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jueves, 2 de febrero de 2012

LA IGLESIA EN LA EDAD MEDIA

La Iglesia, en un principio sin organización y estructura propia, se inspiró en la organización administrativa del Imperio para adquirir su estructura. En todos los países cristianos, ya en la Edad Media, la Iglesia había acabado de organizarse. Todo el territorio estaba dividido en diócesis, cada una sometida a un obispo, ,varias diócesis forman una provincia eclesiástica, a cuyo frente está el metropolitano (arzobispo en occidente). Al ausentarse de la civitas las clases dirigentes en el final del Imperio y llegar las invasiones, los obispos se convierten generalmente en los únicos representantes de la población. En cuanto a posesiones, la Iglesia es un gran propietario de bienes rústicos (los obispos cedían su patrimonio a su muerte –eran muchos ya ricos como senadores- y constantes donaciones de fieles).Como la Iglesia prohibía el establecimiento de obispados en otros lugares que no fueran una ciudad, los reyes de Alemania habían fundado ciudades para poner en ellas obispos. La vida religiosa gira en torno al obispo y a la catedral que guarda reliquias que son “fuente de milagros”: cada obispo tenía un territorio muy vasto (diócesis) y una escolta de caballeros, siendo por tanto un gran señor. En Alemania, donde los obispos habían recibido del rey territorios considerables, habían llegado a ser príncipes: Debido al creciente poder de los obispos, los reyes bárbaros y emperadores controlan su elección. En algunas ocasiones, el cargo se transmite de padres a hijos.

Nace el celibato eclesiástico: en Oriente los diáconos y sacerdotes podían casarse (no los obispos), en Occidente se impone a todos por León I (cumplimiento irregular).Existencia de sínodos, asambleas de los obispos de la provincia, reunidos por el arzobispo.

La Iglesia ya había alcanzado una posición de privilegio en el Imperio, desde Constantino y Teodosio, tal que los eclesiásticos gozaban de exención del desempeño de cargos municipales, la herejía se equiparaba al crimen de estado… Pero necesitará la protección del poder civil, y a cambio los emperadores bizantinos y reyes bárbaros se inmiscuirán en sus asuntos.

Los Papas de Roma empezaron a perfilar la doctrina de separación de poderes, por la lejanía del poder imperial.

En cuanto a la elección de los obispos, en los primeros siglos por el pueblo y clero, pero pronto intervino la autoridad civil: los patriarcas de Constantinopla eran elegidos casi siempre por el emperador, los papas –tras grandes presiones- debían obtener la aprobación del emperador bizantino (después sólo comunicar el nombre o al exarca de Rávena).

Diferencias entre las iglesias orientales y occidentales

La organización eclesiástica era idéntica a la política. El Imperio estaba dividido en tres diócesis imperiales: Italia, Egipto y Oriente, cuyas capitales —que pronto darán origen a los patriarcados— son Roma, Alejandría y Antioquía respectivamente. Cada diócesis imperial tiene varias capitales de provincia o metrópolis, y éstas a su vez varias provincias. Esta división es importante retenerla si queremos descubrir las relaciones existentes entre las jerarquías imperial y eclesial, o entre las jerarquías patriarcales.

Oriente

Cinco grandes territorios administrativos –diócesis-, cada una con varias provincias, que correspondían más o menos con las metrópolis eclesiásticas. Constantinopla, Alejandría, Antioquía y Jerusalén. Estas cuatro sedes patriarcales del Oriente, junto con Roma, formarán la pentarquía como forma de comunión entre estas iglesias y como ejercicio de colegialidad de sus obispos y solicitud por todas las iglesias.
  • La diócesis de Egipto formó el Patriarcado de AlejandríaEl patriarca de Alejandría gozó de gran prestigio por su doctrina y poder político. Remontaba sus orígenes al apóstol San Marcos y gozó de gran prestigio y poder político, especialmente durante los siglos V y VI. Foco principal del pensamiento cristiano. Destacó en la defensa de la ortodoxia frente a los arrianos (San Atanasio). Comprendía más de 100 obispados, y fueron conocidos como los nuevos faraones de Egipto
  • La diócesis de Oriente, el Patriarcado de Antioquía. El patriarca de Antioquía siempre vio discutida su posición por el obispo de Jerusalén –hasta que éste se convirtió en Patriarca- y por Chipre.
  • Las diócesis de Asia, Ponto y Tracia, el Patriarcado de Constantinopla. El patriarca de Constantinopla era obispo de la “Nueva Roma” o capital del imperio. Sufrió la constante injerencia de los emperadores bizantinos. Gran rival de roma, tras la pérdida de influencia de los otros tres patriarcados tras la conquista musulmana del VII. Considerada la ͞nueva Roma͟, era la capital del Imperio de Oriente. El patriarca de Constantinopla fue ascendido a un rango equivalente al del Papa de Roma en el Concilio de Calcedonia (451), disposición nunca aceptada por el romano. Tuvo que soportar muchas injerencias por parte de los emperadores bizantinos. Se convirtió en el gran rival de Roma tras la desaparición de los otros 3 patriarcados orientales (Alejandría, Antioquía y Jerusalén) por las conquistas musulmanas del siglo VII.
El Concilio de Constantinopla en el 381 estableció la estructura eclesiástica del Imperio

Occidente. El patriarcado de Roma

La iglesia había sido fundada, no por la voluntad humana, sino por la divina: Según el Evangelio de San Mateo (16, 18 -19), Cristo le dice a Pedro, "Y yo te digo a ti que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré yo mi Iglesia" y, "Yo te daré las llaves del reino de los cielos, y cuanto atares en la tierra será atado en los cielos, y cuanto desatares en la tierra será desatado en los cielos". Pero si la iglesia era un cuerpo corporativo y con personalidad jurídica que debía ser orientado y gobernado, se precisaba entonces de una cabeza: ¿Cuál sería esa cabeza? Pedro, así, habría recibido poderes directamente de Cristo, convirtiéndose en pastor y cabeza de la Iglesia (Pedro, apacienta a mis ovejas, San Juan, 21, 17-18).

La mayoría de reyes bárbaros (arrianos) desconfiaban del poder del Papa sobre los obispos católicos de sus reinos y por ello también trataron de mantener su independencia con respecto a Roma, aunque lentamente su autoridad se fue afianzando a lo largo de los siglos gracias a la acción evangelizadora. 
La primacía de los Papas alcanza su cénit con San León Magno, reconocida por los obispos de la Galia e Hispania, entre otros. Fundamenta directamente su autoridad en San Pedro y por esto los demás patriarcas le reconocen una primacía honorífica, pero conservan autonomía total.
San León I Magno, quien: 
  • Se esforzó en fijar la ortodoxia en Calcedonia (451). 
  • Defendió Roma frente a Atila (452). 
  • Evitó numerosas muertes durante el saqueo de Roma por el vándalo Genserico (455). 
Los Papas de Roma, debido a su lejanía del poder imperial, empezaron a perfilar la doctrina conocida como la ͞de las dos espadas͟ y que conduciría con el tiempo a un choque frontal entre los poderes que se habían empezado a delimitar en Roma: los espirituales para el Papa y los temporales para el Emperador. El poder del Emperador sobre los patriarcas de Constantinopla era absoluto y nunca se desarrolló esta teoría.

La Iglesia ya había alcanzado una posición de privilegio en el Imperio, desde Constantino y Teodosio, tal que los eclesiásticos gozaban de exención del desempeño de cargos municipales, la herejía se equiparaba al crimen de estado… Pero necesitará la protección del poder civil, y a cambio los emperadores bizantinos y reyes bárbaros se inmiscuirán en sus asuntos.

Tras la conquista bizantina de Italia por Justiniano, la Iglesia vuelve a sufrir la intromisión del emperador. Pero, por otro lado, la invasión lombarda del Norte de Italia hizo que los Papas –que no podrían contar con la ayuda del Imperio- se erigieran en valedores y únicos representantes de sus ciudadanos.

En este contexto surge la figura de San Gregorio Magno (540-604). Negoció la retirada de las tropas lombardas que asediaban Roma en el 593. Envió a Gran Bretaña al monje Agustín, quien logró la conversión del rey de Kent e hizo avanzar la evangelización.

Finalmente fue elegido Papa en el año 590 durante un contexto de dificultades para la Iglesia de Italia, ya que la irrupción de los lombardos en Italia y su lenta pero progresiva conquista del Norte y la creación de los ducados de Espoleto y Benevento ejercieron una fuerte presión sobre Roma. Los Papas sabían que no podían contar con la ayuda del Imperio, por lo que se erigieron como valedores de la urbe y se presentaran como los únicos representantes de sus ciudadanos. San Gregorio Magno tuvo que negociar, desligado de la autoridad imperial, la retirada de las tropas lombardas de Agiulfo que estaban asediando Roma (593), por lo que se convirtió en la figura más importante de la ciudad y de su ducado. Este acuerdo delimitaba la frontera entre el reino Longobardo y las tierras del Ducado (Tuscia Romana),futuro núcleo del Patrimonio de San Pedro. 

Uno de los puntos más importantes de su papado es el de la conversión de los anglosajones al cristianismo. Éstos se habían mantenido paganos, pese a los intentos de evangelización de los monjes bretones. Gregorio I envió al monje Agustín a la isla (596), futuro obispo de Canterbury. Junto a otros 40 monjes logró la conversión del rey de Kent, Ethelberto, casado con una católica merovingia. Fue este rey quien donó tierras en Canterbury, donde se estableció la cabeza de la organización eclesiástica de la isla. 

La evangelización avanzó lentamente por Essex, creándose la sede episcopal de Londres. Agustín y Ethelberto fueron canonizados posteriormente. 

La conversión de Ethelberto, y por extensión la de los demás monarcas germánicos, no suponían la conversión automática de sus pueblos. Las gentes de toda condición, sobre todo las del campo, volvían en cuanto podían a sus prácticas ancestrales a pesar de los castigos o muertes en masa. El abandono de estas prácticas durante la Alta Edad Media no fue ni general ni fácil. El proceso de aculturación de la acción evangelizadora sobre los pueblos germánicos transformó lentamente la fisonomía cultural y mental de Europa. 

Otros puntos importantes de su papado: 
  • Inspirador de la jerarquía universal de los Papas. 
  •  Dictó numerosas normas para que el clero respetara la disciplina eclesiástica. 
  • Dirigió y alentó la labor evangelizadora de los benedictinos. 
  • Creó el canto gregoriano, que desplazó al canto ambrosiano de la liturgia católica
Los Papas de Roma empezaron a perfilar la doctrina de separación de poderes, por la lejanía del poder imperial. El Papa, a la llegada de los lombardos, tomó el control político y militar de Roma sumándolo al religioso. Sin embargo, los lombardos conquistaron territorios pertenecientes a Roma y tardaron poco en ambicionar la antigua capital del imperio romano. Roma, mediante varios papas, buscó sin éxito ayuda en Constantinopla y finalmente acudió a los francos. En el 756, el Papa Esteban II obtuvo el apoyo del rey franco, el padre de Carlomagno. Los francos restituyeron a Roma sus territorios en los que el Papa sería la máxima autoridad. Nacían así los Estados Pontificios.

En cuanto a la elección de los obispos, en los primeros siglos por el pueblo y clero, pero pronto intervino la autoridad civil: los patriarcas de Constantinopla eran elegidos casi siempre por el emperador, los papas –tras grandes presiones- debían obtener la aprobación del emperador bizantino (después sólo comunicar el nombre o al exarca de Rávena).

Las primeras herejías

La diferente interpretación de los aspectos fundamentales de la fe dio paso a las herejías. La mayoría de ellas nacieron en Oriente, donde tuvieron mayor trascendencia política y social por lo que surgieron los 
primeros concilios ecuménicos. Estos concilios: 
  • Se convirtieron en el único órgano que podía fijar la ortodoxia y promulgar decretos administrativos que fueran aceptados por todos. 
  • Los emperadores eran los únicos que podían convocarlos al ser su autoridad reconocida por todas las partes.
Casi todas las herejías nacieron en Oriente, por la mayor difusión del Cristianismo, fortaleza del helenismo y mayor sutileza interpretativa. Las nacidas en Occidente apenas influyeron en Oriente.

Herejías de Occidente
  • Donatismo
Surge en el Norte de África a principiospios del IV (Donato de Cartago). De carácter rigorista, se oponía a la vida relajada del clero. Resurgió tras la conquista de Justiniano.
  • Pelagianismo
Creada por Pelagio, de origen irlandés. Se nace sin el pecado original y el hombre puede alcanzar la vida eterna obrando rectamente según conciencia, siendo Jesús crucial por doctrina y ejemplo.  Consecuencias: 
  •  El bautismo era superfluo. La vida eterna se alcanzaba obrando rectamente y en conciencia. 
  • Jesús era fundamental por la excelencia de su doctrina y su ejemplo, pero no como salvador de los hombres tras su muerte. 
Pelagio fue el primer defensor de la sola fides que después defendió Lutero. Condenada en el 
Concilio de Cartago (418), siendo San Agustín uno de sus grandes detractores.
  • Priscilianismo
Según Prisciliano, obispo gallego del IV. Doctrina con vestigios gnósticos y maniqueos, de fuerte contenido social y crítica a la jerarquía. Acusado de brujería, fue decapitado en Tréveris convirtiéndose en la primera víctima de la persecución contra los herejes.

Herejías de Oriente

De mayor calado y trascendencia, que ocasionaron los primeros Concilios Ecuménicos para condenarlas. Sólo se indican las más importantes.
  • Arrianismo
Arrio, presbítero de Alejandría (311), estructuró esta doctrina. El Hijo no puede ser igual al Padre en divinidad  especie de semidiós. Al amenazar los cimientos del cristianismo, Constantino convocó el Concilio de Nicea el 325  “engendrado, no creado, consustancial al Padre”. Prácticamente desapareció tras su condena en el Concilio de Constantinopla de 381, pero permaneció en los godos. Desaparecería tras la conversión de los visigodos al catolicismo en tiempos de Recaredo.
  • Nestorianismo
Nestorio, monje de origen sirio, que llegó a ser Patriarca de Constantinopla en el 428. Cristo posee dos naturalezas, divina y humana, separadas, prevaleciendo la humana sobre la divina. Se opuso el patriarca Cirilo de Alejandría, para el que las dos naturalezas eran a la vez y sin separación (María madre de Dios, Concilio de Éfeso en 431). Aún subsiste en Irak, India y China.
  • Monofisismo
Herejía de mayor arraigo, que contribuyó a debilitar internamente el Imperio. Eutiques defendió que las dos naturalezas estaban fundidas (monofisis), aunque la divina se sobreponía a la humana. Esta doctrina fue reconocida como oficial en el Concilio de Éfeso (449), presidido por Teodosio II en el que no se admitió a los legados de Roma. León I, en el IV Concilio Ec. De Calcedonia, condenó el monofisismo. Al oponerse a este Concilio, nacen las Iglesias Ortodoxas Copta, Siria y de Armenia.

Los monacatos

Las órdenes monásticas de la Edad Media se desarrollaron a partir del deseo de vivir una vida espiritual sin distracciones mundanas. Los hombres y mujeres que tomaron los votos religiosos buscaban la experiencia de pureza que les faltaba como laicos. Su modelo era Jesucristo, que no poseía nada y se daba a los demás, articulando una visión de conciencia comunitaria y abnegación en contra de la inclinación humana hacia el interés propio y el afán de protagonismo.
  • El monacato oriental
El monacato surge, en Egipto bajo la forma de anacoretismo y su símbolo más representativo fue San Antonio. Surge hacia la 2ª mitad del siglo III, entre los cristianos que deseaban llevar una vida contemplativa y de sacrificio imitando a Cristo. En principio, personas a título individual surge el anacoreta.

El egipcio San Pacomio, hacia el 330, funda una comunidad de cenobitas. En el cenobitismo, los monjes viven en un claustro monástico y se rigen por un conjunto de normas y reglas establecidas por el líder de la comunidad. Además, se dedican a actividades como la oración, el estudio de la Biblia, el canto gregoriano y el trabajo en la granja.  Lo que caracteriza a éste es una ruptura total con el mundo y con sus esquemas de valores basados en la civilización urbana y que en gran medida habían sido asimilados por el cristianismo oficial. Esta ruptura toma la forma de retirada del mundo para dedicarse a una vida de profundo ascetismo en el desierto.

En otros lugares (Palestina, Siria…), un monacato intermedio, las lauras, monjes aislados durante la semana pero se reunían los domingos.

San Basilio como verdadero fundador del monacato oriental. San Basilio estableció directrices para la vida monástica centradas en la vida comunitaria, la oración litúrgica y el trabajo manual. Junto con Pacomio, se le recuerda como el padre del monacato comunitario en el cristianismo oriental.
  • El monje no es un solitario, se debe apartar del mundo, de sus parientes y amigos para encontrar nuevos hermanos en el monasterio.
  • El monasterio es una familia cristiana, gobernada por la caridad. 
  • El abad es el padre de los monjes y por consiguiente todo el poder de la familia está concentrado en él y su única limitación es la ley de la caridad.
  • El número de monjes debe ser pequeño con el fin de que se pueda mantener el espíritu de familia: viviendo bajo el mismo techo y comiendo en la misma mesa.
  • Ningún castigo debe ser excesivo. El abad y la Regla están para regular la vida monacal. No deben existir iniciativas privadas de carácter penitencial.
  • La virtud más necesaria en el monacato es la humildad porque de ella se derivan todas las demás, ante todo la obediencia ya que el monje debe renunciar a su propia voluntad.
  • La obediencia ha de ser franca, generosa.
Para Basilio el trabajo sirve para conservar el equilibrio moral del cenobita: El trabajo manual debe ser reglamentado por el abad y los trabajos que se realicen deben ser útiles para el monasterio como la agricultura, carpintería, etc.
  • El trabajo intelectual está compuesto por la lectio divina que es el estudio de la Biblia y por otros estudios dirigidos a la formación de la persona del monje.
  • El trabajo y la vida del cenobita ha de desarrollarse en un ambiente de oración.
  • La oración monástica esta distribuida a lo largo de la jornada del monje para que no pierda su contacto con Dios. La oración matutina es para que el primer pensamiento del día sea para el Señor.
Modelo para San Benito, insiste en el trabajo manual e intelectual y sujeta al monje al mando de un superior, huyendo de mortificaciones exc.



La división el sistema feudal. El papel cultural de la iglesia occidental. El monacato en Occidente

Durante la Edad Media, los estamentos estaban bien diferenciados:
  • un clero que dominaba el ámbito cultural (autoritas)
  • una nobleza dedicada al guerra y la protección (potestas)
  • un pueblo dedicado al sustento económico de los otros dos
La iglesia se convirtió en una pieza clave del control cultural: el control de la producción y distribución desde los monasterios donde se formaba a la población en los principios de la fe cristiana y las órdenes religiosas son piezas claves. El monacato egipcio se encargó de evangelizar próximo Oriente y Egipto, mientras que en Europa los monjes benedictinos, fundados en Italia por Benito de Nursia, evangelizaron a ostrogodos y lombardos e instruían al pueblo gracias a la creación del arte románico.

El monacato surge más tarde, introducido por personas que habían contactado con el monacato oriental, sin una regla de aplicación general hasta el VI, con el benedictinismo con referencias iniciales como  San Agustín en Norteáfrica, San Martín de Tours en la Galia o las figuras de San Patricio y San Columbano en Irlanda y Gran Bretaña

En los primeros siglos, donde más floreció la cultura monástica y, como consecuencia, donde más se preocuparon de la copia de antiguos códices fue en Irlanda e Inglaterra, donde la labor de San Patricio fue clave. Los monjes irlandeses e ingleses, a partir del siglo VII, se dedicaron a fundar monasterios, también en el continente, multiplicando así el número de talleres de copistas.

Especial figura la del italiano San Benito de Nursia, nacido a finales del V. Fundó el monasterio de Montecasino. Redactó allí su famosa Regla, que recogía lo mejor de las existentes y concedía gran importancia a la vida intelectual y manual del monje (ora et labora). El abad es el jefe de la comunidad y todos le deben obediencia ciega. Se reglamenta toda la vida del monje.

Su Regla se extendió rápidamente por toda Europa: regla eminentemente práctica y mucho más flexible y humana que las demás. Se contribuye así a la idea de pertenencia a un mundo común, fusión de lo germano, romano y cristiano: Europa.

La aparición del primer papa San Gregorio Magno en el siglo VIII fue clave para la creación de los monasterios y la difusión del arte románico. La lucha del Papa de Roma por mantener la independencia de los poderes civiles y la pureza del dogma fundamentando directamente su autoridad en San Pedro y por esto los demás patriarcas le reconocen una primacía honorífica, pero conservan autonomía total.

En nuestras grandes bibliotecas, en los museos catedralicios o de algunos grandes monasterios, podemos contemplar algunos ejemplares magníficos de la inestimable contribución de estos monjes a la transmisión de la cultura, tanto religiosa como profana. Los rollos litúrgicos ilustrados (exultet), pergaminos con textos religioso e ilustraciones para los fieles que refuerzan el mensaje religiosos son claros ejemplos.

La aparición del imperio carolingio supuso una revolución dentro del clero, entregando el control de la educación a la iglesia, mejorando su formación y creando un nuevo enfoque que pretendía explicar la historia desde una nueva perspectiva cristiana, dividiéndola en tres partes: 
  • Una primera etapa que abarcaba desde la creación del mundo hasta el nacimiento de Jesucristo
  • Una segunda etapa desde el nacimiento de Jesús hasta el momento actual ( en este caso, la edad media)
  • El milenarismo como final: Durante el período carolingio, se aceptó el año 1000 como horizonte temporal para la segunda venida de Cristo y el establecimiento del reino de Dios en la tierra. as escrituras afirmaban que el período entre el fin de un milenio y el comienzo del siguiente estarían marcados por hechos extraños y maravillosos, portentos y signos ominosos que anunciaban que el fin de los días estaba cerca.
En los campos, los grandes propietarios habían mandado edificar iglesias y las habían dotado con tierras. El sacerdote vivía del producto de aquella tierra, y de las ofrendas de los fieles. Se le llamaba cura, porque tenía el cuidado y la cura de las almas. El territorio sometido a un cura se llamaba parroquia. Todos los aldeanos de la parroquia habían de acudir a su iglesia y obedecer al cura. Todas las aldeas tuvieron su iglesia, donde los fíeles se reunían para el culto; las iglesias tenían un campanario que se veía desde lejos y las campanas se tocaban para anunciar los actos del culto, pilas bautismales para bautizar a los niños, y alrededor de la iglesia un cementerio para enterrar a los muertos. Los aldeanos podían entonces celebrar todas las ceremonias religiosas sin acudir a la ciudad. La iglesia se consagraba a un santo que se adoraba como patrono (protector) de la aldea. Hoy todavía, la fiesta del patrono es la fiesta del pueblo y un número muy grande de pueblos llevan el nombre de su patrono San Juan, San Pedro, San Pablo, San Miguel.

Los obispos y los sacerdotes hacían vida común con los fieles a quienes guiaban, y así eran llamados secular (que vive en el siglo). Los monjes constituían el clero regular (sujeto a una regla). Vivían lejos del mundo, en comunidad, en un terreno extenso. El monasterio comprendía siempre varios grandes edificios, que muchas veces rodeaba un recinto fortificado. Delante se alzaba el hospicio donde se alojaban los visitantes, la morada del abad, la escuela, la iglesia. Detrás el convento, formado frecuentemente por cuatro edificios alrededor de un patio, comprendía el dormitorio de los frailes, las celdas donde trabajaban, el refectorio donde comían, la cocina, el frutero, la despensa, los depósitos, los talleres y la biblioteca. El patio estaba muchas veces rodeado de galerías cubiertas que se llamaban claustros.

Alrededor del convento se alzaban otros edificios, las granjas, los graneros, los establos, el lavadero, la panadería, el lagar; más tarde las viviendas de los criados y de los aldeanos que cultivaban las posesiones conventuales. Era siempre por lo menos un pueblo grande, a veces una pequeña ciudad; más de cien ciudades en Francia, por ejemplo, fueron dominios de conventos -Vézelay, Abbeville, Saint-Maixent-.

Los frailes seguían la regla de San Benito, que determinaba el empleo de todas las horas del día. Empezaban antes de amanecer por ir a la iglesia a cantar los maitines. Varias veces al día volvían al templo para otros oficios {prima, tercia, sexta, nona, vísperas). El resto del tiempo lo dedicaban al cuidado de la gente que tenían en el campo, haciendo ornamentos de iglesia, copiando manuscritos. Tenían que obedecer todas las órdenes del abad, casi siempre, un gran personaje que no vivía con los monjes.

Se creía entonces que lo que se daba a. un convento se daba a Dios o a un santo, o al patrono del convento, que sabía agradecérselo al donante. Los donaciones se hacían, no a un fraile o a un abad, sino al santo (a San Pedro, a San Martín). Los fieles, sobre todo los grandes propietarios y sus esposas, daban tierras "por la salvación de su alma" o "por el perdón de sus pecados", o para ser enterrados en la iglesia del convento. Los conventos seguían aumentando sus tierras y se fundaban nuevos conventos.



Las órdenes monásticas

Durante la Edad Media surge un sentimiento de reforma de la Iglesia que se caracteriza por un querer volver a los orígenes y a la época de los mártires. Las órdenes religiosas y sus monjes son los que emprenden esa reforma. La vida religiosa medieval se puede dividir en tres etapas:
  1. 1ª Etapa: Los monasterios autónomos: Eran monasterios independientes, pero en occidente poco a poco fueron siguiendo la Regla de san Benito. Aunque hay otras reglas de vida, la que más se difundió fue la de San Benito.
  2. 2ª Etapa: las órdenes monásticas: Pronto aparecerán confederaciones de monasterios con la misma regla y dependientes de un Abad, Prior, o Superior. Estas confederaciones se llaman órdenes monásticas.
El primer intento de volver a los orígenes del cristianismo e intentar que todos los monasterios se acojan a la misma regla es la de Cluny (sur de Francia) en el año 910 (S.-X). Su estilo de vida continúa siendo la Regla de San Benito pero algo reformada. Esta reforma, que comenzó en Cluny fue seguida por otros monasterios. Especial figura la del italiano San Benito de Nursia, nacido a finales del V. Fundó el monasterio de Montecasino. Redactó allí su famosa Regla, que recogía lo mejor de las existentes y concedía gran importancia a la vida intelectual y manual del monje (ora et labora). El abad es el jefe de la comunidad y todos le deben obediencia ciega. Se reglamenta toda la vida del monje.

Más tarde aparecerá la segunda reforma promovida por San Roberto que en el año 1098 funda el monasterio del Cister. Por eso sus monjes se llaman Cistercienses (estos monjes continúan siguiendo la regla de San Benito pero con otra reforma).

Más tarde san Bruno funda la orden de los Cartujos en 1084. Son unos monjes que siguen una regla muy estricta y severa.

Esas pequeñas comunidades eran realmente una familia cristiana que vivía separada del mundo y sin ningún interés fuera de sus paredes, salvo los de ayudar a los vecinos y viajeros tanto material como espiritualmente. Incluso dentro de las paredes no había un trabajo específico. Al principio los monjes no eran ni sacerdotes ni eruditos, y en su oratorio no había ni cánticos ni rituales elaborados. Vivían juntos para servir a Dios y salvar sus almas. Es difícil imaginárselos comparándolos con una moderna abadía benedictina europea o americana. Lo más parecido en nuestros días sería un pequeño convento carmelita o tal vez una comunidad como la de Taizé. Es fácil comprender que un abad poco espiritual o mal dotado podía acabar con un pequeño monasterio de ese tipo; más difícil es imaginar que ese abad podía ser muchas veces un. hombre de la talla espiritual de Benito o Casiano o incluso del abad de la Regla del Maestro.

El éxito de los benedictinos se debe a tres características principales:
  1. Es eminentemente práctica. Así como la Regla del Maestro es prolija y desordenada, la de San Benito es corta, y así como las demás reglas de la época tocan solamente algunos aspectos de la vida monástica, ésta es una útil guía para la actividad monástica de cualquier clase de monjes y de cualquier edad. 
  2. Así como espiritualmente es inflexible, físicamente es moderada y tolerante, y subraya sobre todo la caridad y la armonía de la vida simple en común en vez de incitar a la rivalidad y a los logros individuales. 
  3. Es la única de las reglas monásticas que contiene en pocos y apretados párrafos un tesoro de sabiduría espiritual y humana capaz de guiar al abad y a sus monjes a través de todas las vicisitudes de la vida. El monasterio benedictino no es ni una penitenciaría ni una escuela para ascéticos montaraces, sino una familia, un hogar formado por aquellos que buscan a Dios Tal vez algunos extractos puedan mostrar estas cualidades.
Cap. 2 y cap. 64: sobre el abad. El abad debe recordar siempre lo que es y el nombre [padre] que lleva, y saber quién tiene a su cargo y de quién depende. Debe llevar a cabo la dura y difícil tarea que se ha impuesto, gobernar almas y adaptarse a los diferentes caracteres. A uno debe elogiarle, a otro censurarle, a otro persuadirle, y de acuerdo con el carácter y entendimiento de cada uno debe adaptarse de forma comprensiva de modo que no solamente no sufra ninguna pérdida en el rebaño que se le ha encomendado, sino que pueda alegrarse con su crecimiento. Sobre todo no debe prestar atención especial a las efímeras cosas terrenales descuidando o subestimando la salvación de las almas que tiene encomendadas. Más bien debe siempre recordar que ha aceptado dirigir almas de lo que tendrá que dar cuenta... Debe procurar ser amado en lugar de ser temido. Nunca debe ser impetuoso o impaciente, autoritario u obstinado, celoso o suspicaz, por lo que nunca debe descansar ... y debe moderar todas las cosas de forma que los fuertes deseen seguirle y los débiles no se sientan rechazados.

Cap. 40: la medida de la bebida. Cada hombre tiene su propio don de Dios, uno de una manera, otros de otra. Vacilamos por tanto al tener que 'decidir cuánto deben comer y beber los demás. Sin embargo, considerando la debilidad de los menos robustos, pensamos que medio cuartillo de vino diario para cada uno es suficiente. Pero aquellos a los que Dios haya concedido el don de la abstinencia deben saber que serán recompensados. No obstante, si las condiciones locales, o el trabajo o los calores del verano exigen más, que sea el abad quien decida, vigilando que no se produzcan ni excesos ni embriaguez. Leemos que el vino no es bebida para monjes; pero como por el momento a los monjes no se les puede convencer de esto, admitamos por lo menos que bebemos sobriamente y no nos ahitamos, porque «el vino derriba incluso a los más sabios».

Cap. 52: sobre el oratorio del monasterio. El oratorio debe ser lo que su nombre indica, y en él no debe hacerse ni ponerse nada más. Cuando el trabajo de Dios está realizado, todos deben ir en absoluto silencio con la debida reverencia a Dios, de modo que si un hermano quiere orar en privado pueda hacerlo sin que nadie le moleste. Y si en cualquier momento cualquiera desea orar solo, dejad que vaya al oratorio y ore; no en voz alta, sino con corazón contrito y ferviente.

Cap. 36: sobre los enfermos. El cuidado de los enfermos debe estar por encima de todo, ya que en verdad deben ser atendidos como Cristo, porque El mismo dijo: «Estaba enfermo, y me visitasteis», y «Todo lo que habéis hecho a estos pequeños, lo habéis hecho a mí. 

Las órdenes mendicantes

Hasta el S.- XII la vida de los monasterios había sido rural y alejado de las ciudades. A partir del desarrollo de las ciudades surge un estilo de vida monástico pero dentro de las ciudades. Aparecen las órdenes mendicantes que establecen conventos dentro de las ciudades y se dedican muchas veces a la enseñanza en las universidades. Las órdenes mendicantes más famosas son los Dominicos y los Franciscanos. Los miembros de estas órdenes no se llaman monjes sino frailes (que viene de la palabra latina frater que significa hermano). Los Dominicos siguen la regla de San Agustín y los Franciscanos la regla de San Francisco

Otras órdenes mendicantes son los Carmelitas, y los Mercedarios que después de la reconquista pasarán a ser mendicantes.


La reforma de la iglesia tras el milenarismo

Como consecuencia del caos endémico en Europa occidental, la Iglesia también sufrió. La calidad moral e intelectual de los obispos y abades disminuyó bruscamente, ya que los establecimientos eclesiásticos cayeron bajo la dominación de señores de la guerra. Estos caudillos suelen nombrar a miembros de sus familias o aliados personales para puestos de liderazgo en la Iglesia, nombramientos basados no en ninguna competencia o sentido de dedicación al deber, sino más bien en lazos de lealtad. Este fue el caso incluso en Roma, cuando familias de nobles romanos lucharon por el papado. Entre 872 y 965, veinticuatro papas fueron asesinados en el cargo.

Los cluniacenses

Esta orden benedictina se desarrolló en el seno de la abadía de Cluny (Saona y Loira) desde poco después de su fundación. Su nacimiento y crecimiento se vio favorecido por el hecho de que Cluny gozaba del privilegio de exención, reconocido ya por el fundador (909-910) y otorgado explícitamente por la Santa Sede el 998. Durante el gobierno del segundo abad, san Odón (926-942), esta casa fue adquiriendo influencia y poder sobre otros monasterios, gracias sobre todo a un privilegio del papa Juan XI (del año 931) según el cual autorizaba a cualquier monje o comunidad a romper su voto de estabilidad con su monasterio originario para acercarse a Cluny. El grado de integración de los monasterios del entorno cluniacense era desigual, por un lado se encontraban los que se habían sometido a la autoridad de Cluny, en los que esta abadía participaba directamente en la elección de sus abades, por otro lado se encontraban los que funcionaban de forma plenamente autónoma pero siguiendo las costumbres de Cluny.

El modo de vida del monje cluniacense se centró en la adaptación de la regla benedictina, potenciando el aspecto espiritual y con una ausencia casi total del trabajo práctico o manual. La castidad, la obediencia, el canto y el rezo litúrgico definían la vida del monje en Cluny. Su actividad litúrgica se centraba fundamentalmente en la celebración colectiva de la eucaristía y en los diferentes oficios horarios, expresados a través de la oración y el canto. Junto a la reforma gregoriana apoyada e impulsada también por la orden, que abolía los ritos locales, extendió su capacidad de influencia, llegando a participar de forma decisiva también fuera de los monasterios, como es el caso de las sedes episcopales o en las políticas regionales de nobles y reyes.


Los cistercienses

Recogen el testigo que dejaba Cluny en el XII. Se originan en el 1098, cuando un grupo de monjes se establecen en Citeaux para vivir en toda su pureza la Regla de San Benito.
La nueva orden se basa en los principios de abandonar todo signo externo de riqueza y en el propio trabajo para conseguir su subsistencia, será el famoso "ora et labora" que distinguirá a los monjes del Cister.

Con San Bernardo, en 1115, la Orden del Císter se extiende por toda Europa. Tenía una organización mucho más participativa que Cluny y las abadías gozaban de mayor autonomía, existiendo un abad general asistido por un capítulo general. El monje cultivaba personalmente sus campos, empleando las mejoras y técnicas correspondientes, gestionando sus propiedades.




La paz de Dios

A partir del concilio celebrado en Puy en 987 el clero se hace eco de las aspiraciones de paz del pueblo e intenta limitar la violencia y devolver el orden a los reinos. Se crea el movimiento la “Paz de Dios”. Algunos obispos meridionales y algunos príncipes constituyen este movimiento que pretende restaurar la paz. El movimiento se extiende por Narbona, el Limosin, Auvernia y Borgoña. En pleno campo se reúnen los caballeros y los vasallos y juran públicamente la paz sobre las reliquias de los Santos locales.

La Paz de Dios o los Movimientos de la Paz de Dios que surgieron a finales del Siglo X, a partir del Concilio de Charroux en el 989, tenían un doble objetivo, uno era poner freno a las violencias ejercidas por la aristocracia guerrera y a la vez proteger a sus víctimas. La principal diferencia entre la Paz y la Tregua de Dios, era que la primera se ocupaba de las proteger a las víctimas de los nobles y ahora se iba a ocupar directamente de estos y de sus combates.

El primer gran acuerdo llegó tras el concilio de Charroux celebrado en el año 989, que proclamó la Paz de Dios, Pax Dei, un periodo de paz «garantizado por Dios», donde aquel que no lo cumpliera, por ejemplo robando o maltratando a los campesinos, mercaderes o clérigos, sería excomulgado. Veinte años más tarde se extendió la paz a gran parte de Francia, tras un acuerdo de los nobles y obispos de Orleans lo que garantizaba un periodo de paz tras muchos años de guerra casi continua. 

La Paz de Dios entre nobleza, clero y vasallos

La “Paz y Tregua de Dios” es una institución eclesiástica que, con la cooperación del poder civil, reglamenta condiciones de protección para poder parar las continuas y largas guerras feudales de la Alta Edad Media. Los caballeros tienen prohibido hacer la guerra, en primer lugar los sábados, y más tarde, desde el miércoles por la noche hasta el lunes por la mañana, durante el Adviento, Navidad, Cuaresma y Pascua. La “Paz de Dios” es el derecho de refugio que concede la Iglesia a las personas y las cosas dentro de un territorio protegido, y la “Tregua de Dios” es la suspensión de las actividades bélicas durante un período prefijado también por la Iglesia. Su violación será sancionada con penas canónicas graves, pudiendo llegar hasta a la excomunión. Queda reservada al obispo la absolución del infractor.

Las herejías

Durante los siglos XI y XII se desarrollan una serie de herejías sin un carácter estrictamente teológico, sino basándose en una fuerte reivindicación social, afectando a todos los estamentos. En esencia, se pedía una reforma para el clero y vuelta a los ideales de la vida evangélica, denunciando la riqueza de un episcopado que no ejercía sus funciones religiosas, un clero ignorante, una riqueza de cluniacenses y cistercienses…
  • Valdenses: Grupo fundado por Pedro Valdes, mercader de Lyon, en 1170. Predicaba la pobreza, la penitencia y la traducción de los Evangelios a la lengua vulgar (este acceso directo fue una constante en todos los movimientos heréticos). Atacó directamente a la jerarquía eclesiástica, que reaccionó excomulgándolo en el concilio de Verona. El movimiento se desplegó por Europa y son considerados precursores del protestantismo.
  • Cátaros o albigenses. De mayor trascendencia, por sus implicaciones teológicas. Introducida hacia 1150 por los participantes en la segunda cruzada a su regreso y difundida por Alemania, Italia, Cataluña y Francia, sobre todo por el Languedoc y en la región de Albi. Denunciaban la organización eclesiástica y los sacramentos. Doctrina basada en el maniqueísmo. Los dirigentes debían llevar una vida austera. Lograron crear una estructura eclesiástica con seis obispados. La Iglesia reaccionó con la predicación de monjes cistercienses y después mediante una cruzada que acabó con la masacre de Beziers y la derrota albigense en Muret. Los últimos cátaros fueron masacrados en el castillo de Montsegur en el año 1244 (también así el rey de Francia hizo efectivo su dominio del sur).
El combate de herejías: la Inquisición

Para combatir la herejía cátara se creó la Inquisición. En el Concilio de Verona se definieron sus principios. En el Concilio de Verona se definieron sus principios. En el de Tolosa en 1229 se encargó a los obispos la instrucción de procesos y sentencias, pero, tras escaso éxito, Gregorio IX dos años después crea la Inquisición propiamente dicha, encargando a los Dominicos su desarrollo.

La excomunión

Los obispos y los sacerdotes daban los Sacramentos, de los que nadie se atrevía a prescindir, por miedo a quedar condenado. Podían también negarlos y prohibir la entrada en la iglesia, y a esto se llama excomulgar, es decir, excluir de la comunión. El obispo o el sacerdote, con un cirio encendido en la mano, pronunciaba una fórmula de maldición, como ésta, por ejemplo:

"En virtud de la autoridad divina conferida a los obispos por San Pedro, arrojamos al culpable del seno de la Santa Madre Iglesia, y le condenamos al anatema de una maldición perpetua. Sea. maldito en la ciudad, maldito en los campos. Malditos sean su granero, sus cosechas, sus hijos y el producto de sus tierras. Que ningún cristiano le dé los buenos días, ningún sacerdote le diga la. misa ni le dé los sacramentos. Sea enterrado con los perros. Sea maldito dentro y fuera, sus cabellos, su cerebro, su frente, sus oídos, sus ojos, su nariz, sus huesos, sus mandíbulas. Y de igual modo que hoy se apagan estos cirios que arrojo de mi mano, la luz de su vida se extinga en la. eternidad, a menos que se arrepienta y satisfaga a la Iglesia de Dios enmendándose y haciendo penitencia". Luego el sacerdote arrojaba el cirio al suelo.

La excomunión vino a ser un medio para defender las iglesias y sus tierras de las intrusiones de los seglares. Cuando un caballero maltrataba o metía en prisiones a un sacerdote o a un fraile, cuando entraba a saco en las tierras de un convento o se apropiaba bienes de una iglesia, el obispo o el abad le excomulgaba.

La excomunión servía también para obligar a los seglares a obedecer las reglas de la Iglesia. Se excomulgaba a los herejes y a los que les apoyaban. Se excomulgaba a los señores que se casaban contra las prohibiciones de la Iglesia. Estaba prohibido casarse con una prima, aun en cuarto grado, o con la madrina de un niño del cual se hubiera sido padrino. El rey de Francia Roberto se había casado con su prima Berta (995). El Papa reunió un Concilio que declaró nulo el casamiento y ordenó separarse a Roberto y a Berta, y hacer penitencia durante siete años, so pena de quedar excomulgados. Excomulgó al arzobispo de. Tours que había bendecido el matrimonio. Roberto, que amaba a su mujer, no quiso separarse de ella. Ambos fueron entonces excomulgados, y todos sus criados, excepto dos, los abandonaron.

Los señores poderosos no siempre tomaban en cuenta la excomunión. Tenían a su servicio capellanes que seguían diciendo misa para ellos y dándole los sacramentos. Felipe Augusto y Juan sin Tierra estuvieron excomulgados durante varios años.

El papel de los monjes copistas

La brecha entre Oriente y Occidente tras la división del Imperio en el 395 se fue acentuando. El latín va dando paso al griego en Oriente, a la vez que una progresiva helenización. Aunque en algunas zonas de Oriente otras lenguas eran más habituales (copto en Egipto, arameo y sirio en Siria), en el V se da un renacimiento del griego en todas las provincias del Imperio, cada vez más en comunicaciones oficiales en detrimento del latín.

En Occidente, se va progresivamente diferenciando la lengua oral –latín vulgar- y la escrita –bajo latín-. A raíz de las invasiones, el latín deja de ser hablado progresivamente en varios reinos. En el V alcanza su nivel más bajo, el lenguaje cotidiano era totalmente diferente y los textos de los clásicos dejan de ser inteligibles. El estudio de la Biblia y los escritos de los Padres de la Iglesia se imponen a los escritos de la antigüedad.

El legado literario-cultural romano se salvó, tras la ocupación del imperio de Occidente por los distintos pueblos bárbaros, gracias a la intervención de los monjes de los monasterios medievales, especialmente durante la Alta Edad Media.
  • En Francia, destaca la figura del obispo Sidonio Apolinar –poeta- y el historiador y obispo Gregorio de Tours (éste en el siglo VI).
  • En Italia, destacan en el V Boecio (estudioso de la filosofía clásica) y Casiodoro (textos monásticos), además de San Gregorio Magno en el VI.
  • En España, en el VII sobresale San Isidoro de Sevilla (sistematiza el saber antiguo con sus Etimologías, referencia en la Edad Media).
  • En Irlanda e Inglaterra, sus monjes cultivan el latín clásico y estudian los autores antiguos. Destaca la figura de Beda el Venerable (VII – VIII), que redactó la historia de los reinos de la Heptarquía, además de participan en la traducción de la Biblia al anglosajón.
En conclusión, la Iglesia fue la única institución que, a través de sus monjes, se hallaba capacitada para transmitir a Occidente la cultura de la antigüedad. Se admira a los clásicos, pero da lugar a formas de pensamiento nuevos, que giran en torno a la Biblia y la vida eclesial.

Es verdad que sólo se conservó un número pequeño de obras, fragmentadas en muchos casos y con errores que aún hoy traen de cabeza a los especialistas. Pero es tal el valor de lo que nos ha quedado, que nuestra deuda con ellos es incalculable.

Sin esas obras nuestra cultura no habría sido tal como la conocemos, sino habría dejado lugar a otra totalmente diferente. Y todo porque en unos pocos monasterios, en lugares remotos de la nueva Europa que estaba naciendo, un puñado de hombres cultos se dedicaron pacientemente a copiar los manuscritos salvados de la quema, de la destrucción, de la ignorancia que se enseñorearon de nuestro continente al final del mundo antiguo.

Las bibliotecas monacales

Desde la Alta Edad Media se va perdiendo el escaso interés que había por la cultura, por el ambiente creado por las segundas invasiones. Las únicas muestras se refugian en algunos monasterios. Durante el siglo X, las escuelas monásticas imparten a sus monjes una mínima instrucción basada en el Trivium –sólo la Gramática- y sólo la Música del Quadrivium. La tranquilidad de la época de los Otones propicia la copia de manuscritos y cierta actividad cultural.

Surgen en dichas escuelas los primeros ejemplos del pensamiento filosófico medieval, destacando el monasterio de Montecasino (se traduce a Hipócrates y Galeno del árabe). También cabe destacar en la P Ibérica el brillante papel del escriptorio de Ripoll en el X como transmisor de los saberes de la España musulmana.

A partir del XII se produce un declinar, al surgir nuevas cuestiones filosóficas y teológicas lejos de los intereses intelectuales de los monjes.

En los grandes monasterios medievales, había una biblioteca, surtida de libros religiosos, pero éstas también albergaban obras clásicas de filosofía, derecho, retórica, medicina e incluso de literatura en sentido estricto.

Se puede decir que en esas bibliotecas estaba ya, en el siglo IX, la práctica totalidad de las obras de la literatura clásica romana.

Para enriquecer sus fondos, los monasterios acudían a los intercambios o a préstamos temporales. Las obras prestadas eran copiadas por los monjes en el scriptorium anejo a la biblioteca.

Materiales y técnicas

Los copistas escribían sobre pergamino con una pluma de ave. Para que las líneas les salieran derechas, trazaban primero con un carboncillo los márgenes y las rayas sobre las que iban reproduciendo el texto con tinta negra.

Un trabajo minucioso

Los copistas eran elegidos entre los monjes más cultos. Trabajaban cada uno en un libro durante meses, en condiciones muy duras. Cuando al monasterio le interesaba y se podía permitir hacer varias copias de las mismas obras, un monje leía y los demás copiaban. Ellos mismos se encargaban de la confección de los códices.

Capitulares y miniaturas

Los copistas solían adornar las letras que encabezaban los diferentes capítulos. Las ilustraciones se denominaban miniaturas y llegaron a ser de una riqueza, belleza y expresividad asombrosas. Podían aparecer en los márgenes o llenar incluso páginas enteras. Solían estar escritas en color rojo, realizado con polvo de minio ( de ahí el nombre de miniatura).

Constituyen una de las manifestaciones más deslumbrantes del arte medieval y una de las fuentes más importantes para conocer su mundo imaginario y su vida cotidiana. En algunos casos son más importantes que el texto ( Ej: las copias españolas del comentario del Apocalipsis de San Juan)

Este parece ser un arte exclusivamente medieval. En el siglo VI, los conventos de la Europa Occidental son los únicos centros de cultura. Ahí se copian y adornan los manuscritos, una tarea reservada a los clérigos; por eso, el desenvolvimiento de las miniaturas está ligado a la expansión de las órdenes religiosas, especialmente, a la orden benedictina. En los siglos VII y VIII, el arte del libro se extiende en torno a las Islas Británicas y a la Galia merovingia. La acción de Carlomagno y de sus sucesores en favor de la cultura, también abarcó el dominio de las miniaturas.

La letra minúscula

Finalmente, expresar su perfeccionamiento en la letra minúscula, empleada ya en épocas antiguas. Se utilizó en el periodo carolingio ( del emperador Carlomagno), que es de la que deriva nuestra letra actual.
El arte románico

La vitalidad europea de los siglos XI y XII se manifiesta también a través de sus realizaciones artísticas.
  • En poesía, aparece, junto al juglar, la obra lírica y refinada de los trovadores.
  • En las artes plásticas, el románico expresa el mundo nuevo. Es un arte eminentemente religioso.
En los siglos IX y X se asiste al primer románico: iglesias de una sola nave, poca escultura, fuertes pilares, escasa iluminación… típico de las abadías cluniacenses, tal como Sta María de Ripoll.
Desde finales del XI y durante el XII, segundo románico: naves más anchas y elevadas, numerosas esculturas en la fachada, abundantes ventanas y puertas, mayor luminosidad, planta típica de cruz latina, iglesias de peregrinación con girola…, tal como en Santiago de C.
Temas escultóricos referentes generalmente al Juicio Final o al Apocalipsis. Ricos capiteles de columnas; pintura románica al fresco con figuras hieráticas, falta de perspectiva…

La filosofía. La escolástica

Tomás de Aquino sigue en las líneas fundamentales el pensamiento de Aristóteles. Las personas están constituidas por una unidad de alma y cuerpo, en la que la primera es la forma-esencia (creada por Dios) y el segundo el elemento material.

Pero como filósofo y teólogo cristiano necesita modificar esta teoría para dar cabida a la inmortalidad del alma y a la posibilidad de que esta exista temporalmente de forma independiente mientras el cuerpo muere, hasta la resurrección de los cuerpos. Por ello afirma que el alma es también una sustancia que por tanto puede existir sin el cuerpo. Pero su destino definitivo es completarse con el y existir unidos.

El alma, como en Aristóteles, es única y en ella residen las tres funciones: vegetativa, sensitiva y racional. La racionalidad es el rasgo definitorio de la vida humana y por ello debe ser el criterio de la vida para alcanzar la felicidad y la dignidad humana. El comportamiento humano (ética y moral): entendimiento, voluntad y libertad. Dimensión social de la vida humana.

Agustín de Hipona

En el cristianismo la salvación individual se produce por la pertenencia a Dios. La historia de los hombres es, para Agustín, la historia de la intervención de Dios a favor de la salvación de los hombres.

En Agustín se encuentra la primera Teología de la Historia, expuesta en su libro La ciudad de Dios.

La historia de la humanidad responde a la tensión entre dos modos de vida: vivir según la carne o vivir según el espíritu, que en Agustín aparecen representados por la ciudad terrena y la ciudad de Dios.
  • La ciudad terrena. Fundada por Caín, es una sociedad que tiene como objetivo la búsqueda de bienes temporales, siendo la paz el más importante.
  • La ciudad divina. Fundad por Abel, es el cuerpo místico (espiritual) de los fieles, unidos en Cristo.
El progreso en la historia es la formación y santificación del cuerpo místico. La historia es la consumación en el tiempo de lo que ya ha sido: la redención.
Agustín hereda del platonismo una antropología dualista. “El hombre es un alma que se sirve de un cuerpo”:

El cuerpo es un principio material corruptible.

El alma es un elemento inmaterial e incorruptible. En el alma se distingue:
  • Razón Inferior: tiene por objeto el conocimiento de lo mutable sensible.
  • Razón superior: cuyo fin es la búsqueda de la sabiduría, el conocimiento de lo inteligible, de las ideas y de Dios.
Conocimiento Sensible

Agustín busca la verdad absoluta, inmutable y eterna, la cual no puede ser facilitada por los objetos sensibles, que siempre están cambiando, aparecen y desaparecen; tampoco por el alma que es contingente y mudable. Sólo Dios es la verdad.Cuando percibimos por los sentidos no se produce conocimiento. Las sensaciones son cambiantes, contingentes. El alma saca de sí misma representaciones de los objetos.

DOCTRINA DE LA ILUMINACIÓN. Razón y Fe “DEBO CREER PARA ENTENDER”

Teoría epistemológica que sostiene que sólo hay conocimiento si de alguna manera el entendimiento humano recibe ayuda del entendimiento divino; esta ayuda se concibe metafóricamente a modo de luz. La propone por vez primera Agustín de Hipona al afirmar que el origen de la verdad y del conocimiento es Dios.

Cuando el alma conoce objetos como los matemáticos o axiomas, que son verdades inmutables y por lo tanto necesarias y eternas, se produce el conocimiento. Este conocimiento no proviene de la sensación.

El conocimiento verdadero es el conocimiento de lo que auténticamente existe y que es eterno, inmutable y necesario. ¿Cómo puede conocerlas el hombre? A través de una intervención de Dios que ilumina el intelecto del hombre.

Para Agustín: “La vedad es común a todos”. No hay dos verdades, la filosofía y la religión son los medios de los que el hombre dispone para hallar la verdad. “Dos caminos hay que nos llevan al conocimiento: la autoridad y la razón”. Lo que la filosofía y la religión deben alcanzar es la verdad de Dios.

¿Qué papel desempeñan la razón y la fe en este proceso de búsqueda de Dios? La razón y la fe se necesitan mutuamente.
  • La razón se esfuerza en hacer comprensible la fe hasta donde es posible. No es absurdo creer.
  • La fe otorga fuerza iluminadora a la capacidad del conocimiento.
  • La razón sola no puede conducirnos a la sabiduría, no es apta para aprehender la verdad.
Por otro lado, San Agustín cambia el concepto neoplatónico de emanación por el bíblico de creación. Pero la interpretación de la creación la hace mediante doctrinas platónicas: Dios creó el mundo tomando como modelo sus propias Ideas (la mente divina es, por tanto, el mundo inteligible platónico). No hay sino Dios y mundo y éste procede íntegramente de Aquél por creación, sin que haya materia alguna preexistente, es decir, las cosas han sido creadas por Dios de la nada.

DIOS

El principal problema fue demostrar la existencia de Dios, mediante:
  • El testimonio de la conciencia universal, no es posible la duda absoluta.
  • Testimonio de todos los pueblos: ninguna prueba en sí demuestra nada, pero todas juntas sí.
  • Testimonio Personal de la conciencia.
  • Testimonio del orden y belleza del mundo: tiene que haber un ordenador, un Demiurgo que es Dios.
  • Testimonio de la verdad externa. Argumento Gnoseológico, puesto que existe la verdad y siendo Dios su fundamento, Dios existe.
¿Dios es el causante del mal?

Piensa mucho en el mal, la presencia del mal es tanto un hecho metafísico (enfermedades) como moral (maldad, crimen). Si el mundo ha sido creado por Dios, cómo se explica la existencia del mal. ¿Es Dios su causa (maniqueos)? San Agustín reflexiona bajo los seres creados que son corruptibles.

La corruptibilidad, no es un mal en sí, las cosas corruptibles son buenas (Dios creo todo bueno) pero no absolutamente buenas (absolutamente bueno sólo es él, Dios), es decir, las cosas son buenas pero corruptibles, sino fuesen corruptibles serían Dios, y si no fuesen buenas no existirían. Por tanto, todas las cosas son buenas pero no del todo buenas.

Dios ha dado existencia a todas las criaturas y esa existencia es un bien pero el ser de las criaturas no son plenas ni perfectas (serían dioses) sino limitado.

Conclusión: todo lo creado es bueno, pero limitado; el pecado lo comete el hombre cuando usa mal su libertad. La libertad también es un bien, pero se puede usar mal.

Si Dios existe, ¿por qué existe el mal? Si el mal no es un ser, no tiene que tener un principio o una causa sino que es una privación: “No es lo que es”, sino “Lo que no es” lo que le falta. El mal no es algo real, sino la ausencia de bien. El mal no es un ente y no depende ontológicamente de Dios. Sólo Dios es perfecto, el Ser.

Agustín distingue tres clases de mal:
  • El mal metafísico. El hecho de ser criaturas supone imperfección. Las cosas son prisioneras de su imperfección.
  • El mal moral. Agustín explica el mal moral al introducirse el pecado como consecuencia de nuestra libertad de elegir. De este pecado, fruto de la libertad, sólo es responsable el hombre y no Dios.
  • El mal físico. La experiencia de dolor y de la muerte es inseparable a la condición humana. Agustín reconoce que este tipo de mal es fácilmente atribuible a Dios pero el sufrimiento constituye un elemento necesario para la salvación como sucedió en la teología cristiana, con la muerte de Jesús.
La Ética de Santo Tomás

Tomás de Aquino, de acuerdo con las líneas generales de su pensamiento sobre el ser humano, el mundo y Dios, intenta conjugar los planteamientos filosóficos propios y de Aristóteles, con sus creencias religiosas y el contenido de la teología cristiana, para dar una visión de cómo debe ser la vida humana para alcanzar el bien y llevar una vida virtuosa.

La concepción tomista de la vida buena se enmarca dentro de su visión general sobre el gobierno de Dios sobre el mundo y el lugar que en relación a ellos ocupa el ser humano:

Dios gobierna y organiza el mundo con la ley eterna, dictada desde siempre para todos los seres. Su reflejo en la naturaleza y en los seres naturales es la ley natural, que dirige el funcionamiento de los seres, las plantas, los animales y el ser humano (único capaz de conocerla a través de la razón).

Contenidos de la ley natural: conservación, reproducción, y vida racional y social.

Los humanos crean leyes para organizar su vida terrenal, son las leyes positivas o humanas que para ser justas deben ajustarse a la ley natural racional.

Siguiendo a Aristóteles da una importancia fundamental a las virtudes entendidas como hábitos adquiridos, modos de actuar encaminados a obrar bien (evitando el mal), dirigidos por la razón y la inteligencia, buscando un justo medio y evitando los extremos. Como Aristóteles, diferencia entre virtudes intelectuales y morales. A diferencia de aquel a las morales les llama cardinales y se fija fundamentalmente en la prudencia, justicia, fortaleza y templanza. Sigue considerando a la justicia como virtud clave, por la repercusión que tiene en las demás personas.

Santo Tomás considera que en todo ser humano está la disposición y la capacidad de conocer y entender los principios morales con los que debe dirigir su conducta para obrar bien y realizar acciones buenas. El ser humano es capaz de conocer la ley natural con la que debe guiar su vida, tiene conciencia moral (sindéresis).

CONTEXTO DE SANTO TOMÁS

La época. El siglo XIII. La Escolástica (Influencia del pensamiento platónico y aristotélico). El Gótico. La catedral. Las Universidades. Las monarquías medievales Las ciudades. París. Santo Tomás: vida y obras (teólogo y filósofo)Una vida dedicada al estudio y la enseñanza.

Santo Tomás como pensador cristiano y teólogo considera que Dios es el Bien Supremo, por ello la ética y la vida humana tienen como referencia última a Dios, que es el mayor Bien, por encima de los bienes particulares de este mundo (es conveniente recordar la cuarta vía). El hombre puede encaminar su vida hacia la virtud y hacia Dios, obrando bien; pero también puede obrar mal (desde un punto de vista moral) porque tiene libertad o libre albedrío. (término: libertad)

El conocimiento: filosofía y teología

Autonomía y colaboración. La filosofía “al servicio” de la teología. No hay doble verdad. Para comprender el pensamiento de Tomás de Aquino es necesario detenernos en un problema relacionado con el conocimiento que la Escolástica medieval cristiana se estaba planteando en esos momentos, el conocimiento a través de la fe, y el conocimiento obtenido por medio de la razón, sus características y sus relaciones.

Existe un modo de conocer natural, racional, basado en la lógica y en métodos propios de la razón. Este es el territorio de la filosofía racional. Existe otro modo de acceder a la verdad que consiste en la aceptación o asentamiento voluntario, por medio de la fe, a unos principios dados por la revelación divina, sobre los que el hombre puede pensar y especular. Cada uno de estos dos niveles son autónomos e independientes en sus campos de estudio propios. Además la fe (y la teología), y la razón (y la filosofía), tienen métodos diferentes.

No hay oposición entre ambas. No hay doble verdad sobre un mismo tema, una racional y otra religiosa. En los temas comunes deben colaborar. Además la razón y la filosofía ayudan a la fe, preparándole el camino por medio de la demostración racional de las bases para creer (por ejemplo la existencia de Dios). Por su parte, la fe sirve de guía a la razón suministrándole datos a los que ella sola no puede llegar, y conduciéndola en los temas que le resultan difíciles. Tomás de Aquino dedica todo su pensamiento y su obra a esta tarea de síntesis entre filosofía y teología.

Hay, por tanto, una clara afirmación de la importancia de la filosofía, que supone un avance con respecto a los pensadores cristianos que le precedieron. Pero existe una manifiesta subordinación de la razón y la filosofía, a la fe y la teología, que en caso de duda o conflicto tienen la llave de la verdad.

Teoría del Conocimiento

Entrando de lleno en lo que verdaderamente constituye la teoría del conocimiento de Tomás de Aquino, encontramos un pensamiento semejante al de Aristóteles: el conocimiento comienza por los sentidos corporales, para acabar con la abstracción de la forma-esencia realizada por el entendimiento. El entendimiento agente es el que lleva a cabo esta operación, y el paciente o posible es el que conoce lo abstraído. (términos: abstracción, esencia, forma; concepto, inducción).¿Cuándo podemos decir que el entendimiento conoce la verdad?. Verdad es para Santo Tomás la adecuación entre “lo que” (forma-esencia abstraída) está en el entendimiento y la (forma-esencia en la) “cosa” conocida.

Propiamente hablando, verdad es la verdad lógica, que es la adecuación de lo que el entendimiento entiende de una cosa con la cosa misma, adecuación consciente o conocida, y que se da solamente en el juicio o en el acto de la afirmación o la negación. (Verdad óntica es la verdad de las cosas: verdadero es aquello que es. Verdad ontológica es la verdad en el entendimiento, pero no conocida).

Filosofía social y política

Hay en Tomás de Aquino una honda preocupación por la dimensión social del ser humano, por la justicia, por el bien común, por las formas de gobierno que pueden conseguirlas. Santo Tomás sigue en estos temas al que considera el gran filósofo de la antigüedad Aristóteles. Hace un esfuerzo considerable por armonizar y hacer compatibles su pensamiento con su concepción religiosa de la existencia humana: deberá dar respuesta al problema de las relaciones entre Estado e Iglesia, especificar las funciones autónomas de cada uno de ellos, y justificar la primacía de la Iglesia y el poder religioso en los asuntos relativos al fin sobrenatural del hombre, y a la organización de la vida en torno a su destino definitivo, más allá de la vida terrenal, en Dios.

Por otra parte, no podemos olvidar que Tomás de Aquino está viviendo el momento más vigoroso de la Edad Media, el siglo XIII, en el que la forma de organización social y política es la monarquía. No es casual que uno de sus libros clave sobre este tema lleve el nombre de “La monarquía”. Siguiendo a Aristóteles, exigirá que el monarca actúe de forma racional buscando siempre el bien común y la justicia. Pero desde sus planteamientos religiosos, el paralelismo entre Dios como gobernante del mundo, y el monarca o rey como organizador del Estado, era para él muy claro.

Del mismo modo que Aristóteles, Tomás de Aquino afirma la dimensión social de los humanos. Solo en sociedad puede alcanzar el hombre el desarrollo de sus posibilidades y la satisfacción de sus necesidades. Por medio de la inteligencia y la palabra, razonando y hablando, los hombres, a diferencia de los animales, pueden organizar la vida en grupo de forma de forma conveniente.

El fin de la sociedad y del Estado es el bien común, la justicia. El Gobernante o el Rey no pueden actuar de forma caprichosa o arbitraria. El hecho de tener el poder no justifica sus comportamientos injustos.

Dios gobierna y organiza el mundo con la ley eterna, dictada desde siempre para todos los seres. Su reflejo en la naturaleza y en los seres naturales es la ley natural, que dirige el funcionamiento de los seres, las plantas, los animales y el ser humano (único capaz de conocerla a través de la razón). Los humanos crean leyes para organizar su vida terrenal, son las leyes positivas o humanas que para ser justas deben ajustarse a la ley natural racional.Santo Tomás distingue, como Aristóteles, diversas formas de gobierno, pero propone la Monarquía como la mejor, porque garantiza más el orden unitario de la sociedad, y por su semejanza con el gobierno ideal que Dios tiene con respecto del mundo.

El Estado, el gobierno civil o humano, tiene como asuntos de su competencia la organización social de los hombres en aquellos campos propios de la vida en este mundo, pero en aquellos que hacen relación a la dimensión religiosa, al Bien Supremo divino, la competencia pertenece a Dios y sus representantes en la tierra, el Papa y la Iglesia. Desde este punto de vista, Estado e Iglesia son independientes. Sin embargo hay una subordinación de lo civil a lo religioso, puesto que lo humano tiene como fin ultimo sobrenatural a lo divino. Existe por tanto una primacía de la Iglesia sobre el Estado en aquellos asuntos humanos en que ambas interactúan.

El medio o instrumento para que el Estado pueda llevar a cabo su función, el bien común, son las leyes, que deberán ser elaboradas por la colectividad social o sus gobernantes.

Esta leyes humanas solo serán justas si están de acuerdo con la ley natural racional. Nos volvemos a encontrar con la visión general que Santo Tomás tiene de la organización y gobierno del mundo por Dios y el lugar que ocupan el ser humano y la sociedad.

La metafísica de Santo Tomás: la realidad, Dios y el mundo

Planteamientos aristotélicos: ser, sustancia, accidentes, materia y forma, potencia y acto, cuatro causas. Necesidad de diferenciar, en los seres, la esencia de la existencia. Dios, el SER, existe por sí mismo, es el ser necesario. Los seres creados existen porque reciben la existencia, son seres contingentes.
  • Los seres creados están compuestos de esencia (potencia de ser) y existencia (acto de ser) , pero a la esencia no les pertenece necesariamente su existencia. Pueden ser o no ser
  • Solo en Dios su esencia y existencia se identifican. Siempre
Solo Dios existe por sí mismo y como creador del mundo es el Ser que da la existencia a los demás seres (estudio “a fondo” de la tercera vía).

La analogía del ser

Dios es ser porque existe necesariamente mientras las demás cosas existen porque participan de Dios en diferentes grados.

El creador y la creatura se reducen a algo uno, no por comunidad de univocación, sino de analogía. Esa comunidad puede ser de dos clases: o porque algunos seres participan algo uno con orden de prioridad y de posterioridad, como la potencia y el acto la razón de ser, y lo mismo la sustancia y el accidente, o porque uno recibe el ser y el nombre de otro. Esa es la analogía que tiene la criatura para con el creador: la criatura, en efecto, no tiene ser sino en cuanto que procede del primer ente, ni recibe el nombre de ente sino en cuanto que imita al primer ente; y lo mismo sucede con la sabiduría y las demás cosas que se dicen de la criatura.

Existencia de Dios

El acercamiento filosófico a la existencia de Dios es diferente del que se realiza a través de la fe. Crítica al argumento ontológico de San Anselmo.

Punto de partida: un hecho de la experiencia, analizado metafísicamente. Aplicación del principio de causalidad (nada sucede sin una causa): todo hecho (efecto) requiere una causa. Imposibilidad de prolongar las causas hasta el infinito. Conclusión: Necesidad de afirmar una causa primera: Dios

Las cinco vías: esquema general y explicación. Estructura-esquema de las cinco vías:
  1. Vía del movimiento o del Primer Motor Inmóvil: Por la observación del movimiento de todas las cosas en el universo. Dios es el primer motor inmóvil
  2. Vía de la causalidad o de la Primera Causa Eficiente: Por la necesidad de una causa para todo lo que existe (responsable de la producción de cosas). lo producido es causado por otra realidad siendo dios la cusa última e incausada
  3. Vía de la contingencia o del Ser Necesario: las realidades son contingentes (pueden ser o no ser)todo lo que existe lo hace por efecto de lago ya existentes. La existencia tienes que haber sido producido por un ser existente (dios)
  4.  Vía de los grados de perfección o del Ser Perfecto: existen diferente grados de perfección en las realidades del mundo excepto en Dios que es un ser absolutamente perfecto.
  5. Vía del orden racional del universo o del Ser Inteligente Ordenador: dios es una inteligencia ordenadora que dota de finalidad a la creación.
Conocimiento de Dios por vía de negación
  • Eminencia: afirmar en Dios, en un grado sumo, todas las perfecciones.
  • Negación: negar en Dios las imperfecciones.
Cada una de las 5 vías aporta un mejor conocimiento de la realidad divina


otros conceptos
  • teocracia: superioridad del gobierno político y religioso del papa
  • simonía. compraventa de cargos eclesiásticos
  • gibelinos: partidarios del emperador y su poder frente al papado
  • disputatio: argumentación usado en el métido escolásticos
  • Paz de Dios: Institución religiosa para luchar contra las guerra feudales en la defensa de los desarmados. se complementa con la tregua de dios

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