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sábado, 11 de julio de 2015

ÉBANO DE KAPUSCINSKI: UNA MIRADA INTROSPECTIVA DEL CONTINENTE AFRICANO

Cuando vinieron los misioneros a África tenían la Biblia y nosotros la tierra. Nos dijeron: vamos a rezar. Cerramos los ojos. Cuando los abrimos, teníamos la Biblia y ellos la tierra.
Hasta mediados del siglo XIX, los árabes y europeos organizaron el comercio humano llamado "trata de negros". (...) Se calcula que ese genocidio provocó cien millones de muertos. Yo creo que fueron doscientos millones. Se trata del genocidio más brutal de la historia. El mal causado al África negra es el más terrible que jamás se haya causado a una etnia.

Europa siempre ha mirado al continente africano con la superioridad del hombre blanco, con una mirada cargada de desdén racista y colonizador, explotando sus riquezas naturales, perpetuando tópicos y estereotipos que muestran al continente africano como un país pobre y subdesarrollado. sin embargo, la labor de los reporteros como Ryszard Kapuscinski o Caddy Adzuba nos da una visión real de África, rompiendo el muro de desinformación sobre el continente.

Ryszard Kapuscinski. su vida

Ryszard Kapuscinski nació el 4 de marzo de 1932 en Pinsk (Bielorrusia, Polonia). Fue un periodista sobresaliente, además de historiador y escritor de novela, ensayo y poesía.

Ryszard Kapuscinski 
Kapuscinski se licenció en Historia, aunque su oficio vocacional fue el periodismo. Trabajó durante décadas como corresponsal y fue destinado a África, Asia y América Latina, a cargo de agencias de noticias y de importantes publicaciones como el New York Times, la revista Time y el Frankfurter Allgemeine Zeitung. También ha participado como docente, profesor visitante o ponente de conferencias invitado por diversas universidades y fue maestro de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, creada y presidida por Gabriel García Márquez, con el que compartía admiración mutua y amistad.

Compaginó todo ello con su actividad literaria y escribió un total de diecinueve libros. Kapuscinski siempre ha disfrutado del éxito literario, es uno de los escritores más traducidos y publicados en todo el mundo. Su obra más popular es "Ébano", donde relata sus experiencias en África.

La obra de Kapuscinski se caracteriza por la acertada combinación entre una exhaustiva documentación previa, las propias vivencias en la zona objeto de su trabajo, el conocimiento profundo de sus habitantes y una extraordinaria capacidad de análisis de los acontecimientos histórico-políticos, todo ello relatado con gran estilo literario. Su forma de escribir se ha descrito como la perfecta unión entre periodismo, historia y filosofía.

Su figura se convirtió en icono del periodismo bien entendido. Fue nombrado Doctor Honoris Causa por varias universidades y recibió numerosos galardones, entre los que se encuentra el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades concedido en 2003.

Kapuscinski murió el 23 de enero de 2007 en Varsovia.

ÉBANO: LOS RETOS DEL ÁFRICA DESCOLONIZADA Y LIBRE

La obra consta de 29 relatos, dispuestos en forma cronológica. Narra en primera persona las aventuras del autor, mientras trabaja como periodista en África entre 1957 y 1990. En esos 29 capítulos, narra la vida africana y su experiencia como joven periodista sin apenas recursos. No es una historia que tenga un principio, un desarrollo y un final; cada capítulo es un microrrelato. Es una narrativa descriptiva.

Él, es el único protagonista de la historia, el resto de los personajes, van variando a medida que se va moviendo por los diferentes pueblos africanos.

Relata, la descolonización africana en tres circunstancias: "el deseo de los pueblos indígenas a independizarse, la distracción europea por los asuntos mundiales y el resentimiento popular contra el racismo y la desigualdad." Crea una visión de la geografía física y humana del continente negro. Se relata el proceso histórico desde la esperanzadora descolonización a mediados del siglo XX hasta a las guerras y el hambre experimentada en la última década.

Desde un punto de vista periodístico, narra la situación de un periodista con pocos recursos, y las ganas que tiene éste de ver mundo, y vivir en primera persona la novedad de la noticia. Representa muy bien, el espíritu de un reportero y la importancia que tienen las relaciones y el estar bien comunicado para poder obtener la información necesaria. Vive África desde el corazón, exento de lujos; compartiendo con su gente su cultura. Hace un pequeño hincapié en el sentimiento racial: pues él, "el blanco colonizador", se siente pequeño entre "gente de color"; y le da importancia a este sentimiento, para transmitirte cómo se sienten ellos ante tanta discriminación racial.

Siendo consciente de la culpa de la herencia colonial europea, no deja de relatar los muchos problemas de las sociedades africanas y de criticar los conflictos de sus gobiernos. Representa la cara más mágica del continente africano, hablando de sus supersticiones y sus miedos

Ébano, que narra los viajes de Kapuscinski por distintos países de África, está considerada una de sus obras más representativas, y un documento imprescindible para comprender muchos de los conflictos, injusticias y tragedias de la África actual.

Nos habla de personas amables y hospitalarias, que aún sin tener nada para comer, acogen al extranjero blanco en sus casas y se muestran amables con él. Estas mismas gentes le cuentan como llegó su tribu a ese lugar, cuántas semanas se pasaron andando casi sin un objetivo fijo, y le enseñan a sobrevivir en aquellas tierras donde tan difícil es hacerlo. Allí donde va, Kapuscinski encuentra personas que le ayudan a llegar a otros lugares, le dicen a quién debe dirigirse y cómo tiene que hacerlo si quiere conseguir el favor de esa persona.

Los pasajes periodísticos en los que el autor relata, al modo de una crónica, anécdotas e historias que muestran la forma de vida de algunas sociedades africanas se combinan con reflexiones sobre el carácter y la historia de África y las causas de su actual abandono (que es tan real en 2014 como lo era en 1998, o quizá más). El libro se apoya esencialmente en las fuentes orales, en los testimonios de las personas con las que el autor interactúa.

En su estilo y estructura, Ébano es bastante parecido a El Imperio: sin más hilo conductor que la voz del reportero y los límites del entorno geográfico que describe, está compuesto por textos casi independientes, a veces muy distantes temporal y espacialmente pero unidos por un mismo tema, tono y espíritu. Kapuscinski no rehúye ningún aspecto de la realidad africana: aunque se nota que tiene preferencia por lo pequeño y lo cotidiano (quizás lo más brillante del libro sean las anécdotas de la vida diaria, o las introspecciones en los modos de vida y creencias de distintas tribus, clanes o naciones), en el libro están también los grandes acontecimientos que han marcado la vida del continente: el colonialismo, el racismo, las guerras de independencia y las guerras tribales, el subdesarrollo, el hambre.

Kapuscinski no juzga ni critica con superioridad, pero tampoco idealiza a los africanos. En este sentido, es ejemplar el capítulo sobre Ruanda, que demuestra cómo las potencias europeas contribuyeron a profundizar y agravar un conflicto tribal ya existente para su propio beneficio; o la breve historia de Liberia que aparece más adelante.

LOS RESTOS DEL ÁFRICA LIBRE: DESAFÍOS Y CONFLICTOS

El problema africano es silenciado en Europa, principalmente porque no interesa a los grandes Medios de Comunicación (a no ser que haya un motivo económico detrás) quienes venden una imagen de África como la de un continente empobrecido, perpetuando el estereotipo del africano que ya existía en Europa.

Al problema de la falta de medios, hay que añadir las sistemáticas guerras y violaciones de derechos humanos en África: Existen todavía varios conflictos sin resolver armados en el continente africano en los que el periodista debe reivindicar la figura de vigilante en una sociedad democrática, controlando y denunciando los abusos de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, debe ser capaz de dar voz a los sinvoz, utilizando la palabra como única arma de protesta que dispare contra los muros del silencio y la censura para poder construir una sociedad libre y democrática.

A pesar de haberse constituido en 1963, la Organización para la Unión Africana (OUA) para evitar los conflictos entre los nuevos estados africanos por cuestiones limítrofes, estos se siguieron suscitando con frecuencia, sobre todo, por problemas étnicos.

Un señor de la guerra es un personaje sin escrúpulos, fuerte e implacable que pretende recortar un miniestado dentro de un país donde ejercer un poder dictatorial. Puede ser un antiguo ministro, un oficial del ejército o un empresario en el centro de varias redes clientelares.

Estos tipos son causa y efecto de la inestabilidad y la descomposición de sus países. Por ello, según Kapuściński, África es tan infrecuente escenario de conflictos interestatales. La espiral de violencia es centrípeta. Dirige sus esfuerzos y recursos hacia guerras civiles.

Los señores de la guerra se dedican a luchar contra el débil gobierno central y otros señores de la guerra por el control de plantaciones, minas y fábricas. También ríos, carreteras y aeropuertos, pues se puede ganar mucho dinero exigiendo peajes a quienes pasen por esos lugares.

Para reclutar ejércitos, los señores de la guerra lo tienen fácil. Hablamos de países donde la gente sobrevive con menos de 50 céntimos al día. Basta con dar un arma a cualquier hombre adulto. Ni siquiera es necesario pagarle un sueldo. Con ese arma él sabrá qué hacer.

Los mejores soldados no han cumplido 15 años. Los niños abundan en África. En zonas de conflicto los adultos están muertos de hambre o enfermedades. Además, los niños son más inconscientes. Asumen riesgos. No saben qué es la guerra. Se lanzan contra el enemigo sin protección.

Las empresas occidentales de armamento participan en el oscuro negocio fabricando armas cada vez más pequeñas y ligeras. Adaptadas al tamaño del niño que las empuña. Saben perfectamente a qué clase de guerras van destinadas. En manos de un soldado adulto parecerían de juguete.

Una vez creado su ejército, el señor de la guerra lo disfraza de partido político. "Movimiento por la Liberación de Esto", "Frente por la Democracia de Aquello"... Mientras tanto, hombres (y niños) saquean aldeas, violan y matan sin contemplaciones. La gente huye aterrorizada.

Los señores de la guerra son, en opinión de Kapuściński, lo contrario a Robin Hood. Roban a compatriotas en la miseria para dárselo a sí mismos, su camarilla o las empresas occidentales que les compran los diamantes, el oro y el coltán extraídos de los territorios que controlan.

Nada de esto sería posible sin la colaboración de estas empresas. Prefieren hacer negocios con señores de la guerra locales porque saben que les ofrecerán precios más bajos que un estado fuerte, estable y centralizado. Véanse Charles Taylor o Jonas Savimbi para más referencias.

Pero también puede ocurrir, escribe Kapuściński, que llegue un momento en el que no quedan recursos que rapiñar. Sucede a veces que todo el país queda arrasado. Es entonces cuando los señores de la guerra se reúnen, firman un acuerdo de paz y fijan fecha para unas elecciones.

A partir de ahí podrán solicitar préstamos para el desarrollo a las grandes instituciones financieras internacionales. Y entonces serán más ricos que en cualquier momento anterior, porque al FMI o al Banco Mundial se les puede exprimir mucho más que a unos campesinos hambrientos.

La plena soberanía alcanzada por las naciones tras la independencia no ha supuesto para la inmensa mayoría de ellas una mejora en las condiciones de vida de sus habitantes. La evolución de muchos países se ha visto frenada por conflictos que son consecuencia de una inestabilidad estructural. A menudo se han sucedido enfrentamientos y golpes y contragolpes de estado, fruto de los partidos políticos que sirvieron en su momento de catalizadores de la independencia. La tendencia al “partido único” ha sido algo a lo que pocos países se han sustraído, justificando así las dictaduras militares y los gobiernos revolucionarios. Los ejércitos han desempeñado frecuentemente un papel protagonista, aunque frecuentemente se ha visto dividido entre una mayoría de soldados analfabetos y una minoría de oficiales aculturados y ligados a la modernidad. Conflictos fronterizos y étnicos como los presentes de Centro-África vienen a completar este panorama.

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