta cafeína que creo que me he vuelto adicto, la necesito como el aire o como el agua. Esta dependencia no puede ser buena, pero es necesaria, si no sé qué podría hacer. La falta de sueño, el cansancio acumulado, antidepresivos… un cóctel explosivo e inestable que puede estallar en cualquier momento.  Pero no es el momento. Un café caliente me ayudará a sobrellevar la jornada. Lo necesito. Estoy muy cansado.
….

El tiempo transcurría lentamente. Los segundos se convertían en minutos, los minutos en horas, mientras el día iba pasando y nuestra energía vital iba siendo succionada por la maquinaria y engranajes de la empresa, eterna rueda de Sísifo que cae siempre por la ladera cuando llega a su destino. Cada día lo mismo. Nada indicaba que ese día iba a ser diferente.  Un día más. Una semana más. 

Saludé a algunos compañeros que pasaban por mi lado. Entre ellos, había un chaval nuevo, un novato. Carne fresca para la fábrica y un aire fresco para los que estábamos allí. Su juventud, sus ganas de comerse el mundo, sus ideas frescas nos daban una vitalidad que nunca habíamos sentido. La ilusión y la esperanza volvieron a aparecer en algunos de los rostros, rostros cenizos donde el color revivía las calaveras huecas que siempre nos miraban cada mañana, una sensación de frescura que nos ayudaba a respira y oxigenaba nuestras mentes.

Su risa y su buena sintonía era una esperanza para todos aquellos que, por una razón u otra, parecía que habían abandonado su humanidad para convertirse en autómatas. La sangre volvía a fluir por sus venas dándoles ganas de vivir y una razón más allá del trabajo y la pura supervivencia. Nada indicaba que ese día iba a ser diferente

Un ruido sordo nos sobresaltó, rompiendo las cadenas que nos ataban a nuestro letargo. Un sonido seco rompió la monotonía de la fábrica. Nos dirigimos rápidamente a ver qué había sucedido. La imagen que vimos nos sobrecogió el corazón. En el suelo, tumbado en un charco de sangre junto a un cascote yacía el cuerpo del novato. Sus ojos ahora vacíos miraban al horizonte, mientras el cuerpo antes lleno de vitalidad ahora no era más que una cáscara vacía inerte en el suelo frío de la fábrica. Las lágrimas empezaron a aflorar en unos rostros secos, dando vida a unos cuerpos inertes que parecían despertar de un largo letargo dándose cuenta del mundo que les rodeaba,  precipitándose contra el frío suelo tras abandonar su nube de éxtasis. Cogimos el cuerpo y lo envolvimos con una sábana blanca que acabó tiñéndose de rojo púrpura mientras portamos el cadáver del chaval: los gritos y las lágrimas nos acompañaron durante el viaje, ignorando los gritos de los capataces que nos indicaban que volviéramos al trabajo.

El improvisado cortijo fúnebre recorrió lentamente el camino que separaba la fábrica hasta la morgue.   El dolor, la rabia, la impotencia…  iban apareciendo  durante el camino. La culpa surgió entre nosotros como un peso nos lastraba cada vez más. "La culpa es como un saco de ladrillos: solo hay que descargarlo.” Es una de las frases que me repetía a mí mismo más de una vez. Sin embargo, qué fácil parecía decirlo y qué difícil era ponerlo en práctica. Veo esa oscuridad fría y vacía que se extiende hasta el infinito y veo que estamos solos. Vivimos nuestras vidas, puesto que no tenemos nada mejor que hacer, pero una vida basada en la supervivencia. Más adelante, ya les buscaremos un sentido. Venimos de la nada; Tenemos hijos, que se encuentran atados a este infierno al igual que nosotros, y volvemos a la nada. No hay nada más. La existencia es algo fortuito. No hay ningún patrón salvo el que imaginamos cuando nos quedamos mirando fijamente durante mucho tiempo. No tiene ningún sentido, salvo el que decidimos imponer. Este mundo que vaga a la deriva no está moldeado por vagas fuerzas metafísicas. No es Dios quien mata a los hombres. Ni es el destino el que los despedaza, ni es la casualidad la que se los da de comer a los perros. Somos nosotros. Sólo nosotros.

Esa idea surgía en cada uno de nosotros: polvo eres y en polvo te convertirás, ganándote el pan con el sudor de tu frente, mientras otros sorbían ese sudor con sangre para alimentar su riqueza a través de nuestro dolor y sufrimiento. 

El cortijo avanzaba lentamente y llegó por fin a su destino.  Enterramos al chaval con las primeras luces de la tarde. Una sombra cayó sobre nosotros, pero seguro que no era nada importante.

La mañana despuntaba fresca. Parecía que iba a ser un día normal. Un día monótono más para las miles de personas que se levantaban temprano para acudir a su jornada laboral. Un día más como otro cualquiera. Pero esta vez no era así.

Todo estaba tranquilo.  El silencio impera por la fábrica cuando días antes el bullicio era lo habitual El ruido del tráfago de la fábrica había desaparecido misteriosamente. El transporte estaba en silencio: no había ningún alma   Pero no, el silencio era demasiado absoluto. Algo hacía presagiar que no era un día normal.

La empresa había intentado  por todos los medios posibles olvidar el brutal accidente. Tras una rueda de prensa donde indicaron su intención de mejorar las medidas de seguridad, preguntados por ese suceso la empresa indició que ese suceso había sido algo fortuito y que no era lo habitual. El dolor y la rabia brotaron en nuestro interior como una furia roja que quería arrasar con todo a su paso. No era la primera vez que sucedía esto, pero la muerte del chaval había sido el detonante. Demasiado dolor, demasiado sufrimiento, demasiad indiferencia por parte de aquellos que nos veían como ganado, como un elemento más de su propiedad. 

Los patrones son tiranos. Aquí le aprietan a uno el cuello; en el campo insultan al jornalero, le escatiman el jornal, le dan a comer lodo y por remate le violan a sus hijas. Todo anda de esta manera. Yo no sé cómo no ha reventado ya la mina que amenaza al mundo, porque ya debía haber reventado. En todas partes arde la misma fiebre. El espíritu de las clases bajas se encarnará en un implacable y futuro vengador. La onda de abajo derrocará la masa de arriba. La Commune, la Internacional, el nihilismo, eso es poco; ¡falta la enorme y vencedora coalición! Todas las tiranías se vendrán al suelo: la tiranía política, la tiranía económica, la tiranía religiosa. Porque el cura es también aliado de los verdugos del pueblo. El canta su tedeum y reza su paternoster, más por el millonario que por el desgraciado. Pero los anuncios del cataclismo están ya a la vista de la humanidad y la humanidad no los ve; lo que verá bien será el espanto y el horror del día de la ira. No habrá fuerza que pueda contener el torrente de la fatal venganza.

Era la gota que colmaba el vaso. Habíamos dado lo mejor de nuestra vida por ellos, por los dueños, sacrificando nuestras vidas y nuestra vitalidad y ¿Qué habíamos recibido a cambio?  Pobreza, hambre y las enfermedades: eso es lo que conseguimos a cambio de nuestro  trabajo. Todo está contra nosotros, día tras día, toda nuestra vida; reventamos en el trabajo, en el fango, en el engaño, mientras que otros se llenan y se divierten al precio de nuestro dolor y nos tienen como perros encadenados, en la ignorancia, porque no sabemos nada, y en el terror, porque tenemos miedo de todo. ¡Nuestra vida es la noche, una noche sombría!

Habrá que cantar una nueva marsellesa que como los clarines de Jericó destruya la morada de los infantes. El incendio alumbrará las ruinas. El cuchillo popular cortará cuellos y vientres odiados; las mujeres del populacho arrancarán a puños los cabellos rubios de las vírgenes orgullosas; la pata del hombre descalzo manchará la alfombra del opulento; se romperán las estatuas de los bandidos que oprimieron a los humildes; y el cielo verá con temerosa alegría, entre el estruendo de la catástrofe redentora, el castigo de los altivos malhechores, la venganza suprema y terrible de la miseria borracha!

La manifestación empezó sin autorización, como una concentración más. Poco a poco miles de personas se sumaron a esta improvisada marcha que transcurría lentamente por las calles y avenidas. Levantando los puños, manifestamos nuestra rabia y dolor. La policía hizo su aparición, intentando separarnos  Nos  empujaban por el cuello, por la espalda, nos  pegaban en los hombros y en la cabeza.

Pero el dolor no importaba. No era nada comparado con todo lo que habíamos sufrido. Tanto dolor y sufrimiento no eran nada. ¿Por qué tenía que haber muerto ese chaval? ¿Por qué? Tenía toda la vida por delante. Una vida que podría haber sido mejor que la nuestra. No era justo. No era la primera vez, pero esta vez no estaríamos quietos y callados. No permitiríamos que volviera a pasar. Nadie debería sufrir en sus carnes  lo que habíamos pasado.

Seguimos avanzando. La multitud fue recibida por una avalancha de palos, gritos y sangre que salpicaba el suelo. Pero seguimos avanzando. No podíamos seguir como hasta ahora. Se lo debíamos al chaval, a todos aquellos que cayeron y sufrieron, a sus familias que dependían de ellos, a todos  aquellos que luchaban por sobrevivir, trabajando por un miserable salario para llevar pan a sus casas. No podíamos parar.

Mira a tu alrededor. Observa a tus compañeros. ¿Qué sensación te dan sus ojos?. De que no se arrepiente del delito que ha cometido. Seguramente porque no ha cometido ninguno, porque es un obrero que se afilió a un sindicato. Esa mirada es por lo que he traído aquí. Esa es la mirada que tenemos que tener.

La pobreza, el hambre y las enfermedades: eso es lo que recibe la gente a cambio de su trabajo. Todo está contra nosotros, día tras día, toda nuestra vida; reventamos en el trabajo, en el fango, en el engaño, mientras que otros se llenan y se divierten al precio de nuestro dolor y nos tienen como perros encadenados, en la ignorancia, porque no sabemos nada, y en el terror, porque tenemos miedo de todo. ¡Nuestra vida es la noche, una noche sombría! 

¡No temáis nada! No hay tormento peor que el que respiráis durante toda vuestra vida...  ¡La razón no puede ahogarse en sangre! No se apagará la verdad bajo mares de sangre... ¡En vuestra locura no amasáreis más que odio! Y caerá sobre vosotros... Los pobres del mundo... 

Cargaron los antidisturbios y la batalla apareció ante nuestros ojos.  La vorágine nos rodeó y arrastró hacia al fondo mientras intentamos zozobrar ante la creciente marejada. Nos rodeaba  una multitud que se ahogaba en un torbellino de gritos, de aullidos, de sonar de silbatos. Una sensación espesa y ensordecedora penetró en nuestros oídos, llenó nuestras gargantas, ahogándonos. El suelo huyó bajo nuestros pies,  hundiéndose; nuestras  rodillas vacilaron y nuestro  cuerpo, estremecido por las quemaduras del dolor, se tambaleó sin fuerzas. Pero nuestros ojos brillaban aún, veían una multitud de otros ojos que ardían con un fuego vivo y osado que conocíamos bien, un fuego querido a nuestro corazón.

sábado, 26 de junio de 2021

EL ACORAZADO POTEMKIN

Hoy es el aniversario del motín de los marineros del acorazado Potemkin. Denunciaban los crímenes de Estado y exigían el fin de la guerra.

La brutal represión del Domingo Sangriento, que dejó un saldo de cientos de muertos y heridos, fue la chispa que encendió un reguero de huelgas y motines abanderados por los soviets (organizaciones o consejos obreros que operaban en fábricas y ciudades). El ejército también se implicó en varios actos de protesta, como la sublevación protagonizada por los marineros del acorazado Potemkin.

Extenuados tras la guerra japonesa y hartos ya de soportar las pésimas condiciones de vida a bordo del barco, el 14 de junio, durante unas maniobras cerca de la isla de Tendra en el mar Negro, los marineros del Potemkin se amotinaron por el pésimo estado del rancho y tras matar a los oficiales se dirigieron al cercano puerto de Odessa para apoyar a los insurgentes que desde hacía días se estaban enfrentando a los cosacos y las tropas del zar. Cuando llegaron a puerto, el Potemkin se sumó a la lucha y llegó a disparar contra algunos edificios del gobierno, pero la flota del Mar Negro había recibido la orden de zarpar desde Sebastopol con órdenes de hundir el insurrecto buque y el Potemkin salió huyendo hacia Rumanía. El gobierno de Bucarest los acogió de mal talante y devolvió el buque a la marina rusa. Algunos de los amotinados volvieron a Rusia (donde se les juzgó con severidad) y el resto se desperdigó por Europa.





La revolución de 1905

El estallido revolucionario de 1905 sirvió de precedente y referente al de 1917. Fue fruto del malestar que provocó la crisis económica que azotaba Rusia (crisis de subsistencias, desempleo), y del descontento causado por la derrota militar frente a Japón.

El hecho que desencadenó el proceso revolucionario ocurrió el 9 de enero de 1905, cuando una muchedumbre (200.000 personas), desarmada, compuesta por obreros, campesinos, mujeres y niños, dirigida por el pope (sacerdote) Gapón, posible confidente de la policía y colaborador del régimen, se encaminó hacia el Palacio de Invierno, residencia del Zar en San Petersburgo.

Pretendía hacerle llegar una serie de peticiones: convocatoria de una asamblea constituyente, mejoras salariales, jornada de ocho horas, libertad de sindicación, etc.

Por respuesta obtuvieron una violenta represión que se saldó con más de mil manifestantes muertos. Este acontecimiento ha pasado a la historia con el nombre de "Domingo Sangriento".

La reacción de los habitantes de San Petersburgo se materializó en una oleada de protestas, acompañada de la paralización del sistema productivo como consecuencia de las huelgas y motines. En San Petersburgo y Moscú surgieron las primeras asociaciones de obreros y campesinos, los "soviets" (comités de obreros).

El acorazado Potemkin

En junio de 1905 la marinería del acorazado Potemkin, anclado en el puerto de Odessa (Mar Negro), se sublevó contra sus oficiales, iniciativa que se extendió a otras unidades de la marina y del ejército.

El Potemkin fue un acorazado (buque de guerra de gran tonelaje) de la Flota rusa del Mar Negro. El buque se hizo también famoso por la sublevación de su tripulación contra sus opresivos oficiales, el 27 de junio de 1905. Este hecho fue visto posteriormente como un paso inicial hacia la revolución rusa de 1917, y se convirtió en la base histórica para la película muda de Sergei Eisenstein "El acorazado Potemkin". La chispa que hizo estallar el motín fue iniciada por el infante de marina Ippolit Giliarovsky, quien amenazó con tomar represalias contra varios miembros de la tripulación que se negaban a comer la carne, en la que se habían descubierto gusanos, tras ser embarcada desde la torpedera N267, que actuaba como buque de enlace y correo. Al parecer Giliarovsky reunió a dichos marineros en una zona en cuyo suelo se había extendido una lona impermeable, y donde esperaban infantes de marina armados. Los marineros asumieron que iba a celebrarse una ejecución en grupo, y se abalanzaron sobre los infantes desencadenando así el conflicto armado entre de oficiales y marinos de guerra. De un total de 800 hombres a bordo, sólo sobrevivieron 31.

La chispa que hizo estallar el motín fue iniciada por el segundo de a bordo, Ippolit Giliarovsky, quien amenazó con tomar represalias contra varios miembros de la tripulación que se negaban a comer borsch, una sopa de remolacha que elaboraban con carne parcialmente podrida e infestada de larvas de mosca. La carne había sido traída por el buque torpedero "Ismaíl", que actuaba como buque de enlace y correo. Al parecer Guiliarovsky reunió a dichos marineros frente al alcázar en una zona donde esperaban infantes de marina armados. Los marineros asumieron que iba a celebrarse una ejecución en grupo y se abalanzaron sobre los infantes. Guiliarovsky fue asesinado después de que hiriera mortalmente a Grigori Vakulinchuk, uno de los líderes de los amotinados. Los marineros asesinaron a siete de los dieciocho oficiales del buque, entre ellos al capitán Yevgueni Gólikov. Luego organizaron un comité compuesto por veinticinco marineros y liderado por Afanasi Nikolayevich Matushenko para que dirigiera la nave.

El comité decidió navegar a Odesa ondeando una bandera roja, a cuyo puerto arribaron a las 22:00 horas de ese mismo día. En la ciudad se había declarado una huelga general y se estaban produciendo algunos disturbios mientras la policía trataba de calmar a los manifestantes. Al día siguiente los amotinados del Potemkin rechazaron desembarcar marineros armados para ayudar a los huelguistas a hacerse con el control de la ciudad, pues preferían esperar la llegada de otros acorazados de la Flota del Mar Negro. Más tarde ese mismo día capturaron un transporte militar que había llegado a la ciudad. Las revueltas en Odesa continuaron y gran parte del puerto de la ciudad fue arrasado por el fuego. En la tarde del 29 de junio el entierro de Grigori Vakulinchuk se convirtió en una manifestación política en toda regla y el ejército trató de emboscar a los marineros que asistían al funeral. En represalia por ello el acorazado disparó dos proyectiles de 152 mm contra un teatro en el que se iba a celebrar una reunión de militares zaristas de alto nivel, pero ninguno hizo blanco.

Los amotinados del Potemkin tomaron al final del día 30 de junio la decisión de navegar al puerto rumano de Constanza, Rumanía, para aprovisionarse de comida, agua y carbón. Los rumanos se negaron a facilitar los suministros y el comité del acorazado ruso decidió navegar al puerto de Feodosia, en Crimea, donde esperaban conseguir lo que necesitaban. El Potemkin fondeó allí el 5 de julio pero el gobernador de la ciudad tan solo aceptó darles comida. A la mañana siguiente los amotinados trataron de robar varias barcazas de carbón, pero fueron emboscados por la guarnición del puerto, que mató veintidós de los treinta marineros implicados en el robo. El comité del Potemkin tomó esa tarde la decisión de regresar a Constanza.

El Potemkin alcanzó su destino a las 23:00 horas del 7 de julio y los rumanos aceptaron darles asilo si deponían las armas y rendían el acorazado. Antes de desembarcar, Matushenko ordenó abrir las válvulas Kingston del Potemkin para hundirlo en el puerto.

Tras hundir al Potemkin Afanasi Matushenko vivió en el exilio en Rumania, Suiza, Estados Unidos y Francia. El 28 de junio de 1907, Afanasy Matyushenko con un pasaporte a nombre de Fedorchenko volvió a Rusia, desembarcando en Odessa. El 3 de julio de 1907 Matyushenko fue arrestado en Nikolaev, Ucrania, en una investigación por robo. Fue identificado en la prisión de Odessa, donde fue identificado por uno de los presos. Se decidió juzgar al ex líder del levantamiento de Potemkin por un tribunal militar en Sebastopol.

El juicio fue breve y la sentencia la pena de muerte. Los abogados estaban indignados ya que el Manifiesto del 17 de octubre del Zar Nicolás II abolió claramente las condenas a muerte en casos cometidos antes del 17 de octubre, incluido el levantamiento de Potemkin. Al amanecer del 20 de octubre de 1907, la sentencia se llevó a cabo en el patio de la prisión de Sebastopol.

Ante este aluvión de protestas el zar se vio obligado a transigir e hizo algunas concesiones, que se recogieron en un Manifiesto Imperial emitido en octubre de 1905.

El acorazado Potemkin fue reflotado con facilidad, pero el agua salada había dañado sus máquinas y calderas. Fue remolcado a Sebastopol, a donde llegó el 14 de julio.​ El 12 de octubre de 1905 el acorazado fue renombrado "Panteleimón" en honor a San Pantaleón. Antes de su retirada del servicio recibió los nombres de "Potemkin-Tavrícheski" (13 de abril de 1917) y "Boréts za svoboduel" (Luchador por la Libertad) el 11 de mayo de 1917.

El acorazado fue puesto en la reserva en marzo de 1918 pero los alemanes lo capturaron en Sebastopol en mayo del mismo año. Fue entregado a los Aliados en diciembre de 1918 tras la firma del armisticio alemán. Los británicos destruyeron sus máquinas el 19 de abril de 1919 cuando abandonaron Crimea para evitar que los bolcheviques lo usaran contra los rusos blancos. Durante la Guerra Civil Rusa (1917-23) el buque estuvo en manos de ambos bandos, pero fue abandonado por los "blancos" cuando se retiraron de Crimea en noviembre de 1920. El "Boréts za svobodu" fue desguazado a comienzos de 1923, aunque no desapareció de la lista de buques de la armada rusa hasta el 21 de noviembre de 1925.

En 1955 se le cambió el nombre de la Escalera Primorsky por el de Escalera Potemkin en honor al 50º aniversario de la sublevación del acorazado Potemkin.

 

El legado de la revolución de 1905

El gobierno ruso se vio impotente para frenar la oleada de protestas, por lo que el zar Nicolás II decidió ceder en algunas cuestiones introduciendo una serie de reformas, contenidas en el conocido como Manifiesto de Octubre. Aceptó conceder algunas libertades políticas, una ley electoral, que se crease una asamblea más o menos representativa, la Duma, aunque con poderes legislativos muy limitados, ya que el zar podía vetar sus leyes, y una serie de medidas laborales y sociales como el reconocimiento de los derechos sindicales o la jornada laboral de diez horas. También aceleró la paz con Japón. Pero eran medidas muy tímidas en relación con la situación explosiva que se comenzaba a vivir en Rusia. Los soviets siguieron actuando, destacando el de San Petersburgo. Los soviets propiciaron en noviembre la sublevación de los marineros de la base naval de Kronstadt. También el campo continuó revuelto.
El zar declaró la ley marcial y puso en marcha el aparato del estado para reprimir a la oposición. En el campo se destacaron en esta tarea las denominadas Centurias Negras. Se encarceló a los miembros del soviet de San Petersburgo. Muchos líderes de la oposición fueron deportados a Siberia, mientras que otros huyeron a Europa occidental.

La respuesta del zar -el Manifiesto de octubre- consistió en anunciar una reforma política y la creación de una asamblea representativa, la Duma. También se realizaron algunas mejoras en las condiciones de vida y laborales de obreros y campesinos.

La revolución de 1905 sirvió de enseñanza para la de 1917. Sirvió para depurar y esclarecer la estrategia del movimiento obrero y en concreto de los bolcheviques. La figura del zar salió deteriorara de 1905. En la mentalidad popular comenzó a derrumbarse un mito: el padrecito zar que velaba por la prosperidad de los súbditos, aunque aveces estuviera engañando por el mal gobierno.


Eisensentein y el cine

Un 22 de enero de 1898 nacía en Riga Sergei Eisenstein, el director ruso que cambió la forma de entender el cine. El artista firmó obras maestras del cine 'El acorazado Potemkin', 'Octubre' y 'La huelga', todas ellas con un montaje que no se había visto nunca hasta la fecha.

En el Ejército Rojo entró en contacto con el teatro al trabajar como responsable de decorados y como director e intérprete de pequeños espectáculos para la tropa. Su experiencia como director de escena del Teatro Obrero (1920) lo impulsó a estudiar dirección teatral en la escuela estatal, donde desarrolló una personal concepción del arte dramático basada en la yuxtaposición de imágenes de fuerte contenido emocional.

Su primer contacto con el cine fue el rodaje de un pequeño cortometraje incluido en el montaje de la obra teatral El sabio que llevaba por título El diario de Glomov. Empezó a interesarse activamente por el nuevo medio artístico y rodó el largometraje La huelga (1924), con una famosa secuencia en que utilizó la imagen de ganado sacrificado en el matadero intercalada con otra de trabajadores fusilados por soldados zaristas.

La película se estrenó el 21 de diciembre de 1925 en el Teatro Bolshói. Según el testimonio del propio director, el montaje se terminó momentos antes de la proyección del filme y el último rollo lo empalmó con su propia saliva.

El acorazado Potemkin (Bronenósets Potyomkin, 1925) no es solamente la película más importante de Eisenstein (era su segundo largometraje) y la más representativa de todo el cine revolucionario soviético sino que se erige como una de las más notables e influyentes del periodo silente y, en opinión de numerosos historiadores, la mejor. Por supuesto es uno de los filmes más analizados y comentados de la historia.

Nació como uno de los ocho episodios de un proyecto sobre la fallida revolución de 1905 pero ya en Odessa el director letón reescribió casi totalmente el guion, que se separó bastante del inicial, más fiel a los acontecimientos históricos y centrado en este episodio. El rodaje duró poco más de una semana y durante el mismo Eisenstein y su operador Eduard Tissé experimentaron con objetivos, focos, plataformas para mover las cámaras, planos desenfocados... La película tuvo un gran éxito en el extranjero, siendo prohibida en algunos países acusada de revolucionaria.

El desarrollo de este episodio revolucionario es, en realidad, una metáfora de la Revolución Rusa con la representación de las clases que sostienen el zarismo en el barco (los militares aristocráticos y los oportunistas, el clero, los intelectuales que se pliegan al poder como el médico, los indiferentes y los cobardes) y los grupos revolucionarios (el pueblo movilizado como marineros) y sus aliados (la pequeña burguesía en el puerto, las mujeres, los oprimidos...).

Sergei Eisenstein