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domingo, 21 de junio de 2020

EL DEPORTE Y LA SEGUNDA REPÚBLICA. EL BATALLÓN DEPORTIVO

Fue en octubre de 1936 cuando se creó el denominado «Batallón Deportivo» de Madrid, una suerte de facción del Frente Popular formada exclusivamente por deportistas. Aunque en otras regiones españolas tuvo un carácter más esporádico, con una presencia más moderada de los atletas, en la capital sí fue norma. Futbolistas, boxeadores o ciclistas conformaron este ejército, iniciado con la incautación de la Federación Castellana de Fútbol y la posterior cesión de poderes de su homóloga nacional, en favor de la República. El denominador común de los integrantes se debía tanto a este elemento circunstancial, relativo a la toma de la federación, como a la creencia de que por sus características podrían aportar un extra en el frente. Aunque mucho se ha escrito sobre esta cuestión, con un calculado apunte heróico, no existe la seguridad de que en términos generales su participación en la defensa de Madrid fuera fundamental, más allá de la batalla de Usera, que sí lo fue.

El distintivo del batallón, sirva como apunte para comprender la profunda relación con el fútbol, era el mismo que empleaban los jugadores españoles que competían en el extranjero. Los brazaletes de la Federación Española definían ahora su compañía.



El batallón y Chamartín

El "Batallón Deportivo" se forma en octubre de 1936 con voluntarios del mundo deportivo; era una más de las unidades milicianas "gremiales" -maestros, panaderos, metalúrgicos, agentes de comercio, tenderos- más que "políticas". Según los datos de la Comandancia de Milicias se forma en Octubre y el 7 de octubre ya opera en la "Columna Sánchez Plaza" de la zona de Extremadura  luego "Columna de la Carretera de Extremadura"; en 1936 tiene 23 muertos y 7 desparecidos, lo que es una cifra enorme en comparación con otras unidades similares y a sus efectivos ( 278 hombres en 29 de octubre); al morir asesinado el presidente del "Barça" se retitula "Deportivo Suñol" (sic, era "Sunyol"); termina integrado en la 53ª Brigada Mixta (ex "Agrupación Lopez Tavar")

Entre los integrantes del «Batallón Deportivo» destaca Félix Quesada, defensor del Real Madrid entre 1922 y 1936. Con apostura recia, futbolista de carácter y líneas de plomo, ayudó a conquistar las dos primeras Ligas del club madridista. Pero más allá de sus victorias como jugador, su figura adquiere importancia en este caso porque tuvo que acreditar su afinidad a la República, como si el simple alistamiento no bastara. A pesar del extremismo y la intransigencia inicial, Quesada fue aceptado en la oficina de reclutamiento, situada improvisadamente en la sede de la Federación Española, en la calle Claudio Coello.

Al Batallón Deportivo se inscribieron Lecue (Madrid), Marín (ex del Atlético, recién fichado por el Madrid), Quesada (Madrid), Espinosa (Madrid), Fraisón (Sporting de Gijón), Paquillo (Ferroviaria), García de la Puerta (Ferroviaria), Cosme (Atlético), Villita (Madrid), Emilín (Madrid), Moleiro (Carabanchel), Pablito (Nacional), Cotillo (Tranviaria), Pedrín (Salamanca), Gómez (Ferroviaria), Trinchant (Ferroviaria), Rocasolano II (Mirandilla de Cádiz) y otros varios de equipos de menor categoría. La inscripción de deportistas de cualquier modalidad dio para formar dentro del Batallón Deportivo tres compañías, que llevaron los nombres de Sunyol, Valencia y Alcántara.

Pero la relación entre el Real Madrid y el «Batallón Deportivo» no se redujo a la figura del duro defensor madridista, que, por cierto, años después fue seleccionador nacional, una vez instalada la dictadura. La milicia republicana, que tomó el nombre de José Suñol, presidente del Barcelona, asentó sus principales ubicaciones en las instalaciones del club madridista en la capital. El Frente Popular, en el primer año del conflicto, se apoderó de la sede de la entidad en el paseo de Recoletos y de su estadio de Chamartín. El primer espacio lo utilizó como cuartel durante la guerra (también como lugar para alistamientos), mientras que el segundo fue empleado como campo de entrenamiento militar para los milicianos.

Real Madrid Republicano

El Real Madrid fue, de hecho, el último campeón de la Copa republicana, pocos días antes de la sublevación. Su presidente de entonces, Rafael Sánchez-Guerra era un republicano convencido, el primero que ondeó la bandera tricolor desde el balcón del ayuntamiento de Madrid, hace ya 89 años. Ya con la guerra declarada, la incautación por el Frente Popular fue justificada con los siguientes argumentos: “Un club democrático como el Madrid, con un plantel de socios netamente republicanos de izquierda, no podía temer nada. La Deportiva Obrera, que tiene un gran concepto de los principios deportivos, encontró justos los razonamientos de algunos socios, y juntos concibieron un plan que ha sido puesto en práctica y aprobado sin excepción alguna, por todos los sectores deportivos de Madrid. Reunidos socios del Madrid y directivos de la Federación Obrera acordaron designar un Comité directivo que sustituya a la actual Junta directiva. El citado Comité, nombrado ya, está integrado por dos directivos pertenecientes a la Federación Deportiva Obrera. Uno de ellos es Juan José Vallejo”. Vallejo, por cierto, fue fusilado al término de la contienda.

El militar comunista Antonio Ortega Gutiérrez estuvo  al frente de la institución entre 1937 y 1939. Nacido en la localidad burgalesa de Rabe de las Calzadas en 1888, inició su carrera militar en 1906, entrando a formar parte del Cuerpo de Carabineros. Cuando estalló la guerra era teniente y estaba destinado en Irún. Su destacado papel en la defensa de la ciudad le facilitó ser nombrado gobernador civil de Guipúzcoa en agosto de 1936, tomando el mando de las fuerzas republicanas en la campaña de Guipúzcoa, con las que participó en los combates alrededor de Irún y San Sebastián. Tras crearse el gobierno autónomo vasco cesó en su puesto y fue enviado a Madrid, incorporándose a las Milicias Vascas Antifascistas. En la capital se puso al frente de la 40ª Brigada Mixta y de la 7ª División, ya con el rango de teniente coronel, encargándose de la defensa de la ciudad en el área de la Ciudad Universitaria. En mayo de 1937 fue nombrado director general de Seguridad por el nuevo  gobierno republicano de Juan Negrín, cargo al que llegó con el aval del Partido Comunista, formación a la que se afilió.

Aunque no era aficionado al fútbol, el presidente Ortega asumía sus responsabilidades y defendía la creación de un nuevo estadio, tal y como declaró a la revista Blanco y Negro. «Madrid, que ha ganado su capitalidad, debe tener todo aquello que poseen otras ciudades que han sido más frívolas con relación a la guerra. Todos, entonces, debemos ayudar al gran club, sin olvidarnos de otros de la misma región. Estos vendrán después, pero colaborando todos para la gran obra del mejor terreno deportivo de España, habremos hecho desaparecer antagonismos viejos.”.

Tras triunfar la insurrección del coronel Casado contra el gobierno de Juan Negrín, con la que se intentó poner fin a la Guerra Civil mediante un acuerdo entre militares, Ortega fue cesado en su responsabilidad militar. Ante la inminente entrada de las tropas franquistas a Madrid se desplazó a Alicante, donde fue detenido el 13 de abril de 1939 antes de poder coger un barco en dirección a Argelia. Dos meses después y tras un consejo de guerra, fue ejecutado mediante el sistema del garrote vil.
Antonio Gutiérrez

Como también lo es la de Rafael Sánchez-Guerra, el presidente del Real Madrid hasta 1936. Concejal republicano del Ayuntamiento de Madrid -fue el más votado-, de adscripción republicana y conservadora, permaneció toda la guerra en la capital junto a su gran amigo el socialista Julián Besteiro y ninguno de ellos se fugó cuando tuvieron ocasión porque consideraban que no habían cometido delito alguno salvo la fidelidad a sus ideas. Sin embargo fueron condenados a fuertes penas de cárcel (a Besteiro le acusó el fiscal de que su ejemplo como persona intachable podría hacer aceptable su ideología). Besteiro murió poco después en prisión y Sánchez-Guerra, con el apoyo de sus parientes que militaban en el bando franquista -la familia Barroso, que ostentaban importantísimos cargos- pudo marchar al exilio en 1946.

Rafael Sánchez-Guerra


Barça republicano

El F.C. Barcelona tiene un presidente, Josep Sunyol, fusilado por los franquistas en el frente del Guadarrama en los primeros días de la guerra. 

Josep Sunyol i Garriga, presidente del Barça en los tiempos de la República, diputado de Esquerra Republicana y del Front D'Esquerres de Catalunya.  En el caso de Josep Sunyol, su relevancia social y deportiva como presidente del FC Barcelona no le sirvió para evitar que lo mataran, más bien al contrario. Se ha especulado que aquella brutal masacre sería la respuesta de los falangistas castellanos a la muerte de su líder regional, Onésimo Redondo (llamado el Caudillo de Castilla) y de sus dos lugartenientes, quienes, poco antes, también habían atravesado accidentalmente el frente de guerra, habían caído en una emboscada y habían sido abatidos por milicianos anarquistas (24 de julio de 1936) en Labajos (Castilla), a poca distancia del lugar donde serían fusilados Sunyol, Ventura y sus dos acompañantes.

Sunyol, nacido en Barcelona en 1898, había sido presidente accidental del FC Barcelona en 1925, cuando el gobierno de Primo de Rivera clausuró el estadio de Les Corts y Joan Gamper tuvo que emprender el camino del exilio. Posteriormente ocuparía varios cargos directivos dentro del club y volvería a ser presidente en 1935 por aclamación de los socios. En el plano político había ejercido como diputado de Esquerra Republicana de Catalunya en las Cortes de Madrid (1931-1933). Y en el plano profesional había sido fundador y editor de varias publicaciones de prensa, de ideología catalanista y republicana, entre las que destacaba La Rambla, el rotativo en que trabajaba Pere Ventura i Virgili.

Fue fusilado el 6 de Agosto de 1936 mientras repartía gran parte de su fortuna de la empresa del Real  Automóvil de Catalunya al pueblo madrileño en su lucha para aplastar el fascismo, las tropas rebeldes y la conspiración organizada por los monárquicos con las fuerzas del Eje para acabar con la Segunda República Española.
Josep Sunyol 

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