lunes, 4 de octubre de 2021

LOS BRIGADISTAS CHINOS EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA

La Guerra Española, que estalló en 1936, fue el preludio de la Segunda Guerra Mundial. El gobierno de la república española sufrió un golpe de estado de militares rebeldes apoyados por las potencias fascistas internacionales. Abandonada por las democracias occidentales, los trabajadores de todo el mundo acudieron a su auxilio: más de 40000 voluntarios de 54 países formaron las Brigadas Internacionales. Trabajadores y antifascistas llegaron de todas partes, incluso de lugares tan alejados como China. Un centenar de chinos vivieron a defender la libertad en España desde todo el mundo, integrándose en las Brigadas Internacionales y en el ejército republicano, ganándose el respeto y la admiración de sus camaradas de armas y del pueblo español.

Los voluntarios chinos procedían de todos los orígenes, algunos de familias de funcionarios públicos, otros habían sido los más humildes de los trabajadores manuales y agricultores analfabetos. Como su número había sido relativamente pequeño, no hubo una brigada china oficial en España, y lucharon en batallones de otras naciones, generalmente elegidos en función de sus habilidades lingüísticas.

Tras el fin de la contienda, muchos de ellos se retiraron a Francia donde fueron recluidos en campos de concentración como el resto de los exiliados republicanos. Allí se organizaron y continuaron su lucha creando periódicos y revistas clandestinas, organizando actividades conmemorativas e intentando rescatar a otros camaradas víctimas del hambre, el abuso y la persecución.  Solamente ocho de ellos volvieron a China para combatir al Kuomintang y vieron el nacimiento de la Republica Popular de Mao Zedong.

Las semillas sembradas por estos voluntarios germinarán con el tiempo, recordar su labor y su papel es menester para las nuevas generaciones.



La internacionalización de la Guerra española en el mundo

La lucha contra el fascismo no conoce frontera ni distingue entre pueblos: el terror fascista afecta por igual a todos los pueblos del mundo y a la clase obrera.  El proyecto de profundización del saqueo capitalista se apoya en todos los pilares de odio fascista. El fascismo no es un “espontáneo miedo al otro”; al contrario, es fomentado a consciencia por la clase explotadora y sus medios. El aparato cultural y mediático del capitalismo intensifica su promoción del racismo, del machismo, del anticomunismo, y de todo paradigma de discriminación, con la finalidad de dividir a la clase explotada. La clase explotadora suple, a través de sus medios de alienación masiva, exutorios de rabia: de la rabia que genera la explotación y empobrecimiento. El aparato cultural crea las figuras de “chivos expiatorios” sobre los que dirigir la rabia; fomenta la visceralidad desprovista de análisis y el fanatismo religioso; explota todo suceso para hacerle propaganda a las fuerzas y estructuras represivas. La clase explotadora sabe del descontento social y la rabia que genera su explotación: por ello encauza esa rabia de los expoliados hacia direcciones equivocadas. 



Sin embargo, toda acción tiene una reacción opuesta:  Los trabajadores y los demócratas dieron un paso al frente y tomaron partido. No tomar partido es tomar partido siempre; si las reglas del juego defienden y respaldan a un grupo sobre otro, dejar que el grupo opresor haga activismo y proselitismo, solo es apoyar al opresor. 

En el caso de España, la reacción contra el golpe de estado y a favor de la democracia y el pueblo llegó a todas partes del mundo, hasta una región tan alejada como China:  El Partido Comunista de China envió al destacamento chino de las Brigadas un enorme pendón rojo con el siguiente texto en chino y en inglés: "¡Uníos, pueblos de España y China! ¡Abajo con el fascismo, enemigo común de la humanidad!".  Antes del traslado, los trabajadores hicieron una bandera de seda roja con una poesía manuscrita dedicada a los combatientes chinos que estaban en España. Xie Weijin la recibió en marzo a través de Zhao Jiansheng. El poema decía:

Frente de Oriente, frente de Occidente. Miles de li os separan, y en vosotros renace y muere la cultura.
¡Esforcémonos por hacer frente a la invasión,
Por llevar a la realidad nuestra defensa de la democracia!
Habéis sido heridos por la causa del gran pueblo español:
La sangre que derramáis es la luz roja del descenso a la tierra del dios de la libertad.
La noticia de vuestra valentía colma nuestro corazón como el sol de invierno.
Vuestra victoria es la nuestra.
Estad tranquilos, nosotros cargaremos con las responsabilidades de la patria.
¡Adelante, y hacedlo posible! Cuando se extinga el fascismo y el pueblo sea rey, cuatrocientos millones de compatriotas os darán la bienvenida en vuestro regreso a la tierra natal.
Mas, ¿para qué volver a la tierra natal? Mirad, el cielo azul es el techo, la gran tierra el suelo, las veintiocho constelaciones los muros.
Hermanos y hermanas somos la humanidad, y el mundo es nuestro hogar


Para el Destacamento Chino de la Brigada Internacional. ¡Unión de los Pueblos de España y China! Acabemos con el enemigo común de la Humanidad -LOS FASCISTAS! Chou-yen, Chow En-la, Peng Teh-Hwei


El propio Mao, por entonces jefe militar del Ejército Rojo, publicó una carta dirigida "al pueblo español y a los camaradas armados" el 28 de septiembre de 1937. «Si no fuera por el hecho de que tenemos el enemigo japonés frente a nosotros», escribió Mao, «seguramente nos uniríamos a sus tropas». "La causa por la que os esforzáis es también la nuestra. Hemos leído con emoción que las Brigadas Internacionales están formadas por ciudadanos de todos los países y nos hemos alegrado mucho al saber que entre ellos hay chinos y japoneses”. Y en una carta abierta al pueblo español de 15 de mayo de 1937 escribe: “Muchos camaradas del Ejército Rojo de China están dispuestos a ir a España para participar en vuestra lucha; no hay día que no hablen de vuestra lucha y la situación general de España. De no ser por que tenemos enfrente al enemigo japonés, iríamos con toda seguridad a integrarnos en vuestras tropas”.

China también estaba en una situación muy severa por la invasión de fascismo japonés en esa época en la que surge un grupo de guerreros chinos, quienes, sin tener en cuenta lo que ocurría en su propio país, e incluso sin miedo a la muerte, pensaron que ayudar a los españoles era un deber irrenunciable.

En octubre de 1937, el general Yang Hucheng 杨虎城 (en el centro de la fotografía superior, con gafas) visitó España para conocer de primera mano la resistencia republicana a la sublevación franquista

Uno de aquellos combatientes decididos fue Zhang Ruishu que no dudó después de una vida errante a venir a luchar contra el fascismo al sur de Europa. “Llegaría a España junto Liu Jingtian. Ambos decidieron ir juntos a España para incorporarse a las Brigadas Internacionales y luchar contra los fascistas”. El 28 de noviembre de 1936 se presentaron en el cuartel general de las Brigadas Internacionales en Albacete. Y “solicitaron incorporarse a una compañía de ametralladores, pero después del examen físico” fueron destinado a otras tareas.

España y China están separadas por 1.000 cordilleras y 10.000 ríos, pero en aquel momento se hallaban unidas por el mismo mal y el mismo destino: En aquel tiempo se puso de moda en China la canción Defended Madrid (Baowei Madeli), gestada en la Asociación de Estudios Internacionales (Guoji Yanjiuhui), una modesta organización cuyos jóvenes miembros tuvieron la idea de componer una canción para ofrecérsela al pueblo español. Uno de ellos, el compositor Mai Xin, de 22 años, escribió la letra a partir de las noticias que aparecían en la prensa: “Empuñad las fieras granadas y apuntad a Franco, al incendiario criminal. ¡En pie! ¡En pie! Marcha presto al frente, pueblo de España, por la libertad y la independencia patrias, al frente que lucha por la paz. ¡En pie! ¡En pie! ¡Luchad a muerte contra los lacayos traidores! ¡Defended Madrid! ¡Defended del mundo la paz!”.

La figura de Zhang Ruishu

El camino de Zhang hacia Europa comenzó en 1917, cuando, en el apogeo de la Primera Guerra Mundial, Gran Bretaña y Francia reclutaron a más de 100.000 chinos para trabajar en fábricas cuya fuerza laboral regular ahora luchaba en el frente. Nacido en la pobreza extrema en 1893, Zhang, huérfano desde que era adolescente, desempleado, analfabeto y desesperado, se inscribió y abordó un barco repleto de casi 2000 hombres chinos con destino a Marsella.

Después de 70 días agotadores en el mar, Zhang fue puesto a trabajar en una fábrica de papel francesa. Sin embargo, en menos de un año, Alemania se rindió, la guerra terminó y los trabajadores chinos sobraron para las necesidades francesas. La mayoría fueron enviados a casa. Sin familia y sin perspectivas en China, Zhang decidió quedarse y probar suerte, asumiendo los trabajos desagradables y peligrosos (desenterrar cadáveres y detonar bombas de gas sin explotar, por ejemplo) que los franceses evitaban.

Zhang Ruishu llegó a España en noviembre de 1936 con el objetivo de defender la causa de la libertad en un país atacado por poderosas fuerzas nazifascistas. Enrolado en las Brigadas Internacionales, pidieron convertirse en ametralladores pero debido a su edad fue destinado a los servicios sanitarios, donde desarrolló una valerosa e ingente labor hasta que, en la primavera de 1937, fue herido en la Batalla del Jarama.se les asignó a equipos médicos como camilleros, a menudo encargados de rescatar a soldados heridos mientras estaban bajo fuego. Tal como se describe en Estampa, Zhang resultó herido en el pecho, los hombros y las manos mientras cumplía con sus funciones. Una fotografía dramática del fragor de la batalla que muestra a Liu rescatando a un soldado herido fue publicada en el periódico español Frente Rojo, y fue elogiado por su heroísmo.

En el otoño de ese mismo año su comandante le obligó a tomarse un día de vacaciones y visitar la capital asediada. En la Gran Vía, Zhang se paró ante un gran cartel que rezaba: “Madrid será la tumba del fascismo”. Muy cerca, en un puesto de periódicos se exhibía la edición de la revista de noticias Estampa que, en portada completa, mostraba el rostro de un chino con la cabeza rapada.

De pronto alrededor de Zhang empezó a congregarse una pequeña multitud que le señalaba con el dedo, le estrechaban las manos y le abrazaban. Aquel hombre nacido en la provincia de Shandong hacía 44 años comprendió de pronto que se trataba de su propia imagen y que a más de diez mil kilómetros de su casa unos madrileños le aclamaban como un héroe en un idioma que no comprendía.

Zhang Ruishu en el cartel de la revista La Estampa

Casi 20 años después de haber pisado por primera vez suelo europeo, el humilde hombre de 44 años de la provincia de Shandong, ahora médico de las fuerzas republicanas que luchan contra el fascismo en la guerra civil española, estaba siendo aclamado como un héroe en un país a casi 10.000 km de casa.

La figura de Ching Siu Ling

Xie Weijin se unió al llamamiento internacional de los compatriotas chinos de ultramar desde un campo de internamiento francés. Nació en la provincia de Sichuan y como miembro del partido comunista, llegaría a España en abril de 1937 para combatir en la guerra civil bajo un seudónimo que ocultara su identidad Ching Siu Ling.

Kin tien Liou (izquierda) y Ching Siu Ling
en el Frente de Brunete

Xie Weijin desempeñaba el cargo de comisario político del batallón de artillería de las Brigadas Internacionales. Xie Weijin conservó objetos de alto valor histórico que han permanecido décadas ocultos como el pendón de seda que le envió Zhou Enlai desde la lejana China con un marinero.  Xie Weijing emprendió camino hacia la frontera francesa el 25 de enero de 1939. El grupo de combatientes que lo acompaño hasta la frontera terminó junto a Weijin en el campo de Argelès, a orillas del Mediterráneo. También pasaría por el campo de Gurs donde vivió en condiciones infrahumanas en barracones de madera. En el campo vivían junto a unos 16.000 refugiados. Los refugiados chinos estaban en el barracón número 16. Xie fue uno de los cientos de miles de refugiados republicanos que huyeron a Francia, donde fueron confinados en el famoso Campo de Concentración de Gurs durante ocho meses antes de regresar a China a través de Singapur, Hong Kong y Vietnam. Xie luchó con el Ejército Rojo contra los japoneses. Con el tiempo de trabajo como ingeniero para la fuerza aérea china en la década de 1950 y principios de los años 60. En 1965, sin embargo, Xie fue expulsado del Partido Comunista y etiquetado como revisionista debido a su relación con los extranjeros en Europa. Murió de cáncer en 1978, sin haber sido nunca rehabilitado.

Xie Weijin contaba historias sobre las fotos que conservaba de la guerra repitiendo “sin cansarse quién era tal o cual persona, quién había muerto en tal o cual batalla o cómo Dolores Ibárruri había ido al frente a dar ánimo a los soldados”... En esa ocasión le oyeron decir: “Aunque perdimos la guerra, gentes de varias decenas de países y de todas las razas fueron a España para tomar parte en ella, un hecho sin precedentes en el mundo”.

Aking Chang, un brigadista en el Frente Norte

Aking Chang fue un líder sindical huido de la policía del entonces poderoso Kuomingtan, el partido nacionalista chino enfrentado a los comunistas en su guerra civil. Amenazado, por tanto, en 1937 se embarcó a toda prisa en un barco que partía rumbo a Europa. Un cocinero vietnamita  le habla de la lucha de los republicanos contra el fascismo en España y eso al parecer le entusiasma lo suficiente como para querer luchar en las Brigadas Internacionales.

Aking Chang fue integrado en una de las escuadras del frente Norte en un batallón minero. Al poco de llegar al frente asturiano fue capturado en Mieres por tropas franquistas y encarcelado en el campo del monasterio de San Pedro de Cardeña, a 10 kilómetros de Burgos. Con la caída del Frente Norte en 1937, ese campo de reclusión y trabajos forzados fue utilizado para internar a prisioneros, sobre todo asturianos, vascos y cántabros, así como unos 1.000 brigadistas internacionales desde abril de 1938, donde sufrieron un trato extremadamente duro.

Aking Chang lo llevaron a campos de trabajos forzados de Santander, Burgos, Belchite, Palencia y Miranda. Estuvo preso seis años y salió en libertad en 1943. Sufrió durísimas penalidades y castigos severos: frío, hambre, higiene deplorable, desatención médica...  Recibió golpes y humillaciones y fueron obligados a cantar, proclamar y escribir temas fascistas.  En el documental franquista Prisioneros de Guerra (1938) filmado y dirigido por el exlegionario García Viñolas en el antiguo convento de San Pedro de Cardeña y otros lugares, se ve a miembros de las Brigadas Internacionales y republicanos que estaban allí recluidos. En San Pedro ocupa parte de este reportaje Chang, que escribe caracteres en chino: su nombre y procedencia. Pero el realizador aprovechó para traducir libremente el texto como «Viva España, arriba España».

Aking Chang en el campo de San Pedro de Cardeña (Burgos)
tras ser detenido en Asturias en 1937

Dong Hong Yick, un voluntario chino en la Brigada Lincoln

Dong Hong Yick, cuyo verdadero nombre era Chen WenRao (陈文饶), nació el 13 de noviembre de 1913 en la ciudad rural de Taishan, China. Asistió a una escuela pública en China, donde recibió entrenamiento militar básico antes de emigrar a los Estados Unidos alrededor de los 20 años para trabajar. Como la mayoría de los inmigrantes, es posible que se haya ido de China en busca de más oportunidades. Vivía en 258 W. 55th Street en el Upper West Side y trabajaba como mesero y cocinero. A partir de ahí, se unió a la Guerra Civil Española el 30 de junio de 1937 y sirvió en la XV Brigada (Brigada Abraham Lincoln). 

Después de unirse a la guerra, se dio cuenta de que no había muchos soldados chinos. Solo ha visto a otros ocho soldados chinos, y ninguno de ellos estaba en su escuadrón. En una carta a otro soldado, dice que le gustaría tener a alguien con quien hablar en chino. Para muchos soldados chinos que se ofrecieron como voluntarios para luchar, creían en el dicho "四海一家", que se traduce directamente como "cuatro mares, una familia", que algo en el otro lado del mundo también era algo de lo que él puede ser y es parte.

La batalla de Belchite, en la que Dong Hong Yick participó, fue extremadamente feroz, hubo muchos caídos de ambos bandos y el pueblo acabó en ruinas. El 4 de noviembre de 1937 hubo un relato de él mencionado en La Vanguardia. Yick recibió un disparo en el pie derecho y en un dedo del pie y fue hospitalizado en Benicassim. Después de quitarse el dedo gordo del pie, dijo que estaba decidido a volver al campo de batalla y unirse al frente. Desapareció en la batalla de Gandesa, y se dio por muerto el 3 de abril de 1938 a la edad de 24 años.

Dong Hong Yick


La figura de Chi Chang

Asistió a la Universidad de California durante 2 años, luego de 1918 a 1923, se graduó del programa de Mineralogía e Ingeniería de la Universidad de Minnesota en 1923. En marzo de 1937, Chi Chang abordó el SS Paris en Nueva York y se dirigió a España.

La llegada de Chi Chang a España fue una respuesta al llamamiento del Partido Comunista de los Estados Unidos de América para luchar contra los fascistas en España en 1936. Como estaba soltero y sin la responsabilidad de las cargas familiares, se había inscrito con mucho gusto. Al  llegar a España el 14 de abril de 1937, Chang escribió en su formulario de registro: “Mi intención original era encontrar un lugar donde mi formación técnica y mi experiencia fueran valiosos en esta lucha, pero no tengo ninguna objeción a estar con la Brigada Internacional, siempre que pueda hacer algunas contribuciones concretas para la victoria final del Gobierno español”.  Inicialmente fue asignado a una unidad de transporte con la XV BDE.  Asistió a OTS y permaneció en el personal para impartir un curso sobre topografía militar.

Durante ese tiempo, el  «Cancionero de las Brigadas Internacionales» se hizo muy popular en España. Eran canciones revolucionarias de España, Italia, Francia, la Unión Soviética y Alemania… Chang había firmado el cancionero del brigadista estadounidense Harry Fisher. Firmó su nombre en inglés en la portada como «Chi Chang, Changsha, China». También firmó su nombre en el cancionero del brigadista inglés Sam Walters como «Chi Chang, China, CPUSA.», indicando claramente su pertenencia al Partido Comunista Americano.

Chang regresó a China en 1939 y sirvió con las guerrillas maoístas en el norte de China. Durante su estancia en Hong Kong en 1939, Chi Chang publicó “Viñetas españolas”, una memoria de sus experiencias en la Guerra Civil española.

Chi Chang


El fin de un conflicto y la continuación de otro

El 28 de octubre de 1938 el gobierno republicano despedía a los brigadistas en un multitudinario desfile en Barcelona.  Además de los fallecidos en combate, algunos como Chen Agen fueron capturados por las fuerzas sublevadas e internados en un campo de concentración, en su caso en el de San Pedro de Cardeña (Burgos) junto a otros brigadistas de diferente origen. Por lo tanto, no todos regresaron en octubre de 1938.

Otros muchos consiguieron cruzar la frontera francesa de nuevo, acabando en campos de internamiento franceses junto a más de 40 000 personas exiliadas españolas. Destaca el caso de Xie Weijin, Li Fengning, Zhang Shusheng, Zhang Zhangguan y Yang Chungrong, que acabaron residiendo en el mismo barracón en el campo de Argèles, previo paso por el de Gurs . Allí, permanecieron todos juntos en un barracón durante seis meses, hasta octubre de 1939, después de diversas gestiones con el consulado chino. Ocho brigadistas chinos embarcaron en el Aeneas, junto con "cuatro médicos españoles" y dos enfermerasTodos partieron desde Marsella a China, pero la guerra no había acabado. La invasión japonesa y la persecución nacionalista china les acompañaron. Esta historia demuestra que, en tiempos de crisis, cómo para combatir al fascismo, los pueblos del mundo vinieron a España a defender la democracia, incluyendo chinos desde tierras muy lejanas que también sufrían el fascismo. Ni siquiera sabían español, pero fueron a luchar con los españoles por la democracia y la libertad. Esta solidaridad sin fronteras da esperanzas para superar crisis en el futuro.

Las experiencias de los voluntarios chinos, que lucharon -y en algunos casos murieron- por sus creencias internacionalistas en el otro lado del planeta de su tierra natal, no son solo mera historia, sino ejemplos brillantes en un mundo regularmente azotada por tormentas políticas y una creciente intolerancia.

Desde el otro extremo del mundo respondisteis a la llamada
para combatir contra el fascismo, amigos y camaradas
Desde Oriente saludasteis con los fusiles y los puños levantados
rodilla en tierra para defender al pueblo frente al invasor desalmado 

Frente de Oriente, frente de Occidente. Distintas tierras, mismo pueblo combativo
Miles de kilómetros nos separan, y en vosotros renace y muere la cultura
La sangre que derramáis es la luz roja del descenso a la tierra del dios de la libertad.
Vuestra victoria es la nuestra. Hermanos y hermanas somos la humanidad, y el mundo es nuestro hogar

Pueblos separados por la distancia, pero unidos por un mismo objetivo:
acabar con el fascismo que a nuestro pueblo asesina y tortura
ancla que nos arrastra al fondo y nos ahoga en un océano de muerte, sangre y tempestad
Luchemos contra la bestia. Por los pueblos, por los trabajadores, por la humanidad

quieren convertir nuestra tierra en un enorme camposanto
donde miles de voces ahogadas claman por su libertad 
entremezcladas con el polvo, la sangre, los gritos roncos y enmudecidos cantos
mientras vierten sobre ellas toneladas de amnesia, olvido y maldad

En sepultura sin memoria yacen, sin ningún boato, sus canciones en el olvido,
camaradas, compañeros, partisanos, quienes con fabulosas hazañas lograron una victoria extraordinaria
pero nada ni nadie será olvidado mientras sigan vivas las memorias del internacionalismo de la clase proletaria
vidas anónimas, pobres del mundo, sal de la tierra, soldados en los libros de historia desconocidos

pero siempre en nuestra memoria y nuestros corazones
¡Salud camaradas y compañeros! estrellas fugaces de oriente
que brillan en las noches más oscuras, en la historias y en los frentes
de guerra recordando épocas lejanas de esperanza, solidaridad y revoluciones